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jueves, 7 de enero de 2016

Reseña: El héroe que fue al infierno y escuchó que cantaban allí su epopeya, por Xaverio Ballester. Liburna, 8, noviembre 2015

Safiatou Amadou y José Manuel Pedrosa, El héroe que fue al infierno y escuchó que cantaban allí su epopeya, Calambur Narrativa, Madrid 2014, 263 pp.

Con estos, como reza el subtítulo de la obra, Cantos épicos del pueblo djerma de Níger siguen Pedrosa y sus colaboradores obsequiándonos un variado panorama de las tradiciones artísticas verbales de todo el orbe. Impresiona, en este caso, constatar la realidad ―que por desgracia ya no vitalidad― de esta preliteratura con su casta de rapsodas que tan solo acompañados de su moolo o tricorde lira se dedican todavía hoy a cantar las hazañas de los jefes tribales y a entretener y deleitar al público en general con el ingenio de sus acordes, dicción, gesto, inventiva y memoria. Impresiona constatar los paralelismos que los autores llegan a establecer, por ejemplo, entre algunas de estas epopeyas y no pocos pormenores ―ahí es nada― de la Odisea del vate Homero. Constatar impresiona asimismo que verbigracia en remotos condados célticos de las húmedas Islas Británicas puedan escucharse en realidad variantes del mismo tradicional cuento que encontramos en la árida Níger a propósito del origen de los jasarey u homeros de este pueblo radicado fundamentalmente en Níger y conocido también bajo los etnónimos de zarma, zerma y otros. Se sabe que los cuentos viajan tanto como los chistes ―otra sui generis tradición oral― y las azafatas, pero sólo en época reciente hemos comenzado a preguntarnos más concretamente cómo. Dentro de la general disciplina de lo que algunos especialistas llaman ya Paleoetnología y consistente en la reconstrucción de los orígenes de las diversas tradiciones etnográficas, inquieta la posibilidad de certificar que muchas de esas tradiciones, bajo variantes más o menos próximas pero aún reconocibles y documentadas a veces por los cinco continentes, hayan salido en realidad de un arcón ancestralísimo y que con el éxodo desde África del hombre anatómicamente moderno o sapiens sapiens en el Paleolítico Superior pudieran haberse extendido por todo nuestro planeta. Si así fue[ra], el folclore de África ―mayormente aún vivo, pero que urge recoger y estudiar antes de que definitivamente se contamine o desaparezca― está destinado a conformar una de las más decisivas respuestas a ese desafío que actualmente afrontamos de identificar aquel tan ancestral fondo común ―detectable sobre todo en los pequeños y singulares detalles― de nuestros cuentos y leyendas o, mejor, oyendas. Enhorabuena a los autores, a ella y él, por esta obra magnífica en lo ético y en lo estético, en lo histórico y en lo literario, enhorabuena por su coraje, gusto y sabiduría.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Novedad: El héroe que fue al infierno y escuchó que cantaban allí su epopeya. Cantos épicos del pueblo djerma de Níger

El héroe que fue al infierno y escuchó que cantaban allí su epopeya
Cantos épicos del pueblo djerma de Níger

Traducción, edición y estudio de Safiatou Amadou y José Manuel Pedrosa
Calambur Narrativa, 56. 2014. 268 p. 14 x 22,5 cm.

ISBN 978-84-8359-349-3
PVP: 20 €

Este libro no canta (porque las letras son mudas y los lectores sordos), pero sí cuenta, algunas de las hazañas de cuatro de los notables más recordados por la memoria oral del pueblo djerma del sur de Níger: el tirano Da Monzón, que poseía un amuleto hecho con una cabeza de perro que sembraba la muerte por donde pasaba; los colosales y desdichados guerreros Bákari Dia (quien persiguió a un ejército de genios hasta las profundidades de un río y nunca regresó) y Gorba Dikko (muerto durante días, erguido sobre un caballo también muerto, en la inmensidad de la sabana, puesto que el infierno no fue capaz de derrotarlo); y Samba Soga, el músico que hechizaba a los muy pocos que tenían la fortuna de escucharlo, y que robó su joven esposa a un viejo rey de piel de cocodrilo. Quiere trasvasar este volumen, a la letra impresa y a una lengua muy distinta de la suya, el arte inmemorial de los jasarey, la casta de siervos músicos que, mientras tañían sus mooley de tres cuerdas, cantaban las hazañas, las alabanzas y las genealogías de sus señores. Legando al mundo el tesoro de una literatura oral y de un mundo tradicional que se apagan, puesto que solo sigue cantando hoy el último anciano jasare que guarda la memoria de estas asombrosas epopeyas, grandiosas Ilíadas injertadas dentro de coloreadas Odiseas.

Safiatou Amadou es doctora en Filología Hispánica, profesora y traductora de español en París.
José Manuel Pedrosa es profesor de Literatura Comparada en la Universidad de Alcalá.




viernes, 13 de abril de 2012

Presentación de La bruja del mar y otros cuentos de los hojalateros escoceses




Presentación de 
La bruja del mar y otros cuentos de los hojalateros escoceses

de Duncan Williamson
Traducción y edición de Javier Cardeña Contreras


Presentación
José Manuel Pedrosa y Javier Cardeña Contreras

Lectura
Margarita Sánchez (Dramaturga y actriz)

Jueves, 19 de abril de 2012, a las 20,00 h.

Librería TRES ROSAS AMARILLAS
c/ San Vicente Ferrer, 34, 28004 Madrid

domingo, 12 de abril de 2009

Reseña de "Antropologías del miedo"

La editorial Calambur estrena su colección de ensayo con Antropologías del miedo. Vampiros, sacamantecas, locos, enterrados vivos y otras pesadillas de la razón, una edición llevada a cabo por Gerardo Fernández Juárez y José Manuel Pedrosa, quienes, aparte de colaborar con investigaciones propias, coordinan ocho estudios más que componen este volumen cuyo objetivo principal es ponerle cara al miedo en sus diversos tiempos y espacios. Junto a ellos, Elena del Río Parra, Josep M. Comelles, Francisco M. Gil García, Alvar Jones Sánchez, Antonio Reigosa, Luis Díaz Viana, José Joaquim Dias Marques, Luisa Abad y Daniel García Sáiz.
El miedo, o lo que es lo mismo, el sentimiento humano más oscuro y primitivo, o lo que es lo mismo, motor y retroceso de la sociedad, recorre el territorio peninsular y sudamericano así como sus diversos siglos en función de desvelar qué motivos (en ocasiones familiares, en otros políticos e incluso espirituales) llevan al hombre a elegir el terror, la alarma, el pánico, como el mejor método de defensa del que puede disponer.
«Porque siempre será muchísimo mejor que te intente devorar un ogro del tipo de Polifemo, enorme, monstruoso, vociferante, escandalosamente llamativo y reconocible, que no que te devore o te vampirice sin previo aviso algún vecino, cuando menos te lo esperes», la sociedad tira de teratofobia (miedo a los seres deformes) y otras distancias para crearse un imaginario propio donde lo distinto, el otro, es peligroso y lo común nunca puede hacer daño. Aunque en ocasiones los protagonistas a temer son seres sobrenaturales que desempeñan una función catártica, casi ritual, en ambientes familiares o domésticos como los numerosos monstruos que habitan la Galicia rural o el famoso Anchanchu del Atilplano aymara de Bolivia (sombra que gobierna a sus víctimas bajo amenaza de posesión y cuyo mal se combate en la famosa pachamama), lo cierto es que los temores infundados en muchos de los estudios que conforman el libro proceden del rechazo a culturas distintas que gradualmente se van asentando en otras sociedades; es el caso de las investigaciones dedicadas al robo de órganos en las tiendas de chinos en Portugal o al hipotético asentamiento de gitanos en Toledo, investigaciones orientadas a indagar cómo se crea una leyenda urbana, basada en la exageración, en la acumulación masiva de horrores inverosímiles y, sobre todo, en una defensa inconsciente del espacio propio que vienen a perturbar los otros.
De ahí a cometer una injusticia concreta contra cierto grupo o persona sólo hay un paso. Abrumadores son los datos y cifras de “locos” encarcelados gratuitamente y con razones no exactamente científicas que ofrece Joseph M. Comelles en "La sombra del miedo: locura, violencia y cultura en la Cataluña moderna". De ahí a la creación de prejuicios contra otra clase social, o lo que es lo mismo, la eterna pelea entre ricos y pobres, hay otro paso: léase la leyenda urbana en la que un médico de Sevilla roba sangre a los pobres para facilitársela a su hijo enfermo. De ahí a la histeria colectiva y al placer de inventar por inventar, es cuestión de segundos: platos chinos aderezados con semen para adolescentes ingenuas, cortes brutales en las comisuras de la boca para las niñas que van solas por la calle, sacamantecas que ansían la piel de los niños díscolos que no hacen caso a sus mamás… El miedo, muchas veces, es el mejor aliado y el último recurso que encuentran los adultos a la hora de educar a sus hijos.
Una última dimensión, milenaria, de claro cariz psicológico pero con referente real, es la que intenta encumbrar en el miedo de miedos a la siguiente obsesión humana: el pánico a ser enterrado vivo. Con escrupulosa exhaustividad Elena del Río Parra nos convence de cómo en un tiempo todavía no muy lejano ser enterrado vivo no era una opción tan impensable. Plagas de peste con sus consiguientes enterramientos masivos, catalepsias, embarazadas recién muertas cuyo feto aún respiraba vida o momentáneos (que no definitivos) paros del corazón, fueron lacras contra las que los certificados de defunción y la medicina todavía no estaban preparados. La consecuencia: unos ojos que se abren dentro de un ataúd, una lucha desesperada por salir del féretro y una certeza final de que se va a morir dos veces. El mito: el nacimiento de los comesudarios. Todo amante de la literatura que se precie recuerda una de las escenas finales de Luces de bohemia donde Basilio Soulinake intenta demostrar en el velatorio de Max Estrella que el protagonista no está muerto sino cataléptico, que de no hacerle caso se va a caer en el error de enterrar vivo al mayor poeta de España; lo que uno siempre creyó esperpento, deformación, se descubre con este estudio como una realidad que, como mínimo, iguala a la ficción.
El miedo nos ha perseguido y perseguirá hasta los restos. Es defensa y ataque, prejuicio y razón. Lo único que importa es su origen y la agonía del que espera la fatalidad. Al fin y al cabo, «el peligro es algo que está por llegar del todo».
Fernando Sánchez Calvo (La tormenta en un vaso. Un buen libro cada día. http://latormentaenunvaso.blogspot.com/2009/01/antropologias-del-miedo-vampiros.html)