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jueves, 16 de mayo de 2013

Reseña: La experiencia de la memoria, de Joaquín Benito de Lucas, en Tinta fresca

La experiencia de la memoria
Manuel Garrido Palacios
Tinta fresca, 12/03/2012

Viajas por la poesía y "Te despiertas al borde mismo de la aurora, al borde del mar, de la ciudad, de los jardines que desprenden sus flores como las letras de un abecedario para escribir tu nombre cada mañana. Buenos días alba, agur amor, qué voces tiemblan si te saludo, si te beso, si me fumo un cigarro, si te pones sentada en mis rodillas y me miras mientras cruzan veloces trenes hacia París, mientras me miras, y el mar respira con su pecho enorme".

El fragmento corresponde al libro de Joaquín Benito de Lucas, publicado en Calambur La experiencia de la memoria (Poesía 1957-2009), versos de los que dice Matías Berchino que "tienen raíces en la vivencia personal y colectiva de su existencia y la de su familia, su pueblo, su país".

Para José García Pérez es una "verdadera obra artística; la poesía auténtica de Benito de Lucas coloca al hecho poético en su dimensión y espacio real: la universalidad. Los accidentes que provocaron el advenimiento de un poema son accesorios, el autor y las formas son importantes, pero la esencia del poema reside en sí mismo y en su simbiosis con el lector".

La experiencia de la memoria es un libro que voy leyendo en el tren y del que tomo algunas notas de lo que dice y de lo que le dicen. Mientras tanto, aparece en el marco de la ventanilla el río Tajo. Paso a leer lo escrito por Pedro González: "El río de Benito de Lucas no es un elemento paisajístico, no es parte de ninguna escenografía lírica, el poeta no canta al río, es el río el que suena dentro de sus versos".

José Hierro habla de: "Pureza: he aquí una palabra clave para navegar por la poesía de Benito de Lucas. Pureza es, tal vez, por uno de sus costados, precisión expresiva, desnudez que no nos impida ver el bosque de las palabras. Pureza es, también, iluminación, luz súbita, revelación. Pureza es esencialidad, inmaterialidad, que sirve para iluminar las palabras".

Luis Jiménez Martos cree que "las raíces líricas de Benito de Lucas se hallan en un terreno poco transitado en las calendas actuales: entrañan un depuramiento de lo romántico, sometido a necesaria sobriedad. Su dramatismo de fondo queda en los límites de emociones vivas. Su conciencia del tiempo no cae en el peligro de la pseudofilosofía".

Otras voces vienen a perfilarlo, como la de Manuel López: "En esta clase de poetas, claros y fáciles para el lector, subyace en el entramado del poema un férreo trabajo de construcción, una disciplinada labor de poda. Son cualidades detectables en Benito de Lucas, que estudia minuciosamente la composición de sus libros y de cada poema". La de Abraham Madroñal: "Talavera no es una ciudad concreta, es la ciudad por antonomasia; su río, todos los ríos; sus calles, todas las calles por las que puede transitar cualquiera. Nuestro autor ha trascendido el valor local de sus alusiones para convertirlas en símbolos de cuantas ciudades y cuantos poetas añoran recuperar la infancia junto a los sitios que los vieron vivir". La de Montero Padilla: "Creo que Benito de Lucas ha escrito una obra importante, de poesía verdadera y ya indeleble, que permanecerá como parte destacada de la mejor poesía española". La de Rafael Morales: "No sólo está presente en la poesía de Benito de Lucas un río concreto, es decir, el Tajo a su paso por Talavera, sino el río abstracto, el río ideal, el río como imagen". La de Francisco Morales Lomas: "Benito de Lucas ha realizado una obra solvente, de gran altura de miras, profundamente humana y atenta a la síntesis entre la tradición de los mejores valores literarios y a la modernidad de un discurso sustancial en el que está presente el ser humano como proyecto". O la de Alberto Tores: "El sitio de su verso está donde la emoción misma que transmite con la mirada inocente. Recoge la trastienda de la historia a la vez que da fe de unos temores no tanto personales como de toda una generación".

Llego al término de mi viaje tras leer lo que dicen del poeta y lo que él deja ver en sus versos. El espacio en el papel también se agota y sólo cabe una impresión tras cerrar el libro y pisar tierra. Benito de Lucas, doctor en Filología Románica, catedrático de Literatura y titular de prestigiosos premios de poesía, sabe que, aunque son grados y honores merecidos que ha ido ganando en el camino, en esencia, es poeta, un gran poeta, que parece poco, virtud con la que nació en 1934 en Talavera de la Reina (cuyo Ayuntamiento es coeditor de la obra), como sexto de los siete hijos que dieron al mundo María y Manuel.


La experiencia de la memoria en Tinta fresca 

viernes, 8 de febrero de 2013

Reseña: La experiencia de la memoria (1957-2009), de Joaquín Benito de Lucas, en Tribuna de Talavera

La experiencia de la memoria (1957-2009), de Joaquín Benito de Lucas
Firma invitada: Luis Arrillaga
Tribuna de Talavera. Artículo publicado en el número de junio de la revista literaria 'Zurgai', 05/08/2012

En estos dos volúmenes recoge J. Benito de Lucas -talavereano de 1934- su obra poética completa: 18 poemarios con 52 años de fecunda inspiración ininterrumpida. Estamos ante una de las voces más personales y brillantes del Grupo Poético de 1960, como atestiguan los premios, entre otros, Adonáis, Miguel Hernández, Esquío, Tiflos, etc.

Benito de Lucas es una poeta que expresa su propia vida sin pudores, por lo que sus versos constituyen una «experiencia de la memoria», una reflexión sobre la propia vida o, como dijo el autor hace tiempo, una reconstrucción poética del pasado, de forma que nunca mejor clasificado que como genuino «poeta de la experiencia».

Dentro de estos parámetros, su poesía puede situarse en la órbita de una humanismo realista que expresa la sabiduría filosófica de quien interpreta la realidad a flor de piel, es decir, apoyándose especialmente en el impacto que le causan los hechos y en una potente carga emocional que posee la virtud de conmover al lector. Por estos motivos, nuestro poeta ha escogido un lenguaje directo y sencillo, pero no por ello exento de belleza y hondura, a la manera de como sucede con algunos grandes maestros de la sencillez (G.A. Bécquer, A. Machado, M. Hernández, etc.)

Desde una gran riqueza de temas y registros, destacan algunos bloques, como, por ejemplo, la reflexión sobre la memoria propiamente dicha, comenzando desde la infancia, en 'La sombra ante el espejo', y siguiendo con sus recuerdos desde los 10 años en el Convento de Santo Domingo, en Placton, con vivencias infantiles y otras compartidas con seres desaparecidos ('Album de familia'), a veces con escepticismo metafísico. También sobresale la reflexión sobre las ciudades y los paisajes, como vemos en 'Las tentaciones' y 'Memorial de viento', con experiencias del poeta en el Próximo Oriente en el primero y con muestras existencialistas acerca de la caducidad humana en el segundo. 'Materia de olvido' y K-Z (Campo de concentración), por su parte, reconstruyen situaciones vividas en Alemania con el hilo conductor de la nostalgia plasmada, sobre todo, en los años infantiles, sin desdeñar  sensibles muestras de poesía social, registro que, tal vez, pudiera constituir otro bloque repartido por diversos libros, con la actitud crítica del poeta ante la sociedad y el mundo, como por ejemplo, en el caso de la guerra civil, en el libro clasicista 'La escritura endeble'. En este ejercicio de la memoria destacan también 'Invitación al viaje' (recorrido por diversos lugares sagrados), 'Los senderos abiertos' (poemas de la niñez y la juventud escritos a las 23 años) y 'El haz de la memoria'.

Otro gran bloque en el amor humano. 'Antinomia', por ejemplo, recrea la tragicomedia de Fernando de Rojas y demuestra como Benito de Lucas es también un excelente poeta de fabulación, pues crea situaciones inéditas a partir del misterio del sufrimiento, el escepticismo nihilista o la permanencia en al eternidad. También aparece el mar en simbiosis con el amor en 'Campo de espuma' y 'Dolor a solas', mar que es una verdadera obsesión y que constituye un símbolo de la soledad y el sufrimiento, mar como identificación con la mujer y con un sentido de conexión cósmica.

Finalmente, destaca otro aspecto parcial de la obra de Benito de Lucas: la experimentación vanguardista, recogida principalmente en Noces d´argent y heredada de Dadá y los creacionistas, pues el poeta logra, mediante originales caligramas, impactantes efectos visuales y sorprendentes hallazgos expresivos, destacando la ironía y la comicidad pese al tono dolorosos, como sucede en parte con 'El reino de la niñez'.

La obra se completa con seis poemas inéditos de 2009, una lúcida introducción de Pedro J. de la Peña y una bibliografía exhaustiva.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Reseña de La experiencia de la memoria, de Joaquín Benito de Lucas, en Revista de las Letras

Revista República de las Letras, n.º 120

LA EXPERIENCIA DE LA MEMORIA, de Joaquín Benito de Lucas

Por Pedro A. González Moreno

Joaquín Benito de Lucas es, esencialmente, un poeta de la memoria, cuya obra está marcada por lo que él mismo llama “la tiranía del regreso”, y cuya voz discurre fluvialmente hacia un reino antiguo que fue el de su infancia. De ahí lo oportuno del título de este libro, La experiencia de la memoria (1957 - 2009), que reúne en dos volúmentes la larga trayectoria lírica del poeta y que aparece publicada por Editorial Calambur.

Los senderos abiertos (escrito en el 57 aunque publicado en 2007), Las tentaciones (1964), Materia de Olvido (1968) y Kz (Campo de concentración) (1970) son los cuatro primeros libros de Joaquín Benito de Lucas, en los que de una u otra forma, aparece el nexo común que es el desarraigo, motivado siempre por alguna circunstancia biográfica del poeta. En todos ellos se manifiesta de algún modo un sentimiento de exiliado, ya sea motivado por su estancia en Oriente Medio Las tentaciones, ya sea por el abandono de la patria de su infancia, Talavera Materia de olvido—, o ya por sus años vividos en Berlín KZ (Campo de concentración). Pero será Materia de olvido el libro a partir del cual la voz del agua, como símbolo de la memoria, se convierte ya en uno de los motivos medulares de su lirica, y en un signo emblemático de su pasado.

De los ámbitos oníricos hacia el ámbito del amor

Plancton (1976) se construye también sobre el tema de la memoria, pero con él se entreteje un motivo nuevo: el de los sueños, el de las imágenes oníricas concebidas como un modo diferente de conocer, interpretar o incluso revivir la realidad. Por su parte, Memorial del viento (1978) es una obra de temática diversa que aglutina poemas en homenaje a escritores o amigos, si bien presentan como nexo un sutil hilo conductor que no es sino una idéntica actitud solidaria con aquellos seres que han sido condenados al sufrimiento o a la muerte. Con un acento sereno y compasivo, pero doliente siempre, el poeta muestra su irrenunciable compromiso con la verdad y la justicia, y se solidariza con todas aquellas criaturas que han sido sometidas a un “duro destino” y que, como el propio Cervantes, lucharon ”contra tanta injusticia, contra tanta mentira”.

Antinomia y Campo de espuma son dos libros escritos simultáneamente y también publicados en el mismo año, 1983, de ahí que giren en torno a una temática, una estética y una atmósfera comunes. Se trata, en realidad, de una misma obra dual, concebida como una amplia reflexión sobre el amor y el desamor, o sobre la pasión y el olvido, aunque en ambos libros el sentimiento amoroso es abordado desde diferentes perspectivas. En Antinomia el poeta cede la voz a los personajes de La Celestina, y en Campo de espuma entona su cántico desde el punto de vista de la primera persona. Diálogo y monólogo son, en consecuencia, las diferentes técnicas con las que Joaquín Benito de Lucas elabora su reflexión lírica.

En 1987, con La sombra ante el espejo, Benito de Lucas vuelve su mirada y su mundo creativo hacia el tema esencial de su lírica, el de la infancia. Como si avanzara a impulsos de su propia nostalgia, el poeta acaba volviendo los ojos a su patria talaverana, al tiempo muerto de sus recuerdos y a la música de su río, que es la de su niñez. Y esto, en el fondo, tal vez lo haga por la razón que le escuchamos en el poema “Brindis de la amistad”: “Porque queremos/ ser felices/ bebemos de la infancia,/ evocamos escenas/ que apenas la memoria reconoce”.

Hacia los ámbitos de la memoria

Tras La sombra ante el espejo, Benito de Lucas publica tres títulos, un tanto alejados de sus preocupaciones habituales, pero en los que parece reflejarse un mismo espíritu de búsqueda. Antes de reencontrarse con el mundo que ya se había manifestado en Materia de olvido, la lírica del poeta talaverano se remansa y se diversifica como si pretendiera buscar nuevos acentos y nuevas direcciones en su universo poético. Regresa a la temática amorosa de Campo de espuma para abandonarla acto seguido, explora los tenebrosos ámbitos del dolor y la soledad, o se adentra en las reflexiones metapoéticas en Dolor a solas (1991); y posteriormente busca en el viaje un pretexto para construir una peculiar metafísica de los sentidos en Invitación al viaje (1995). Diferentes maneras de la búsqueda que sirven de preámbulo al bloque final y más representativo de su obra, configurado por su tetralogía de la memoria.

En Álbum de familia (2000), La mirada inocente (2003), El reino de la niñez (2006) y La escritura indeleble (2009), Joaquín Benito de Lucas vuelve a reencontrarse con su propia voz y sus propios recuerdos. Álbum de familia es el libro de un regreso, un libro donde el poeta retorna a un ámbito y a un tiempo que ya no le pertenecen, a un lugar en donde ya nadie le espera, salvo el río, que se detiene para acogerle entre sus orillas maternales. El poeta vuelve, después de tantos años, a un lugar despoblado por el que sólo deambulan las sombras muertas de un ayer irrecuperable.

La mirada inocente viene a ser una página nueva de ese “álbum” de la memoria que el autor había trazado ya en su libro anterior. La mirada del niño, que es la mirada de la inocencia y la ternura, sigue poniendo ante nuestros ojos sensaciones de ayer, evocaciones de un pasado que oscila entre la felicidad y la pesadilla, entre la ilusión y el desamparo.

A lo largo de La mirada inocente, el poeta nos ofrece un emotivo daguerrotipo, en colores grises y desleídos, de esa época en la que transcurrió su infancia, “en esos años turbulentos/ de mil novecientos cuarenta y tantos”, en aquellos “años oscuros, años perdidos, años muertos…” que a él y a los de su generación les tocó vivir. Unos años oscuros marcados por el fantasma del hambre y el racionamiento, la tos y la tuberculosis, en los que vemos, como si se tratara de fotografías muy antiguas, a un niño prematuramente incorporado al mundo de los adultos, trabajando con apenas doce años en una barbería, o aprendiendo sus primeras lecciones o sus primeras lecturas en escuelas frías y tristes donde difícilmente se aprendía la verdad de la vida.

El reino de la niñez viene a ofrecernos, desde diferente perspectiva, el mismo tema en torno al cual giraban los dos libros anteriores. Dentro de un formato y un estilo que parece concebido “para niños de todas las edades”, lo que Joaquín Benito de Lucas nos presenta es una nueva imagen de ese “Paraíso de la infancia” al que se alude en el título que sirve de pórtico general al libro. Visión edénica de un mundo en el que aún existía la inocencia original y en el que aún no había instalado sus garras el dolor .

La escritura indeleble (2009) completa ese ahondamiento en los ámbitos de la memoria, donde a veces la infancia se concibe como un recinto protector y balsámico que ahuyenta las sombras interiores del poeta; y a la recuperación de sus ruinas no se enfrenta el autor como si realizase una mera tarea arqueológica, sino que los restos de aquel naufragio aún perviven y se proyectan sobre el hombre actual, alimentándolo. De ahí la ternura que rebosan algunos de sus poemas, escritos en un tono conversacional y narrativo, con apenas concesiones a la retórica.

Sin embargo el poemario, que comienza con la visión ilusionada y casi mágica de una infancia cuya luz proporciona protección y consuelo, va poco a poco convirtiéndose en una reflexión amarga y descarnada sobre la enfermedad, sobre el sufrimiento y el dolor y, finalmente, sobre la muerte. Una visión desolada y elegíaca a través de la que el poeta concibe la vida “como un campo de batalla”, y desde semejante perspectiva contempla la vida con el desgarro más profundo y con la viva quemazón de “una angustia seca y sin consuelo”.

Poemas de un reino perdido pero reconquistado poéticamente, vidas que se fueron, voces y rostros desdibujados ya entre la niebla, pero que el poeta ha salvado y ha dejado escritos no con la pluma sino con su propia carne y con la tinta indeleble de los recuerdos. Así el poeta deja escrita su voz, tal vez con la esperanza de que sea lo único que sobreviva al fin en el terrible naufragio del tiempo y de las cosas. Y como él mismo asegura, citando unos versos suyos de Álbum de familia, esa voz ni importa quien la escuche o quien la lea. / Su escritura indeleble/ queda en la arena como testimonio”.

lunes, 19 de julio de 2010

Reseña de La experiencia de la memoria (poesía 1957-2009), de Joaquín Benito de Lucas en Revista Nayagua

Revista Nayagua 13, junio de 2010

Por Manolo Romero

JOAQUÍN BENITO DE LUCAS

LA EXPERIENCIA DE LA MEMORIA (POESÍA 1957-2009)

Comenzando la década de los 90, la profesora María del Pilar Palomo, en el Ateneo de Madrid, presentaba una nueva marca poéticogeneracional: “El Grupo de los 60” (el Grupo español de los sesenta, porque hay muchos grupos poéticos del sesenta en los países de habla hispana) .

Trataba María del Pilar Palomo de llamar la atención esa tarde hermanando a un grupo de poetas desubicados, velados por la crítica, (los gaditanos, Ángel García López, Manuel Ríos Ruiz, Rafael Soto Vergés, Antonio Hernández; el melillense Miguel Fernández, el zamorano Jesús Hilario Tundidor; el madrileñoconquense Diego Jesús Jiménez… y Joaquín Benito de Lucas (que por edad y otras circunstancias como la estrecha relación profesional y de amistad con Francisco Brines, Claudio Rodríguez, Carlos Sahún, Eladio Cabañero…debería estar incluido en el grupo de los 50 )

Al saltar fulgorosa, a bombo y platillo, la Antología de Castellet, Nueve novísimos, caprichosa urbanización que ocupó la primera línea de playa en la costa poética, chupó todos los planos de críticos y profesores, despistó al lector, y ocultó y olvidó a este grupo sólido y brillante de maestros.

Pero gracias a María del Pilar Palomo fueron puestos en su sitio acuñándolos como Grupo del 60, y ellos, hicieron una gira que comenzó en Zamora y terminó en Melilla para proclamar su sitio.

Del estudio que la profesora hizo del Grupo, hay que destacar el capítulo:

«La coherencia poética de Joaquín Benito de Lucas», en Poetas del 60. Experiencia y lenguaje, número monográfico de Omarambo, nº 8, Talavera de la Reina, 1992.

En dos tomos y más de 1300 páginas se embarca la poesía reunida de Joaquín Benito de Lucas con el título LA EXPERIENCIA DE LA MEMORIA. Lleva un prólogo del poeta y profesor de la Universidad de Valencia, Pedro J. De La Peña, que es un estudio profundo, sociológico y estético, de la personalidad del poeta talaverano. Inicia el preludio: Al situarse ante la obra de Joaquín Benito de Lucas, su extensión, su diversidad temática, su cambio de registros y la pluralidad de sus inquietudes y maneras de expresarlas, nos sugiere la existencia de un ser viviente para la comunicación de su subjetividad y el encuentro con elementos externos que logran explicarla.

Personaje emotivo, de honda sensibilidad, afectuoso, humanitario y de inquebrantables amistades, Benito de Lucas se nos presenta como uno de esos personajes cálidos y cercanos, que congregan a lo largo de su existencia un conjunto de personas que lo valoran por sus múltiples conocimientos y cualidades esenciales….

Y en las solapas de ambos tomos, una corte de opiniones de poetas y críticos dan testimonio de la trascendencia del autor:

Matías Barchino: La poesía de Joaquín Benito de Lucas tiene hondísimas raíces en la experiencia personal y colectiva de su propia existencia, pero también de su familia, de su pueblo, de su país…

José García Pérez:La poesía auténtica-ésta de Joaquín Benito de Lucas- coloca al hecho poético en su dimensión y espacio real: la universalidad…

Pedro Antonio González Moreno: Al contrario del Tajo garcilasiano, el río de Joaquín Benito de Lucas no es un elemento paisajístico, no forma parte de ninguna escenagrafía lírica, el poeta no canta al río, es el río el que suena dentro de sus versos.

José Hierro: Pureza: he aquí una palabra clave para navegar por la poesía de Joaquín Benito de Lucas…Pureza es esencialidad, inmaterialidad, que sirve para iluminar las palabras…

Luis Jiménez Martos:…Las raíces líricas de Benito de Lucas se hallan, como ya digo, en un terreno poco transitado en las calendas actuales: entrañan un depuramiento de lo romántico, sometido a necesaria sobriedad…

Manuel López Sánchez: Como suele ocurrir en esta clase de poetas, “claros” y “fáciles” para el lector, subyace en el entramado del poema un férreo trabajo de construcción, una disciplinada labor de poda…

Abraham Madroñal: …Talavera no es una ciudad concreta, es la ciudad por antonomasia; su río, todos los ríos, sus calles, todas las calles por las que puede transitar cualquier persona…

José Montero Padilla: … Creo, creo sinceramente, que Joaquín Benito de Lucas ha escrito una obra importante, de poesía verdadera y ya indeleble, que no se deberá, no se podrá borrar, y permanecerá como parte destacada de la mejor poesía española.

Rafael Morales: Pero nos sólo está presente en la poesía de Benito de Lucas un río concreto, es decir, el río Tajo a su paso por Talavera de la Reina, sino también el río abstracto, el río ideal, el río como imagen.

Francisco Morales Lomas: Benito de Lucas es grandísimo escritor, Un poeta que desde 1964 ha realizado una obra solvente, de gran altura de miras, profundamente humana…

Alberto Torés García: El verso de Benito de Lucas está donde la emoción misma que transmite con la mirada inocente…

Luchador, de enorme empeño, Benito de Lucas aprovecha su energía, desde muy joven, a ejercer intensamente como profesor, animador y estudioso de la literatura española; le avalan variadas publicaciones eruditas y de divulgación, como los estudios sobre Berceo, La Celestina, Jovellanos, Poetas de Posguerra, José Hierro, Rafael Morales…, la dirección de colecciones como, Reflexiones sobre mi poesía ( Reflexiones de poetas pertenecientes a diversas promociones, tendencias y estilos poéticos…)

Pero, sobre todo, hay que destacar su voluntad constante de ejercer de poeta, su compromiso vocacional, su perseverancia en la creación.

Me ha llamado mucho la atención, en el tomo segundo, la inclusión de sus primeros poemas, su primer libro, injustamente silenciado y retenido, ¿por qué?, titulado Los senderos abiertos. Lo he leído despacio, sorprendiéndome la extraordinaria técnica, tanto de versificación como de composición, y la vertebración del poemario. De haberse publicado en el año que lo escribió, 1957, hubiera llamado la atención como lo hicieron los primeros libros, de Claudio, Sahagún, Brines…Tiene este libro una virtuosa orquestación temática, que con el ejercicio de los octosílabos y heptasílabos en romance, acuerda los tonos, tan difíciles de lograr, de la poesía mística.

Tiene su poesía múltiples planos. Sigue las corrientes poéticas del momento en algunos de sus libros, como el esteticismo culturalista, en Antinomia; la experiencia descriptiva en Invitación al viaje; desarrolla temas de encargo como el bestiario, El reino de la niñez, o el largo poema a lo romántico, homenaje a la industria talaverana de la cerámica“Canción del ánfora”(en la La sombra ante el espejo, aparece, Ánfora, como título metafórico de uno de los poemas más emocionantes que puede uno encontrarse en la poesía de todos los tiempos); experimenta con los caligramas en Noces d´argent y se derrama, elegíaco, en La sombra ante el espejo, Álbum de familia, La escritura indeleble…

Agradece y homenajea frecuentemente con préstamos literarios (tonos, variaciones sobre el verso, o citas) a sus maestros, como en ese canto de vida y esperanza que es La sombra ante el espejo que arranca Yo soy aquel que ayer decía…

Como el azúcar y el vino van directamente al cerebro y lo estimulan, así la poesía de JBL llega directamente al corazón y lo emociona. Este poeta permanecerá, así que pasen siglos. La introspección, el recuerdo que secuestra las emociones provocando la inspiración, la infancia, siempre presente, como un remolino de sensaciones palpitantes… Su río heraclitiano nos lleva con su melodía, como hace Smetana con el Moldava, a los recodos y meandros de su memoria, desde la infancia hasta sus tres cuartos de siglo, desde las aguas claras y someras, a las profundas y salitrosas.

Conversacional y narrativa, de línea clara y elegíaca, son las características de la obra poética de JBL, que deja a los lectores un recado de buen amor.

lunes, 14 de junio de 2010

Reseñas de La experiencia de la memoria, de Joaquín Benito de Lucas

Revista Mercurio

POESÍA PARA RENACER

Por Javier Lostalé

La publicación de una obra completa no sólo proporciona la visión global de la creación de un autor y facilita su conocimiento, sino que le permite al lector, cuando la palabra está entrañada en el latido más hondo de la vida, reconocerse en ella y entablar un diálogo consigo mismo y con el mundo del que siempre saldrá fortalecido. Para ello, claro, se necesita que el lenguaje, el poema en este caso, indague en la verdad del sufrimiento y los sueños humanos desde el lugar del corazón, sirva a la belleza y domine el alma de la metáfora ,así como el ritmo siempre generador de sentido. Todas estas cosas se cumplen en la poesía de Joaquín Benito de Lucas, escrita a lo largo de más de medio siglo y que ha sido reunida en una edición ejemplar, como todas las suyas, por Calambur. Un prólogo omnicomprensivo y diáfano de Pedro J. de la Peña es la puerta de entrada a dieciocho libros , más seis poemas inéditos, contenidos en dos volúmenes titulados La experiencia de la memoria. Epígrafe revelador de la permanente lucha contra el olvido en que se funda toda la escritura de este autor para que nada de lo esencial deje de renacer, entre lo que se encuentra la infancia, el amor, la muerte, la naturaleza, el paso del tiempo, la familia, la casa, los amigos, el viaje y el poder resucitador de lo onírico. Renacimiento que por vía emocional, pues no cesan los referentes, va haciéndose con el lector, hasta el punto de que éste llega a respirar por su propia herida y a reunirse con lo suyo más amado y deseado, produciéndose por tanto esa resonancia cordial engendrada por la gran poesía. Y al mismo tiempo, siente también el lector cómo en la obra de Joaquín Benito de Lucas se funde en una misma circulación sanguínea lo íntimo y lo colectivo, al encarnarse sucesos trágicos aún recientes de nuestra historia en seres con nombres y apellidos, y cómo un doble sonido no cesa de escucharse: el del río Tajo, a su paso por Talavera de la Reina, lugar de nacimiento del poeta, y el del mar. Ambos se corporeizan y adquieren grado de conciencia. En cuanto a la infancia, es el pulso último de la memoria al recobrar y nombrar la existencia, la partida y el término. Escribo —dice— porque creo/ que hundir las manos en lo que fue herida/tiene olor a manzana de la infancia, versos pertenecientes a uno de sus libros capitales, La escritura indeleble, donde, en otro momento, afirma: Era el alma quien vivía/dentro de mí, quien empujaba el vuelo/ de aquellos años, quien creó ese niño/ que aún sigue vivo dentro de mi pecho. Infancia que en este mismo poemario se visualiza hasta el latido a través de un serie de escenas en una barbería, en el bar de su padre, en una sastrería o en el relámpago que al pasar dejan lo ojos azules de una equilibrista; y siempre dentro de la presencia inundante del padre, la voz de sus hermanos y la sombra cálida de la madre. Que vida y literatura se trasfunden en la obra de Benito de Lucas lo comprueba igualmente el lector en otra de las cumbres de este poeta, Antinomia, donde realiza una radiografía de un sentimiento tan complejo y totalizador como es el amor a través de los personajes de “La Celestina” que, conservando toda la fuerza del texto de Fernando De Rojas, asumen aquí de un modo dramático, sensorial y lírico “el proceso amoroso que dolorosamente termina en el olvido”, como el mismo autor aclara en unas líneas introductorias. Así, dice Calisto a Melibea: Ciégate los ojos/ si no me quieres ver, quema la lengua/ que tantas veces me llamó, cercena/la mano que aún conserva/ el tacto de mi piel, pero no olvides/ porque el olvido es muerte.

Imposible es resumir en unas líneas todo lo que alberga La experiencia de la memoria. Sólo añadiré que con esta publicación se hace justicia a una obra que, con el paso del tiempo, no dejará de crecer.
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ABC Toledo, 10 de junio de 2006

A BENITO DE LUCAS

Por Rafael Morales Barba

Hacía ya mucho tiempo que veníamos los lectores requiriendo un trabajo como el que finalmente llega. Pero más nos alegramos si además lo hace desde el contrastado buen hacer de Emilio Torné y la editorial Calambur, y la sabiduría con que algunas pequeñas editoriales (ya no tanto), editan primorosamente poesía desde una pureza clásica que hereda la mejor tradición española de Manuel Altolaguirre. Pocos editores serán tan cuidadosos y nos congratularán más con este viejo oficio que atesora bajo su cartoné a espléndidos artistas. Pero todavía nos alegraremos más si vemos como el actual Ayuntamiento de Talavera de la Reina, que cuida y mima a sus hijos más célebres con exquisita sensibilidad, ha echado el resto sufragando un libro desde hace mucho tiempo echado en falta. Así lo recordó el alcalde de la ilustre ciudad de la cerámica, José Francisco Rivas el día de la presentación de tan esperado poemario.

Acercarse a la Obra Completa de Joaquín Benito de Lucas es tocar a un hombre. A un poeta que no necesita padrinos, porque lo ha ganado casi todo, aunque le hayan escamoteado el Premio Nacional de Poesía. No sabemos bien el por qué de ese manifiesto agravio comparativo después de releerle en esta edición meticulosamente prologada por Pedro J. De la Peña, y encontrar poemarios tan espléndidos como Campo de espuma (1983) y Dolor a solas (1991). O Álbum de familia en la edición de 1999. No solamente. La familia y la amistad, el amor, la melancolía y la ciudad natal, siempre Talavera de la Reina, muestran por lo general a un elegíaco sorprendente cuando la herida le quema cerca y surgen revelados la orfandad y el recuerdo. Pero también la solidaridad, la ternura y el desabrimiento en K-Z campo de concentración (1970), donde alza el grito un peregrinus ubique que poco tiene que ver con el lema de Petrarca, sino con el del extranjero humillado o que así lo siente. Estamos ante un pensativo que no suele caer en lo taciturno, sino en el quejido. Pero también en la delicada exaltación del amor que en Las tentaciones (1964) avisó de esa constante muy presente en su obra. El lector tiene consiguientemente una gran diversidad de miradas que hacen a estos dos tomos de poesía una aventura honda, en efecto, pero también seductora, legible, entretenida en el mejor sentido. En efecto así es, pues entre esas páginas hay una enorme versatilidad llena de registros versales, incluidos los caligramas, pero sin hermetismos, pues Joaquín Benito siempre quiere decir y remite siempre su verso a la línea clara. Una diafanidad diferente a la de Luis Alberto de Cuenca, sino de corte metafísico, indagadora, que escarba y fluye en sucesivos oleajes para acercarnos toda una reconstrucción desde la cuna y el tránsito. Do fluir, ha titulado Andrés Trapiello a toda esa melancolía contra la que avisó un precioso grabado Alberto Durero, ahora muy presente, y con mucho talento. De esta manera su poesía va fluyendo como el río Tajo desde el amor y la amistad que siempre le acompañan en sus reflexiones de lo universal a lo local, de lo onírico a lo experiencial, de la memoria a la vanguardia en sucesivas miradas y revisiones que exceden ya los cincuenta años de poesía.

Pero quien piense estar ante el cierre de una obra estará muy equivocado. Quien haya leído La escritura indeleble (2008) se encontrará ante uno de los mejores libros de esa corriente contemporánea que en algún lugar denominé poesía de la edad. Precisamente es en el broche de estas cuidadas Obras Completas donde encontramos uno de los poemarios por los que ese galardón que aun se le resiste debería haber llegado, o hacerlo cuando escriba el siguiente (no estará lejos). Poesía penúltima espaciosa y reelaborada en los toneles de perfumes hondos que crían grandes reservas líricos que le dejan sabor, pues la vejez del poeta ha resultado ser un renacer de una hondura desconsolada, que le presta sus mejores versos. O donde eleva un patético y trágico cántico ante cuanto se esfuma y desaparece, como cantó Antonio Machado. Un álbum de familia en el que sabemos de la legitimidad y verosimilitud de su canto no impostado, serio y hecho en el taller del artista sin pacto, y que finalmente llega a nuestras manos.

http://www.abc.es/20100613/local-toledo/benito-lucas-201006131804.html

viernes, 23 de abril de 2010

Reseñas de La experiencia de la memoria, de Joaquín Benito de Lucas

ABCD las Artes y las Letras, 17 de abril de 2010

Por Luis García Jambrina

Bajo el elocuente título de
La experiencia de la memoria (Poesía 1957-2009), nos ofrece Joaquín Benito de Lucas (Talavera de la Reina, Toledo, 1934) su poesía reunida en dos volúmenes. Nos encontramos ante una trayectoria bastante homogénea y unitaria. En ella destacan unos pocos temas fundamentales (el amor, la evocación del pasado y de la infancia, los sueños...), sujetos a constantes y variadas modulaciones y unificados por un mismo tono evocador. Se trata de un universo poético animado por dos ideas básicas: la enorme importancia concedida al recuerdo y la íntima fusión de poesía y vida.

Su primer libro publicado,
Las tentaciones (1964), es el reflejo de la estancia del autor durante dos años en Damasco. Con Materia de olvido (1968) obtendrá el Premio Adonais. El elemento central es el recuerdo, la nostalgia, el intento de rescatar lo perdido y desaparecido. En 1970, publica KZ (Campo de concentración), libro desgarrador y desengañado, amargo fruto de su experiencia berlinesa en la década de los 60. Plancton (1976) nos ofrece una indagación en el subconsciente y los sueños. En Memorial del viento (1978) se repiten temas de libros anteriores, junto a otros de carácter social y hasta político.

Antinomia (1975-1981) (1983), del que en 2006 apareció una edición revisada y ampliada, es su libro más complejo y significativo; según el autor, es «una reflexión sobre el amor y el desamor, es decir, sobre el proceso amoroso que dolorosamente termina en el olvido», puesta en boca de algunos personajes de La Celestina, con toda la carga literaria y simbólica que estos arrastran y con una clara estructura dramática. Este libro cobra aún más interés si se relaciona con otro poemario suyo aparecido ese mismo año, Campo de espuma (1974-1981), ya que el tema es más o menos el mismo, aunque expuesto de manera muy diferente.

Tras
La sombra ante el espejo (1987) llega Noces d´argent (Divertimentos poéticos) (1989), un libro de caligramas dedicados a diferentes amigos y muy especialmente a su esposa. Después, vendrán Dolor a solas (1991), Invitación al viaje (1995), Álbum de familia (2000), La mirada inocente (2003), el libro de poesía infantil El reino de la niñez (2006), Los senderos abiertos (2007, aunque escrito en 1957), El haz de la memoria (2008), Canción del ánfora (2008) y La escritura indeleble (2008), que completan su universo.

http://www.abc.es/abcd/noticia.asp?id=14356&num=945&sec=32

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ABC Castilla-La Mancha, 8 de marzo de 2010

Por Ángel del Valle

Joaquín Benito de Lucas (Talavera de la Reina, 1934) acaba de presentar «La experiencia de la memoria», título que comprende su poesía desde 1957 hasta 2009. Calambur edita, el Excelentísimo Ayuntamiento patrocina y Pedro J. de la Peña prologa.
Talavera: activa, comercial, laboriosa, no peyorativamente fenicia, inquieta en su propio devenir histórico. Pero con fe, con emoción, con sensibilidad. En su matraz vierte Joaquín su palabra y la macera y se hace abanderado de su ciudad. No, no puedo enjuiciar críticamente su obra porque no tengo la preparación suficiente para ello; ni siquiera hablar de su poesía. Pero sí puedo referirme a él como talaverano.
Una obra la de Joaquín en la que hace bandera de mi mismo río, de mis mismos puentes, de idénticas calles; de la misma Fe en la Virgen de todos. En amigos comunes, más suyos que míos, sí, pero en muchos momentos compartidos y a los que retrata con las palabras que todos quisiéramos encontrar cuando lo intentamos...

Palabras que fluyen en su poesía tan musicalmente como las aguas del Tajo, de «su» Tajo, de «nuestro» Tajo. Que llevan engarzados los ruidos, los sonidos de nuestras calles a las que, como señala Abraham Madroñal, las universaliza desde sí mismas.

Joaquín viene a Talavera y se vuelca con ella y Talavera con él. Es Hijo Predilecto para premiar su predilección por su ciudad, nunca olvidada, siempre presente en el ritmo de su verso libre o en la maestría de sus metáforas esté dónde esté: en Damasco, en China, en Belén, en Berlín... Y Talavera le honra dando su nombre a instituciones y eventos. ¿Para cuándo un monumento compartido con Rafael Morales?

Pedro J. de la Peña destaca «la hipersensibilidad de Joaquín para tratar sus temas sobre la familia, su infancia, su río y su ciudad» y es esta misma sensibilidad la que abre las puertas de su corazón para entregarse a Talavera y para recibirla en una ósmosis permanente. Los Premios poéticos de los que es alma mater y el Ciclo de Poesía Actual, que tiene como marco a otra puerta siempre abierta a Talavera, la de la Galería Cerdán, son los máximos exponentes de lo anterior. Pero, asimismo, acoge en su casa a quien quiera acercarse buscando su consejo y su magisterio, con una disponibilidad intemporal.... Y, François, dulce esposa de eterna sonrisa colgada en sus labios, en sus ojos, en su alma. A tenor de esto, recuerdo que, en mayo de 1998, en estas mismas páginas de ABC, yo venía a decir a «mis Cigüeñas del Tajo» refiriéndome a Joaquín, que «al hombre que baña sus sentimientos en el ritmo propio de su palabra, se le llama poeta, el cuál no guarda nada para sí, y se lo da a los demás para hacerse, cuánto más da, más poeta».

Talavera de la Reina, hidalga, leal y noble ciudad junto al río Tajo, de cristalinas aguas (¡qué tiempos aquellos!) y doradas arenas en palabras de Cervantes, siempre ha sido llevada por Joaquín como una antorcha en su poesía y la ha cantado con su palabra húmeda de arcillas y con los latidos enamorados de su río, sin acallarla nunca, mostrando siempre en alto a su maravillosa ciudad de las redes azules. La nuestra.

http://www.abc.es/hemeroteca/historico-08-03-2010/abc/Toledo/joaquin-benito-de-lucas-obra-completa_1149088423.html

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Y una entrevista con el autor:
ABC Castilla La Mancha, Suplemento Artes y Letras, marzo de 2010

Por María José Muñoz

- En uno de sus poemas aparece su madre sentada en la cocina esperando a que usted y su hermano, entonces unos niños, vuelvan con alimentos de la vega del Tajo. ¿Su infancia le trae recuerdos tristes?
- Sí, muy tristes porque aquel fue un momento muy difícil de España, había mucha pobreza. Yo nací en el 34, he vivido la posguerra, y tenía dos años cuando mi familia salió de Talavera al ser tomada por las tropas nacionales. Mi padre era republicano, tenía una taberna donde iba toda la gente de izquierdas a comer. Se llamaba «La Lancha», porque mi padre tenía unos antecedentes de pescador.

- ¿Por eso lo de las redes azules?
- Claro, así se llama una antología mía. Y mire, todavía hace unos años, cuando me encontraba con gente mayor en Talavera, me decían: «Anda, pero si tú eres hijo de Manolo el de la lancha». Sí, mi padre pescaba en el Tajo y mi abuelo también era pescador.

- En esos recuerdos lejanos, ¿tiene conciencia de cuándo escribió su primer poema?
- Sí, mi primer poema lo escribí con unos 14 años. Creo que es el único poema que puedo recordar casi del todo: «La tarde ya muere/ y la noche tiende su pálido manto./ Los pájaros vuelan/ y ya no se oyen sus alegres cantos./ Ya todo queda en silencio/, la sierra, el campo, el mar/ y el ladrido de un mastín se oye, ¡qué lejos está!».

(El poeta pronuncia los versos emocionado, fuma un puro y de vez en cuando, tose).
- Usted ha estado en muchos países árabes, y hasta vivió en Siria, donde escribió su primer libro de poemas, «Las tentaciones». ¿Qué le llevó allí?
- He ido a muchos países árabes pero vivir, he vivido dos años en Siria y, efectivamente, mi primer libro de poemas está escrito en Damasco. Allí fui director del Centro Cultural Hispánico.

- ¿Le inspiraron aquellos años en tierras árabes?
- Sí, los temas que yo tocaba estaban relacionados con mis vivencias de entonces, con las gentes, el tema de las caravanas, problemas de tipo religioso., asuntos íntimamente ligados a mi vida en el Medio Oriente.

- Ese primer libro sale en 1964, usted tenía 30 años. ¿Es quizá un poeta tardío?
- Mi primer libro publicado es del 64 pero no es el primer libro escrito. En 1957, a los 23 años, ya tenía terminado otro libro de poemas que aparecieron en revistas de la época y del cual di lecturas públicas en el Ateneo de Madrid cuando José Hierro llevaba la tertulia poética. Ese libro, «Los senderos abiertos», se publicó en 2007, cincuenta años después. Antes, publicar era bastante difícil.

- Costaba dinero, claro.
- Yo nunca pagué dinero.

- ¿Ni en sus orígenes?
- No, nunca. Me he valido de premios, en algunos casos, y en otros me han pedido libros, o los he ofrecido yo, y me los han publicado.

- Ha recibido varios premios, el Adonáis entre ellos, por «Materia de olvido» en 1967. ¿Cuál le ha hecho más ilusión?
- El Adonáis, porque lo recibí en Berlín, cuando vivía allí.

- ¿Por qué pasó de Siria a Alemania?
- Dámaso Alonso me propuso para el lectorado en la Universidad, y me aceptaron. Estuve allí siete años.

- O sea, era usted un alumno aventajado de profesores de la talla de Dámaso Alonso.
- Aventajado, no exactamente. Había una buena relación. Además, Dámaso era poeta, yo también, y también intervino Vicente Aleixandre.

- ¿Escribió poesía en Alemania?
- En Alemania hice todo lo que no hice antes por la enfermedad pulmonar que tuve, por haber empezado a estudiar a los 16 años...todo ese tiempo perdido lo gané en Alemania. Allí hice unas oposiciones a institutos de Enseñanza Media, que gané; terminé la tesis doctoral que me dirigió Dámaso Alonso, gané el Premio Adonáis y escribí otro libro.

- ¿Allí se casó?
- Me casé en Damasco con mi esposa Françoise. Ella es francesa y nos conocimos en Madrid, en la Universidad. Cuando llegó el momento de marcharme a Damasco le dije que me iba, que se viniese conmigo y nos casábamos. Sus padres la llevaron a Marsella desde San Juan de Luz, donde ella vivía, y en Marsella cogió un barco. Yo la recibí en Beirut.

- Una escena con mucha poesía. ¿Es su esposa su musa?
- Sí, el poeta canta a muchas cosas. Aunque el poeta miente mucho. Decía un autor portugués que el poeta es un fingidor; más que mentir, fingir. Sobre mi mujer he escrito bastante. Esto, por ejemplo, que se llama «Agur Alba, buenos días alba».

Y el poeta recita este poema de 1959 que escribió al lado de la vía del tren, junto a la casa de sus suegros en San Juan de Luz:
«Buenos días amor, y te despiertas al borde mismo de la aurora, al borde del mar, de la ciudad, de los jardines que desprenden sus flores como las letras de un abecedario para escribir tu nombre cada mañana. Buenos días alba, agur amor, qué voces tiemblan si te saludo, si te beso, si me fumo un cigarro, si te pones sentada en mis rodillas y me miras mientras cruzan veloces trenes hacia París, mientras me miras, y el mar respira con su pecho enorme».

- Fue amigo de José Hierro y conoció a otro poetas como Claudio Rodríguez, Brines, Sahagún o Eladio Cabañero. ¿Quién es para usted el mejor poeta español? Si tuviera que decir sólo uno...
- ¡Yo! (risas) Es muy difícil porque cada poeta te interesa por un aspecto: unos por la riqueza del vocabulario, otros por la emoción que producen, otros por los sentimientos que ponen, otros por el valor social, como Blas de Otero.

- ¿Quizá el no decantarse se deba a que usted, además de poeta, es un estudioso de la poesía?
- Claro, sí, en efecto. Tengo 18 libros de poemas publicados y otros 18 libros de crítica. Por lo tanto, uno, cuando opina de la poesía, opina con cierto rigor no dejándose llevar por los impulsos. Poetas clásicos, para mí uno de ellos es Garcilaso, pero también está Bécquer, Machado, Juan Ramón. Rafael Morales, más moderno, le conocí mucho, éramos muy amigos.

- ¿Y de la generación del 27?
- He conocido a pocos, sólo a Vicente Aleixandre, he ido a su casa, incluso tengo cartas suyas.

- Pero los ha leído...
- Lorca es un poeta excepcional. Pasa como con Miguel Hernández, que, porque ha muerto, es conocido. No es verdad. Miguel Hernández es un gran poeta también.

- Usted ganó también el Premio «Miguel Hernández».
- Sí, fui el primer premio de la convocatoria del Ayuntamiento de Orihuela en el 76.

- El último premio que ha recibido es el «Ricardo Molina» de la ciudad de Córdoba ¿Qué se siente al seguir recibiendo premios después de toda una vida de poeta?
- Mucha satisfacción, pero ya no me presento a premios porque.¿sabe lo que ocurre? Llega una edad en que hay que dejar que los jóvenes se presenten a los premios y que los ganen porque publicar siempre es difícil.

- ¿Sigue usted a la nueva generación de poetas?
- Sí, claro. Tengo muchos amigos como Pedro Antonio González Moreno, que es un poeta manchego de Ciudad Real. Conozco a Jesús Maroto, de Toledo, nos escribimos... Y en Talavera, Miguel Ángel Curiel, que está ahora en Italia con una beca. Nuestra tierra da buenos poetas.

- En la vida que ahora usted lleva, ¿qué le puede inspirar?
- Ahora en este momento, nada, porque estoy haciendo un trabajo (se levanta y lo muestra) sobre Poesía y Religiosidad en la Edad Media Castellana. Es mi tesis doctoral, que hice en 1964 y se publicó parcialmente hace años. Ahora estoy aligerándola de cientifismo, de muchos datos, muchas citas, para que sea una lectura amable al lector y no sólo un trabajo de investigación que interesa a los profesores y a la Universidad, pero no al gran público.

- O sea, en usted se cumple lo que decía Picasso: cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando.
- Sí, pero desde que he empezado a hacer esto, no he vuelto a escribir ningún poema y tengo algunos sin publicar todavía. Estoy metido hasta las cejas en esto.

- ¿Tiene un horario establecido de trabajo?
- Sí, yo suelo trabajar por las mañanas. Me levanto a las ocho, desayuno y comienzo a trabajar. Paro a la hora de comer y ya ni siquiera me echo la siesta para seguir trabajando hasta las ocho de la tarde. Es la revisión de textos medievales desde el Cantar del Mio Cid hasta los poetas del siglo XV.

- ¿Y qué le interesa de ellos?
- Veo sus obras y hablo, por ejemplo, de su actitud ante la Virgen María, el tema mariano, que se va dando en numerosos poetas pero de distintas formas. Por ejemplo, distingo la forma con que Berceo trata el tema mariano en sus Milagros sobre Nuestra Señora, o cómo lo trata el Arcipreste de Hita en su libro. Y luego veo hasta qué punto corresponden esos milagros a las creencias del pueblo. Espero que la tesis salga en otoño.

- Y ha presentado sus Obras Completas en Talavera. ¿Cuándo lo hará en Madrid?
- Se ha retrasado para el día 8 de abril. Será en el Ateneo de Madrid.

- Ha sido usted un estudioso de la poesía de José García Nieto.
- Él ya estaba muy enfermo cuando le dieron el Premio Cervantes, y no podía escribir. Entonces Cela, que era su padrino, me pidió que hiciera el discurso y lo leyera como si lo hubiera escrito él.

- Uno de los versos de su «Escritura endeble» dice: Más sin embargo escribo porque creo que hundir las manos en lo que fue herida tiene olor a manzanas de la infancia. ¿Recuerda en este momento a qué se refería exactamente?
- Sí, es la evocación de mi infancia. Yo, si ahora me pongo a escribir un poema, mi cabeza se vuelca hacia unos años y los veo como si estuviera ojeando un álbum de fotografías. Y cuando me pongo a escribir noto que la infancia mía vuelve a resurgir como viva. Yo me encuentro siendo niño en Talavera. Decía Hierro que mi poesía, para entenderla bien, había que pensar en la pureza; es verdad, pureza, inocencia.todo nuevo, los olores, los sabores, como esas manzanas.En «El reino de la niñez» tengo un poema, «Templo de inocencia», que dice: «Mis ojos niños miran el mundo como un templo de inocencia». Es esa visión, yo me estoy viendo como era, me reconozco perfectamente, y entonces no cuento lo que pienso yo sino lo que pensaba por entonces. Y ahí surge esa inocencia, esa indefensión del niño ante el mundo;el niño está vendido a todo, perdido siempre. Esa es una de las fuentes de inspiración que más he utilizado en mi poesía.

- ¿Su estado anímico ahora es más de recuerdo de una época que fue o mira usted al futuro de alguna forma?
- Cuando escribo sí pienso en el pasado, pero cuando vivo soy una persona normal, tengo proyectos, viajo muchísimo. Acabo de venir hace poco de Marruecos, un poco antes estuve en Tánger presentando «Álbum de familia», que lo han traducido al árabe y me invitó el Instituto Cervantes.

- ¿Está sano nuestro idioma?
- Sí, mucho, el castellano es muy poderoso, a pesar de los mensajes que ahora se mandan los jóvenes por los teléfonos móviles que pueden perjudicar y de hecho perjudican luego a la expresión normal de los chicos a la hora de hablar y de escribir. Y es una pena porque el lenguaje tiene una expresividad enorme y si se sabe utilizar con talento, con experiencia y con mucha lectura, se puede uno expresar maravillosamente.

- ¿Ha sido feliz en su vida, ha cumplido sus sueños, sigue anhelando algo?
- A veces lo que hago es compadecerme de mí mismo, de cuando era niño, pero no siempre con dolor sino a veces con alegría porque fue una época dorada de alguna manera, aunque estaba rodeado de muchas tristezas. Creo que he aprendido a conocerme a través de mi poesía, y eso me da una enorme satisfacción.

- ¿Y se gusta a sí mismo?
- Me soporto, que ya es bastante.