Mostrando entradas con la etiqueta Falcón Enrique. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Falcón Enrique. Mostrar todas las entradas

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Reseña: Porción del enemigo, de Enrique Falcón, y Pobreza, de Víktor Gómez, en Babelia

Geografía insoportable
Cinco pistas sobre... La poesía y la crisis
Por Manuel Rico
Babelia, El País, 25/10/2014

La poesía reciente indaga en el dolor y la identidad de un mundo que se hunde en la desigualdad.
 
1. Indagar en los secretos de la resistencia frente a quienes controlan los procesos económicos, políticos y sociales en el sistema global. Enrique Falcón se adentra, con una mirada compleja y un lenguaje de una enorme riqueza, que niega, con inteligencia e intuición, lo convencional, en las contradicciones del “enemigo”. Porción del enemigo (Calambur, 2013) combina la visión estratégica de los males y desigualdades globales con la visión desoladora de lo inmediato, de cuanto observamos a nuestro alrededor en la España de la crisis: “En el mercado de divisas el euro mejora: / ya supera el nivel de 1 con 21. // Y en esta sucursal: / ataduras, cacerolas y holocaustos”.

2. Para Ana Pérez Cañamares, la crisis tiene una proyección especialmente dura en la cotidianidad de la mujer. Versos afilados, cargados de ironía, que nos hablan de la propia identidad en un mundo que se hunde en la desigualdad, en el que no hay certezas, ni seguridades o solo en la memoria de la infancia. Así nos lo advierte en Las sumas y los restos (Devenir, 2013). La felicidad es relegada o condenada a ser una quimera. La conciencia se divide (“No parecemos reparar en / cómo se mancha la conciencia / mientras nos quedamos quietos”) y se siente culpable por la impotencia y las renuncias.

3. En Comida para perros (Baile del Sol, 2014) no hay concesiones a la facilidad. El protagonista colectivo del libro son los guardianes, quienes cierran las manifestaciones o violentan las leyes desde la coerción y la posesión del poder en forma de uniforme o de placa. Su autor, Gsús Bonilla, disecciona la crisis situándose en la conciencia de una generación que, entre la rebeldía y el miedo, ha vivido el 15-M y sus consecuencias y, sobre todo, sufre los efectos de la ideología artificialmente manipulada de quienes procediendo de las clases desfavorecidas se identifican, en la calle, con las dominantes. Son los “perros”. “Tu perro confunde a sus vecinos, ladra a la tercera edad; a la vecina de enfrente, a su hijo parapléjico”.

4. Somos hormigas. Seres condenados a la soledad entre la multitud. Silvia Nieva disecciona una época que olvida, a marchas forzadas, un tiempo de derechos, protección y cierta seguridad. Es la época de lo precario, en la que la mujer está más sola y desasistida, en la que la amenaza, que viene de fuera, sólo puede ser conjurada con palabras. En La fábrica de hielo (Canalla Ediciones, 2014) hace frío de intemperie colectiva y, a la vez, calidez de intimidad. La crisis es el telón de fondo que disturba la conciencia: “El miedo a ser mujer en esta época. / El miedo a soltar la cuerda, / que caigan ángeles para aplastar tu penitencia”.

5. Pobreza (Calambur, 2013), del madrileño Víktor Gómez, pone en primer plano la secuela más pavorosa de la crisis en el mundo de la autosatisfacción: los pobres han dejado de ser los mendigos de siempre. La pobreza es el habitante no invisible de nuestras ciudades. El poeta dibuja, entre lo racional y lo imaginario, una geografía insoportable. Una lírica experimental, que indaga en los límites del idioma, acoge una reflexión sin concesiones sobre la impiedad de los artífices últimos de la crisis y sobre el dolor de las víctimas: “como tanto atroz atropello al bachiller le tortura un presente bastardo”. 


Lee la reseña en El País

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Reseña: Porción del enemigo, de Enrique Falcón, en Quimera

Nombrar la caída
Por Raúl Quinto
Quimera. Revista de literatura, nº 360, noviembre 2013

Si hablamos de la poesía española contemporánea que se declara abiertamente política no podemos eludir a Enrique Falcón (Valencia, 1968). Poesía política o de la Conciencia Crítica. Mejor lo segundo porque toda poesía es política, por acción u omisión, pero no toda es conscientemente crítica con el sistema. La obra poética y teórica de Falcón no hace prisioneros en ese sentido. Suyo es el vasto proyecto de La marcha de 150.000.000 (reunido por Eclipsados en 2009), donde demuestra que la poesía de alto compromiso político puede comprometerse también en la renovación de las fórmulas poéticas sin perder efectividad en su mensaje. Porción del enemigo (que cierra su Trilogía de las sombras, tras Amonal y Taberna Roja) no es tan radical en el tratamiento de la hipertextualidad, por ejemplo, pero responde a un espíritu similar. Hay muchas de sus obsesiones y bastantes de nuestras urgencias.

Ya desde las citas: el capitalismo nos obliga a competir ciegamente haciendo del otro un enemigo, y más si el otro es lejano y parece querer lo poco que nosotros creemos tener. La sombra de esos ciento cincuenta millones de los que hablaba Maiakovski, y nuestro miedo a que nos contaminen, o a ser ellos. Pero esta crisis sistémica nos ha colocado un espejo enfrente que nos dice que ya somos ellos, que probablemente lo fuimos siempre. Todo eso, según Falcón, anuncia la caída del sistema y este libro también es una pregunta sobre qué hacer al día siguiente. Por tanto: el poder y su inevitable caída. Un poder que diseña nuestros miedos y cuya arma principal es el lenguaje. Esos mecanismos lingüísticos que usa el sistema para imponer su realidad son los que están puestos continuamente en cuestión a lo largo del libro, de manera más obvia en los cinco poemas denominados «Máquinas», donde se enfrentan el lenguaje poético o la descripción de la cruda realidad con artefactos retóricos que van desde párrafos de Borges a discursos de la Merkel, pasando por manuales anticomunistas de la CIA. El idioma que el poder nos quiere imponer no puede ser el nuestro, las calificaciones de las agencias de rating no pueden calibrar tu vida (pág. 67). Frente a la usurpación de las palabras la poesía responde nombrando aquello que no quiere ser nombrado, por ejemplo: los nombres de aquellos que se esconden tras la abstracción llamadamercados y en nombre de la cual nos exigen sacrificios, como los dos poemas «Annuit coeptis» (págs. 24 y 99).

Y eso a pesar de que se llega a decir que no hay poder en la palabra (pág. 45). Pero es ahí donde también hay una barricada para acelerar la caída del sistema, porque para Falcón se trata de contribuir más que de describir. Otro tema sería si la poesía puede contribuir a algo así, particularmente siempre he dicho que la poesía transforma el mundo que llevamos dentro y que eso siempre es un paso hacia otro mundo posible. Otro tema sería si es posible mantener el equilibrio entre el activismo y la literatura, y no caer en el panfleto o el material propagandístico más parecido que otra cosa al que se pretende denunciar. Falcón sale airoso de ese conflicto la gran mayoría de las veces, cosa que no sucede con otros cultivadores del poema político. Aquí encontraremos, también, poemas que parecieran proclamas para leer en las plazas, transidos de oralidad, sencillez y puntería. Falcón apela a la tribu y muchas veces se refiere a un sujeto lector colectivo, otras más al centro de una intimidad.

En La marcha de 150.000.000 la mayoría de las anotaciones se referían a situaciones invisibles pero también lejanas, aparentemente exóticas. Ahora, aunque el poder intente invisibilizarlo, mucho de lo que se cuenta ocurre al pie de tu calle. Falcón usa continuamente la metáfora del campo de concentración, de la cárcel vigilada y degradante, pero más que una metáfora parece el recuerdo de que vivimos dentro, y de que sus muros acabarán cayendo igualmente. Pero después de la caída qué. Para eso no hay respuestas, la poesía no puede darlas. Pero la poesía será imprescindible para encontrarlas.



Blog de Porción del enemigo, de Enrique Falcón 


 

jueves, 26 de septiembre de 2013

Noticias: Enrique Falcón y Niño de Elche en el Festival Voces del Extremo 2013

Enrique Falcón en el Festival Voces del Extremo 2013

El poeta Enrique Falcón recita "Notificaciones" y el cantaor Niño de Elche canta "La canción del levantado", ambos poemas de Porción del enemigo, en el festival Voces del Extremo, celebrado en Moguer (Huelva) el pasado mes de julio.



Notificaciones
 

Me dijeron
que.
con botines impermeables
con camisas sin hilo en el final de los tiempos
con botonaduras de catástrofe.


Me advirtieron
con.
que un hombre esperando en las salas de abajo
que por fin la casa tomada
que Raquel.
 

Me avisaron
de.
si forzar con sopletes el portón de los niños
si poner en desorden las cosas y el tiempo
si dejar la ciudad en menos de tres horas.
 

Me dijeron
que.
Me advirtieron
con.
Me avisaron
de.

 

Canción del levantado

No adoptes nunca el nombre que te dé la policía
No acerques tu caricia a la piel del invasor
No comas de su trigo, no bebas más su leche
No dejes que tu alberca la vuelvan lodazal

No esperes casi nada de su magistratura
No reces en su lengua, no bailes con sus ropas
No pierdas nunca el agua que duerme a los guardianes
Ni alojes en su boca la sal de tu estupor

No guardes en el sótano más bombas incendiarias
No firmes con tu letra los presagios del poder
No tiendas más cadáveres en la comisaría
No esperes nunca nada de la voz del ataúd

No entregues tu camisa a ninguno de sus bancos
Ni viertas en tu vientre el pozal de una bandera
No lleves a tu amigo a los pies del impostor

No dejes que su lengua fructifique tras tu casa

No permitas a tus hijos,
nunca dejes a tus hijos
esconderse en su jardín.



Porción del enemigo, Enrique Falcón. Calambur Poesía, 136. Calambur Editorial, Madrid, 2013




                                                  

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Reseña: Porción del enemigo, de Enrique Falcón, en El Boomeran(g)

Dialogías 
Por Vicente Luis Mora
El Boomeran(g), blog literario en español, 15/08/2013

Hay libros de poemas que ponen a conversar dos textos diferentes, uno de los cuales puede ser invisible. Si el diálogo persigue encarnar el conflicto, el poemario puede ser llamado dialéctico sin demasiado problema; será dialógico cuando lo que busca es más bien el intercambio de ideas, el trasvase entre los dos textos comunicados. En los últimos meses han aparecido dos libros en esta dirección, sin nada que ver entre sí. / Enrique Falcón es uno de los poetas españoles más inclasificables. Con una larga trayectoria, autor de una "work in progress", La marcha de los 150.000.000, culminada en 2009 tras más de una década de trabajo, Falcón ha terminado una trilogía de poemarios con Porción del enemigo (Calambur, 2013), que completa a Taberna roja y Amonal. Falcón tiene una poética comprometida y social, que suele salvar el peligro de caer en lo panfletario mediante un sabio uso de las imágenes poéticas y de resortes estructurales que elevan el discurso convirtiéndolo en algo más que lo dicho y en mucho más que lo denunciado. Uno de estos procedimientos en Porción del enemigo es la dialogía entre diversos textos, que acaba ensamblando con la "tijera" (p. 113) conceptual, haciendo lo que hemos denominado en otro lugar bibliomaquias: los antiguos centones convertidos en un poderoso bisturí textual mediante la acumulación de sentido. Revertir el sentido de los textos (alguno de ellos canónico, otros sacados de la realidad política, como discursos de Merkel u Obama que desvelan otros significados), o incrementarlo (como en el memorable "Tratado de las leyes"), he ahí procedimientos dialógicos que Falcón sabe usar con precisión desconcertante. Su tijera comienza cortando textos y acaba diseccionando al lector. Gracias por eso. / Si Vladimir Nabokov en Pálido fuego (1962) construye una novela como la edición filológica de un falso poema, donde la narración se contiene por entero en las notas al poemario del editor Charles Kinbote, el poeta murciano José Alcaraz lleva a cabo en Edición anotada de la tristeza (Pre-Textos, 2013) una operación especular, llevando los poemas a las notas al pie y vaciando el texto. Cada poema es la nota a otro poema, invisible, que desaparece, segando la mitad de la dialogía y convirtiéndola en un monólogo que tiene como interlocutor al silencio. No se alarmen, no vamos a hacer una lectura del poemario a la luz de Derrida o José Ángel Valente, y no por inoportunidad teórica, sino porque dudamos que esos sean los materiales principales con que Alcaraz ha construido el texto. Alcaraz no establece un diálogo con un pensador o un poeta en concreto, sino con la Filología misma, de la que es aprendiz, y con sus metodologías. Su método de escritura es el método de análisis de la escritura. Es el resultado de salirse para ver el cuadro, como hace Velázquez, según Foucault, en Las meninas. Como si Aristóteles hubiera escrito todo el Órganon en breves silogismos. /  "La crítica dialógica (...) se niega a eliminar cualquiera de las dos voces en presencia", dice Todorov.

Blog El Boomeran(g)

miércoles, 24 de julio de 2013

Reseña: Carta blanca, de Rafael Saravia, y Porción del enemigo, de Enrique Falcón, en Encuentros de lecturas

Equipaje de vacaciones. Poesía
Por Santos Domínguez
Encuentros de lecturas, 26/06/2013


Carta blanca, Rafael Saravia
 
Carta blanca, el cuarto libro de Rafael Saravia, responde a un doble impulso imprescindible en la poesía: la mirada crítica a la realidad y el compromiso ambicioso con el lenguaje.
 

Por eso sus referentes poéticos, que van de Valente y Pérez Estrada a Gamoneda, Gelman o Mestre, inspiran ese doble impulso, sostenido con variaciones en las tres partes en que se articula el libro -Solo, Hasta que llegue diciembre y Carta blanca- y en unos poemas que pasan de lo íntimo a lo público, de la indignación al amor, de la búsqueda a la insurgencia, para combinar intensidad de lenguaje y altura de voz entre la fidelidad a la memoria y la militancia infatigable en la utopía.

Un ejemplo, estos versos del espléndido Tiempo de contar: Con el tiempo, se hizo medible la esperanza... / La premura se acomodó en el segundo, / el ímpetu en la hora, el cambio en el día, / la razón en los meses venideros, / el poema en cada sentencia futura.





Porción del enemigo, Enrique Falcón

La pregunta que este libro nos confía no es si nuestro enemigo podrá ser vencido, sino si podremos mirarlo de una vez, ahora, al menos un centímetro por encima de nuestros propios terrores, escribe Enrique Falcón en el Preliminar de Porción del enemigo, que cierra en Calambur su Trilogía de las Sombras, de la que forman parte también Amonal y Taberna roja.

La poesía de Enrique Falcón brota de una doble actitud crítica: la conciencia del mundo y la conciencia del lenguaje para expresar el conflicto en un momento tan decisivo como este, para mirar la realidad desde la disidencia y para llamar a las cosas por su nombre, que es la primera condición para modificarlas.

Por eso estos poemas, escritos a dos metros del apocalipsis, practican una disidencia múltiple: de las condiciones políticas y sociales de la actualidad y de las convenciones del lenguaje ordinario, invitan a la insurgencia, como en la Canción del levantado ( No esperes casi nada de su magistratura / No reces en su lengua, no bailes con sus ropas / No pierdas nunca el agua que duerme a los guardianes / Ni alojes en su boca la sal de tu sabor), o practican el sarcasmo paródico del Salmo 23 (El Señor es mi pastor, nada me falta).

Poemas escritos contra el enemigo, contra aquellos que esperan que te rindas. / Que devuelvas las canciones a sus cuartos.



Blog Encuentros de lecturas

Reseña: Porción del enemigo, de Enrique Falcón, en la revista Qué leer

Levantando acta
Por Enrique Villagrasa
Qué leer, nº 189, julio 2013

Porción del enemigo (Calambur), de Enrique Falcón (Valencia, 1968), es el libro que cierra la Trilogía de las Sombras y en él se nos presenta un claro informe: palabra y memoria de y sobre el mundo que nos ha tocado en suerte y que cada vez está más y más adormilado, lamentablemente para unos y gozosamente para otros. Esta acta de cinco porciones, de once poemas cada una, presenta al lector la cruda realidad y le plantea la posibilidad de iniciar una transformación de la misma. Poeta grande que sabe manejar el verso con maestría.

Blog de Enrique Falcón

jueves, 11 de julio de 2013

Reseña: Porción del enemigo, de Enrique Falcón, en Nayagua

Lenguaje que ensancha las grietas
Alberto García-Teresa
Nayagua, nº 19, julio 2013


Sin prisa, a base de un largo trabajo de escritura y reescritura, la obra de Enrique Falcón es el resultado de una laboriosa investigación sobre las posibilidades, necesidades y carencias de la poesía para poder poner de manifiesto el conflicto socioeconómico en toda su complejidad y contradicción, con su amplitud de agentes, desde un enfoque antagonista.

Dentro de su trayectoria, el reciente Porción del enemigo ocupa un lugar muy relevante. Consiste este en el primer poemario escrito y publicado tras el cierre de su imprescindible La marcha de 150.000.000, una obra fundamental de la poesía hispánica de la segunda mitad del siglo xx. Porción... responde a aquel proyecto denominado con anterioridad Codeína, que cierra la definitivamente titulada “Trilogía de las Sombras”, que ha ido cobrando forma simultáneamente a La marcha... Dado que algunas de las piezas de Amonal y Taberna roja, su primera y su segunda parte, se incorporaron a la versión definitiva de La marcha… (Eclipsados, 2010), y tras entender su poesía inicial como una búsqueda hasta llegar a La marcha…, podríamos considerar Porción del enemigo como el primer poemario que se escribe sin ese proyecto (que fue gestándose a lo largo de quince años, y que contó con la edición de dos versiones parciales previas) en el horizonte. Por eso, resulta muy interesante acercarnos a esta obra para observar la evolución de Falcón, para atender a la progresión después del monumental trabajo y la excelencia de La marcha de 150.000.000.

Porción del enemigo se articula mediante el enfrentamiento, mediante la confrontación, que constituye a los sujetos y también a los textos, tanto formalmente como a nivel de discurso: “Un hombre tiene siempre / la edad de su enemigo”, escribe. Todo el poemario está atravesado por una gran violencia, que se manifiesta en la construcción sintáctica, en el ritmo, en los referentes o en las temáticas abordadas. Busca así corresponder y reflejar la violencia, la desigualdad y el dolor existentes en nuestra sociedad. Y es que Falcón lleva a cabo esa exploración formal para adecuar su enunciación a la expresión de la desigualdad, la miseria, la injusticia y la opresión existente en el mundo, que es la base de su poesía. Por tanto, el ritmo abrupto, con una sintaxis dislocada, oraciones truncadas, ausencia ocasional de signos de puntuación y bruscos encabalgamientos (que hasta parten las palabras), señalan una interrupción en la enunciación (y en la observación) y rompen el automatismo; la acomodación, en definitiva. Todo ello evidencia una voluntad política de crítica radical muy clara. Por eso, las perturbaciones lingüísticas, sintácticas, gráficas, genéricas de estos textos remiten a la voluntad de Enrique Falcón de no escribir una poesía cómplice con el statu quo y apuntan a un lector que salga de la pasividad (primero, en su relación con el texto y, a continuación, a nivel político). Al respecto, Falcón refleja la conflictividad que se esconde tras la supuesta paz social. Recordemos, en ese sentido, a Arnold Hauser: “El criterio de la fecundidad de un arte comprometido no estriba en la solución de crisis y conflictos, sino en combatir la ilusión de que, en medio de los peligros y bajo el signo de la catástrofe, todavía se sigue viviendo en un mundo sin peligro alguno”. Por tanto, ese choque con el lector es reflejo de los conflictos sociales, económicos y políticos.

Falcón continúa construyendo brillantes metáforas, con un alto contenido de violencia, pues emplea referentes y acciones relacionadas con el cuerpo agredido o torturado. También suele remitir a los campos semánticos de la putrefacción 209 y de la enfermedad. Se trata de imágenes de una gran fuerza, que pueden ser dirigidas por un arrebato irracionalista, y que facilitan la empatía y que producen desasosiego en el lector. El agua y la lluvia son símbolos recurrentes en Porcióndel enemigo, además de la propia imaginería que ya ha consolidado este autor. También, en menor medida, aparecen algunas pocas fórmulas, repetidas en distintas piezas, que dotan de mayor unidad al discurso del libro. Con todo ello, en bastantes textos el poeta alcanza una intensidad sobrecogedora.

Por otra parte, hay que remarcar la presencia de la novela en la obra. Figura a través de citas o de la aplicación de técnicas propias de lo novelesco en el poema, al mismo tiempo que se extrema la tensión lírica en otros momentos. Por ejemplo, se incluye un poema formado por ocho fragmentos de las correspondientes novelas, donde las últimas palabras se parten y prosiguen encadenando sus sílabas y abriendo la nueva cita.

El libro presenta una gran diversidad en la experimentación, pues cada poema registra un mecanismo distinto. Falcón no repite soluciones ni formatos, no se acomoda, sino que encara la pluralidad como expresión de la multiplicidad de abordajes que permite la realidad. Así, además de esos aspectos de lo novelesco, más que de lo narrativo, el autor incorpora muchos elementos antipoéticos, no literarios, como cuestionarios, artículos de leyes, listados, noticias de periódicos, instrucciones o glosas en prosa. Todo ello apunta a un intento de renovación de los modos de enunciación, siempre desde un punto de partida lírico, pues responde a una intención de recepción no lineal, que provoque un extrañamiento que sea capaz activar la atención y de desencadenar la reflexión sobre lo poetizado. Es decir, Enrique Falcón lo emplea como necesidad, no como juego o alarde de habilidad. Por ejemplo, cruza un poema con las categorías de las valoraciones de las empresas de calificación de riesgo. Atraviesan así el discurso poético (que es enunciación del mundo) los mecanismos financieros del capitalismo. Se pone de este modo de manifiesto cómo la economía determina y condiciona la vida. O, igualmente, ocurre cuando se introducen acrónimos y términos económicos en un discurso sustituyendo las referencias a la organización política o a las propias personas. Por otro lado, también desarrolla juegos con la disposición del texto en la página, a la cual dota de un valor expresivo (como “Poema con agujero”, que, literalmente, tiene uno en su centro).

El eje de todo el poemario es la resistencia. En ese sentido, ese impulso, o la profundización en él, resulta uno de los avances de este libro respecto a la obra previa de Enrique Falcón. En Porción del enemigo, el autor no se apela ni se acerca a ella como algo abstracto, sino como una estrategia concreta para propiciar la derrota del enemigo, del Poder. Se produce, entonces, una exaltación de los resistentes en situaciones extremas, presentes y pasadas, para perpetuar su memoria y demostrar 210 que es posible, no sólo no ceder, sino crear grietas y pasar a la ofensiva en esa confrontación. De hecho, un aliento de insumisión arrastra todos los versos, desde la persistencia del dolor y desde la firmeza de la no claudicación. También se aprecia cierto sentido de inminencia, cierta inevitabilidad de la resistencia, que empuja las luchas sociales. De este modo, aun siendo consciente de la derrota, Falcón sabe articular la esperanza como aliento de posibilidad en sus textos. Explícitamente manifiesta que la mirada revela un posicionamiento político, y que tenemos la opción de decidir qué mirar o si apartamos la vista. Se trata esta de una decisión nuestra, a la que debemos responder responsablemente, dado que la forma de mirar la realidadcondiciona nuestra manera de actuar.

En cualquier caso, su discurso está vertebrado y sostenido por y en lo colectivo. La estrategia de resistencia es comunitaria, con lo que supera la falacia individualista para encarar los conflictos históricos. El “yo” se enuncia como parte de la comunidad oprimida, como parte de las víctimas, sin suplantar su voz.

Al respecto, se incide en la presencia del asesinato y en la importancia de la memoria de los ejecutados por el Estado a través de la represión o de una política imperialista. Así se puede recuperar y mantener su dignidad. Además, Falcón utiliza fuentes escritas directas del statu quo para desvelar su política, para resaltar sus contradicciones, sus estrategias represivas. Por ejemplo, sobresale el choque que se produce al intercalar en un mismo poema un discurso de Barack Obama sobre la estrategia en el continente americano y un manual de la CIA para intervenir a favor de la contrarrevolución y llevar a cabo tácticas de sabotaje en la Nicaragua sandinista. Esa confrontación revela la hipocresía y la distancia entre la imagen pública y la práctica imperialista de Estados Unidos.

Por otra parte, siendo respetuoso con el trabajo de elaboración y reelaboración del poema, Falcón da completa cuenta de las distintas publicaciones y versiones previas de los textos recogidos en Porción del enemigo. En esas mismas notas finales, el autor también explica las distintas alusiones, el contexto en el cual fueron escritos, la procedencia de las citas y otros elementos del paratexto de los poemas.

Sin embargo, a pesar de esa diversidad, Porción del enemigo resulta un poemario coherente, con un tono unitario y unos mismos puntos de partida de los textos.

Por tanto, Porción del enemigo avanza en la propuesta formal y discursiva de Falcón, que plantea el texto como un espacio de enfrentamiento, como una manifestación del conflicto socioeconómico y político. Por todo ello, el proyecto de Enrique Falcón continúa siendo una de las propuestas más arriesgadas y meritorias de nuestra poesía reciente.



martes, 2 de julio de 2013

Reseña: Porción del enemigo, de Enrique Falcón, en Islas en la Red

Apalabrando la tensión: Porción del enemigo
Daniel Bellón
Islas en la Red, 16/06/2013


Tengo, seguramente un problema con la poesía de Enrique Falcón. Un problema de distancia, de falta de ella, porque desde que descubrí a Enrique en los poemas de la monumental Marcha de 150.000.000, no puedo evitar que sus versos me atraviesen. Ya dije hace tiempo que, remedando lo que Cardenal dijo de Pound, dentro, tal vez de 100 años, alguien se preguntará quien es el tal Bush que mencionaba Falcón en sus poemas. Mientras la gran mayoría de los poetas españoles andamos de aquí para allá con nuestros anémicos poemitas, Falcón canta las fracturas de este tiempo, apalabra la tensión que nos cruza.

Tiempos fragmentarios, abrumados por la desinformación y por el exceso de datos y palabras vaciadas de su contenido original, o retorcidas o torturadas, hasta que el ruido nos insensibiliza. Tiempos desestructurados, la única manera de ser contados y cantados es, tal vez, fragmentariamente: con la técnica del recorte, del collage, del cortapega aparentemente enloquecido que ilumina las contradicciones enterradas bajo las torres de informes, desvela las trampas escondidas al fondo de los noticieros… con la de la producción de inauditas conexiones verbales que rompan la apariencia y la tramoya, uniendo palabras aparentemente incompatibles. Hay quien considera todo eso una vuelta a las vanguardias de los años 20 del siglo XX, una rareza propia de un poeta español que lee más autores latinoamericanos que los propios de cierto canon nacional. Yo creo que ese arsenal propio (atentos a la contradicción) del vanguardismo clásico es el que nos puede ayudar decir lo escondido, ya que, a fin de cuentas, nuestros próceres lo tienen asimilado y lo usan a veces con mayor creatividad incluso que la de nuestros poetas cuando hablan, por ejemplo, de “crecimiento negativo”, o de “indemnización en diferido”, o “políticas basadas en la transparencia”… Falcón utiliza todas esas herramientas como nadie para desnudar la realidad, para limpiar lo que tantos ensucian, para putearnos, porque la poesía de Falcón no es fácil para quien la lee. No produce certezas a las que engancharse con el gesto confiado, ni coplillas que nos calienten la temerosa barriguita. Nos avisa: ¿Estáis todos preparados? / ¿de veras sentís que estáis todos preparados?

Porción del enemigo cierra uno de esos arcos argumentales en los que Falcón ordena sus libros, la Trilogía de las sombras, cuyos dos primeras obras son Amonal y Taberna roja, pero para mí este tercer libro es como un acelerón respecto a esos dos poemarios. Creo que, de algún modo, mientras los dos libros anteriores giraban alrededor del dolor y la resistencia frente a un estado de cosas radicalmente injusto , Porción lo cruza del primer al último verso, la tensión. Esa tensión que atraviesa nuestra sociedad que se expresa en una rabia sorda, que ocasionalmente, y cada vez con más frecuencia, explota con mayor o menor sentido, en coches que arden, en hombres en pie en medio de una plaza, en manifestaciones masivas. Poemas dichos al aire en medio de la tormenta.

Hay poemas que nacen clásicos desde que salen de la cabeza del poeta. Les dejo con uno de esos: CANCIÓN DEL LEVANTADO

No adoptes nunca el nombre que te dé la policía
No acerques tu caricia a la piel del invasor
No comas de su trigo, no bebas más su leche
No dejes que tu alberca la vuelvan lodazal

No esperes casi nada de su magistratura
No reces en su lengua, no bailes con sus ropas
No pierdas nunca el agua que duerme a los guardianes
Ni alojes en su boca la sal de tu estupor

No guardes en el sótano más bombas incendiarias
No firmes con tu letra los presagios del poder
No tiendas más cadáveres en la comisaría
No esperes nunca nada de la voz del ataúd

No entregues tu camisa a ninguno de sus bancos
Ni viertas en tu vientre el pozal de una bandera
No lleves a tu amigo a los pies del impostor

No dejes que su lengua fructifique tras tu casa

No permitas a tus hijos,
nunca dejes a tus hijos
esconderse en su jardín.

 

Lee la reseña en Islas en la Red

jueves, 20 de junio de 2013

Tercer fin de semana en la Feria del Libro de Madrid

La Feria del Libro de Madrid 2013 finalizó el pasado domingo y queremos compartir con vosotros algunas imágenes de los últimos días. Os damos las gracias a todos los que hayáis pasado por la caseta de Calambur este año.


































miércoles, 12 de junio de 2013

Segundo fin de semana en la Feria del Libro de Madrid

Compartimos con vosotros algunas fotos del segundo fin de semana en la Feria del Libro de Madrid. En la caseta 232 de Calambur Editorial estuvieron Antonio Hernández, Juan Carlos Mestre, Enrique Falcón, Niall Binns, Olga Muñoz Carrasco, Matías Barchino y Mercedes Chozas. Lectores y amigos pasaron por allí a saludarnos.