Cecilia Quílez: «No me interesa ganar premios, te exigen que
vendas tu alma»
MANUEL DE LA FUENTEA
BC_CULTURA / MADRIDDía 05/06/2015 - 22.51hLa poeta está al frente de un impactante proyecto
poético-cinematográfico, «La memoria salina». Nos sumergimos en él
DAVID GARCÍA TORRADO
Cecilia Quílez con los amantes que más la satisfacen: los
libros
Escribía desde niña, pero empezó a publicar siendo ya madre
y con casi cuarenta años. Pero, ya saben, más vale tarde que nunca. Apuntemos
los nombres de esta mujer y poetisa y los de sus libros editados: La posada del
dragón (Huerga y Fierro); Un mal ácido (Torremozas 2006); El cuarto día
(Calambur Editorial 2008); y Vísteme de largo (Calambur Editorial 2010).
Cualquiera merece que se bucee en él, pero la niña de sus ojos ahora es Memoriasalina, un poema-cinematográfico verdaderamente hermoso y sugerente, con piezas
conmovedoras como La hija del capitán Nemo (también editado por Calambur,
2014).
-¿La llamo Cecilia o La Hija del Capitán Nemo?
-Cecilia como mi bisabuela, sí. Luego llámeme como quiera,
pero sin faltar y si es para algo bueno.
-Es usted un poco atrevida, va por la vida de sirena, y en
estos vídeos se la ve como tal, y realmente sugerente, además, aunque suene un
poco machista.
-Con los años una pierde el pudor, es cierto aunque se
avivan otros en la conciencia que nada tienen que ver con la desnudez física.
Sobre todo al pudor ajeno. El concepto machista como tal me provoca eso mismo.
Por otro lado, en la Historia del Arte se ha mostrado el desnudo como algo
vinculante a la belleza, a la incitación de los sentidos para comprender la
obra y el mundo que hemos ido creando. Creo que hay ejemplos más que
suficientes pero le diré que en mi caso, esas escenas acuáticas que aparecen
tanto en el tráiler de La hija del Capitán Nemo como en el de mi último trabajo
La memoria salina se incluyeron intencionadamente para atestiguar el mensaje
poético, osea, la virtud que entiendo debe constatarse en cualquier texto
lírico como lo verdadero, aunque no esté escrito y genere lo indecible.
-¿La poesía es un canto de sirenas?
-Me conformo con pensar que sólo los que logren llegar a sus
orillas se habrán salvado al menos de no caer en otros abismos, tal y como
Homero describía en esa llamada poniendo a prueba la fortaleza de Ulises. Luego
no se trata de taparse los oidos, sino dejarse tentar por el mensaje que hace
de la poesía un llamamiento a la reflexión interior que facilite o haga al
menos más ponderable el ser y estar
-Hábleme de su padre, el legendario Capitán Nemo.
-Hay una cierta similitud entre este padre literario y el
real. Los dos, a su manera, acaban aislándose de una sociedad ajena a la
civilización tal y como ellos la entienden, desencantados y recluídos en un
ejercicio de misantropía voluntaria donde sólo encuentran la complacencia en
los libros y la música. Nemo redujo su cosmos a un submarino donde no faltaba
nada. Ahí es donde reside el espíritu de ambos, su concepción sobre lo
superfluo. Mi padre, tras muchos años de enseñanza de maestro en diferentes
partes del mundo, decide recluirse en una aldea de la provincia de Málaga donde
impartiría sus últimas clases. Allí sigue ya jubilado. De esos años me quedan
sus charlas sobre literatura y música, su pasión por el campo y la ornitología
y las jornadas de pesca submarina junto a él y mi hermano mayor. En La hija del
Capitán Nemo subyace cierto reconocimieto sobre esas enseñanzas y el desencanto
nada velado de la madurez tras una vivencia personal dolorosa. -
-Y hábleme, claro, de su abuelo, Julio Verne.
-Cuando era pequeña me regalaron el primer libro que leí de
él, La isla misteriosa y que formaba parte de una colección de Bruguera con
ilustraciones a color. Quise saber más de ese personaje que decide acabar sus
días bajo la isla Lincoln y un libro, ya sabe, lleva a otro libro. Entrar en
las novelas de Julio Verne era como viajar con acompañantes con una
personalidad ejemplar y muy gratificante para alguien que busca más allá de
historias convencionales.
-Me parece que a usted no le gusta mucho sentirse dentro de
un grupo.
-Respeto todo tipo de grupos, menos los que intentan inducir
en la libertad de creación a favor de un sólo maestro y excluyen con poco o
nulo criterio a cualquiera que no baile el mismo zapateado que ellos. No dudo
que a los más jóvenes les conviene relacionarse entre ellos para no sentirse
solitarios en este oficio, pero llega un momento en el cual deben sentirse
seguros de lo que quieren y arriesgar por sí solos en su escritura, sin que sea
necesario la aprobación de nadie. A mí me pilló fuera de juego todo esto, pues
como sabe, empecé a publicar casi con 40 años, una hija pequeña, un trabajo a
jornada partida y pocas horas de sueño. En los circuitos de estos grupos ya se
sabe, o no estás o pierdes hasta el nombre.
-Así no se hará rica, no le darán premios.
-No le voy a negar que un reconocimiento lo quiera cualquiera,
pero hasta ahora he preferido pensar que los premios no lo dan todo y sí la
escritura como aliciente enriquecedor de los estados del alma. Hay premios, eso
sí, que exigen que la vendas, así que prefiero ser pobre y seguir publicando si
me dejan. Otra cuestión es vivir de las lecturas que genera la poesía, pero ese
es otro asunto que ahora mismo no da más de sí en España donde la cultura se ha
desvalorizado hasta tal punto que sólo interesa para salir guapa con otros
guapos en las fotos ministeriales.
-Yo creo que la poesía española de hoy es muy buena. Incluso
creo que las mujeres son algo extraordinario. ¿Es así?
-Cree bien usted. Y no sólo hoy. Tenemos un gran número de
autoras que han marcado un antes y un después en nuestra historia literaria y
generacional. Actualmente, ellas publican mucho más que antes, no sé si porque
hay más poetas mujeres que hombres poetas. Gran parte de la culpa de este
fenómeno se debe al compromiso de pequeñas editoriales que apuestan por estas
voces nuevas. Como socia de una de ellas (Tigres de Papel) hacemos todo lo
posible por facilitar ese reconocimiento y el alcance a los lectores posibles
con la edición en todos los formatos de cualquier título tanto de autoras
jóvenes como las que tienen una trayectoria consolidada como Beatriz Russo,
Yaiza Martínez, Laura Giordani, Idoia Arbillaga, Elvira Daudet, Ana Ares Rebeca
del Casal, Andrea Aguirre. Por nuestra parte, creo que ese cometido lo vamos
cumpliendo y nos llena de orgullo poder honrar un vacío demasiado doloroso hasta
ahora.
-O sea que en esto, lo de la paridad, como en casi todo, es
una auténtica sandez.
-Bueno, entiendo que esa valoración es muy extricta en su
propio significado, ciertamente, y como tal ya le digo que no soy una persona
de extremos. Pero con ello, se logró poner de manifiesto una falta de equidad
-en algunos casos demasiado flagrante- porque hasta que no se ven las cifras en
la pizarra donde anotamos nuestros progresos sociales e intelectuales parece
que aquí nadie se daba por aludido. Por lo demás, las universidades dan fe de
que hay mayor número de mujeres con títulos que hombres. Pues qué quiere que le
diga...
-Acabemos volviendo a esa maravilla llamada La memoria
salina.
-Es un proyecto que surge sobre la necesidad de recuperar
textos que hablan sobre la infancia y el recuerdo de ésta en la cercanía del
Mediterráneo. El resultado final es una recreación o lectura poética
cinematografiada como la denomina el propio Martín Sampedro donde prosa y
poesía interactúan con imágenes acuáticas y otras escenas relacionadas con el
universo submarino acompañadas de música y audio de voz en off y en directo.
Estoy muy satisfecha con este trabajo donde han participado artistas de la
talla como Martin con la dirección y rodaje de más escenas , Salomon Zu con la
música y el poeta Alejandro Céspedes. Artistas, ya digo, que pertenecen a la
selecta nómina de creadores españoles que aún tienen mucho que decir con una
forma radicalmente distinta. Ya hemos hecho algunas proyecciones en varias
ciudades y la acogida ha sido estupenda. Quedan otras ya confirmadas y espero
que siga en el futuro al mismo ritmo.
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