José Luis Puerto ensalza la poesía como protección en su último libro
Virginia T. Fernández
El Norte de Castilla, 5/10/2013
En compañía de poetas amigos, el salmantino presentó ayer en la Fundación Santiago y Segundo Montes Trazar la salvaguarda
Urdimbre sagrada de palabras, realidad del poeta. José Luis Puerto (La Alberca, Salamanca, 1953) se ha identificado a sí mismo como "tejedor de palabras". Y no hay definición más coherente para definir su personalidad poética. Ayer presentaba su último poemario Trazar la salvaguarda (Calambur), en compañía de poetas de la tierra y amigos, en la Fundación Segundo y Santiago Montes.
Carlos Aganzo, poeta y director de El Norte de Castilla, fue quien trazó minuciosamente los elementos que sugiere una obra en la que "se dice mucho sin decir", que el salmantino divide en tres bloques. La parte vertebradora es "Hilos del tiempo". Hilos que, como tejedor pertinaz, tendió Puerto ya en su primer poemario, El tiempo que nos teje (1982), y mantiene hoy, ligados a lo que significa para él la peosía: "La palabra retirada que configura territorios íntimos que nos protegen".
José Luis Puerto habla recurrentemente de territorios. Por múltiples territorios transita profesionalmente (es crítico, traductor, ensayista, profesor, editor, etnógrafo), y muchos territorios visita como creador. El que delimita el título de su último poemario conforma la esencia de Trazar la salvaguarda. En ella se ensalza "la poesía como protección, como palabra que de alguna manera nos da sentido y nos libra del caos, del sinsentido, de las intemperies que vivimos", cuenta el escritor, "En ese sentido aludo a dos símbolos, uno es el 'dextro', el territorio en torno a los templos, donde uno quedaba protegido, no lo podía perseguir la justicia, quedaba salvado", añade.
La dualidad simbólica se completa con la idea del círculo que trazaban los niños en el suelo que les libraba de todos los males durante sus juegos. La vuelta a la pureza propia de la infancia es uno de los temas subyacentes en el peomario.
Aunque uno de los libros más aclamados de Puerto es Señales (Premio Gil de Biedma 1997), el poeta, colaborador de la edición de Salamanca de El Norte y de La Sombra del Ciprés, vincula Trazar la salvaguarda con De la intemperie (2004) y Proteger las moradas (2008): "Estas obras formarían una suerte de trilogía donde yo quiero que la palabra poética sea esencial, leve, sugeridora, frente a los excesos que hay en la sociedad y todos los elementos de consumo, de desgaste". A la sociedad en cierto modo caótica en la que estamos sumidos se refirió ayer el escritor al insistir en el poder salvador de la poesía. Reivindicó el "territorio de fraternidad que se nos niega", en una época plagada de insolaridades.
Una experiencia personal ha marcado el nuevo poemario: la muerte de su padre el pasado verano. "Más allá de la pérdida, el hecho tuvo consecuencias significativas", afirmó Puerto, porque derivó en inspiración de uan serie de poemas titulada 'Melodías del padre', de la que ayer leyó un par de composiciones. Tuvo palabras de cariño y emoción para él un campesino castellano humilde, y para todos aquellos que "fueron parte del peublo soberano que nunca han pedido nada pero que han levantado el país", y recibido poco a cambio.
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