martes, 30 de noviembre de 2010
Crónica y fotos de la presentación de Tormenta transparente en Alcalá de Henares
Novedad Calambur Narrativa: El juego de la taba, de Elías moro
jueves, 25 de noviembre de 2010
miércoles, 24 de noviembre de 2010
Reseña de Un único día, de Jesús Hilario Tundidor, en la revista Mercurio
La lectura de la poesía del escritor zamorano nos implica en la hermosa y responsable tarea de buscar la inmortalidad desde el estremecimiento producido por nuestra fragilidad, que no se queda en aventura solitaria, sino que siempre cuenta con el otro, pues hay en su obra una cálida transpiración solidaria. Y en la lucha dialéctica con el tiempo son nuestros interlocutores, a través del poeta, filósofos como Heráclito y Kierkegaard; escritores como Baudelaire, Eliot y Claudio Rodríguez; o músicos como su dios Mozart.
El título elegido por el autor para acoger su poesía reunida, Un único día, manifiesta hasta qué punto la creación poética es un “único día” al que ha de entregarse en plenitud, en el que se encarna la existencia toda, con el compromiso vital y esponsabilidad que esto comporta. Actitud que el lector, cada uno de nosotros, incorpora a su propia vida transformándola en un deseo de ser en cada momento más allá de lo accidental. Deseo que se irá haciendo realidad mientras nos relacionemos con los once libros y el poema inédito “Holocausto de los huracanes” que albergan los dos volúmenes. El primero, Borracho en los propileos, incluye, tras un transparente prólogo de Natalia Carbajosa y una introducción del propio poeta en la que dice que “esta Obra es un desafío a la vez que una necesidad”, el poema inaugural que da título al primer tomo, donde se sintetiza toda esta primera parte que abarca desde 1960 hasta 1978.Inspirado en El Banquete, de Platón, en él Sócrates asciende en busca del conocimiento, de lo esencial. Esencialidad presente siempre en la poesía de Jesús Hilario Tundidor cualesquiera que sean sus tonos, lo que podemos comprobar en los poemarios recogidos en este primer volumen, entre los que se encuentran “Junto a mi silencio”, “Las hoces y los días”, “Pasiono y Tetraedro”. El segundo volumen intitulado “Repaso de un tiempo inmóvil” reúne libros publicados entre 1980 y 2008,con títulos tan significativos, además del que da nombre al conjunto, como Construcción de la rosa, Tejedora del azar y Las llaves del reino, a los que hay que sumar el ya citado poema inédito “Holocausto de los huracanes”. Quedan fuera Mausoleo y Fue que, con otro poemario en proceso de gestación, formarán una trilogía. Entretanto la lectura de la obra reunida de Tundidor nos hará sentir el lenguaje como un hecho antropológico y escuchar el pulso de la más honda escritura.
martes, 23 de noviembre de 2010
Presentaciones Calambur: Antonio Hernández y Javier Lostalé
viernes, 19 de noviembre de 2010
Novedad Calambur Poesía: El juramento de la pista de frontón, de John Ashbery
martes, 16 de noviembre de 2010
Novedad Calambur Narrativa: Los toros furtivos, de Javier Villán
jueves, 11 de noviembre de 2010
Mestre y Auserón, dos "animales" sobre el escenario por la dignidad de la palabra
Novapolis.es
Por Alberto F. Cerdera
Poesía y música, música y poesía, da igual el orden porque ambas expresiones se complementan. No se puede entender la una sin la otra, y en ambas, un gran ejercicio de dignidad para recuperar el verdadero significado de las palabras. El poeta Juan Carlos Mestre y el músico Santiago Auserón compartieron su literatura en el primer encuentro poeta-músico del III Festival Poesía Música de Almería, una cita celebrada en una abarrotada Biblioteca Villaespesa. El Festival continúa hoy con música y poesía en la calle, una cita que reunirá a Jesús Masero, Liborio López y Raúl Quinto frente a la Escuela de Arte de Almería, a partir de las 20,30 horas.
Si se hubiera tratado de un partido de fútbol, el resultado estaba bastante claro, un 1-2 a favor de Juan Carlos Mestre que, a pesar de no jugar en casa porque la mayor parte del auditorio había acudido para ver al vocalista de Radio Futura, supo jugar bien el balón de la palabra y a base de un discurso tan poético como directo, se movió mejor en el centro del campo y consiguió poner al público en pie.
Ambos, Santiago Auserón, el perro, y Juan Carlos Mestre, el mirlo, se mostraron mutuo respeto, se elogiaron hasta la saciedad, pero ambos, también, marcaron su terreno, ése en el que confluyen las palabras, en el que las frases ganan sentido y son capaces de entrar hasta lo más profundo.
Sin duda, la palabra fue la protagonista de este encuentro, la palabra impresa, la palabra cantada... la palabra que forma la poesía que más tarde se transforma en música. Y es que, el propio Santiago Auserón declaró su pasión por la poesía. Este "escritor de canciones" reconoce que tiempo atrás poesía y música era una sola cosa, y que ahora, ambas han tomado caminos diferentes, con muchos puntos en común.
Juan Carlos Mestre, con ese don de palabra y su capacidad para convertir en literatura cualquier intervención, elogió la música de Santiago Auserón, elogió su generosidad y también el hecho de ser un gran conocedor del mundo poético.
A esto, Santiago Auserón respondió también con elogios a su partener, para llevárselo después a su terreno, para hacerle entender que mientras la poesía se esfuerza en abrazar lo difícil, la música penetra en el mundo de la facilidad, sencillez, "entra en nuestra casa sin llamar".
Juan Carlos Mestre defendió la dignidad del lenguaje, defendió el significado real de las palabras y denunció cómo éste se transforma de manera cruel en función de los intereses de quien lo pronuncie. Varios ejemplos, "de republicanos pasaron a ser rojos" o, en el caso de los judíos durante el régimen nazi, de personas pasaron a "gusanos" y de gusanos a "cucarachas".
Mestre se despidió del público con una lectura de su poema 'Cavalo morto', un emotivo momento que hizo que el público se pusiera en pie y que el propio Santiago Auserón admitiera que "jamás he escuchado un poema recitado con tanta fuerza". Y es que, "háganme caso, los recuerdos hermosos son fugaces como las ardillas, cada amor que termina es un cementerio de abrazos y Cavalo Morto es un lugar que no existe", recitó el poeta.
A continuación, y algo tocado por la emoción de haber escuchado ese 'Cavalo morto', Auserón tomó la guitarra y como Juan Perro interpretó varios de su temas, muchos de ellos inéditos.
http://www.novapolis.es/index.php/deportes-cultura-y-espectaculos-163/10459-alberto-f-cerdera
miércoles, 10 de noviembre de 2010
Reseña de Un único día, de Jesús Hilario Tundidor, en Diario de León
Toda belleza es siempre compañía
Por José Enrique Martínez
Vocación y trabajo, emoción e inteligencia son palabras que sintetizan uno de los más altos frutos líricos de nuestro tiempo, el edificado por el poeta zamorano Jesús Hilario Tundidor, que ahora podemos abarcar en dos espléndidos volúmenes con el título común de Un único día, que subraya la unidad de fondo de una obra en permanente ejercicio de “superación y trabajo”, como ha escrito el propio poeta. Un único día es la construcción poética de una vida entregada “al entusiasmo y a la verdad”. Escribe el poeta que el libro “ofrece mi visión personal del mundo, mi reflexión sobre la vida que viví y mi esfuerzo por clarificar la emoción del conocimiento que me produjo el acontecer, sus circunstancias y sus experiencias”; pero la vida es fundamentalmente tiempo; un poeta tan esmerado en la edificación de su obra, la ofrece limpia y organizada en su temporalidad, en su evolución. En efecto, los dos volúmenes responden a la consideración de dos grandes etapas en su poesía: la primera, visión existencial de la vida y el mundo, discurre entre 1960-1978 y aparece con un título, Borracho en los propileos, que agrupa los diferentes libros, de Río oscuro (1960) a Tetraedro (1978); la segunda etapa, años 1980-2008, representa la unión inextricable de emoción y leguaje, intuición e inteligencia, y recibe el título de Repaso de un tiempo inmóvil, con obras como Construcción de la rosa (1990) y Las llaves del reino (2000), entre otras. De la recopilación sólo han quedado fuera los dos últimos libros del poeta, Mausoleo (1989) y Fue (2007), que formarán trilogía con otro en preparación.
He releído las novecientas páginas de poesía tundidoriana con dos de los parámetros creativos del poeta, emoción e inteligencia, guiado, como él dice, por “la emoción del conocimiento”, ese saber que no da la ciencia ni la filosofía, sino que brota con el latir del sentimiento. En los libros primeros asoma el tedio vital, la soledad y el cansancio existencial, la muerte, “asentada en nuestra carne”. Pero más que unos temas, interesa subrayar el apego existencial a la vida. La poesía de Tundidor celebra la vida, aunque con la conciencia del dolor y del tiempo, con una conciencia social también. Una palabra resumidora es “amor”. Los cantos de amor a la mujer son formidables. Pero ese amor lo es también a la vida y, destacadamente, a las cosas sencillas (el cenicero, la corva arquitectura del tazón...), a la tierra de sus raíces, humilde y pobre, al hombre modesto, al artesano..., porque la poesía de Tundidor respira honda humanidad. Poemas de envergadura son, por ejemplo, “Oda a una chistera” y “Canto oscuro para un cenicero”, cosas corrientes elevadas a símbolos de contenido humano. Los libros de la segunda etapa se muestran más propicios a la investigación formal y a la indagación intelectual, con una potencia de voz y de movimiento rítmico admirables. Pasión por la belleza y por el conocimiento, razón y entusiasmo. Quiero destacar la fuente interartísica de muchos poemas (música y pintura sobre todo). Un poema como “Monjas a la orilla del mar”, homenaje a Friedrich, es, entre ellos, el que mejor logra fundir la contemplación y la visión poética.
jueves, 4 de noviembre de 2010
Reseña de Las moradas del verbo en la revista Leer
Revista Leer, n.º 217, noviembre de 2010
Poesía en tiempos de perplejidad
La editorial Calambur ha ido configurándose y ganando gran prestigio, incluso en los aspectos meramente artegráficos, como uno de los sellos de referencia en lo que a publicación de poesía se refiere, como ejemplo de ello, los últimos Premios Nacionales de Poesía, concedidos a La casa roja de Juan Carlos Mestre y a Cuadernos (2000-2009) de José María Millares Sall. Calambur celebra el número 100 de su colección "Calambur poesía" con una antología, Las moradas del verbo, que es selección de poetas españoles, nacidos entre 1954 y 1968, que representan corrientes creativas desde la Transición democrática hasta los inicios del siglo XXI.
El subtítulo que su autor ha elegido para el volumen, Poetas españoles de la democracia, quizá sea reductor, ya que no se ve cómo se pueda ser poeta español de la democracia si se está viviendo en democracia. A no ser que la temática dominante de estos vates fuera precisamente la democracia misma.
Ángel L. Prieto de Paula, catedrático de Literatura en la Universidad de Alicante, ha seleccionado los poemas y llevado a cabo el estudio preliminar, que ha titulado, significativamente, "Poesía en la era de la perplejidad". Era de perplejidad y de confusión. Pues como también significativamente escribe Prieto de Paula: "De dicha confusión dan buena cuenta las numerosas antologías que, centradas en ésta o aquella generación, en ésta o aquella tendencia, terminan por incrementar el problema que debieran resolver (…). La enorme cantidad de volúmenes antológicos, que responden a criterios cuya pluralidad impide el cotejo (antologías generacionales, de corriente, académicas, de ámbito nacional o regional, de mujeres, temáticas, pretendidamente canónicas o antologías "otras"…) los ha convertido en un factor añadido al caos dominante".
La antología la integran textos de treinta y dos poetas, que van según orden de edad de Miguel Casado (1954) a Enrique Falcón (1968), intervalo de casi quince años que según la teoría de las generaciones los individualizaría como pertenecientes a la misma.
Reseña de Aquelarre de sombras, de Javier Villán, en ABC Cultural
ABC Cultural, sábado 30 de octubre de 2010
Javier Villán (Torre de los Molinos, 1942) es autor de una docena de poemarios, de los cuales nos ofreció no hace mucho una amplia selección en la antología El corazón cruel de la ceniza (1975-2006) (2007). De su amplia y variada trayectoria, habría que destacar Memoria de insomnios (2001), donde se mezclan el verso y la prosa para meditar sobre el dolor y la enfermedad, pues presenta puntos de contacto con el que ahora publica.
Catártico
Por otra parte, encontramos algunas acotaciones poético-dramáticas que acentúan su carácter catártico y purificador. Un canto coral, en fin, de una gran originalidad, con una tremenda fuerza rítmica y una extraordinaria tensión verbal. El mejor libro hasta la fecha de su autor y uno de los más estremecedores e impactantes que he leído en los últimos años.
miércoles, 3 de noviembre de 2010
Presentación de La orilla de las mujeres fértiles, de Marifé Santiago Bolaños. Miércoles 3 de noviembre, 20 h. Madrid
Tendrá lugar en la Fundación Entredos.
c/ Marqués Viudo de Pontejos, 4
28012 Madrid
La presentación estará al cuidado de Elena Lasheras.
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martes, 2 de noviembre de 2010
Reseña de Aquelarre de sombras, de Javier Villán
Sombra solemne: ‘Mis palabras anuncian profecías. Reo eres; cautivo para siempre. Ya nunca serás libre’. Sombra sabia: ‘No hay planicie ni cóncava espesura que no haya recorrido. Cuerpo amado, siempre me diste cobijo’. Sombra insomne: ‘Por sólo una caricia y la luz violeta de la tarde, te sientes exultante. Vendrá la noche y el reinado del sueño fugitivo; seré feliz a medias porque tú estarás triste’. Sombra noctívaga: ‘Nada hay salvo la noche y su guarida de miedos y terrores. La noche ofrece su rostro más amable en sus comienzos’. Sombra indecisa: ‘Lo peor es no saber qué pasará mañana; sé de la noche sin ojos y de la noche con miles de ojos. Mas el día, nada hay que lo anuncie’. Sombra impura: ‘¡Cuerpo desdibujado! Dónde está tu esplendor; el vigoroso empuje de tu fervor y mástil verdecido. Desasosiegos te absuelven de todo compromiso’. Sombra purísima: ‘Brisa soy y agua lustral. Nunca me amaste y estoy en tus orígenes, en la raíz de tu infelicidad’. Sombra iracunda: ‘Careces de aliados, estás solo. Perecerás por no aprender a tiempo que el hombre es compasión mal entendida’. Sombra vengadora: ‘Podría consolarte de tu sufrimiento si inmerecido fuese. Pero eres árbol caído, soplo. Nada fuiste, sino el imperio bárbaro de un pene’. Sombra amorosa: ‘Rocío para tus ojos envelados, nieve para la fiebre de tus sienes, música de arpa para tu oído sordo; mariposas de colores para tus labios’. Sombra solitaria: ‘Nadie haga controversia sobre este amasijo de hipocondría; nadie me lo dispute’. Sombra libertina: ‘Álzate, tus noches serán otra vez lo que ya fueron: esplendor y alborada; noches de vino y clamores de cuerpos’. Sombra lustral: ‘Esos dedos que exploran la piel recóndita y sus sagrados repliegues; esos dedos inocentes e impúdicos’. Sombra apócrifa: ‘Ah, sombras sin conciencia y sin espíritu; ¿por qué lo atormentáis? Sois el lastre de todo lo que vive’. Sombra culposa: ‘Pido perdón y cumplo penitencia. No estuve presta ni adiviné estos tiempos de légamo y escombros’. Sombra esclava: ‘Puedo llamarte hermana y sé de tus pesares. Sólo el trabajo sucio me obliga y me encomiendan; no me quejo’. Sombra acusadora: ‘Nada te pertenece; ni siquiera el dolor’. Sombra suicida: ‘Sólo la vida en plenitud lo vale. Vas camino de nada, una pasión pensante’. Sombra política: ‘Ahí fuera, en la calle, sigue la vida. De todo te olvidaste. Pero la gente piensa, se afana y aventura. Tu decadencia está en tu descreimiento’. Sombra vigilante: ‘Ni una idea saldrá de tu cabeza que mi control ignore y frene; tengo tu pensamiento’. Sombra adolorida: ‘El dolor humilla; lo sé pues soy su sombra, la fedataria de su infamia, la testigo’. Coro de sombras: ‘Es nuestro fin, desfallece la noche y la aurora avanza. Pero permanecemos en la herida; en la pus y en el barro’. Sombra temerosa: ‘Entre el miedo real y el miedo a los fantasmas no hay apenas diferencia’. Sombra solitaria y difuminada por la luz: ‘El dolor es una venganza extraña de no sabemos quién e ignoramos por qué’. Sombra hacendosa: ‘Yo cuidaré tu casa, tu higiene, tu ventura. Ordenaré la red de tus metáforas y el caos de tus cacofonías’. Sombra muda: ‘Ninguna de las otras sombras, antes de huir, supo si compadecía o compartía el infortunio’. Sombra amistosa: ‘Yo vengo a rescatarte. Piensa sólo en la gente que en ti creyó; que te dio tanto’. Sombra del rocío: ‘Soy la última, me quedaré contigo hasta extinguirme. Fugaz soy y no formo aquelarre, ni conjuro ni cónclave ni hechizo. Cada mañana seré soplo, gota de agua que refresque la paramera de tus eternidades’
Según los previos, Aquelarre de sombras es un canto coral sobre el dolor y el honor, obra con la que Javier Villán culmina un proceso de depuración iniciado con La frente contra el muro. Lo fundamental de su poesía está en la antología (1975-2000) El corazón de la ceniza (Calambur 2007).
Aquelarre que acaba, sombras que huyen, luz que se filtra, libro que conmueve.