el hueco
i
En el hueco que separa dos cuerpos desnudos
hay un cielo pálido de mañana cansada,
una circulación húmeda de silencios
pues labios en cenit aún fulgen desligados
No existe distancia entre dos cuerpos desnudos,
sino sólo un primitivo pulso sin historia,
un envión de nube táctil sin rostro.
Todo se hunde en la maravilla aplazada de su término
mientras las palabras se apagan entre latidos de mercurio.
En la pequeña asfixia luminosa sucede entonces el mundo.
ii
En el hueco que separa dos miradas
crepitan las ramas mojadas del deseo,
y amanece una marisma de vuelos encendidos
que pronto se desvanece en humo azul
donde tiembla, virgen, la respuesta.
No existe distancia entre dos miradas
sino sólo aire suspenso en su envío secreto.
Nadie nunca sabrá quién primero conquistó tan frágil dominio.
Nunca nadie dirá lo que ni la inocencia supo.
iii
En el hueco que separa dos silencios
algo se clausura con debilidad de rosa,
mientras la tristeza fluye como un astro de luz fija
que besa la memoria con los últimos sonidos.
No existe distancia entre dos silencios
sino sólo el espacio transparente de una lágrima,
la sepultada aurora del vacío.
espejo
Astral invisibilidad
se torna nube en tu corazón
que llueve translúcida una borrosa imagen
donde en libertad se desnuda el sueño
y la palabra se desvanece en su embrión de oro.
Quieto en su tormenta transparente
el pulso del beso se abre en ondas radiantes,
mientras te inclinas a su húmedo rosal
que un instante te enclaustra
en alto y efímero sentir;
para regresar después al solitario espacio innominado
donde el tiempo se redime
con todo lo que fuiste.
Entre ti y lo amado
suena lento el atardecer.
imágenes
Un jardín entresoñado que mueve sus imágenes
como una girándula de rostros borrados
hasta quemar las pupilas con su ardiente soplo de espuma.
Un mirador batido por una luz cárdena
como un tiempo de sueño varado
que desliza una mano desde el fondo de la adolescencia.
Un remolino sin aire en la calle desierta
que transfigura puertas y ventanas
hasta encielarme en tu sombra.
Una trepanación lunar en la semilla del pensamiento
que me enclaustra en el adviento de tu hora.
Una despedida con claridad de quirófano
que en su fuego blanco me desamanece.
Una fecundación solar de sonidos y signos
que me vela en un espacio sólo tuyo.
Una comunión destemplada
con lo que germina mientras se niega
que clausura todo en una invisibilidad triste.
Sucesiva pulsación de imágenes
para hondo arder sin nadie.
paisaje mudo
El viento aún se escucha
en ese árbol seco
que la mirada resucita
en la estrella fija de su deseo.
Su afónico cuerpo de jilguero
emite una música de cielo huérfano
donde el corazón se refleja
en lento relente de ausencia.
El paisaje se deslumbra
en su propia tristeza,
mientras canta sin ave
el desnudo más hermoso.
Solitario alguien se habita
destronado en su sueño.
La distancia es ofidio radiante
que en su quieto fluir quema
el numen secreto de lo amado.
Y en el límite una rosa se abre invisible
en el centro de la nada
hasta que la crisálida de un rostro
clavada en su eternidad respira.
En tormenta de silencio
ya este poema se borra.
Y su mano.
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