miércoles, 2 de julio de 2014

Noticia: Entrevista a José Antonio Zambrano en Ricks Magazine

"Ahora me muevo más en la realidad de las palabras"
Por José M. Sánchez Moro
Ricks Magazine, 13/06/2014


José Antonio Zambrano nace en 1946 en Fuente del Maestre (Badajoz). Poeta de una dilatada trayectoria que se inicia en 1980 con la aparición de Canciones y otros recuerdos, acaba de publicar en la Calambur, la editorial del último premio de la crítica, Lo que dejó la lluvia. Charlamos con él sobre su último libro y sobre su obra poética en general.

P- Acaba de aparecer Lo que dejó la lluvia, en la editorial Calambur. Fue la editorial que publicó al último premio de la crítica. ¿A qué público, con tal o cual nivel de refinamiento, va destinada la literatura de José Antonio Zambrano?
JA-Efectivamente, el último premio de la crítica fue para el poeta Antonio Hernández por su libro Nueva York después de muerto, publicado por Calambur.
Respecto a la pregunta que me hace, considero que la poesía, si merece la pena, termina por ser de todos. No cabe distinción.

P-Carlos Barral se pasaba dos meses con un papelillo arrugado en el bolsillo de su chaqueta en el que tenía escrito cuatro versos a los que daba vueltas continuamente. Aramburu confiesa que es escritor durante todo el día, sin tener por ello que estar sentado escribiendo. ¿Por qué se caracterizan los procesos creativos de Zambrano?
JA-Desde que supe que Fray Luis de León decía que siempre estaba en sazón de recibir, me apunté a este dicho. Ocurre, no obstante, que la señora –como decía Brines-, cuando no quiere entrar no pasa. Y cuando pasa, siempre es producto de ese verso que aparece sin saber, al que agarro con todas mis fuerzas para que no se vaya y no se olvide. Luego, todo es una constancia en torno a ese verso que unas veces acaba bien y otras no.

P-En la evolución poética de José Antonio Zambrano se distinguen varias etapas. La primera está cercana a la poesía popular. Soleares y otras composiciones similares. ¿Cómo ve tras más de treinta años después a Canciones y otros recuerdos?
JA-No pertenece mi poesía popular a una primera etapa, sino que me sigo moviendo por ella como se puede observar en mi libro aparecido en Luna de Poniente, en 2013, titulado Tonás de los espejos.
Canciones y otros recuerdos, que apareció en Universitas en 1980, sigue manteniendo mis preferencias por esos recursos discursivos que tanto fijan mis atenciones por la forma concisa y directa de mantener el verso. Siempre será un poemario de referencia para mí.

P- A este libro le sigue, en 1982, Sonetos, donde Zambrano comienza a reflexionar sobre la misma creación lírica. Este tema, la metaliteratura, ha ocupado a Zambrano en muchos otros libros: Como una presunción, Después de la noche…
JA-En efecto, ese concepto de metaliteratura o metapoesía, fijó hace tiempo mi atención como indagación sobre la poesía y que utilicé desde la reflexión metapoética. Todavía me muevo en esos escondrijos.

P- ¿Diferencia etapas en su evolución estilística?
JA-Después de tanto tiempo es normal que se vayan sucediendo etapas. Las lecturas, siempre hay que leer, el acercamiento a otras poéticas, y la necesidad de la palabra necesaria para el verso me siguen manteniendo. Ángel González me enseñó a quitar lo que no sirve. Aunque el único valor del poema es que sea bueno.

P- De un lenguaje algo barroco de sintaxis fragmentada a uno más directo, claro y preciso…
JA-Son cosas de la edad. Ahora me muevo más en la realidad de las palabras.

P- En su último poemario, aparece un prólogo de Ramón Pérez Parejo, profesor de la Universidad de Extremadura. ¿Hasta qué punto cree necesaria la labor orientativa y técnica del prologuista en los libros de poesía?
JA-Evidentemente, el poema es una ventana abierta que a cada uno le ofrece una versión. Debe ser así. Pero si de alguna manera, la persona elegida para el prólogo, que no suele ser cualquiera, logra aproximar su lectura, que siempre será orientativa, como dice, cabe la posibilidad de un mayor entendimiento. Otra cosa sería, leer el poemario antes que el prólogo y así convencernos si tiene razón. De cualquier manera, con prólogo o sin prólogo, si los poemas no tienen la altura que me exijo, habré decapitado cinco años de existencia. Los mismos que me ha llevado la escritura de Lo que dejó la lluvia.



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