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martes, 10 de noviembre de 2009

Reseña: "La casa roja ", de Juan Carlos Mestre

Carmen Busmayor
Diario de León, 5 de noviembre de 2009

LA CASA DE MESTRE
El hijo del hacedor de panecillos villafranquino y de la hija del sastre don Leonardo hace escasas fechas nos ha dado un alegrón que viene de atrás. Pues en realidad el primer gozo fue la salida a la calle en el 2008 bajo el sello de la editorial Calambur de ese poemario en el que los jilgueros conversan de tú a tú con el sastre de las mariposas, La casa roja, que es una casa sin desgastar, como sucede con sus ruedas de molino, a diferencia de las viejas ruedas; que es una casa que cura el insomnio con sus imaginativos huéspedes; que es la casa de todos los atraídos por los signos que predican la belleza, incluso en las horas grises, esas horas en las que las fogatas de la ilusión se han apagado y hay que aguardar nuevos fuegos; una casa con celosías de alambre y abedul y fuentes de aguas curativas.

Ese ha sido el primer gozo, luego, no hace mucho, vino el premio, el Premio Nacional de Poesía 2009 a dicho libro de versos, que es otro gozo que fija la luz en los balcones de tan singular casa incluso durante la noche. Y ahí está Mestre, Juan Carlos, el hijo del hacedor de panecillos y de la hija del sastre don Leonardo, con toda la sencillez del mundo hablando a los medios de comunicación de la estatura roja de esta casa que acoge los labios de la lluvia con amabilidad y planta sueños en las esquinas de la sombra que proyectan los baúles claveteados, con sus ventanas al aire y a una herrería de brillos, de donde parten numerosas marchas de ángeles en bicicleta.

Es una lástima que el bueno del maestro Antonio Pereira no esté entre nosotros para darle un apretón. Pero seguro que en los "pastizales" del cielo convocó una festiva asamblea a la que asistieron el estupendo de Ramón Carnicer, Gilberto Ursinos, Ramón González Alegre, Norberto Berberide con sus gigantes y cabezudos, puede que Enrique Gil y Carrasco, acodado en tantos siglos y nieblas, y hasta, muy contento, o demo de Paraxís.

Todo debido a esta Casa que da al mundo y su misterio.

miércoles, 3 de junio de 2009

Noticia: Todo Cremer en 1500 páginas

Diario de León | 03/06/2009

En diez días se publicará Los signos de la sangre, dos tomos con su poesía completa

La poesía completa de Victoriano Crémer aparecerá en unos diez días con el título de Los signos de la sangre (editorial Calambur), dos tomos con unas 1500 páginas en total que ha preparado el centenario autor junto al catedrático de Literatura y crítico del Diario de León José Enrique Martínez.
Así lo ha anunció ayer Emilio Torné, director literario de Calambur y que anoche intervino en un ciclo literario de la Fundación Pereira dedicado al mundo editorial, con la conferencia Editar poesía o ¿para qué poetas en tiempos de penuria? Este enunciado no es pesimista, sino todo lo contrario, ha explicado Torné, ya que «se trata de una pregunta retórica cuya conclusión es que los poetas son más necesarios ahora que nunca y los editores también». Para Torné, editar poesía no es una veta de lucro: «La edición en general no lo es y, dentro de ella, la poética menos, de modo que los editores de poesía tenemos algo de raro y de apasionado». A su juicio, la crisis económica influye menos en el ámbito poético que en otros «porque existe un público muy fiel, aunque minoritario». Calambur tiene en sus colecciones abundantes autores leoneses, entre ellos Carmen Busmayor, Antonio Pereira, Marifé Santiago y Juan Carlos Mestre. «La cosecha poética y literaria de León desde la Guerra Civil para acá es impresionante, y en el caso de Calambur, la amistad con Juan Carlos Mestre, amigo intermediador, nos ha llevado a territorios nuevos y personas que son un privilegio, como el propio Pereira», señaló Torne. El editor explicó que «Tenemos un reto. El mundo está cambiando y necesitamos adaptarnos, pero no debemos ser un gremio quejumbroso, sino imaginativo».

http://www.diariodeleon.es/noticias/noticia.asp?pkid=457454

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Diario de León | 02/06/2009

El editor de Meteoros, de Antonio Pereira, habla en León de poesía en tiempos de crisis

La fundación del poeta villafranquino organiza la charla de Emilio Torné.

El Director literario de la Editorial Calambur, Emilio Torné, da hoy una conferencia en la que hablará acerca de editar poesía. Su charla, incluida dentro de los encuentros literarios de la Fundación Pereira, lleva por título ¿Para qué los poetas en tiempos de penuria? La editorial Calambur ha editado las poesías completas de Antonio Pereira, Meteoros, y está a punto de lanzar al mercado la recopilación de la lírica de Victoriano Crémer Los signos de la sangre.
La Fundación Antonio Pereira se creó el 9 de mayo del año pasado con el fin de gestionar los amplios fondos que ya donara el escritor villafranquino Antonio Pereira a la universidad leonesa, así como para encabezar y organizar actividades culturales, encuentros literarios y una correcta divulgación y estudio de la obra del autor de La divisa en la torre. La colección, donada en abril del 2007, incluye diversas ediciones de todos sus libros.

http://www.diariodeleon.es/noticias/noticia.asp?pkid=457247

viernes, 17 de abril de 2009

Reseña: "Historias de la fatal ocasión", de Carmen Busmayor


Finalista del Premio Internacional de Poesía Antonio González de Lama, encontramos un poemario maduro, sin altibajos, con un estilo perfectamente delimitado y reconocible. versos largos engarzados con gran dominio técnico.

El Ideal Gallego, 5-3-2009

lunes, 9 de marzo de 2009

Reseña: Historias de la fatal ocasión, de Carmen Busmayor, en Diario de León

1 de febrero de 2009
Diario de León, “Filandón”
En 1989 publicó José Luis Gallero una Antología de poetas suicidas; y en 1993, la revista Hora de poesía dedicaba un número triple a “Poetas suicidas”. Es indudable que la muerte voluntaria nos lleva morbosamente a lanzar una mirada hacia lo que fueron sus vidas, reflejadas acaso en sus escritos. Yo mismo, llevado por ese “interés malsano por personas o cosas, o atracción hacia acontecimientos desagradables” que, según el diccionario académico, es el morbo, publiqué hace años en “Filandón” una página doble dedicada a alos poetas suicidas y, poco después, otra referida al poeta suicida de Villafranca, Gilberto Ursinos. Ahora, Carmen Busmayor –reciente ganadora del González de Lama de poesía– nos presenta una visión poética y una lectura particular de aquellas vidas y aquellas muertes. Antonio Colinas ha introducido el poemario con gran acierto, señalando sus aspectos principales: unidad temática y de visión, la muerte como tema central del libro, estilo fluido, creación de una atmósfera envolvente, interpretación lírica de esas vidas voluntariamente aniquiladas, significado trascendente (“el sentido último del vivir”) y actitud de la poeta (“Lucidez y templanza”).
“Mis labios son su memoria”, escribe la poeta. En toda muerte queda figurada nuestra vida. La poeta interioriza las muertes de los poetas suicidas, no de los suicidas en general, sino de estos ilustres por los textos que nos legaron más que por su biografía, en muchos casos nada relevante si no fuera por esa decisión última sobre su vida. La poeta Carmen Busmayor reabre ese punto cerrrado del instante fatal en que una decisión íntima y última se cumple. Cuando la identificación entre la poeta y el personaje suicida es mayor, la palabra poética fluye con calidez y configura poemas como “Vendrá la muerte”, uno de los mejores del poemario.
“Al borde de la cicatriz”: la inminencia de la muerte está presente en nestos poemas de Busmayor, el momento en que la decilsión fatal ya ha sido tomada, ese instante fronterizo entre el vivir y el morir. Es el instante de más íntima y desolada soledad. Porque junto a la muerte, el otro tema de esta poesía es la soledad del suicida. Cuando leemos poema tras poema es como si reuniéramos nombre y muertos en una gran comunidad de poetas que, sin embargo, no se conocieron entre sí y que vivieron en soledad total la decisión sobre sus propias vidas individuales.
El poemario de Carmen Busmayor es un signo de homenaje poético a unos seres cuya herencia disfrutamos. En cierto modo, la palabra de la poeta viene a suplantar las palabras no dichas, las que mutiló el silencio de la muerte voluntaria. Lo decisivo, al fin, es que tras la interpretación lírica de la poeta de hoy acudamos a los textos de los poetas cuyo gesto final aún nos sigue perturbando.
JOSÉ ENRIQUE MARTÍNEZ
Diario de León, 22 de febrero de 2009
Carmen Busmayor
Carmen nació en el Bierzo más fronterizo, que es el del valle del Valcarce, apenas a unos metros de Galicia. Bajo el monte Capeloso, ayuntamiento de Barjas. Bierzo verde, remoto; uno de los más hermosos. Allí escuchó el viento y el río, el monte y los árboles. Luego esas músicas naturales, unidas a la palabra de los padres, de otras personas, de las lecturas más tarde, de la curiosidad y de vivir en otros lugares, fueron tejiendo su identidad. De la que surgió una revelación en algún lejano día de la adolescencia: Carmen era poeta. Ser poeta es algo que viene dado, que nadie puede ser si no lo es desde la raíz. Enigmas del arte; lo mismo sucede con los músicos, los pintores que tienen mirada propia. Carmen era poeta, empezó su vida civil, se licenció en filología, se abocó al oficio de ser profesora de literatura en la enseñanza secundaria.
Vivió en Fabero, daba clase allí. Fue cuando muchos supimos de ella. Hará unos 30 años. Una chica emprendedora, que salía en los periódicos, que escribía, entusiasta. Recuerdo animosas entrevistas en la prensa. Una chica de Fabero que era poeta. Luego se me borró su senda, para reaparecer en León. Con sus libros nuevos, con su apellido topónimo, con su voz trazando ya vuelos más personales.
Me empezó a mandar sus libros; cada uno diferente del anterior, pero todos en una misma línea. De autenticidad y búsqueda. Carmen es la búsqueda, eso se nota enseguida. Yo he ido conociendo sus veredas, sus descubrimientos, sus poemas exóticos, su bello canto a la marginación y al dolor. Libros de versos muy unitarios y líricos. Y no debo olvidar su excelente y documentado ensayo sobre Antonio Pereira ni su trabajo sobre el alzhéimer. Pero faltaba un escalón por cubrir. Crucial. Un salto difícil y venturoso, lúcido y de plena madurez. El paso que solo el talento confiere. La precisión nueva y antigua, la llegada adonde uno quería llegar. Secreta, intensamente.
Carmen ha llegado a ser Carmen Busmayor. Ha alcanzado ese lugar del escritor donde la voz fluye. Donde se armoniza la memoria, la imaginación y el uso personal y artístico del idioma. Su nuevo libro, Historias de la fatal ocasión, publicado hace semanas en la prestigiosa editorial Calambur, es espléndido. Es un poemario breve, esencial, intenso. Tocado por el vértigo y la compasión, el respeto y la hondura. Un sabio y libre homenaje a cuarenta y un escritores suicidas. Carmen Busmayor, poeta, ha caminado con belleza y melancolía por la más humana flor del frío. Y del tiempo.
CÉSAR GAVELA