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martes, 15 de septiembre de 2009

Reseñas: La canción donde ella vive

El País, Sevilla, 7 de septiembre de 2009

Cazador de metáforas rompedoras

Daniel Ruiz publica dos arriesgadas novelas sobre la marginalidad y el rock

“La calle también está llena de canciones, toda ella es una enorme canción, deliciosa y aberrante, deforme y excesiva, un tremendo sampleado de susurros y gritos y risas y llantos y otras canciones, en cada callejón se esconde una melodía, en cada portal hay un acorde”. Pero aunque las melodías sobrevuelen las aceras, para cazarlas hace falta un oído presto y la capacidad de hacerse invisible. Meterse en las tripas de las bandas callejeras y los quinquis, los bares de la noche, y hacerlo con estilo, un estilo poético que desarma al lector, es de nota.
Daniel Ruiz (Sevilla, 1976) ha publicado dos obras, Perrera y La canción donde ella vive, que coinciden en las librerías pese a haberse escrito con anterioridad y en distintos años. Son dos dardos que describen mundos como la marginalidad y la noche con un estilo poético, mezclado con metáforas rompedoras aplicadas a la vida canalla. “No pidas buen gusto a un hotel del extrarradio, no le exijas sencillez ni paredes desnudas ni mesillas de noche sin centros de flores de plástico, no busques recepcionistas sin bocas congeladas en sonrisas impecables, no quieras evitar ese horripilante hilo musical que contamina los pasillos plagados de du-du-a y de la-la-la, tampoco intentes sortear a los grupos de ancianos parapetados con gorras y guayaberas dispuestos a someterse a cualquier tortura disfrazada de actividad de ocio”, desgrana Ruiz en La canción donde ella vive.

Habla a la velocidad del rayo. Con pasión y retranca, explica cómo se dirige a un lector especial, minoritario, que saborea las palabras y comparte la calle como ágora de las pandillas. “Tengo un problema: soy supercotilla y me pasaba horas escuchando desde mi balcón, que daba a un callejón donde todos los quinquis se paraban a beber y fumar. Me atrapaba la forma áspera de relacionarse entre ellos. Conceptos como la caricia y el beso los sustituían por el mordisco o la bofetada. Y sabía que ahí había una novela”.

A partir de ahí, Ruiz parió Perrera, una radiografía de esa generación perdida. La trama funciona al relatar el sombrío día a día de adolescentes rebeldes, pero lo que hace despuntar a la novela es un estilo trepidante e inconfundible que aplica metáforas de altura al chapero, a los canutos, al rock. “Para que mi estilo sea sórdido, necesita urgencia. Creo que tiene que tener el sentido de la inmediatez. Mi concepto de la literatura se sustenta en dos pivotes: la rabia y la reflexión sobre la fealdad”, explica.

Ruiz mezcla voces y juega a los contrastes impúdicos con conversaciones que el lector, más que leer, bebe. No hay puntos y aparte. Sólo se respira entre capítulo y capítulo. Puso su lupa sobre los adolescentes difíciles al escribirla en 2004, en la línea de películas de estreno posterior como la sevillana Siete vírgenes. “Quizá se ha publicado un poco tarde”, apunta.

El joven escritor ganó con su primera novela, Chatarra, el I Premio del Certamen de Novela de la Universidad Politécnica de Madrid, y luego basada en esta historia se rodaría un corto preseleccionado para los Oscar en 2007. Su segunda novela, Perrera, ha sido publicada por la editorial gaditana Dum Spiro Ediciones.

La tercera obra es La canción donde ella vive (Calambur, Narrativa), en la que Mario, un pinchadiscos, cuenta la historia de su relación de amor fatal. De fondo, suenan melodías de The Beatles, The Rolling Stones, The Who y The Beach Boys. Las referencias son musicales pero también cinéfilas. La musa de esta historia es una mujer fatal más cercana a Marianne Faithful y Patti Smith que a Lauren Bacall. “Más enfangada”, matiza. “Pretendo que mi literatura se lea como si fueran canciones. Se bebe y se lee de un tirón aunque, por supuesto, a veces la literatura necesita un parón para paladearla”.

El tono onírico que respiran sus novelas tiene su explicación. Ruiz amanece y se sienta cada día para fabular de cinco de la madrugada a ocho, cuando acude a su trabajo como periodista. “La vigilia tiene más profundidad y una bellaquería que no se me ocurriría a las 12.00, ya desayunado”.

JAVIER MARTÍN-ARROYO

http://www.elpais.com/articulo/andalucia/Cazador/metaforas/rompedoras/elpepiespand/20090907elpand_16/Tes/
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ABCD, 12 de septiembre de 2009

Esta novela de Daniel Ruiz García juega con algo que debería ser más frecuente en la temática de nuestra joven narrativa y que, sin embargo, escasea: la deuda con el rock y su manera de enfrentarse al mundo. Conozco pocas, casi ninguna de calidad, salvo dos debidas a Francisco J. Satué, escritas hace años, a las que hay que añadir Deseo de ser punk, de Belén Copegui; de ahí que estas páginas, plagadas de referencias casi exclusivas al mundo de la canción me hayan llamado la atención. Pero su aportación no es sólo sociológica, sino que mantienen una calidad literaria sobresaliente en este tipo de literatura.

Se podría decir que el tono de La canción donde ella vive es demasiado lírico y reiterativo, lo que es cierto, pero también que es lo que conviene a una narración que juega desde el primer momento con la idea del Paraíso, ni que decir tiene que conformado con el espíritu del rock de la década de los sesenta. Además, da una idea del tono del libro de la ausencia total de diálogos, en justa coherencia con lo que se quiere contar, pero que nos habla también de cierto coraje ante lo que se lleva.

JUAN ÁNGEL JURISTO

viernes, 28 de agosto de 2009

Reseña: La canción donde ella vive


Para leer: La canción donde ella vive, de Daniel Ruiz


Un lugar común de la literatura o la música dice que un escritor escribe siempre la misma novela o que un compositor compone siempre la misma canción. El tópico, sin embargo, lo desmienten, por hablar de música, autores como David Bowie o Bob Dylan, que en sus respectivas discografías han hecho del cambio de estilo una seña de identidad que les ha proporcionado más aciertos que errores. Por este camino de renovación discursiva ha optado Daniel Ruiz García en su tercera novela, La canción donde ella vive, donde se aleja conscientemente del estilo y temática de sus dos obras precedentes, las muy recomendables Chatarra (1997) y Perrera (2009), que lo mostraban adscrito a un realismo sucio no exento de lirismo y que se desarrollaban en zonas marginales de cualquier ciudad española.


La canción donde ella vive, sin embargo, prescinde de la realidad más cercana para ahondar en la literatura, en concreto, en uno de sus mitos clásicos: la mujer fatal y esa fascinación que ejerce sobre los hombres el lado oscuro del amor —el otro gran tema de esta narración—, un lugar donde conviven el deseo y la repulsión, la fascinación y el peligro. Pero el aliento metaliterario de esta novela no se detiene en uno de sus dos personajes centrales, Lucía, construida mediante una vuelta de tuerca sobre otras "femme fatales" literarias, sino también por la propia estructura narrativa y el uso del lenguaje que le da cuerpo.


Así, el autor plantea una novela, a diferencia de las precedentes, que busca la disolución genérica característica de la postmodernidad, al plantear una obra que arranca como una narración que puede leerse como un relato generacional de la juventud pero que, pasado su primer tercio, se introduce en otro género literario, más oscuro y desconocido, muy poco transitado por los escritores de este país. De esta forma, Daniel Ruiz García renueva este género a partir de una reflexión que parte de algunos de sus mitos y con la honestidad suficiente como para mostrar sus cartas al lector, haciendo visibles las estrategias narrativas que hacen avanzar un relato de apariencia clásica, pero atravesado de especulaciones y referencias sobre cómo se construye. Un movimiento paralelo al que desarrolló Isaac Rosa en El vano ayer, donde mostraba las claves de cómo construir una novela sobre la Guerra Civil.


En consecuencia con este planteamiento, el estilo que anima esta novela se construye a partir de numerosas citas literarias, musicales y cinematográficas, que van tejiendo un discurso metaliterario plagado de referencias y guiños al lector, donde la acción se alterna con la meditación, para ofrecer ese nuevo punto de vista sobre la mujer fatal y la búsqueda del origen del mal.


Destacar, además, el uso de la cita musical por parte del autor, que lejos de tener una función de banda sonora incidental en la narración, se revela como parte fundamental no sólo para entender la historia de amor de sus protagonistas, sino para acceder al sentido último de una novela que avanza, nunca mejor dicho, a ritmo de Leño y Jaco Pastorius, The Beatles y The Beach Boys, entre otros. Un detalle más de originalidad —el rock nunca ha seducido mucho a los escritores de este país— en una novela que sitúa a este joven escritor como una firme realidad de la narrativa española.


Billete Único

http://www.billeteunicodigital.com/2009/07/para-leer-la-cancion-donde-ella-vive-de.html



lunes, 6 de julio de 2009

Reseña: La canción donde ella vive

29 de junio de 2009 


La canción donde ella vive, una novela con una fuerte vocación rítmica y expresiva, es una crónica cercana y sin tapujos de una relación marcada por la intensidad, donde lo humano convive con el odio y la crueldad, hacia un final tan abrupto como impredecible. 


Con La canción donde ella vive, Daniel Ruiz García ha querido componer «una sintonía literaria», una novela que puede leerse como si se escuchara un disco, con momentos de gran intensidad lírica y otros llenos de melancolía, con instantes de rabia y otros de humor distanciado. «Pretendo volcar sobre la literatura mi frustración de músico que nunca llegó a cuajar por cuestión de mera ineptitud e incapacidad», bromea Daniel Ruiz, un autor con una obra de marcada voluntad expresiva y con una preocupación constante por el ritmo. 


El propio título es una declaración de intenciones de lo que puede encontrar el lector entre sus páginas: la novela es una celebración lírica de una ausencia y la crónica de un amor intempestivo y lleno de altibajos: desde el odio y la oscuridad más sórdida hasta la belleza y la plenitud de lo sagrado. Todo ello narrado a través de un estilo marcadamente musical y trufado de referencias, no sólo procedentes de la música rock sino también literarias y cinematográficas. 


La geografía de esta novela urgente no está trazada sobre calles sino sobre canciones. Canciones eternas, inolvidables, únicas, en las que se pierden como en un laberinto los dos protagonistas de la historia. A lo largo de una madrugada, consciente de que el tiempo se le está acabando, Mario, pinchadiscos e implacable crítico musical, cuenta la historia de su relación. 


Es una crónica dolorosa y aberrante, como una pesadilla, pero también es hermosa como la infancia. Volver a la infancia, a la felicidad perdida de las bolas de chicle y los veranos eternos, de la radiofórmula y el primer amor, es el camino que Mario debe recorrer para componer la canción de Lucía, la sinfonía donde ella vivirá eternamente. 



El Autor


Daniel Ruiz García (Sevilla, 1976) es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. En 1998, cuando contaba 20 años, obtuvo el I Premio en el II Certamen de Novela de la Universidad Politécnica de Madrid por la obra Chatarra, que le valió la publicación por parte de Calambur. En estos últimos años, ha obtenido diversas distinciones y galardones, entre los que se encuentran el I Premio del Certamen Literario Hernando Colón, finalista en el Certamen de Relatos Breves de la Fundación Cultural Saramago y finalista en el Certamen de Novela de Palomares del Río. 


En 2006, el cineasta Rodrigo Rodero adaptó Chatarra a cortometraje cinematográfico. Dicho corto, homónimo y con guión de Daniel Ruiz García, ha obtenido hasta la fecha más de 50 galardones nacionales e internacionales, y fue preseleccionado para los Oscars de Hollywood de 2007 en la categoría de cortometrajes. 


En 2008, Daniel Ruiz García publicó la novela Perrera (Dum Spiro Ediciones), una reflexión sobre la marginalidad, la juventud y la violencia, que ha arrancado los elogios de autores como Montero Glez, ganador del Premio Azorín de Novela 2008 con Pólvora Negra, o de Fernando Royuela, autor que prologa la novela.


viernes, 26 de junio de 2009

Entrevista a Daniel Ruiz García


La Razón Andalucía

Sábado 20 de junio de 2009 


“El mito del vampiro ha crecido mal” 


- Ha publicado dos novelas en dos meses, ¿o tiene mucho que contar o hay truco?


La primera la escribí hace cuatro o cinco años, mi hermano me animó para que la moviera con una editorial y a la que me publicó la primera le gustó la otra, así que ha sido casualidad que salgan a la vez. Parece que soy César Vidal, da la impresión de que soy superprolífico, pero no es así y prometo no molestar en mucho tiempo. 


- Aunque son muy distintas, destilan un poso común, un gusto por lo sórdido, si me lo permite.


Es cierto, me interesan temas como la violencia o la reflexión sobre lo feo, para desincustrar un poco la belleza que existe debajo. 


- La canción donde ella vive es un larguísimo monólogo por escrito, como un Pascual Duarte pasado por Jimi Hendrix.


Tiene algo de eso, pero creo que se acerca más al planteamiento gótico, quise recuperar el género de literatura espistolar presente en Drácula, Frankenstein o los cuentos de Edgar Allan Poe... Es una confesión escrita duranta una madrugada, literatura extrema en la que una persona que está agonizando se confiesa para expiar sus pecados.  


- Recoge un mito muy de moda, pero usted lo trata con un enfoque muy alejado de lo juvenil...


El mito del vampiro ha crecido mal, tiene poca riqueza. El mostruo sí ha evolucionado, con los freaks de Tod Browning o los implantes cibernéticos, pero los vapirios, salvo Murnau y su Nosferatu o Coppola, lo han hecho muy mal, con estos últimos adefesios de mitos adolescentes como Crepúsculo, que son miy deficientes. Yo lo he relacionado mucho con el rock, que siempre ha tenido una vertiente maldita, como los Rolling Stones y la historia de sus satánicas majestades, o los Beatles con la muerte de John Lennon. 


- La música, más que un telón de fondo, es un personaje más de la novela.


La pretensión era encajar mis gustos musicales personales dentro de la trama. Por ejemplo, Brian Wilson y los Beach Boys me interesaban porque simbolizan la música diáfana, la playa y el optimismo, aunque luego tienen una parte telúrica por la relación de Denis Wilson, su hermano, con Charles Manson. O el propio Jimy Hendrix, que consideraba haber sido concebido durante un rito vudú... 


-¿Qué banda sonora le encaja a estos momentos de crisis tan convulsos?


Pues se acaban de conmemorar los 30 años del surgimiento del punk, y parece que el movimiento va a volver porque hay mucha similitudes con aquella época: crisis económica, la juventud no sabe cómo expresarse, la idea del “no hay futuro”... O también podría ser una música verbenera, porque el tinglado mueve un poco a risa. 


- Sin vivir de esto y con dos hijos pequeños, ¿cuándo escribe?


Pues terminé esta novela días antes de nacer mi hija y desde entonces no he escrito nada. Después del verano me pongo las pilas... 


EN 20 LÍNEAS


Tiene Perrera y La canción donde ella vive casi recién salidas de la imprenta. A pares, literatura visceral y rabiosa, directa y pegadiza, como un buen riff. Asume que su trabajo como consultor de comunicación —“negro literario”, resume él— le ha dado “oficio”. Escribe de cinco a ocho de la mañana, lo que ya de por sí sólo tendría mérito. “Y el horario influye en mi estilo, rayano en lo fantástico, onírico... En duermevela escribo cosas que en un estado completo de lucidez no me atrevería”. 


FERNANDO MATRES


jueves, 4 de junio de 2009

Reseñas de La canción donde ella vive

Revista Aquí en Sevilla


A ratos parece Houllebecq. A ratos recuerda a Edgar Allan Poe. Otras veces, simplemente, parece un ángel caído, un borracho que se lame las heridas, o un guitarrista desahuciado entonando un blues roto a las puertas del metro. El estilo de Daniel Ruiz García en la novela La canción donde ella vive (Editorial Calambur), la tercera de su carrera, se antoja más bien una balada, un cántico desesperado y amargo, plagado de referencias literarias, cinematográficas y musicales (sobre todo musicales), y siempre dominado por el nervio. Una novela valiente, arrolladora, instintiva, un antídoto contra el aburrimiento que no te dejará indiferente, y que te apasionará si te gustan el rock y la cerveza.

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Blog Estatuas verdes, 3-6-2009


http://estatuasverdes.blogspot.com/2009/06/la-cancion-donde-ella-vive.html


Dicen que la literatura puede ser una forma de conocimiento (no racional) tan potente como otras más ortodoxas. Es una buena manera de llegar a intuiciones, y por usar la paradoja, de expresar lo inexpresable. Expresar con palabras lo que no se puede expresar con palabras es un don del verdadero poeta; para ello se sirve de cierto tipo de comparaciones especiales: el símil (A es como B), la imagen (A es B) y la metáfora (hablar de B directamente cuando me refiero a A). De entre ellas prefiero el símil y la imagen, creo que sobre todo hallar un buen símil es una de las operaciones poéticas más bonitas y dífíciles que se pueden realizar.


Y ahora, os contaré una historia. Hace tres semanas andaba por una feria del libro trasteando libros de poesía de Bolaño cuando escucho por megafonía las palabras “postmodernismo” y “Beach Boys”: era la presentación de una novela. Como mínimo, ya habían captado mi atención, se trataba de un libro acerca de unos amores con trasfondo de música rock, y no cualquiera sino sesentera: la que a mí más me gusta.


La novela se llamaba La canción donde ella vive (2009), el autor Daniel Ruiz García. Como quiera que -sin desvelar la trama- en la presentación se desveló que el libro trataba los temas de la mujer fatal, la metaficción, el cine y la música (con fuerte presencia de las canciones de Brian Wilson), no tuve más remedio que comprarla y pedirle al autor que me la firmara. Cuál no sería mi sorpresa cuando Daniel Ruiz (carambolas de la vida) me contó que era fiel lector de Estatuas Verdes.


Va por ti, Daniel, y por tu excelente novela, sabe Dios que me cuesta hablar de ella sin revelar sus secretos, es como hablar de la serie Perdidos sin poder argumentar por qué me gusta tanto (para no aguarla). Me aseguran que con Perrera (2008) -la obra que te ha puesto en el mapa- te saliste del mapa, no la he leído pero no tardaré en hacerlo. Me aseguran que La canción donde ella vive es tu obra menos experimental, y está claro que no va a revolucionar las letras españolas, pero amigo, ¿quién necesita a Huidobro o a Joyce pudiendo tener a alguien que le cuenta una interesantísima historia? Una historia que te da arañazos, además.



La canción donde ella vive es un relato confesional, formalmente es un monólogo escrito en primera y segunda persona por un narrador autodiegético (cuenta su propia historia) que en un momento puntual le cede la palabra a otra “primera persona”. El narrador, Mario, se dirige a un “tú” que es su amigo al que se está confesando, el personaje más nombrado del libro por virtud del vocativo pero que en realidad es un mero artificio literario. ¿Por qué me bajo a esta tramoya narratológica? Porque en esta novela cobra especial importancia la metaficción (“escribir sobre escribir”), hasta el punto de que se trata de una historia in the making, en proceso de construcción a medida que se va contando -o al menos este es el engaño que logra el buen Daniel Ruiz.


Y también porque sería injusto desdeñar su forma en favor del valor del contenido, siendo la forma tan interesante. El relato de Mario se convierte en una consciente carrera contrarreloj por dejar escrita la justificación de sus últimos actos y días, y desde la página 1 se nos muestra la preocupación del narrador por ordenar, seleccionar y secuenciar los materiales de su narración: sus “recuerdos”. Hay un par de metáforas muy aptas que Daniel Ruiz utiliza para capturar el proceso de construcción narrativa de Mario: de un lado una colección de postales que él debe ordenar cronológica (o al menos lógica) -mente, y del otro la recomposición cual puzzle de los fragmentos de un espejo hecho añicos. Así, a pellizcos, la historia va creciendo a medida que va persiguiendo al narrador y al propio lector, de manera tan acuciante como una arcada que nos sube por la garganta y nos impide respirar.



En cuanto al contenido... era lo fácil, seguro que a Guardiola le molaría una novela acerca de los trofeos del Barça, o a Carpanta una sobre los pollos asados. Es una trampa leer un libro sobre un tema que nos mola y es muy cercano, empero: podemos salir corridos de gusto o tremendamente decepcionados. Afortunadamente, el caso de La canción donde ella vive es la primera de estas opciones. Referencias cultu-sixties no le faltan (“Voodoo Child” de Hendrix juega un papel central, al igual que los álbumes Forever Changes de Love o Smiley Smile de Beach Boys), así como tampoco referencias culturetas mainstream, de Marcel Proust a Mark Rothko, pasando por Walt Whitman, Goya, Beethoven o la mitología griega. Pero todo eso, amigos, es bien sabido que se queda en nada si no hay una historia de fuste, y en este caso el fuste lo dan los sentimientos que entran en juego.


La voluntad de no destriparos la novela me impide dar más detalles acerca de la temática principal y varios de los subtemas que trata, pero baste decir que en La canción donde ella vive conviven muchos de los fantasmas y los males que aquejan a la sociedad actual, el ennui de las parejas y de las relaciones sin amor, la voracidad inmobiliaria, las vidas sin rumbo, la autodestrucción... todo ello regado con incontables botellines de cerveza y festoneado por las canciones que más nutren el alma.



Y sin embargo, lo que más me ha molado de este libro, por lo que seguramente lo recordaré, más allá del catálogo de canciones o artistas mencionados es por la manera de escribir de Daniel Ruiz. Un hombre amigo (al menos en esta obra) de la oración compleja y compuesta, de la catarata verbal, pero sin abrumar nunca al lector, siempre ofreciéndole la intuición justa. Si te puede poner dos ejemplos de algo, jamás te pondrá uno, y lo mismo sucede con los símiles e imágenes, de ahí lo que escribía en el primer párrafo de este post. De todo el libro me quedo con dos, que provocaron que me hiciera pipí encima: “ojos húmedos y oscuros como olivas flotando en un charco” y “la tarde es un enorme lienzo de Rothko”. Ah, a todo esto... ¿y la canción donde ella vive? Pues no os cuento cual es, pero no me puedo privar de deciros que la compuso Brian Wilson...

lunes, 18 de mayo de 2009

Entrevista a Daniel Ruiz García


Diario de Sevilla, 17 de mayo de 2009

Francisco Camero


"Mi literatura tiene que sudar rabia"


El autor publica 'La canción donde ella vive', una historia de amor agónica y brutal con el pop como rumor de fondo


Ha caído la noche y Mario, pinchadiscos y severo crítico musical, se entrega a un "simulacro de exorcismo", a una confesión agónica en la que examina las postales ya borrosas de su relación con una joven inescrutable, una historia brutal e inquietante que araña con uñas sucias el corazón del joven. Necesita desesperadamente ser comprendido, pero tiene poco tiempo, y la confesión debe ser también frenética: a veces parece -a veces casi ocurre- que el único punto y seguido es el último del capítulo. En La canción donde ella vive (Calambur), su tercera novela, la segunda publicada apenas dos meses por carambolas editoriales, el sevillano Daniel Ruiz García se adentra en el reverso tenebroso del amor mientras sacude su gramola sentimental, los Stones, Hendrix, Love, Clapton y sobre todo los Beach Boys, una banda sonora soleada para un descenso a los infiernos. Ayer presentó el libro en la feria junto al periodista y crítico Jesús Morillo y hoy (a las 11:00 en la caseta de Bibliodiversidad) firmará ejemplares.


-La novela es un homenaje al pop y también a la literatura fantástica. ¿Cómo surgió la idea de mezclar ambos universos?


-Siempre me ha maravillado, porque me inspira sentimientos asociados a la juventud y la felicidad, la música de los Beach Boys, que ha sido muy despreciada pero ahora ha entrado en un periodo de revisión. Leí la historia de Dennis Wilson, el segundo espíritu creativo del grupo; fue amigo de Charles Manson, aunque saltó del barco antes del asesinato de Sharon Tate. Me llamó la atención el contraste entre su música -él componía- y esta parte oscura de su vida. En la historia de la música popular hay muchas conexiones con esa parte telúrica del ser humano: Marianne Faithfull está convencida de que su vida de degradación absoluta se debe a que es descendiente de Sacher-Masoch, a quien el sadomasoquismo debe su nombre; El maestro y Margarita, tan diabólica, inspiró Sympathy for the Devil de los Stones; Anita Pallenberg, amante de Brian Jones y luego de Keith Richards, se reivindicaba como bruja; los Beatles sacaron a Aleister Crowley en la portada del Sgt. Pepper's... A partir de ahí me planteé una revisión de la literatura de terror, de la literatura gótica, del mito del vampiro, que partiera de un concepto musical, en este caso puramente estético.


-La prosa es tan nerviosa que parece a veces fruto de un proceso de escritura automática. ¿Es así?


-Cuando escribo anoto ideas y tengo un esquema del argumento en la cabeza, pero para mí son más importantes el tono y la cadencia; si no los tengo no escribo, porque le doy mucha importancia a la improvisación. Corrijo mucho, pero prefiero sacrificar la corrección absoluta ante el ritmo. En ese sentido puede que sea un poco punk, valoro la espontaneidad, la sinceridad.


-Sus novelas son muy distintas, pero todas muy viscerales. ¿Por qué le interesa este tipo de literatura?


-Comencé a escribir como desahogo. Y luego siguió interesándome la rabia como resorte literario. Hago una literatura muy expresiva, me interesa ser hiperbólico, me gustan los ambientes sórdidos, degenerados, el feísmo, esos márgenes. Para escribir una cosa complaciente, para hacer literatura de salón, prefiero no escribir. Y está también la tradición española de lo oscuro, de la sangre y de la mala leche: muchos episodios del Quijote, del Libro del buen amor, o Goya, que es el pintor de lo siniestro y de la pesadilla. Para mí, la parte más potente de la obra de Goya es la que surge después del 2 de mayo, de esa rebelión. Yo me considero heredero, muy lejano evidentemente y dentro de mis limitaciones, de esa tradición. En mi programa estético la literatura tiene que sudar rabia.

lunes, 11 de mayo de 2009

Noticia: La canción donde ella vive


5 de mayo de 2009, El Correo de Andalucía 


Daniel Ruiz vuelve con La canción donde ella vive 


Apenas un mes después de que viera la luz su anterior novela, Perrera, el sevillano Daniel Ruiz García regresa a la mesa de novedades con La canción donde ella vive (Calambur), una de esas novelas que, más que leerse, se escuchan, pues está llena de referencias musicales de The Beatles, Rolling Stones, los Who, Jimi Hendrix o los Beach Boys.  


“La coincidencia entre las novelas se debe a un retraso de la anterior, no soy César Vidal [risas]. De hecho, entre el proceso de escritura hay una diferencia de cinco años. Mientras que Perrera tiene cierta continuidad con la primera novela, Chatarra, y ambas eran más de nervio, más poéticas y menos intelectuales. Ahora me he metido por otros vericuetos, hay mucha metaliteratura, búsqueda de otros lenguajes, para otro público”, dice el autor.  


El protagonista de esta obra es Mario, pinchadiscos que cuenta una relación amorosa como pretexto para emprender un verdadero viaje a la infancia, a los veranos interminables, los primeros besos y las bolas de chicle.  


“Realmente son dos motivos distintos, uno profundizar en un territorio transitado por la literatura, el de la mujer fatal, salvaje e indómita; y otro, el regreso a la juventud como el territorio perdido, que simboliza la eternidad y lo que se pierde. Y es una novela con vocación musical, pero también cercana a la literatura fantástica... ¡y no cuento más, que la reviento!”. 


ALEJANDRO LUQUE


lunes, 4 de mayo de 2009

Novedad Narrativa: La canción donde ella vive


Daniel Ruiz García
La canción donde ella vive
Colección Narrativa, 43
2009 ISBN: 9788483591314
200 págs. 12,50 €

Los Beatles, los Rolling Stones, Love, los Who, Jimi Hendrix, los Beach Boys… La geografía de esta novela urgente no está trazada sobre calles sino sobre canciones. Canciones eternas, inolvidables, únicas, en las que se pierden como en un laberinto los dos protagonistas de esta historia.

A lo largo de una madrugada, consciente de que el tiempo se le está acabando, Mario, pinchadiscos e implacable crítico musical, cuenta la historia de su relación. Es una crónica dolorosa y aberrante, como una pesadilla, pero también es hermosa como la infancia. Volver a la infancia, a la felicidad perdida de las bolas de chicle y los veranos eternos, de la radiofórmula y el primer amor, es el camino que Mario debe recorrer para componer la canción de Lucía, la sinfonía donde ella vivirá eternamente.

Con un ritmo trepidante y un estilo «empeñado en la expresividad» (Fernando Royuela), Daniel Ruiz García nos conduce cuesta abajo por una trama trufada de referencias musicales, cinematográficas y literarias. Todo ello regado con abundante cerveza y a golpe de rock, hacia un final tan abrupto como impredecible.

 

Con una vocación literaria muy temprana, Daniel Ruiz García (Sevilla, 1976) ha obtenido diversas distinciones y galardones, entre los que se encuentran el I Premio del Certamen Literario Hernando Colón, finalista en el Certamen de Relatos Breves de la Fundación Cultural Saramago o I Premio en el Certamen de Novela de la Universidad Politécnica de Madrid. A resultas de este premio, cuando contaba veinte años, publicó la novela corta Chatarra (Calambur), que posteriormente serviría como inspiración para un corto homónimo que fue preseleccionado para los Oscar de Hollywood en su edición de 2007. En 2008 publicó la novela Perrera.