- Sí, muy tristes porque aquel fue un momento muy difícil de España, había mucha pobreza. Yo nací en el 34, he vivido la posguerra, y tenía dos años cuando mi familia salió de Talavera al ser tomada por las tropas nacionales. Mi padre era republicano, tenía una taberna donde iba toda la gente de izquierdas a comer. Se llamaba «La Lancha», porque mi padre tenía unos antecedentes de pescador.
- ¿Por eso lo de las redes azules?
- Claro, así se llama una antología mía. Y mire, todavía hace unos años, cuando me encontraba con gente mayor en Talavera, me decían: «Anda, pero si tú eres hijo de Manolo el de la lancha». Sí, mi padre pescaba en el Tajo y mi abuelo también era pescador.
- En esos recuerdos lejanos, ¿tiene conciencia de cuándo escribió su primer poema?
- Sí, mi primer poema lo escribí con unos 14 años. Creo que es el único poema que puedo recordar casi del todo: «La tarde ya muere/ y la noche tiende su pálido manto./ Los pájaros vuelan/ y ya no se oyen sus alegres cantos./ Ya todo queda en silencio/, la sierra, el campo, el mar/ y el ladrido de un mastín se oye, ¡qué lejos está!».
(El poeta pronuncia los versos emocionado, fuma un puro y de vez en cuando, tose).
- Usted ha estado en muchos países árabes, y hasta vivió en Siria, donde escribió su primer libro de poemas, «Las tentaciones». ¿Qué le llevó allí?
- He ido a muchos países árabes pero vivir, he vivido dos años en Siria y, efectivamente, mi primer libro de poemas está escrito en Damasco. Allí fui director del Centro Cultural Hispánico.
- ¿Le inspiraron aquellos años en tierras árabes?
- Sí, los temas que yo tocaba estaban relacionados con mis vivencias de entonces, con las gentes, el tema de las caravanas, problemas de tipo religioso., asuntos íntimamente ligados a mi vida en el Medio Oriente.
- Ese primer libro sale en 1964, usted tenía 30 años. ¿Es quizá un poeta tardío?
- Mi primer libro publicado es del 64 pero no es el primer libro escrito. En 1957, a los 23 años, ya tenía terminado otro libro de poemas que aparecieron en revistas de la época y del cual di lecturas públicas en el Ateneo de Madrid cuando José Hierro llevaba la tertulia poética. Ese libro, «Los senderos abiertos», se publicó en 2007, cincuenta años después. Antes, publicar era bastante difícil.
- Costaba dinero, claro.
- Yo nunca pagué dinero.
- ¿Ni en sus orígenes?
- No, nunca. Me he valido de premios, en algunos casos, y en otros me han pedido libros, o los he ofrecido yo, y me los han publicado.
- Ha recibido varios premios, el Adonáis entre ellos, por «Materia de olvido» en 1967. ¿Cuál le ha hecho más ilusión?
- El Adonáis, porque lo recibí en Berlín, cuando vivía allí.
- ¿Por qué pasó de Siria a Alemania?
- Dámaso Alonso me propuso para el lectorado en la Universidad, y me aceptaron. Estuve allí siete años.
- O sea, era usted un alumno aventajado de profesores de la talla de Dámaso Alonso.
- Aventajado, no exactamente. Había una buena relación. Además, Dámaso era poeta, yo también, y también intervino Vicente Aleixandre.
- ¿Escribió poesía en Alemania?
- En Alemania hice todo lo que no hice antes por la enfermedad pulmonar que tuve, por haber empezado a estudiar a los 16 años...todo ese tiempo perdido lo gané en Alemania. Allí hice unas oposiciones a institutos de Enseñanza Media, que gané; terminé la tesis doctoral que me dirigió Dámaso Alonso, gané el Premio Adonáis y escribí otro libro.
- ¿Allí se casó?
- Me casé en Damasco con mi esposa Françoise. Ella es francesa y nos conocimos en Madrid, en la Universidad. Cuando llegó el momento de marcharme a Damasco le dije que me iba, que se viniese conmigo y nos casábamos. Sus padres la llevaron a Marsella desde San Juan de Luz, donde ella vivía, y en Marsella cogió un barco. Yo la recibí en Beirut.
- Una escena con mucha poesía. ¿Es su esposa su musa?
- Sí, el poeta canta a muchas cosas. Aunque el poeta miente mucho. Decía un autor portugués que el poeta es un fingidor; más que mentir, fingir. Sobre mi mujer he escrito bastante. Esto, por ejemplo, que se llama «Agur Alba, buenos días alba».
Y el poeta recita este poema de 1959 que escribió al lado de la vía del tren, junto a la casa de sus suegros en San Juan de Luz:
«Buenos días amor, y te despiertas al borde mismo de la aurora, al borde del mar, de la ciudad, de los jardines que desprenden sus flores como las letras de un abecedario para escribir tu nombre cada mañana. Buenos días alba, agur amor, qué voces tiemblan si te saludo, si te beso, si me fumo un cigarro, si te pones sentada en mis rodillas y me miras mientras cruzan veloces trenes hacia París, mientras me miras, y el mar respira con su pecho enorme».
- Fue amigo de José Hierro y conoció a otro poetas como Claudio Rodríguez, Brines, Sahagún o Eladio Cabañero. ¿Quién es para usted el mejor poeta español? Si tuviera que decir sólo uno...
- ¡Yo! (risas) Es muy difícil porque cada poeta te interesa por un aspecto: unos por la riqueza del vocabulario, otros por la emoción que producen, otros por los sentimientos que ponen, otros por el valor social, como Blas de Otero.
- ¿Quizá el no decantarse se deba a que usted, además de poeta, es un estudioso de la poesía?
- Claro, sí, en efecto. Tengo 18 libros de poemas publicados y otros 18 libros de crítica. Por lo tanto, uno, cuando opina de la poesía, opina con cierto rigor no dejándose llevar por los impulsos. Poetas clásicos, para mí uno de ellos es Garcilaso, pero también está Bécquer, Machado, Juan Ramón. Rafael Morales, más moderno, le conocí mucho, éramos muy amigos.
- ¿Y de la generación del 27?
- He conocido a pocos, sólo a Vicente Aleixandre, he ido a su casa, incluso tengo cartas suyas.
- Pero los ha leído...
- Lorca es un poeta excepcional. Pasa como con Miguel Hernández, que, porque ha muerto, es conocido. No es verdad. Miguel Hernández es un gran poeta también.
- Usted ganó también el Premio «Miguel Hernández».
- Sí, fui el primer premio de la convocatoria del Ayuntamiento de Orihuela en el 76.
- El último premio que ha recibido es el «Ricardo Molina» de la ciudad de Córdoba ¿Qué se siente al seguir recibiendo premios después de toda una vida de poeta?
- Mucha satisfacción, pero ya no me presento a premios porque.¿sabe lo que ocurre? Llega una edad en que hay que dejar que los jóvenes se presenten a los premios y que los ganen porque publicar siempre es difícil.
- ¿Sigue usted a la nueva generación de poetas?
- Sí, claro. Tengo muchos amigos como Pedro Antonio González Moreno, que es un poeta manchego de Ciudad Real. Conozco a Jesús Maroto, de Toledo, nos escribimos... Y en Talavera, Miguel Ángel Curiel, que está ahora en Italia con una beca. Nuestra tierra da buenos poetas.
- En la vida que ahora usted lleva, ¿qué le puede inspirar?
- Ahora en este momento, nada, porque estoy haciendo un trabajo (se levanta y lo muestra) sobre Poesía y Religiosidad en la Edad Media Castellana. Es mi tesis doctoral, que hice en 1964 y se publicó parcialmente hace años. Ahora estoy aligerándola de cientifismo, de muchos datos, muchas citas, para que sea una lectura amable al lector y no sólo un trabajo de investigación que interesa a los profesores y a la Universidad, pero no al gran público.
- O sea, en usted se cumple lo que decía Picasso: cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando.
- Sí, pero desde que he empezado a hacer esto, no he vuelto a escribir ningún poema y tengo algunos sin publicar todavía. Estoy metido hasta las cejas en esto.
- ¿Tiene un horario establecido de trabajo?
- Sí, yo suelo trabajar por las mañanas. Me levanto a las ocho, desayuno y comienzo a trabajar. Paro a la hora de comer y ya ni siquiera me echo la siesta para seguir trabajando hasta las ocho de la tarde. Es la revisión de textos medievales desde el Cantar del Mio Cid hasta los poetas del siglo XV.
- ¿Y qué le interesa de ellos?
- Veo sus obras y hablo, por ejemplo, de su actitud ante la Virgen María, el tema mariano, que se va dando en numerosos poetas pero de distintas formas. Por ejemplo, distingo la forma con que Berceo trata el tema mariano en sus Milagros sobre Nuestra Señora, o cómo lo trata el Arcipreste de Hita en su libro. Y luego veo hasta qué punto corresponden esos milagros a las creencias del pueblo. Espero que la tesis salga en otoño.
- Y ha presentado sus Obras Completas en Talavera. ¿Cuándo lo hará en Madrid?
- Se ha retrasado para el día 8 de abril. Será en el Ateneo de Madrid.
- Ha sido usted un estudioso de la poesía de José García Nieto.
- Él ya estaba muy enfermo cuando le dieron el Premio Cervantes, y no podía escribir. Entonces Cela, que era su padrino, me pidió que hiciera el discurso y lo leyera como si lo hubiera escrito él.
- Uno de los versos de su «Escritura endeble» dice: Más sin embargo escribo porque creo que hundir las manos en lo que fue herida tiene olor a manzanas de la infancia. ¿Recuerda en este momento a qué se refería exactamente?
- Sí, es la evocación de mi infancia. Yo, si ahora me pongo a escribir un poema, mi cabeza se vuelca hacia unos años y los veo como si estuviera ojeando un álbum de fotografías. Y cuando me pongo a escribir noto que la infancia mía vuelve a resurgir como viva. Yo me encuentro siendo niño en Talavera. Decía Hierro que mi poesía, para entenderla bien, había que pensar en la pureza; es verdad, pureza, inocencia.todo nuevo, los olores, los sabores, como esas manzanas.En «El reino de la niñez» tengo un poema, «Templo de inocencia», que dice: «Mis ojos niños miran el mundo como un templo de inocencia». Es esa visión, yo me estoy viendo como era, me reconozco perfectamente, y entonces no cuento lo que pienso yo sino lo que pensaba por entonces. Y ahí surge esa inocencia, esa indefensión del niño ante el mundo;el niño está vendido a todo, perdido siempre. Esa es una de las fuentes de inspiración que más he utilizado en mi poesía.
- ¿Su estado anímico ahora es más de recuerdo de una época que fue o mira usted al futuro de alguna forma?
- Cuando escribo sí pienso en el pasado, pero cuando vivo soy una persona normal, tengo proyectos, viajo muchísimo. Acabo de venir hace poco de Marruecos, un poco antes estuve en Tánger presentando «Álbum de familia», que lo han traducido al árabe y me invitó el Instituto Cervantes.
- ¿Está sano nuestro idioma?
- Sí, mucho, el castellano es muy poderoso, a pesar de los mensajes que ahora se mandan los jóvenes por los teléfonos móviles que pueden perjudicar y de hecho perjudican luego a la expresión normal de los chicos a la hora de hablar y de escribir. Y es una pena porque el lenguaje tiene una expresividad enorme y si se sabe utilizar con talento, con experiencia y con mucha lectura, se puede uno expresar maravillosamente.
- ¿Ha sido feliz en su vida, ha cumplido sus sueños, sigue anhelando algo?
- A veces lo que hago es compadecerme de mí mismo, de cuando era niño, pero no siempre con dolor sino a veces con alegría porque fue una época dorada de alguna manera, aunque estaba rodeado de muchas tristezas. Creo que he aprendido a conocerme a través de mi poesía, y eso me da una enorme satisfacción.
- ¿Y se gusta a sí mismo?
- Me soporto, que ya es bastante.