La hija del Capitán Nemo, de Cecília Quílez por José Manuel Sánchez Ribas en su blog Almáciga de olvidos
Cecilia Quílez, Algeciras (1965), ha publicado anteriormente
a éste que reseño en esta entrada cuatro libros de poemas: La posada del
dragón, Un mal ácido, El cuarto día y Vísteme de largo. Ha colaborado
en programas de radio y ha organizado exposiciones de pintura y
escultura. Sus poemas aparecen en diversas recopilaciones como Entre el clavel y la rosa, Madrid
Capital, Fuga de la Nada, El río de los amigos, Poetas a orillas de Machado o
En legítima defensa. Coordina y dirige varios ciclos de poesía. Sus poemas han
sido traducidos a varios idiomas. Actualmente codirige la editorial Tigres de
Papel.
La hija del capitán Nemo ha aparecido en 2014 en la Editorial Calambur.
El libro es un viaje alrededor del amor, los recuerdos y la
memoria. Con un lenguaje de fuerte simbolismo lleva al lector por un camino que
le defiende de este mundo hostil y sus agresiones. El lenguaje es fuerte, el
tono enérgico. Sus versos nos rodean,
nos atrapan, nos envuelven en sus reflexiones y nos ofrecen una original visión
del mundo que se nos ofrece.
La autora crea una nueva identidad para entender este mundo,
enfrentarse a él, constituir una nueva persona con una nueva intelectualidad
que le permita encontrar nuevos caminos alternativos para encontrar una
realidad más habitable.
El sujeto poético busca romper con la rutina y el gris de
cada día. Se hace preguntas, pero sobre todo busca respuestas desde la
intensidad vital y la pureza de una vida deseada y sentida como posible.
Este poemario es libertad, verdad, realidad y símbolo,
intelecto e intuición, cotidianeidad y universalidad. Nos ofrece un universo
poético muy original que explora la propia existencia y lucha por hacerla
mejor, más atractiva, más intensa. Consiguen sus versos resonar, retumbar,
generar ecos tanto en nuestro corazón como en la parte racional de nuestra
conciencia.
La autora juega con la puntuación y por tanto con nuestra
lectura de sus versos. Quizá haya varios caminos abiertos donde nos parecía al
inicio de la lectura que sólo había una ruta.
Nemo en latín significa nadie y también en griego "le
doy lo que es debido". El Nemo de Julio Verne, el capitán Nemo, es una
metáfora de Ulises. Gracias a la Odisea sabemos que Ulises consiguió escapar
del cíclope Polifemo diciéndole que se llamaba “Nemo”, es decir, “Nadie” (Nemo
sum). “Me preguntas, Cíclope, por mí ínclito nombre. Te lo diré al punto, pero
me otorgarás el don que acompaña a la hospitalidad, tal como me lo prometiste.
Nadie es mi nombre. Nadie me llaman padre, madre y demás amigos.”
Obsesionado por un misterioso pasado que no se desvela el
capitán Nemo ha renunciado a vivir en sociedad y recorre los mares en un afán
de investigación científica. Quizá nuestra autora pretende recorrer como él
este mundo, más allá de la sociedad, en un afán de indagación poética. Aunque
sabemos que el ficticio capitán Nemo es un personaje educado en Europa, pero
fiel a sus raíces indias, alberga un odio feroz hacia Inglaterra, que ha esclavizado
a su pueblo y asesinado a su mujer y a sus hijos. Si sus hijos murieron, ¿quién
es esta hija que aparece en la obra de Cecilia Quílez?
Probablemente no es otra que la hija de un naufragio. Y ha
sobrevivido al mismo, ha sido capaz de enfrentarse a la naturaleza y a los
hombres. La poesía ha sido el instrumento necesario para sobrevivir. Una poesía
que puede entenderse como un camino abierto para alcanzar la utopía.
Nos encontramos con una poesía visceral, emocional, muy
intensa. El libro respira y nos hace respirar entre desgarros, asombro,
respuestas esperadas y preguntas apenas insinuadas.
En la IV parte del libro, titulada "La hija del capitán
Nemo", leemos este poema:
"Viví tu guerra y tú la mía
El olvido ha dejado flores en mi lecho
Esta es mi victoria
Amanecer y no pensarte"
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