Especímenes tipográficos españoles. Catalogación y estudio de las muestras de letras impresas hasta el año 1833, de Albert Corbeto
Guillermo Gómez Sánchez-Ferrer
Cuadernos de Aleph, número 4, 2012
Breve historia de las letras españolas
Hace ahora apenas unos días que la prensa española celebraba la
llegada a las librerías de la Península del ensayo de humor Es mi tipo.
Un libro sobre fuentes tipográficas del periodista británico Simon
Garfield como fruto de una tradición puramente inglesa, cristalizada en
diversos estudios sobre historia de la imprenta, en contraposición con
«el profundo analfabetismo tipográfico de nuestro país». Sin embargo,
los aficionados a los estudios bibliográficos sabrán que el año pasado
Albert Corbeto, historiador del arte vinculado profesionalmente a la
Real Academia de Buenas Letras de Barcelona dedicado al estudio de la
imprenta y la tipografía españolas, publicaba en la editorial Calambur
su estudio Especímenes tipográficos españoles, que poco tiene que
envidiar al libro de Garfield. Quien se adentre en las páginas del
volumen publicado dentro de la colección Biblioteca Litterae, consagrada
en exclusiva a estudios relacionados con la historia del libro, se
encontrará con el mundo de la imprenta manual y el comercio que detrás
de ella existió tanto de tipos –promocionados en hojas sueltas con las
nuevas muestras de letras– como de otros materiales relacionados con el
oficio del editor-impresor.
Es de justicia señalar que ha sido
larga la ausencia por parte de los estudiosos –bibliógrafos e
historiadores– a la hora de atender a la industria tipográfica, objeto
igualmente interesante para la literatura, pues con tipos se componen
los textos que se dan a las prensas, y para la historia del arte, pues
el diseño de las letrerías y su composición en el taller de imprenta
responden también a una intención estética. Además, si hasta principios
del siglo XX esta disciplina no tuvo la suerte de contar con un estudio
de conjunto, a partir de la aparición delos Printing types. Their
history, forms and use (Harvard University Press, 1922) del tipógrafo
estadounidense Daniel B. Updike poco más se ha avanzado en el
conocimiento de los juegos de letras diseñados por artesanos españoles.
Llenando ese hueco que hasta ahora teníamos en la historia de la
imprenta, Albert Corbeto ha escrito una breve historia de las letras
españolas –literalmente– a partir de las muestras impresas que se han
podido recuperar desde finales del siglo XVII, cuando los primeros
abridores de punzones se propusieron crear un mercado interno en la
Península que permitiese el autoabastecimiento, hasta 1833, año del
último pliego de letras conservado antes de la muerte de Fernando VII y
testimonio de las postrimerías de la impresión de textos de manera
tradicional.
La historia de la etapa dorada de la tipografía
española que aquí se traza es el reflejo más familiar de una realidad
sociopolítica más amplia, es la intrahistoria del mercado del libro
durante algo más de siglo y medio en el que las prensas españolas
conocieron desde el teatro de Calderón de la Barca hasta los primeros
artículos de Mariano José de Larra recogidos en los periódicos de
principios del XIX.
El curioso lego disfrutará con la lectura de
los Especímenes tipográficos, a poco que se arme de paciencia para no
desistir ante un discurso demasiado histórico, cuando descubra que las
fuentes de letra que suele utilizaren su ordenador nacieron hace varios
siglos de la mano de orfebres como Garamond –curiosamente llamado igual
que el tipo de letra que aparece en su procesador de texto–, Ganjon, Le
Bé, Guyot, Haultin o van denKeere o cuando descubra que lo que hoy la
informática mide en puntos, se medía antes en grados de nombres tan
sonoros como Glosilla, Breviario, Lectura, Atanasia, Texto, Parangona o
Peticanon.
Al filólogo y al historiador, sin embargo, le
interesará más saber que las vicisitudes de los impresores y tipógrafos
siempre estuvieron ligadas al favor de los gobernantes y que el fracaso
continuado de la industria española en el diseño de tipos desde el
primer intento de Pedro Dises, allá por los últimos años del siglo XVII,
no ha tenido mejor suerte más tarde a pesar de que las inversiones
ocasionales nos hayan dejado joyas como la edición hecha por Joaquín
Ibarra de La conjuración de Catalina de Cayo Salustio (el Salustio)
impresa con los tipos diseñados por Antonio Espinosa de los Monteros,
probablemente el punzonista más importante de nuestro país, que mereció
ser considerada como «la gran obra maestra de la imprenta española»
(38). Tal y como explica Corbeto en las páginas de la introducción del
libro, tras un rebrote por el interés tipográfico que tiene su cumbre en
la segunda mitad del siglo XVIII, el estado atiende a la formación de
punzonistas conforme a su situación económica y la cultura de los
dirigentes que ven en ello alternativamente un gasto o una inversión que
redunde en beneficio de la propia Imprenta Real, institución que a la
postre imprimía buen número de textos estatales. Y todo ello a pesar de
que en España es donde tenemos uno de los primeros muestrarios de letras
de imprenta, mucho anterior a los especímenes específicamente creados
para la venta de material de los que nos habla Corbeto, que es el Arte
subtilissima por la cual se enseña a escribir perfectamente de Juan de
Icíar (Zaragoza, Pedro Bernuz, 1550); y todo ello a pesar de que en
España tenemos uno de los primeros tratados de composición dedicado a
los impresores, la Institución y origen del arte de la imprenta de
Alonso Víctor de Paredes (c. 1680).
A través del estudio de la
venta de letrerías y del diseño de nuevas caligrafías Albert Corbeto nos
está dando el envés de la sociedad difundida en letras de molde en su
realidad más comercial, con brevísimas excursiones hacia los impresores
que durante más de siglo y medio proveyeron de lectura a los aficionados
a la literatura. No deja de ser significativo, desde un punto de vista
sociológico y literario, saber que la magna edición del Quijote que
preparó Joaquín Ibarra (Madrid, 1780) para la Real Academia Española vio
la luz en todo su esplendor gracias a la nueva fundición de la
tipografía de Jerónimo Gil que se guardaban en la Real Biblioteca. Del
mismo modo, los interesados en la prensa del siglo XVIII no pasarán por
alto el hecho de que tanto el Mercurio como la Gaceta tuvieron desde el
principio algún tipo de privilegio real que ayudara a hacer realidad
esos periódicos, salvando así «el alto coste de los juegos de matrices y
la dificultad que para un impresor particular suponía su importación de
los centro productores europeos» (45), y que no tardó el Estado en
comprar ambas publicaciones junto con los correspondientes materiales
utilizados por Miguel José Daoiz y Francisco Miguel Goyenche,
respectivamente, provocando con ello que durante el último tercio del
siglo XVIII la Imprenta Real se convirtiese en la Imprenta de la Gaceta.
Aún
más les interesará saber a los conocedores de la literatura y la
cultura (pre)romántica que «a principios del siglo XIX el público lector
ya no requería tan solo libros sino también otro materiales de
información práctica, como periódicos, catálogos comerciales, carteles,
anuncios, etcétera. Los nuevos impresos que demandaban las sociedades
surgidas de la revolución industrial estimularon las fundiciones
tipográficas»(60). Los incipientes lectores de artículos políticos, de
leyendas o de cuadros de costumbres se acercaron a la literatura de
manera masiva y por primera vez desde la doble experiencia estética que
implica tanto el contenido del libro como su presentación en página,
asociada a los avances técnicos y la facilidad de difusión –de textos e
imágenes– que ello supuso. Los diseñadores de tipos en esta época, como
lo demuestran las Muestras de los caracteres de la fundición de J. B.
Clement-Sturme (1831), no debían de ser ajenos a la presencia de ese
público lector cada vez más abundante y cada vez menos cultivado que
accedía ahora a la letra impresa. Es muy probable que esta sea la razón
de que quienes se dedican al diseño de nuevos tipos aboguen por unas
letrerías de grado mayor que la omnipresente Lectura de épocas pasadas y
por diseños de fantasía antes inexistentes.
El mérito de Corbeto
en este libro es doble: no solo ha sido capaz de plantearnos el
panorama de una de las realidades culturales más ocultas de la historia
del libro sino que además ha descrito y clasificado, tras una breve nota
metodológica (en el segundo apartado de la monografía), todas las
muestras de tipos conservadas en las secciones tercera y cuarta del
libro. En estos capítulos ofrece reproducciones parciales de setenta y
dos de esos pliegos comerciales minuciosamente analizados en las partes
anteriores, lo que convierte los Especímenes tipográficos españoles en
una obra de consulta para todos los investigadores que se sirvan de las
bondades de la bibliografía material a la hora de trabajar con el fondo
antiguo y estudiar la difusión y recepción de los textos compuestos
durante la época de la imprenta manual.
El libro termina con un
índice de punzonistas, fundidores e impresores y un registro de la
localización de los ejemplares mencionados en el trabajo que facilitan
el trabajo a quienes sigan esta línea de investigación que ha despertado
muy recientemente la atención de estudiosos y tipógrafos de la era
digital de manera paralela. No cabe duda de que la obra de Corbeto fija
la dirección que habrán de seguir los estudios tipográficos y da los
primeros pasos hacia una mejor comprensión del mercado del libro español
anterior a 1833.
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viernes, 25 de enero de 2013
miércoles, 23 de marzo de 2011
Reseña de Especímenes tipográficos españoles, de Albert Corbeto, en La Vanguardia

La Vanguardia, 23 de marzo de 2011
Una historia de la letra en España
Por Aitor Quiney
El término specimen, proveniente del mundo anglosajón, designa los libros u hojas sueltas con muestras de tipos de imprenta que publicaban principalmente los grabadores, fundidores e impresores, para publicitar, a modo de catálogo, el contenido de sus fondos tipográficos. El estudio de las muestras, para construir la historia de la tipografía y su relación con los libros, tuvo gran repercusión fuera de nuestras fronteras, sobre todo a partir del estudio del impresor de Boston Daniel B. Updike, impreso en dos volúmenes con el título Printing types (1922). Este libro despertó el interés por las muestras de letras y se convirtió en la primera guía para bibliófilos, impresores y aficionados a este material. El primer espécimen libro que se conoce y cita Updike es el Index sive specimen characterum (1567), del impresor flamemnco Cristóbal Plantino, que se conserva en el museo Plantin-Moretus de Amberes. Una hoja de muestras del impresor Ratdolt con fecha de 1486 es el único ejemplar incunable conocido.
Hasta ahora, la creencia entre los investigadores era que los primeros especímenes españoles, o al menos, la muestra más antigua, pertenecía a inicios del siglo XVIII, mérito que se atribuía a la del impresor valenciano Antonio Bordazar, impresa con el título Caracteres de España en 1732. Pero Albert Corbeto (Barcelona, 1971) en Especímenes tipográficos españoles, demuestra la existencia de otros ejemplares anteriores, como las hojas que, con fecha de 1684, muestran los caracteres impresos a partir de los punzones grabados por el francés Pedro Dises, establecido esos años en la Corte.
Al margen de estos ejemplos es de suponer que la producción de especímenes debió de ser bastante mayor en esta época y anteriores, aunque debido a su carácter efímero muchos de ellos no se conservan. El estudio de Corbeto, pionero en nuestro país, exhuma los muestrarios del XVIII, los identifica y localiza, hasta llegar al año 1833, además de ofrecernos 72 láminas de los diferentes muestrarios. Sobresalen los especímenes de la época del Carlos III, en cuyo reinado la imprenta vivió su máximo esplendor con los grabadores Pradell, Gil y Espinosa, y en particular de los impresores Ibarra, Sancha, Cano o Monfort. Un estudio llamado a ser referencia para futuras investigaciones en el ámbito de la tipografía española.

lunes, 7 de marzo de 2011
Reseña de Especímenes tipográficos españoles, de Albert Corbeto

Alhora d’establir una impremta des de la seva invenció i fins a finals del segle XIX, no només calia disposar de la maquinaria i les diverses matèries primeres. L’impressor també havia de proveir-se dels tipus mòbils per a cada un dels jocs de caràcters en les seves diferents mides.
La disponibilitat d’aquests jocs de caràcters era, amb diferència, una de les principals despeses a les que havia de fer front l’impressor. La manca d’obradors especialitzats en la preparació dels motlles per a la confecció dels tipus, una tasca especialment complexa, feia que sovint calgués importar-los de l’estranger. Les diverses polítiques de restricció d’importacions existents així com l’elevat cost feia que la disponibilitat de tipus a les impremtes fos molt baixa, especialment dels tipus de més qualitat.
Tot això feia que els impressors tinguessin molt d’interès en donar a conèixer als seus clients quins tipus disposaven i ho feien mitjançant la impressió de fulls de mostra o de catàlegs complets de mostres. Es tractava d’una autèntica propaganda on cada impressor anunciava els diferents tipus de lletra i mides que disposava per a la impressió de fulls i permetia als clients preparar la comanda. Fins i tot alguns dels catàlegs que es conserven ens han arribat incomplets, ja que alguns fulls van ser arrencats per tal d’indicar exactament quin tipus s’havia d’utilitzar en una impressió. Fins i tot en algunes d’aquests comandes el client demanava a l’impressor que, un cop rebuda, li fes el favor de tornar el full de mostra per tal de reincorporar-lo dins del catàleg. En alguns dels catàlegs, però, hi havia una indicació on es sol·licitava expressament als clients que no calia arrencar els fulls…
Un dels moments en que aquests catàlegs van tenir una major difusió va ser durant la segona meitat del segle XVIII, quan la reactivació de les impremtes va anar unida a la cada vegada major disponibilitat de tallers amb capacitat de facilitar més varietat de tipus, feia encara més necessària la preparació d’aquests catàlegs.
Ara bé, es tracta d’uns catàlegs d’una difusió limitada i d’una vida efímera, el que ha fet que ens hagin arribat un nombre molt petit i fragmentari d’exemplars. A això cal sumar-hi l’interès que molts bibliòfils tenen en aquesta mena de documents. A principis del segle XX molts d’aquests documents van anar a les col·leccions de bibliòfils d’altres estats fent que actualment formin part de les col·leccions de moltes biblioteques d’arreu del món.
En aquest llibre es presenta, en primer lloc, un estudi històric sobre la disponibilitat de jocs a les impremtes de l’estat espanyol i dels diversos intents per a poder establir fàbriques amb capacitat de poder produir localment nous tipus i evitar la necessitat d’importar-los d’altres països. En l’àmbit català hi ha dos destacats tallers: el d’Eudald Pradell, un jove armer de Ripoll que va veure a finals del segle XVIII l’oportunitat d’aprofitar els seus coneixements per fabricar de tipus d’impremta i que va acabar establint-se a Madrid, i el taller existent al convent de Sant Josep de Barcelona. A València, un anys després, hi ha el taller de Manuel Peleguer. El període analitzat arriba fins l’any 1833, l’any en que la Impremta Reial de Madrid va publicar el seu darrer catàleg de tipus.
La segona part del llibre és la catalogació de totes les mostres conegudes de tipus impreses a l’estat espanyol fins l’any 1833. Aquesta catalogació, que recull un total 80 documents indicant on es troben dipositats, les seves característiques i les referències bibliogràfiques que en parlen. Finalment, hi ha 72 làmines amb les portades i alguns exemples destacats d’aquests 80 documents catalogats.
Aquest llibre ens presenta un estudi d’un aspecte molt important dels primers segles de la impremta que, fins ara, no havia merescut una excessiva atenció tot i la importància que va tenir en el desenvolupament de les activitats de les primeres impremtes.
Títol: «Especímenes tipográficos españoles. Catalogación y estudio de las muestras de letras impresas hasta el año 1833»
Autor: Albert Corbeto
Editorial Calambur, col·lecció Biblioteca Litterae, 23
Primera edició, novembre del 2010
188 pàgines
ISBN 978−84−8350−160−4
Preu: 20,00 €
Editorial Calambur, col·lecció Biblioteca Litterae, 23
Primera edició, novembre del 2010
188 pàgines
ISBN 978−84−8350−160−4
Preu: 20,00 €
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Traducción al castellano:
A la hora de fundar una imprenta, desde su invención y hasta finales del siglo XIX, no sólo hacía falta disponer de la maquinaria y las diversas materias primas. El impresor también debía proveerse de los tipos móviles para cada uno de los juegos de caracteres en sus diferentes medidas.
La adquisición de estos juegos de caracteres era, con diferencia, uno de los principales gastos a los que tenía que hacer frente el impresor. La carencia de artesanos especializados en la preparación de los moldes para la confección de los tipos, una tarea especialmente compleja, hacía que a menudo hiciera falta importarlos del extranjero. Las diferentes políticas de restricción de importaciones existentes y el elevado coste hacía que la disponiblidad de tipos en las imprentas fuera muy baja, especialmente de los tipos de mayor calidad.
Todo eso hacía que los impresores tuvieran mucho interés en dar a conocer a sus clientes de qué tipos disponían y lo hacían mediante la impresión de hojas de muestra o catálogos completos de muestras. Se trataba de una auténtica propaganda donde cada impresor anunciaba los diferentes tipos de letra y medidas de los que disponía para la impresión de hojas y permitía a los clientes preparar el pedido. Incluso hay algunos de los catálogos que se conservan que nos han llegado incompletos, ya que algunas hojas fueron arrancadas para indicar exactamente qué tipo se debía utilizar en una impresión. Incluso en algunos de estos encargos el cliente pedía al impresor que, una vez recibido, le hiciera el favor de tomar la hoja de muestra para reincorporarla dentro del catálogo. En algunos catálogos, sin embargo, había una indicación donde se solicitaba expresamente a los clientes que no hacía falta arrancar las hojas…
Uno de los momentos en los que estos catálogos tuvieron una mayor difusión fue durante la segunda mitad del siglo XVIII, cuando la reactivación de las imprentas, unida a la cada vez mayor disponibilidad de talleres con capacidad de facilitar más variedad de tipos, hizo todavía más necesaria la preparación de estos catálogos.
Ahora bien, se trata de unos catálogos de una difusión limitada y de una vida efímera, lo que ha hecho que nos haya llegado un número muy pequeño y fragmentario de ejemplares. A eso hay que sumarle el interés que muchos bibliófilos tienen en este tipo de documentos. A principios del siglo XX muchos de estos documentos fueron a parar a las colecciones de bibliófilos de otros estados, haciendo que actualmente forman parte de las colecciones de muchas bibliotecas de todo el mundo.
En este libro se presenta, en primer lugar, un estudio histórico sobre la disponibilidad de juegos en las imprentas del Estado español y de los diversos intentos para poder establecer fábricas con capacidad de poder producir localmente nuevos tipos y evitar la necesidad de importarlos de otros países. En el ámbito catalán hay dos destacados talleres: el de Eudald Pradell, un joven armero de Ripoll que vio a finales del siglo XVIII la oportunidad de aprovechar sus conocimientos para fabricar tipos de imprenta y que se acabó estableciendo en Madrid, y el taller existente en el convento de Sant Josep de Barcelona. El período analizado llega hasta el año 1833, el año en que la Imprenta Real de Madrid publicó su último catálogo de tipos.
La segunda parte del libro es la catalogación de todas las muestras conocidas de tipos impresos en el Estado español hasta el año 1833. Esta catalogación, que recoge un total de 80 documentos, indica dónde se encuentran depositados, sus características y las referencias bibliográficas de las que hablan. Finalmente hay 72 láminas con las portadas y algunos ejemplos destacados de estos 80 documentos catalogados.
Este libro nos presenta un estudio de un aspecto muy importante de los primeros siglos de la imprenta que, hasta ahora no había merecido una excesiva atención a pesar de la importancia que tuvo en el desarrollo de las actividades de las primeras imprentas.
martes, 18 de enero de 2011
Reseña de Especímenes tipográficos españoles, de Albert Corbeto

No podíamos despedir el 2010 con una mejor noticia. Acaba de publicarse por la Editorial Calambur el libro de Albert Corbeto, Especímenes tipográficos españoles. Catalogación y estudio de las muestras de letras impresas hasta el año 1833.
Todos aquellos que nos interesamos por la historia de la tipografía en España, siempre nos habíamos quejado de la escasez de bibliografía acerca de uno de los productos fundamentales de la imprenta y que son imprescindibles para su estudio como son los muestrarios de letras.
Aparte de los propios catálogos, toda la documentación disponible acerca de encargos, transacciones comerciales, etc que podían conformar el contexto ideal para conocer mejor el desarrollo de la creación tipográfica en España estaba diseminada en amplios legajos de diferentes archivos del Estado. Y lo que puede parecer una obra de amplia utilidad pero de difícil concreción ha visto la luz gracias a la convencida apuesta de Emilio Torné y su editorial y al fenomenal trabajo del historiador Albert Corbeto.
Albert Corbeto es historiador del arte y realiza su actividad profesional en la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona al mismo tiempo que prepara su tesis doctoral sobre la historia de la imprenta en España. Su interés por la imprenta se ha visto reflejado en sendos estudios sobre la tipografía española del siglo XVIII tanto en su vertiente económica como creativa y en la que ha investigado además la aportación de los grandes calígrafos al desarrollo de una tipografía propia del país.
En definitiva, se trata de una obra fundamental tanto para aquellos que tienen interes en conocer los tipos comercializados en España hasta mediados del siglo XIX desde un punto de vista gráfico como para los que la utilizarán como material de consulta para futuras investigaciones. Podemos afirmar con rotundidad que habrá un antes y un después en la articulación de la historia de la tipografía española marcado por la aparición de este libro.
A continuación os transcribimos su texto de presentación:
“Las muestras de letras de imprenta han sido siempre un material de circulación limitada y restringido básicamente a un ámbito profesional. Se trata de aquellos impresos, libros u hojas sueltas, que contienen ejemplos de los caracteres que un grabador o fundidor, o un impresor, anuncian en vistas a una transacción comercial determinada. A finales del siglo XIX, los precursores en el estudio de la historia de los caracteres de imprenta consideraron la utilidad que las muestras de letras podían tener en el conocimiento del material tipográfico y de la imprenta en general y, al mismo tiempo, iniciaron la tendencia coleccionista que permitió preservar muchos de los ejemplares que se conservan en la actualidad. La relevancia concedida a estos impresos supuso una influencia decisiva en los métodos de las nuevas generaciones de investigadores y estimuló la aparición de numerosas aportaciones posteriores que facilitaron la localización y reproducción de muchas de las muestras y, gracias a ello, un más profundo conocimiento del origen y circulación de los diversos diseños de letras.
Este impulso no se vio reflejado en los estudios históricos del libro español y hasta ahora no se había realizado ningún esfuerzo por estudiar y catalogar de forma sistemática los especímenes tipográficos impresos en España. El trabajo que aquí se presenta subsana esta carencia y ofrece un panorama de la producción y comercio de tipos en el período de la imprenta manual, a la vez que proporciona una útil herramienta de trabajo para que futuras investigaciones puedan continuar con la reconstrucción de la todavía desconocida historia de la tipografía española.”
martes, 4 de enero de 2011
Novedad Biblioteca Litterae: Especímenes tipográficos españoles

Albert Corbeto
Especímenes tipográficos españoles
Catalogación y estudio de las muestras de letras impresas hasta el año 1833
Biblioteca Litterae, 23. 2010
ISBN: 9788483591604
192 págs. PVP: 20 €
Las muestras de letras de imprenta han sido siempre un material de circulación limitada y restringido básicamente a un ámbito profesional. Se trata de aquellos impresos, libros u hojas sueltas, que contienen ejemplos de los caracteres que un grabador o fundidor, o un impresor, anuncian en vistas a una transacción comercial determinada. A finales del siglo xix, los precursores en el estudio de la historia de los caracteres de imprenta consideraron la utilidad que las muestras de letras podían tener en el conocimiento del material tipográfico y de la imprenta en general y, al mismo tiempo, iniciaron la tendencia coleccionista que permitió preservar muchos de los ejemplares que se conservan en la actualidad. La relevancia concedida a estos impresos supuso una influencia decisiva en los métodos de las nuevas generaciones de investigadores y estimuló la aparición de numerosas aportaciones posteriores que facilitaron la localización y reproducción de muchas de las muestras y, gracias a ello, un más profundo conocimiento del origen y circulación de los diversos diseños de letras.
Este impulso no se vio reflejado en los estudios históricos del libro español y hasta ahora no se había realizado ningún esfuerzo por estudiar y catalogar de forma sistemática los especímenes tipográficos impresos en España. El trabajo que aquí se presenta subsana esta carencia y ofrece un panorama de la producción y comercio de tipos en el período de la imprenta manual, a la vez que proporciona una útil herramienta de trabajo para que futuras investigaciones puedan continuar con la reconstrucción de la todavía desconocida historia de la tipografía española.
Albert Corbeto es historiador del arte y realiza su actividad profesional en la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona. Actualmente prepara su tesis doctoral en la Universidad Autónoma de Barcelona sobre la historia de la imprenta en España. Ha publicado diversos trabajos sobre el comercio de tipos de imprenta y la trayectoria de los abridores de punzones españoles activos durante la segunda mitad del siglo XVIII, así como también sobre el papel de las mujeres en el ámbito de la imprenta.
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