miércoles, 7 de octubre de 2015

Noticia: Reseña de La hija del Capitán Nemo, de Cecília Quílez, en la revista Leer

La memoria salina



El otoño es la playa en la que naufragan las olas del verano. A ras de la arena también muda de piel la piel del mar que fue saliva encrespada, antes de emprender serena un nuevo viaje. No hay mejor estación que el otoño para La hija del Capitán Nemo. No se trata de una ca- racola con forma de libro que susurra a los oí-
dos la fiebre de la edad de las sirenas o los peligros de las legen- darias olas negras. Tampoco es una mujer liberada por Verne del exilio submarino. La hija del Capitán Nemo es la voz supervivien- te de una poeta, con muchas mareas tatuadas, que narra al padre su naufragio del amor y del universo cotidiano. Lo que sucede cuando se rompe un vaso de hielo en cristales que cortan enaje- nados. Le cuenta al padre, con el lenguaje profundo de los sím- bolos, sobre las islas en las que llorar la derrota del cuerpo, acerca de los días en los que la felicidad se anheló eterna, de los sargazos enredados en el atlas carnal, de las manzanas del engaño, sobre la añoranza del mapa mundi de Copérnico. Una voz herida que se cose a sí misma el desgarro de la pérdida y su eclipse, la grieta abierta en el mar donde también naufraga un ángel haciendo surf entre las olas.

NARRA SU DOLOR Y LA SAL QUE LO CICATRIZA, la hija de Nemo, al padre de sus lecturas y de su infancia, maestro de los ar- canos y de las fábulas de las que nacen las palabras y sus miste- rios. Al sabio navegante, del que ella es eco y a la vez origen de la palabra, del que aprendió a olvidar las preguntas que lloran, a in- ventar pájaros, a saber que un poeta nace de espaldas y escribe con sed de cualquier cosa. Después de todo, como dice Cecilia Quílez, la hija de Nemo, el poema es siempre un sacrificio. Y tam- bién un cuaderno de bitácora, escrito de fuera hacia adentro, so- bre las sombras de sus entrañas y de cómo enfrentarse al vacío, a lo que le sobra y le falta, al exceso de equipaje, al corazón sub- acuático del no ser, a liberarse del silencio y sus despojos a lo lar- go de un poema autobiográfico, fragmentado y descendiente de los libros en los que esta Hija de Nemo aprendió a vestirse de lar- go, el cuarto día después de un mal ácido, en la posada del dra- gón. Islas del mapa poético con el que Cecilia Quílez ha ido cons- truyendo su cartografía de lo efímero de un detalle, del instante en el que el tiempo se agota o se sobrevive, la reivindicación de la mujer como una voz entre la renuncia y el atrevimiento, y de las que resulta la experiencia femenina de la realidad, rebelde en la conciencia y la palabra sobre las versiones prohibidas o jerarqui- zadas de los hechos. No faltan el amor y el escozor, la lucha y la superación en su forma de hacer una poesía independiente y combativa al sacudirse a sí misma y desnudar el secreto de hacer equilibrio entre el yo y el otro que sucede en el alambre de los versos. Esa delgada línea sobre la que ser una bailarina con esca- fandra o una mujer que se sabe despierta en todos los idiomas, incluido el del agua bajo el agua.

DE CADA COSA HA CONTADO EN SUS LIBROS los significa- dos, las intemperies sus curaciones y metamorfosis, con la voz interior y la voz carnal, discutiendo y reconciliándose en un pac- to. Una poesía moviéndose siempre hacia adelante entre el sim- bolismo y lo real, entre lo íntimo y lo cotidiano, entre lo metafísi- co y lo doméstico, entre el pop y el surrealismo, entre el expresio-
nismo confesional de lo autobiográfico y el ex- presionismo melancólico al uso de Gamoneda, sujeto por tanto al sentimiento centrípeto de los sucesos interiores. Estas son las raíces del estilo, las cicatrices y las escamas plateadas que luce esta hija del Capitán Nemo, para quien la poe- sía es siempre carnívora, un conjuro que nos empuja en tiempos difíciles a pisar la arena y volver al mar para empezar de nuevo. Y sobre todo, un necesario ejercicio de respiración que nos habla de una memoria salina.



lunes, 7 de septiembre de 2015

Noticia: José Luis Puerto, autor de "Trazar la salvaguarda", entrevistado en RNE


José Luis Puerto, autor de "Trazar la salvaguarda" en el programa "No es un día cualquiera" de RNE el domingo 6 de Septiembre a las 12:20h.





Podéis escucharlo del minuto 33 al 47.24 en:

 No es un día cualquiera


miércoles, 2 de septiembre de 2015

Notícia: Juan Tomás Ávila Laurel nos habla del drama de los refugiados en La Vanguardia

El hombre que no quería asilo

El escritor Juan Tomás Ávila Laurel resume el desgarro de quienes tienen que huir de su país






El novelista, ensayista, dramaturgo y poeta guineano Juan Tomás Ávila Laurel, de 49 años, es uno de los escritores africanos actuales más reconocidos. Miembro de la sección catalana del PEN Club Internacional, una asociación mundial de autores que promueve la libertad de expresión, ha pronunciado conferencias en universidades de Europa y América. Escribe en castellano y sus obras, merecedoras de premios internacionales, se han traducido al inglés. Es autor de una docena de novelas, libros de relatos, piezas de teatro y poemarios. Dos de sus títulos más aplaudidos son Avión de ricos, ladrón de cerdos (El Cobre Ediciones) y Arde el monte de noche (Calambur Editorial).

Juan Tomás Ávila Laurel es todo eso y muchas cosas más.

La mirada de este hombre valiente resume el desgarro de quienes tienen que huir de su país con lo puesto. Siempre resultó incómodo para el régimen de Teodoro Obiang, en el poder desde 1979 y el dictador más longevo de África desde la caída de Gadafi. Al principio no prestó mucha atención a los ruegos de sus amigos, que le pedían que se mudara a otro sitio más céntrico, "donde estés siempre rodeado de gente". Vivía en el barrio de Ela Nguema, a las afueras de Malabo, en una casa aislada. Al final les hizo caso.

Lo demás está en sus libros, que retratan un país manejado como un cortijo. Aprovechó que tenía un visado español aún en vigor porque había viajado recientemente a España para unas charlas y voló de Malabo a Madrid. La prensa internacional habló del caso porque estuvo siete días en huelga de hambre para denunciar la connivencia entre Obiang y las autoridades españolas. "Por desgracia, entonces y ahora los negocios son más importantes que los seres humanos". No entiende que España tenga tan poca memoria. Durante la Guerra Civil, explica, países como México recibieron con los brazos abiertos a miles y miles de refugiados españoles. "Y ahora, cuando podría devolver el favor, es cicatera y mezquina". En el fondo, esta actitud delata un poso colonial, el de quienes piensan barbaridades como esta: "Es normal que nos acogieran porque nosotros somos sabios, civilizados. Pero ¿cómo vamos a acoger ahora a sirios, ucranianos, eritreos, sursudaneses...? Ellos no se lo merecen, no son civilizados".

El escritor forma parte del PEN catalán, que a su vez es una de las asociaciones que integran la red Asil.cat. En el 2011, cuando llegó a Barcelona, le propusieron que pidiera asilo político. Pero se negó porque creía que eso equivalía a romper la posibilidad de un regreso. "Hay expatriados que llegan a sus países de acogida, pero dejan sus almas atrás, a muchos kilómetros de distancia". Vivió seis meses sin papeles. En el 2012 obtuvo un permiso de residencia temporal sin derecho a trabajo que ya ha renovado una vez.


Nadie, ninguna ley, ninguna dictadura, puede impedir que trabaje. Es escritor. Ha empezado un nuevo libro, cuyo título provisional es Brevísimo diccionario sobre Dios, las mujeres y las mentiras. Ya ha escrito 13 páginas. En el primer párrafo, Juan Antonio Ávila Laurel explica que "la mayoría de las religiones del mundo se disolverían si descubrieran que Dios es una mujer". ¿Y si descubrieran que es una mujer negra? Se ríe y repite sus propias palabras: "Eritreos, sursudaneses... Ellos no se lo merecen, no son civilizados". Reconoce con impotencia que la sociedad todavía da mucho valor al color de la piel. Quizá por eso tenga en el jardín de su casa, en Valldoreix, una virgen de Montserrat de yeso, completamente blanca. Una moreneta albina. No hay nada ­peor que el desgarro del desplazamiento forzado porque "tú puedes ser de Afganistán o de un país pesadilla como el mío, debido a la opresión que padece, pero siempre será tu país. El lugar donde te enamoraste por primera vez, donde aprendiste a pescar. Tú eres ese país". Ha desoído todos los consejos y ha regresado a Guinea Ecuatorial en tres ocasiones. Nunca tuvo tanta percepción del peligro como la primera vez que volvió a pisar su tierra y algunos de sus seres queridos se santiguaron al verle, como si estuvieran ante un fantasma. Su abuela, que le crió como una segunda madre, le dijo: "Nunca más pensé que te volvería a ver vivo". Las guerras, las migraciones forzosas, las hambrunas... Todo ocurre por dinero, "para que unos hagan negocio con la desgracia de los demás", explica mientras hojea un volumen ajado, mil veces leído, de El llano en llamas , de Juan Rulfo. Ese libro de relatos contiene uno de los cuentos más tristes de la literatura, Es que somos tan tristes, sobre un campesino que trata de evitar a toda costa que su hija pequeña se vea obligada a prostituirse, como sus hermanas. Una vaca y un becerro son toda su esperanza, pero los animales mueren y el campesino ve de pronto como los pechitos de ella comienzan a hincharse, como si ya comenzaran a "trabajar para su perdición".

Leer el artículo en La Vanguardia.