SEPARATA: Revista de pensamiento y ejercicio artístico, n.º 13, mayo de 2010, México
EL NUEVO AUTOR DEL LAZARILLO
Por Andrea Pérez González
A vueltas con el autor del Lazarillo es el resultado de una investigación de años de la paleógrafa Mercedes Agulló, que intenta comprobar en un breve y ambicioso estudio de 140 páginas las hipótesis que desde el s. XVII giran entorno al autor del Lazarillo de Tormes.
Para los amantes de la historia de la imprenta, el libro dará la sensación de ser una novela policíaca: aparición de claves —pistas— una tras otra entretejidas y firmadas con plumas de impresores como Plantino, y dentro de un marco histórico como Amberes o Lyon. El inventario de libros de Don Diego Hurtado de Mendoza, supuesto autor del Lazarillo, y de su editor López de Velasco es la parte más extensa del libro, que desvela el misterio que para muchos especialistas ha sido el caudal bibliográfico más importante de la época, la del Escorial.
La parte sustancial del libro —opinión que compartirá cualquier lector no especializado— sería aquella en que se presentan los argumentos "narrados". No es ninguna sutileza el énfasis; es necesario que el lector se enfrente a esta lectura sabiendo que la mayor parte de sus páginas están codificadas en títulos, lugar de publicación, fechas y nombres. Por eso es deleitante el momento en el que se pueden leer los argumentos que sustentan esta hipótesis, principalmente de corte histórico; porque una prueba basada en el estilo del autor del Lazarillo es insostenible, pues aun siendo una obra innovadora y el germen de la novela moderna, no hay manera de comparar el estilo "bajo" (dentro de parámetros clásicos) con el resto de las composiciones de Hurtado de Mendoza, claramente humanistas.
En este aspecto la autora se cobija bajo la idea tan reciclada de que las novedades en la composición literaria eran presentadas con vergüenza por los escritores cultos, para quienes el único estilo literario era el elevado. la composición culta o humanista era latinizante, despreciaba las lenguas vernáculas y la vida cotidiana y pícara. Es por tanto comprensible que el Lazarillo tuviera un autor culto que utilizara este género naciente y moderno como vía de escape de una tradición artificiosa que definitivamente dominaba, pero que no daba la misma libertad de creación que este género nuevo. Mantener su autoría oculta es también una garantía de libertad mayor que firmar una obra transgresora, censurada por la inquisición y visiblemente opuesta a lo aceptado por la tradición culta.
La autoría del Lazarillo ha sido objeto de debate desde el s. XVII, donde fue atribuido a frailes, diplomáticos, letrados o bachilleres. Ni Hurtado de Mendoza es un candidato recientemente descubierto ni este estudio será el último que asegure "este es el verdadero autor". La última vez que el Lazarillo tuvo un "nuevo autor" fue en 2002, cuando la profesora Rosa Navarro Durán presentó fuertes argumentos que atribuían la obra a Juan de Valdés o a su hermano Alfonso, valiosos letrados y humanistas.
Novedad para algunos, suposición lógica para otros, la autoría del Lazarillo se presenta como resuelta en este reciente estudio. La autora se muestra irónica y soberbia cuando pregunta al lector "¿Y cómo no ha reparado [en ello] ninguno de los numerosísimos estudiosos del Lazarillo?".
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