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viernes, 10 de julio de 2015

Noticia: Entrevista a Cecilia Quílez, en ABC

Cecilia Quílez: «No me interesa ganar premios, te exigen que vendas tu alma»

MANUEL DE LA FUENTEA

BC_CULTURA / MADRIDDía 05/06/2015 - 22.51hLa poeta está al frente de un impactante proyecto poético-cinematográfico, «La memoria salina». Nos sumergimos en él

 

DAVID GARCÍA TORRADO
Cecilia Quílez con los amantes que más la satisfacen: los libros

Escribía desde niña, pero empezó a publicar siendo ya madre y con casi cuarenta años. Pero, ya saben, más vale tarde que nunca. Apuntemos los nombres de esta mujer y poetisa y los de sus libros editados: La posada del dragón (Huerga y Fierro); Un mal ácido (Torremozas 2006); El cuarto día (Calambur Editorial 2008); y Vísteme de largo (Calambur Editorial 2010). Cualquiera merece que se bucee en él, pero la niña de sus ojos ahora es Memoriasalina, un poema-cinematográfico verdaderamente hermoso y sugerente, con piezas conmovedoras como La hija del capitán Nemo (también editado por Calambur, 2014).

-¿La llamo Cecilia o La Hija del Capitán Nemo?

-Cecilia como mi bisabuela, sí. Luego llámeme como quiera, pero sin faltar y si es para algo bueno.

-Es usted un poco atrevida, va por la vida de sirena, y en estos vídeos se la ve como tal, y realmente sugerente, además, aunque suene un poco machista.

-Con los años una pierde el pudor, es cierto aunque se avivan otros en la conciencia que nada tienen que ver con la desnudez física. Sobre todo al pudor ajeno. El concepto machista como tal me provoca eso mismo. Por otro lado, en la Historia del Arte se ha mostrado el desnudo como algo vinculante a la belleza, a la incitación de los sentidos para comprender la obra y el mundo que hemos ido creando. Creo que hay ejemplos más que suficientes pero le diré que en mi caso, esas escenas acuáticas que aparecen tanto en el tráiler de La hija del Capitán Nemo como en el de mi último trabajo La memoria salina se incluyeron intencionadamente para atestiguar el mensaje poético, osea, la virtud que entiendo debe constatarse en cualquier texto lírico como lo verdadero, aunque no esté escrito y genere lo indecible.

-¿La poesía es un canto de sirenas?

-Me conformo con pensar que sólo los que logren llegar a sus orillas se habrán salvado al menos de no caer en otros abismos, tal y como Homero describía en esa llamada poniendo a prueba la fortaleza de Ulises. Luego no se trata de taparse los oidos, sino dejarse tentar por el mensaje que hace de la poesía un llamamiento a la reflexión interior que facilite o haga al menos más ponderable el ser y estar

-Hábleme de su padre, el legendario Capitán Nemo.

-Hay una cierta similitud entre este padre literario y el real. Los dos, a su manera, acaban aislándose de una sociedad ajena a la civilización tal y como ellos la entienden, desencantados y recluídos en un ejercicio de misantropía voluntaria donde sólo encuentran la complacencia en los libros y la música. Nemo redujo su cosmos a un submarino donde no faltaba nada. Ahí es donde reside el espíritu de ambos, su concepción sobre lo superfluo. Mi padre, tras muchos años de enseñanza de maestro en diferentes partes del mundo, decide recluirse en una aldea de la provincia de Málaga donde impartiría sus últimas clases. Allí sigue ya jubilado. De esos años me quedan sus charlas sobre literatura y música, su pasión por el campo y la ornitología y las jornadas de pesca submarina junto a él y mi hermano mayor. En La hija del Capitán Nemo subyace cierto reconocimieto sobre esas enseñanzas y el desencanto nada velado de la madurez tras una vivencia personal dolorosa. -

-Y hábleme, claro, de su abuelo, Julio Verne.

-Cuando era pequeña me regalaron el primer libro que leí de él, La isla misteriosa y que formaba parte de una colección de Bruguera con ilustraciones a color. Quise saber más de ese personaje que decide acabar sus días bajo la isla Lincoln y un libro, ya sabe, lleva a otro libro. Entrar en las novelas de Julio Verne era como viajar con acompañantes con una personalidad ejemplar y muy gratificante para alguien que busca más allá de historias convencionales.

-Me parece que a usted no le gusta mucho sentirse dentro de un grupo.

-Respeto todo tipo de grupos, menos los que intentan inducir en la libertad de creación a favor de un sólo maestro y excluyen con poco o nulo criterio a cualquiera que no baile el mismo zapateado que ellos. No dudo que a los más jóvenes les conviene relacionarse entre ellos para no sentirse solitarios en este oficio, pero llega un momento en el cual deben sentirse seguros de lo que quieren y arriesgar por sí solos en su escritura, sin que sea necesario la aprobación de nadie. A mí me pilló fuera de juego todo esto, pues como sabe, empecé a publicar casi con 40 años, una hija pequeña, un trabajo a jornada partida y pocas horas de sueño. En los circuitos de estos grupos ya se sabe, o no estás o pierdes hasta el nombre.

-Así no se hará rica, no le darán premios.

-No le voy a negar que un reconocimiento lo quiera cualquiera, pero hasta ahora he preferido pensar que los premios no lo dan todo y sí la escritura como aliciente enriquecedor de los estados del alma. Hay premios, eso sí, que exigen que la vendas, así que prefiero ser pobre y seguir publicando si me dejan. Otra cuestión es vivir de las lecturas que genera la poesía, pero ese es otro asunto que ahora mismo no da más de sí en España donde la cultura se ha desvalorizado hasta tal punto que sólo interesa para salir guapa con otros guapos en las fotos ministeriales.

-Yo creo que la poesía española de hoy es muy buena. Incluso creo que las mujeres son algo extraordinario. ¿Es así?

-Cree bien usted. Y no sólo hoy. Tenemos un gran número de autoras que han marcado un antes y un después en nuestra historia literaria y generacional. Actualmente, ellas publican mucho más que antes, no sé si porque hay más poetas mujeres que hombres poetas. Gran parte de la culpa de este fenómeno se debe al compromiso de pequeñas editoriales que apuestan por estas voces nuevas. Como socia de una de ellas (Tigres de Papel) hacemos todo lo posible por facilitar ese reconocimiento y el alcance a los lectores posibles con la edición en todos los formatos de cualquier título tanto de autoras jóvenes como las que tienen una trayectoria consolidada como Beatriz Russo, Yaiza Martínez, Laura Giordani, Idoia Arbillaga, Elvira Daudet, Ana Ares Rebeca del Casal, Andrea Aguirre. Por nuestra parte, creo que ese cometido lo vamos cumpliendo y nos llena de orgullo poder honrar un vacío demasiado doloroso hasta ahora.

-O sea que en esto, lo de la paridad, como en casi todo, es una auténtica sandez.

-Bueno, entiendo que esa valoración es muy extricta en su propio significado, ciertamente, y como tal ya le digo que no soy una persona de extremos. Pero con ello, se logró poner de manifiesto una falta de equidad -en algunos casos demasiado flagrante- porque hasta que no se ven las cifras en la pizarra donde anotamos nuestros progresos sociales e intelectuales parece que aquí nadie se daba por aludido. Por lo demás, las universidades dan fe de que hay mayor número de mujeres con títulos que hombres. Pues qué quiere que le diga...

-Acabemos volviendo a esa maravilla llamada La memoria salina.

-Es un proyecto que surge sobre la necesidad de recuperar textos que hablan sobre la infancia y el recuerdo de ésta en la cercanía del Mediterráneo. El resultado final es una recreación o lectura poética cinematografiada como la denomina el propio Martín Sampedro donde prosa y poesía interactúan con imágenes acuáticas y otras escenas relacionadas con el universo submarino acompañadas de música y audio de voz en off y en directo. Estoy muy satisfecha con este trabajo donde han participado artistas de la talla como Martin con la dirección y rodaje de más escenas , Salomon Zu con la música y el poeta Alejandro Céspedes. Artistas, ya digo, que pertenecen a la selecta nómina de creadores españoles que aún tienen mucho que decir con una forma radicalmente distinta. Ya hemos hecho algunas proyecciones en varias ciudades y la acogida ha sido estupenda. Quedan otras ya confirmadas y espero que siga en el futuro al mismo ritmo.

Ver entrevista completa en ABC


jueves, 7 de mayo de 2015

Noticia: Entrevista a José Manuel Lucía Megías por Los últimos días de Trotski, en ABC

Entrevista a José Manuel Lucía Megías con motivo de la publicación de Los últimos días de Trotski, un poemario “subyugante y originalísimo” al entorno de la figura de León Trotski. (ABC, 11 de abril de 2015)

El cervantista, filólogo y poeta publica «Los últimos días de Trotski», un libro subyugante y originalísim


José Manuel Lucía, poeta y filólogo, Vicedecano de la Facultad de Filología de la Complutense, y uno de los cervantistas más reputados del planeta, aún tiene tiempo de trazar de madrugada versos conmovedores y subyugantes. Como los que recoge en su nuevo libro, «Los últimos días de Trotski» (Ed. Calambur), un poemario sorpendente en el que dibuja un perfil humano y sufriente del que fuera mariscal de mariscales del Ejército Rojo y víctima entre las víctimas del terror de Stalin.

- Con todos los personajes que existen en la Historia, ha elegido versificar la vida de Trotski. Es usted un valiente.

- No crea, siento más bien que él me ha elegido a mí. Y no es presunción por mi parte. Comencé a escribir sobre él y al hacerlo me di cuenta de lo poco que sabía de Trostki, de cómo me habían servido hasta el momento los brochazos de su mito, los datos aislados y poco enhebrados de su biografía mal conocida y peor explicada. Y comencé a leer sobre él. De una manera desordenada, de una manera casi suicida, con la pasión de quien está detrás de algo. Y detrás estaba León Davídovich, el hombre, con sus sombras, sus miserias y sus grandezas diarias. Y entonces no pude dejar de escribir. Lo que iba a ser un poema ha terminado siendo un libro de poesía. En algún momento de la escritura me sentí más copista que autor. Pero ese es otro cantar, que tiene que ver mucho con la fascinación de un personaje como Trotski.

- ¿Fue una revelación del tipo San Pablo camino de Damasco?

- Más que una revelación fue un camino. Comenzó una mañana en México, en su casa en la calle Ávila de Coyoacán. Mientras que el guía explicaba cómo había sido asesinado en su despacho, yo me dije: «Tengo que escribir sobre este despacho, sobre el tiempo detenido en el despacho de Trotski…». Allí, encima de la mesa están sus libros, sus notas, sus citas apuntadas en el calendario, las plumas, el dactilógrafo, el busto de Lenin, sus libros… ahí estaba él, segundos antes de recibir el golpe cobarde del piolet. Y a los meses recordé aquella sensación y escribí un primer poema (el último del libro, por cierto)… y entonces comencé a darme cuenta que no era suficiente, que tenía que saber más y más… Como un buen líder, Trotski no da respuestas: te hace plantearte las preguntas adecuadas.

- Leyendo su libro, Trotski parece un héroe griego, castigado por los dioses de la represión estalinista.

- Algo de eso hay, de un héroe griego que lo ha tenido todo, incluso la soberbia de no darse cuenta de su propia caída. Trotski lo tuvo todo, estuvo al lado de Lenin y su mano era capaz de mover el destino del Ejército Rojo. Era brillante. Nadie quedaba indiferente ante su palabra, ante sus arengas. Pero fue un mal estratega en un tiempo de estrategias complejas. Pensó que en la industrial Alemania estaba el campo propicio para la revolución proletaria, y terminó triunfando en el territorio más feudal de toda Europa, Rusia. Creyó que iba a ser el sucesor de Lenin y nunca valoró en su justa medida la sombra asesina de Stalin. Y lo pagó caro. Bien caro: se quedó sin revolución, sin tierra, y sin visado. Como «planeta sin vida» fue conocido en su tiempo. ¿Qué más se quiere para construir un mito? Una muerte… pero a eso ya llegaremos.

- ¿Stalin es como Zeus, pero en chungo?

- Sin Stalin, el mito de Trotski nunca se hubiera consolidado. Stalin necesitaba acabar con Trotski pues él representaba lo que la revolución comunista hubiera podido ser, lo que podría ser de no haber existido Stalin, el gris de Stalin. Y lo borró de la historia de Rusia como lo hizo de las fotografías en que aparecía junto a Lenin en los momentos previos de la Revolución. Trostki, como tantos otros héroes de la Revolución Rusa del 14, fue declarado Enemigo del Pueblo. Y a pesar de los años, a pesar de todo lo que hoy sabemos, el nombre de Trotski todavía no es pronunciado por los líderes de la antigua URSS. La sombra de Stalin sigue siendo muy alargada.

- Este Zeus, además le echó del Olimpo, en el exilio Trotski parecía Prometeo, una y otra vez subiendo la montaña de la Revolución.

- Un Prometeo con muchos rincones y esquinas. Un Prometeo con varias caras y muchas soledades. La Revolución Permanente, la Cuarta Internacional fueron sus instrumentos de lucha, de resistencia. Pero cada vez más solo. Y de nuevo la soberbia. El enfrentamiento con los compañeros europeos que no admitían su intransigencia, que temían más la sombra de Stalin y su sistema represor que los sueños revolucionarios de Trotski; la soledad que le iba alejando de todos y que no encontraba un espacio donde vivir. Turquía le termina echando, Francia le admite pero con la condición de su silencio; Noruega termina por considerarlo una persona peligrosa y convierte su casa en una cárcel… Cada vez que Trotski habla, las alarmas de la política europea se ponen en funcionamiento. Pero ni Francia ni Noruega pueden estar muy contentas de su comportamiento en los años previos a la Segunda Guerra Mundial, al poder que le dieron a Hitler, que se hizo fuerte en la debilidad de las potencias aliadas. ¿Quién iba a querer a Trostki cerca, a un Trotski que era conciencia viva de su época?

- A Trotski hoy le llamarían populista y antisistema…

- Y quizás lo era… o quizás hemos perdido el valor de las palabras. Pues claro que Trotski era populista, es decir, alguien “relativo o perteneciente al pueblo”. Y claro que era antisistema, contra ese sistema absurdo que permitió que se considerara una elección democrática la subida de Hitler al poder, de los acuerdos entre Hitler y Stalin (la mayor traición a cualquier sueño revolucionario proletario). Y hoy en día se hace necesario reivindicar ser del pueblo e ir contra los sistemas.

- Además, este libro es la historia de un gran amor, el del líder del Ejército Rojo por Natalia.

- Trotski sin Stalin no hubiera podido construir su leyenda, su mito. Trotski sin Natalia no hubiera podido vivir, sobrevivir. Ella lo era todo para él porque era su sombra, era su amanecer, era su sustento porque ella creía en él, creía en su obra, en su misión… y en esa creencia ella fundó su vida y sacó fuerzas para ir viendo morir a todos sus hijos por seguir la estela del padre. Aquí sí que se puede hablar de una heroína, una verdadera superviviente.

- Pero muchas veces parece un amor a lo Neruda, «me gustas cuando callas porque estás como ausente…».

- Ella tenía claro que era la sombra de Trotski, esa sombra que parece transparente, pero que se sabe, y es, tan necesaria… Sin ese apoyo, ese apoyo en el exilio, en el encierro, en el frío de las casas que habitaron y el de un corazón como el de Trostki hecho para amarse a sí mismo, a su misión en el mundo, sin Natalia, Trotski quizás se hubiera quebrado antes de tiempo.

- ¿Y qué pinta en todo esto Frida Kahlo?

- Frida era vida, la vida exuberante, la que hace volver a brotar la energía en las venas agotadas por el esfuerzo. Frida era lo prohibido y, por tanto, lo deseado: la mujer de Diego Ribera, la persona que había intercedido con el presidente mexicano Cárdenas para hacer realidad su exilio en Coyoacán; era quien había abierto las puertas y las ventanas de la Casa Azul. Pero Frida era también la coleccionista de amantes… ¿y cómo dejar escapar una pieza tan suculenta como uno de los padres de la Revolución Rusa? «All my love» se decían cuando se despedían, como adolescentes, como el adolescente que nunca fue Trotski.

- ¿No será que Trotski era un poquito machista?

- Quizás era una persona deseosa de amar… y de ser amado. Y a veces el amor de siempre se necesita cambiar por un amor de lejos… Pero al final, Trotski fue abandonado. Por Frida (que confiesa a una amiga que nunca tenga a un viejo de amante), por Natalia, que se siente traicionada. Y son muy interesantes las cartas que Trotski le envía a Natalia para que vuelva a su lado, y que solo desde hace unos años se conocen. Primero comienza con la lamentación y la culpa; luego sigue con el deseo sexual describiendo escenas que uno nunca pensaría que pudiera tener como protagonista a ese anciano detrás de sus gafas redondas; y termina por atacar en la parte que a Natalia le convence para volver con él: sin Natalia, sin su Natalia no es capaz de escribir.

- También era un tipo al que admiraban muchos intelectuales, como unos cuantos surrealistas, como Breton, quizá uno de los primeros en adivinar lo que era el terror estalinista, Kolimá y el Gulag.

- Una admiración de un mundo que se pensaba que estaba por construirse, que era posible soñar en revoluciones que devolvieran la esperanza a la Humanidad. Sueños convertidos en pesadillas. Trotski y Breton llegaron a escribir un «Manifiesto por un arte independiente revolucionario», en el que luego Diego Ribera estampó su firma. «La independencia del arte –por la revolución. La revolución –por la liberación definitiva del arte”. ¡Qué actuales siguen siendo todavía estos presupuestos, qué necesarios estos manifiestos!

- ¿Al escribir un libro de estas características hay que guardar las distancias o hay que meterse hasta las últimas consecuencias en las tripas del personaje?

- No sé cómo hay que escribir un libro así porque nunca tuve intención e hacerlo. Nació de lecturas y de una escritura desordenada, caótica que, con el tiempo, fue llenándose de luz y de orden. Lo que sí que tuve claro a medida que iba escribiendo es que se imponía la primera persona: una personalidad tan arrolladora como la de Trotski no se deja escribir desde la distancia de un narrador… solo unos pocos versos se han mantenido en la barrera del observador. El resto se han llenado de barro, de vida, de una vida que yo he imaginado. Esa vida de papel, de sueños en la que vivió el propio Trotski y que le reprocharon muchos de sus amigos y familiares.

- ¿Fue Trotski un poeta frustrado?

- Como revolucionario que fue, como soñador de un nuevo mundo, como defensor del «claro y brillante futuro de la Humanidad» Trotski fue un poeta. Quizás no escribiera en verso, pero lo cierto es que la construcción de su vida es un buen poema épico. Que acaba con un último gesto grandioso, que le afianza como mito: el grito, el revolverse contra su asesino que ha dudado una décima de segundo antes de asesinarle. Ese grito, el famoso grito de Trotski, sin duda, es uno de los versos más desgarradores que nunca se hayan escrito.

- ¿Han cambiado sus intenciones de voto después de escribir este libro apasionante y apasionado?

- Comencé a escribir sobre Trotski como una obsesión: la imagen del político que es coherente, fiel a sus ideas, frente a nuestra clase política –y no pienso solo en la española- que es capaz de cambiar de idea como de camisa o de restaurante. El político que es capaz de sacrificar su vida, la vida de sus seres queridos por defender sus ideas, esas ideas que mejorarán el mundo… al menos lo harán un poco mejor… pero poco a poco, también se me presentó en Trotski el intransigente, el soberbio, el que no aceptaba una crítica porque se consideraba poseedor de todas las verdades, el que no era capaz ni de escuchar a su propio hijo, que terminó muriendo solo en un hospital en París… ¿el famoso término medio? No me cabe duda de que la revolución es necesaria… pero quizás no haya que pensar en una revolución llena de líderes, de estructuras, de medios de sumisión o de comunicación, sino más bien en una revolución permanente en nuestras vidas… lejos de las estructuras del poder, haciéndolas más a nuestra imagen y semejanza y no alejadas de quienes son su razón de ser.

- Quizá es que la única Revolución en la que podemos creer es la poesía…

- Y la poesía puede ser voz de tantas revoluciones, pues, como diría el siempre admirado Cervantes, la épica bien puede escribirse en prosa como en verso… ¡hagamos el esfuerzo de poner algo más de poesía en nuestras vidas, ya que la prosa no nos está dando ningún resultado!

All my love!

¡Qué alejadas están las miradas de Frida y de Natalia!

¡Qué abismo de juventud ofrecen las pupilas incendiarias de Frida, de una Frida de

acero y de viento, y de olores nuevos, sabores que forman parte de los

sacrificios aztecas!

Natalia me mira y me siento atrapado en su mirada de siglos, de manos

compartidas y de pan escaso en las interminables noches de exilio.

Natalia me mira y me siento en su mirada tranquilo, viejo, acompasado a los años y

las costumbres compartidas.

Frida me mira y siento rejuvenecer de nuevo mi sangre revolucionaria en el

espasmo de todos mis miembros.

Frida me mira y me faltan las palabras, todas las palabras.

Por primera vez en mi vida.

Sin sangre.

Sin tinta.

No hay recuerdos, no hay penurias, solo libros compartidos y mis mensajes de

amor atrapados entre sus páginas.

Natalia me mira y me siento fuerte, de nuevo Trotski.

Frida me mira y dejo de ser yo, el viejo Trotski de ahora y me imagino a los dos

tumbados en su cama de espejos multiplicando sus caderas en mis renovados

jadeos.

¡Qué lejos estoy de las miradas de Frida y de Natalia!

Con una vivo y con la otra,

sueño.


de noche,

Podéis encontrar la entrevista en ABC