«Mi poesía ha cambiado tanto como la comprensión del mundo y del hombre; el corazón de un creador puede y debe sufrir»
NATALIA SÁNCHEZ
—Vuelve a Zamora a presentar «Un único día», un doble volumen que recoge casi la totalidad de su producción poética. El marco donde lo hace es la Feria del Libro, donde nunca había presentado sus poemarios y en la Biblioteca Pública del Estado, sita en la plaza de Claudio Moyano, en pleno Casco Antiguo donde usted ha residido. ¿Qué supone para usted torear en este coso?
—Nunca había recibido invitación hasta ahora para presentar alguna publicación mía en la Feria del Libro de Zamora. Sin embargo sí he realizado en mis años zamoranos alguna presentación y colaboraciones estando ya Concha González de directora, mujer valiosa para nuestra cultura.
— Dice Jorque Guillén que el tocar o retocar los textos obedece a un deseo humano de cerrar lo que se sabe nacido para estar abierto. «Un único día» supone una revisión de sus versos desde 1960 hasta 2008, ¿cómo fue el proceso?
—Una obra literaria en evolución, como la misma persona humana, es susceptible siempre de revisiones y se condiciona a la propia exigencia que la obra haya presentado en sus acontecimientos creacionales. La edición de mi libro «Tetraedro», por ejemplo, que estropeó su editor inicial fue un lamentable suceso, he tenido que organizarlo de nuevo, añadir aquellos poemas que quedaron fuera de su publicación etc.… Todo el proceso de edificación de «Un único día», casi veinte años de trabajo sobre cuarenta de publicación, queda explicado en la addenda final del volumen dos.
—¿Qué le llevó a dar el paso de efectuar esta seudo-antología?
—Esta publicación no tiene que ver nada con una antología. Es una obra unitaria que recoge todas mis publicaciones a lo largo de cuatro décadas en dos libros finales y en su redacción definitiva correspondiendo a las dos épocas en que los críticos han venido, con mucha razón, dividiendo mis creaciones: «Borracho en los Propileos» y «Repaso de un tiempo inmóvil». El primero lo integran aquellos poemarios, casi imposibles de encontrar hoy y que, emocional y lingüísticamente, presentan mi compromiso de descubrimiento con la realidad inmediata en una actitud de vida y participación en ella, en el entorno social que la define y los acontecimientos existenciales que la precisan. El segundo libro aúna los libros cuya dialéctica presenta la multiplicidad de encuentros del hombre contemporáneo con el transcurso temporal y la reflexión inteligente y emocional de su proceso creativo.
—Nunca había recibido invitación hasta ahora para presentar alguna publicación mía en la Feria del Libro de Zamora. Sin embargo sí he realizado en mis años zamoranos alguna presentación y colaboraciones estando ya Concha González de directora, mujer valiosa para nuestra cultura.
— Dice Jorque Guillén que el tocar o retocar los textos obedece a un deseo humano de cerrar lo que se sabe nacido para estar abierto. «Un único día» supone una revisión de sus versos desde 1960 hasta 2008, ¿cómo fue el proceso?
—Una obra literaria en evolución, como la misma persona humana, es susceptible siempre de revisiones y se condiciona a la propia exigencia que la obra haya presentado en sus acontecimientos creacionales. La edición de mi libro «Tetraedro», por ejemplo, que estropeó su editor inicial fue un lamentable suceso, he tenido que organizarlo de nuevo, añadir aquellos poemas que quedaron fuera de su publicación etc.… Todo el proceso de edificación de «Un único día», casi veinte años de trabajo sobre cuarenta de publicación, queda explicado en la addenda final del volumen dos.
—¿Qué le llevó a dar el paso de efectuar esta seudo-antología?
—Esta publicación no tiene que ver nada con una antología. Es una obra unitaria que recoge todas mis publicaciones a lo largo de cuatro décadas en dos libros finales y en su redacción definitiva correspondiendo a las dos épocas en que los críticos han venido, con mucha razón, dividiendo mis creaciones: «Borracho en los Propileos» y «Repaso de un tiempo inmóvil». El primero lo integran aquellos poemarios, casi imposibles de encontrar hoy y que, emocional y lingüísticamente, presentan mi compromiso de descubrimiento con la realidad inmediata en una actitud de vida y participación en ella, en el entorno social que la define y los acontecimientos existenciales que la precisan. El segundo libro aúna los libros cuya dialéctica presenta la multiplicidad de encuentros del hombre contemporáneo con el transcurso temporal y la reflexión inteligente y emocional de su proceso creativo.
—Por el camino ha dejado alguno de sus libros, ¿a qué ha obedecido la selección? ¿Era dolorosa la criba?
—No ha habido ninguna criba. Los dos libros que no se incluyen aquí: fue, cuando finalizaba la construcción de «Un único día» estaba en prensa y Mausoleo quedaba fuera de las coordenadas en que trabajaba.
—¿Baraja la posibilidad de incluir estos libros en alguna otra publicación?
—Ahora sólo pienso en este hijo reciente, deseando que lo dejen vivir en paz los que a la orilla del río ponen pedruscos en la corriente.
—No ha habido ninguna criba. Los dos libros que no se incluyen aquí: fue, cuando finalizaba la construcción de «Un único día» estaba en prensa y Mausoleo quedaba fuera de las coordenadas en que trabajaba.
—¿Baraja la posibilidad de incluir estos libros en alguna otra publicación?
—Ahora sólo pienso en este hijo reciente, deseando que lo dejen vivir en paz los que a la orilla del río ponen pedruscos en la corriente.
—En «Un único día» tiene como compañero de viaje a la editorial Calambur y cuenta con otro compañero más, el artista Antonio Pedrero. ¿Cómo surgió esa colaboración?
—Antonio, como amigos que somos desde la juventud, desde aquella juventud que tanto deberá siempre todo el arte plástico, poético y generacional de Zamora, me ha retratado en tiempos distintos de mi vida; esta obra recoge dos retratos que ilustran épocas fundamentales en mi creación ¿quién mejor iba a acompañarla?
—De «Borracho en los propileos» a «Las llaves del reino», ¿estima que ha cambiado mucho su hacer creativo?
—Cambiar en su género, poco, en su evolución mucho, tanto como la misma comprensión del mundo y del hombre en la inteligencia y el corazón de un creador puede y debe sufrir.
—Pasión y razón, sentimiento y reflexión son constantes en su poesía, pero ¿qué es para el artista, para el creador Jesús Hilario Tundidor la poesía?
—Lo es todo y es nada. Todo, porque ella me dignifica, me representa y define y porque como todo lo humano es tierra, agua, aire y fuego. Nada, porque lamentablemente no puede hacer mejor la situacion social, el vivir, el trabajo y la condición del hombre.
—En el pregón de la Feria del Libro, el poeta y artista visual Juan Carlos Mestre reivindicó que la poesía es un asunto de interés general. ¿Está de acuerdo?
—Puede ser, tal vez sí.
—La presencia de «Zamora lee», organizada por el Ayuntamiento de Zamora y el respaldo de la Diputación de Zamora y de Caja Rural a su última obra ¿supone que las entidades locales respaldan a uno de los poetas zamoranos más importantes?
—Nadie es más o menos importante que otro poeta porque te "avale" una entidad local o nacional. La verdadera importancia de una obra tanto poética como del género que trate está en la obra, y el tiempo es quien la decanta y la hace prevalecer u olvidar poniéndola en su puesto, por mucho ninguneo o paternidad que esté sufriendo o recibiendo. Yo agradezco a La Diputación y a la Caja Rural, la compra que han hecho de ejemplares a la editorial Calambur; la primera, para las bibliotecas zamoranas y su protocolo; la segunda, porque distingue a su Fundación científica por el empeño de ayudar la verdadera difusión de los valores zamoranos.
—El verso inédito «El holocausto de los huracanes» iba a formar parte de su próximo libro y sin embargo lo ha incluido en la recopilación de su obra. ¿En qué estado se encuentra el siguiente poemario?
—Para cerrar «Un único día», consideré hacerlo con un poema pertinente, y lo hice con El holocausto de los huracanes, que no es ajeno al contexto general, sino que lo define y concluye, según he pensado, con exactitud. Pertenecía a un libro al que daba título. Ahora ese libro ha sido publicado en alguna de sus partes; así concluida, por citar una parte, el poema largo «Sendas» fue traducido al francés y publicado, en un libro de artista en París.
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