Por Santos Domínguez
En un bosque extranjero, 30/04/2014
A la grieta del eremita, la pantera del anochecer.
A la memoria, la lluvia, el lirio de las estaciones abandonadas por las que pasa el ferrocarril sin detenerse.
A los amantes que descifran su desnudez en la oscuridad, un hilo de saliva.
A la pirámide del conocimiento, la amatista mojada del escarabajo y los élitros celestes del jeroglífico.
A La Habana de mis antepasados allá por mil novecientos veinte, la nieve.
Para Rousseau el Aduanero, los ágiles antílopes que cruzan el agua encarnada de los sueños.
Dad este libro a los animales, al búho y al alce, al armadillo y al erizo silvestre.
Arrancadle una a una sus páginas y dádselas a los animales. Dadle al hurón la oscuridad de la palabra búfalo y al búfalo la inmaculada pradera del billar de los bares.
Y de entre todos los dones y de entre todos los sueños, dadle a mi corazón una casa en el aire.
Así termina El arca de los dones, el espléndido poema de Juan Carlos Mestre que forma parte de La poesía ha caído en desgracia, que acaba de reeditar Calambur.
No es una simple reedición del original de 1992. Es una versión dos veces más extensa en la que se añaden poemas anteriores a aquella primera edición –los poemas chilenos de Las páginas del fuego- y otros más recientes, pero que comparten en conjunto una semejanza de tono y de fondo que no perjudica la sólida unidad del libro.
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