jueves, 31 de julio de 2014

Noticias: entrevista a Juan Carlos Mestre en la Feria del Libro de Valencia de don Juan (León)

«Hay que devolver a las personas la capacidad de crear»
Por Miguel Ángel López

El Norte de Castilla, 13/07/2014 
 

El autor leonés firma en la Feria del Libro la edición revisada de su obra de 1992 La poesía ha caído en desgracia

Decir que Juan Carlos Mestre (Villafranca del Bierzo, 1957) es escritor y grabador es una simplificación, acertada, pero inexacta. Han pasado veintidós años desde que su obra ‘La poesía ha caído en desgracia’ le reportara el Premio Jaime Gil de Biedma, y en este tiempo su intensa actividad artística le ha dado muchos más reconocimientos, entre ellos los nacionales de Grabado (1999) y de Poesía (2009). Lejos de acomodarse, se mantiene como ‘artista global’ y sostiene que «hay que devolver a las personas la capacidad de crear».

–Vuelve a Segovia con una edición revisada de ‘La poesía ha caído en desgracia’.

–Es un libro que en su día se adaptaba a las exigencias editoriales y quedaron fuera una cantidad importante de poemas que he incluido en esta edición, que duplica su extensión. Y era para mí una tarea pendiente porque este libro ha sido muy significativo en mi experiencia de vida y da cuenta de un periodo radicalmente importante en mi toma de conciencia del mundo. Son los mismos textos, no se han tocado, y otros que no se incluyeron y son la edición definitiva.

–Veintidós años después, ¿el título sigue siendo válido?

–Creo que sí, porque viene a testimoniar que lo que ha caído en desgracia es el gran proyecto liberador de lo humano, la crisis de las utopías, el gran proyecto de aquellos que creemos que los seres humanos somos responsables unos de otros y que frente al expolio de una sociedad basada en la rentabilidad oprobiosa del capitalismo hay otro proyecto espiritual, que es el que la poesía a través de la lectura de las civilizaciones ha venido a recordar, si no como ejemplaridad sí al menos como conducta, la de aquellos que piensan que la vida no tendría sentido sin resistencia al mal. La poseía sigue siendo un acto de legítima defensa contra la soberbia obstinación del poder para mentir, y testimonia cuál ha sido la zona de desgracia, la de los discursos críticos que se han postergado para favorecer la imposición irrestricta de los valores del mercado.

–¿Es una literatura contestataria, hoy más que nunca?

–Ningún tipo de creación literaria puede tener otro fin que el elogio de la dignidad humana o reforzar el sistema de valores morales y éticos de los que deviene la estética de aquello que buenamente se hace para favorecer la mejora de las condiciones sociales y la evolución crítica de la sociedad contemporánea. En ese sentido, toda obra artística está comprometida con la belleza y, así, con la verdad de lo justo.

–¿Es por eso que en tiempos de crisis la creación cobra más fuerza?

–Responde a una necesidad histórica. Cuando se derrumban las construcciones utópicas de imaginar un porvenir mejor, frente al pragmatismo de los que predican que el único valor de uso de lo que genera la sociedad es lo que produce rentabilidad y usura, está la voz de los poetas que devuelven a las palabras el verdadero sentido para el que están hechas, para construir la casa de la verdad y seguir recordando qué significan las palabras justicia, piedad o misericordia. La literatura, el arte, es hoy más útil que nunca como faro que guía en el camino a los errantes.

–La voz interior en relación con lo que le rodea...

–Claro, no hay ninguna voz personal que no se construya en relación a un otro. Las voces más íntimas de la conciencia son las que adquieren su reflejo en el espejo de los demás, de la sociedad civil, en suma, de la compleja red de relaciones sociales que determinan todos los actos de pensamiento, no desde la voluntad unipersonal sino desde la circunstancia colectiva de lo que nos rodea.

–Juan Carlos Mestre escritor, grabador, pintor... Sigue la simbiosis, no hay separación de géneros.

–No, no la hay. El maestro Gamoneda habla de que estamos en presencia de un género que carece de nombre, que hay que desafiar la falsa autoridad de límite de los géneros . Toda la teoría de separar los géneros forma parte de los discursos de orden que hacen más controlable el discurso. La conciencia y la inteligencia humana son fruto de un mismo sistema imaginario, y lo que hay que devolver a las personas es la capacidad de crear, y la creación no tiene compartimentos estancos, es una manera de respirar el aire que da oxígeno al territorio de los encantamientos de nuestra conciencia y nuestra imaginación. Pintar, escribir, hacer música, soñar, forman parte de una misma actividad del ser humano para la cual todos tenemos las mismas facultades, otra cosa es que el sistema nos obligue a elegir porque así se pierden áreas de libertad y de conciencia, y una persona sin libertad creativa es más susceptible de ser sometida a los sistemas de dominación. Pero el arte está precisamente ahí para cumplir la tarea contraria, que no es otra que la de desobedecer.



Lee la entrevista en El Norte de Castilla

miércoles, 23 de julio de 2014

Reseña: la colección 'Hispanoamérica y la guerra civil española' en Cazarabet


Cazarabet conversa con... Niall Binns, coordinador de la colección "Hispanoamérica y la guerra civil española" (Calambur)

Los países latinoamericanos en la Guerra Civil Española

Editorial Calambur está editando desde un tiempo acá una serie de libros que analizan y estudian el papel de ciertos países en la Guerra Civil Española y es que de Brigadistas que vinieron a defender la II República los hubo de todas las partes y lugares del planeta, pero éstos han llamado mucho la atención a nuestros editores y por ende a nuestros lectores. Calambur ha dado en el blanco en la publicación de esta serie de libros: comenzó editando y acercándose a Argentina, Ecuador para seguir, después y más recientemente con Chile y Perú. Están cociéndose en este momento: los libros dedicados a Cuba y a Uruguay.
Coordina o es el eje principal de esta colección Niall Binns.
 
¿Por qué una colección de libros dedicada a los países del Cono Sur y de Centro América que aportaron opiniones, a favor y en contra de la República?

Te voy a contestar, inicialmente, con una explicación personal. Cuando llegué a España por primera vez, en 1987, vine con la mochila llena de las lecturas de rigor para un británico de vacaciones: Homage to Catalonia de Orwell; As I Walked out one Midsummer Morning de Laurie Lee; For whom the Bell Tolls de Hemingway. En ese entonces había leído a un solo escritor en lengua española, Neruda, y ya conocía en la versión bilingüe de Penguin su poema, para mí impresionante, “Explico algunas cosas”. Luego, poco después de establecerme en Madrid, leí The Spanish Civil War de Hugh Thomas. Es decir, la guerra civil –y sobre todo, la guerra civil vivida por intelectuales de otros países– se me metió bajo la piel desde mi primer contacto con España.

Después de mis primeros meses en España, compré un par de antologías realmente notables, con largas y enjundiosas introducciones del catedrático de Oxford Valentine Cunningham, sobre el impacto de la guerra civil en los intelectuales de lengua inglesa, sobre todo los británicos. Veo ahora que han sido el modelo fundacional para esta colección de libros que estamos publicando en Calambur. Aparte de las antologías de Cunningham, hay varios libros monográficos dedicados a la repercusión de la guerra en el extranjero, sobre todo en Estados Unidos y en Francia, pero en cuanto me pusiera a indagar en estos temas me llamó la atención el hecho de que se haya escrito tan poco sobre la manera en que la guerra impactó en América Latina y concretamente en sus intelectuales. Hay estudios estupendos, evidentemente, sobre las relaciones con el conflicto de un Neruda, un Vallejo, un Nicolás Guillén, un Carpentier… pero tengo la sensación de que para los estudiosos de los intelectuales extranjeros en la guerra, es como si los latinoamericanos fueran españoles. Pienso, por ejemplo, en Paul Preston y su libro sobre los corresponsales de guerra, traducido como Idealistas bajo las balas, en el que existen los británicos, los norteamericanos, los franceses, algún soviético, algún alemán y ya está: ni Pablo de la Torriente Brau, ni Juan Marinello, ni Raúl González Tuñón. Mientras tanto, los especialistas en literatura española que han escrito sobre la guerra se han dedicado casi exclusivamente a los peninsulares, con las honrosas excepciones mencionadas. Así que es como si la América Latina –en los estudios sobre la guerra española– estuviera en una especie de tierra de nada: demasiado hispana para los estudiosos extranjeros, demasiado extranjera para los españoles.

Cuando publiqué en 2004, en la editorial Montesinos, el libro La llamada de España. Escritores extranjeros en la guerra civil española, junté conscientemente a los latinoamericanos con los norteamericanos y los europeos. Lo que leí para ese libro me puso en la pista de nuevas lecturas, y me hizo ver que había un trabajo pendiente con la prensa de los países latinoamericanos, en revistas y diarios, para poder determinar el alcance y la naturaleza de la implicación de sus intelectuales en la guerra española.

Tú escribes sobre Ecuador y Argentina y sobre “el efecto” en estos países de la guerra civil española. ¿Por qué escoges esos dos países? ¿Cómo fue la experiencia?

Mientras preparaba el libro que acabo de mencionar, me enteré de la importancia que tuvo España para el escritor guayaquileño Demetrio Aguilera-Malta. Creo que ya había leído su novela Don Goyo, que es otra cosa: una especie de obra pionera del realismo mágico. Descubrí que llegó a Madrid en julio de 1936 con una beca para estudiar en Salamanca, y que terminó quedándose en la capital y luego en Barcelona durante un año. Publicó tres libros sobre la guerra civil, entre ellas una de las primeras obras publicadas sobre el tema en España, su novela ¡Madrid! Reportaje novelado de una retaguardia heroica.

Me picó la curiosidad. Pedí un proyecto de investigación a la Complutense para poder viajar a Ecuador y rastrear más cosas de Aguilera-Malta y de otros intelectuales ecuatorianos, y ver la repercusión de la guerra civil en los diarios de la época me dejó verdaderamente asombrado. Día tras día las portadas estaban llenas de grandes titulares, informaciones y fotografías sobre la guerra. Empecé a recopilar las numerosísimas aportaciones de los intelectuales ecuatorianos sobre el tema: poemas, crónicas, artículos de opinión, panfletos, manifiestos, obras de teatro... Descubrí su implicación apasionada en las campañas de recaudación de fondos para la República y, en algunos casos, para el bando franquista. Encontré la antología Nuestra España, preparada por Benjamín Carrión, que recoge las aportaciones a favor de la República de casi una veintena de poetas y seis artistas visuales. Encontré, también, a dos fascinantes escritores españoles ya integrados en la sociedad y el campo intelectual de Ecuador: el socialista Francisco Ferrándiz Alborz, que con el seudónimo FEAFA se había convertido en uno de los dos o tres críticos más influyentes del país, y que, después de ser expulsado del país en diciembre de 1936, viajó a España para luchar a favor de la República; y el marqués andaluz Alfonso Ruiz de Grijalba, un diestro e ingenioso escritor de romances que se convirtió en el hombre de Franco en el país.

Un año más tarde, formé un equipo de investigadores con Matías Barchino de la Universidad de Castilla-La Mancha y Olga Muñoz Carrasco de Saint Louis University, y empezamos a trabajar no solo sobre Ecuador, sino también sobre tres nuevos países: Argentina (yo), Chile (Matías) y Perú (Olga).

Si la repercusión de la guerra civil en Ecuador fue enorme, rastrearla en Argentina resultó ser una tarea de una vastedad casi inabarcable. He pasado meses y meses y meses peinando diarios y revistas en bibliotecas de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza. Fue un trabajo de otra índole: Ecuador es un país casi desconocido para los lectores españoles, aun para los que trabajan como yo en la universidad como supuestos especialistas en la literatura hispanoamericana (fue un trabajo maravilloso en ese sentido: han sido años de grandes descubrimientos); en Argentina, en cambio, estaban las figuras de resonancia internacional como Arlt, Borges, Girondo, Marechal, Victoria Ocampo... De todos modos, una de las cosas fascinantes de este proyecto es la capacidad que ofrece de presentar algo así como una radiografía del campo intelectual del país en cuestión –y de sus relaciones con España– en la época de la guerra, dentro de la cual figuran también, por supuesto, escritores que han sido relegados al olvido, justamente o no, pero que tuvieron en su época una importancia notable. Me encontré, por otra parte, con los escritos de numerosos periodistas e intelectuales argentinos que vivieron la guerra en primera persona, muchos de ellos como corresponsales, pero en otros casos como testigos involuntarios, que simplemente estaban en España en el momento de la sublevación militar. De todos modos, una de las cosas interesantes en este proyecto es ver cómo la intensidad emocional que es uno de los rasgos centrales de cualquier testimonio existía también en los intelectuales que veían el conflicto desde la “lejana retaguardia” latinoamericana: una intensidad mezclada, muchas veces, con sentimientos de impotencia y hasta de culpabilidad, por no estar allí, participando en la guerra.

Luego hay otras plumas que se adentran en la relación de Latinoamérica con la España de la Guerra Civil, ¿qué nos puedes decir?

Matías Barchino, con la ayuda de Jesús Cano Reyes, ha preparado el libro sobre Chile. El caso chileno es fascinante, no solo por la recopilación que se ha hecho de textos de tantos intelectuales de peso, sino también porque la guerra española coincidió con el apasionante proceso de la formación y luego el triunfo del Frente Popular chileno.

El caso peruano es otra cosa: gobernaba en el Perú el general Óscar Benavides, que impuso una dictadura después del golpe de estado que lideró para mantenerse en el poder en agosto de 1936. Se prohibía cualquier manifestación a favor de la República Española, así que quizá el texto más fascinante encontrado en el Perú por Olga Muñoz haya sido un texto anónimo: la revista CADRE, escrita por tres autores, entre ellos dos de los grandes poetas del país: César Moro y Emilio Adolfo Westphalen, que sufrieron, respectivamente, el exilio y la cárcel por su apoyo a la República. El poeta Serafín Delmar escribió sobre la guerra española desde la cárcel; Magda Portal desde la reclusión forzosa en su casa; Víctor Raúl Haya de la Torre desde la clandestinidad. Muchos de los textos más interesantes del libro peruano corresponden a intelectuales conservadores residentes en el Perú (como José de la Riva-Agüero) o bien residentes –hasta el inicio de la guerra– en España (como Felipe Sassone). Y luego están los numerosísimos intelectuales establecidos definitivamente en el extranjero como César Vallejo, Blanca del Prado y Alberto Hidalgo, o bien exiliados: escritores comunistas como Eudocio Ravines y Armando Bazón, pero sobre todo apristas como Luis Alberto Sánchez, Enrique Portugal y Manuel Seoane.

¿Qué nos puedes adelantar del resto de la colección, la que nos espera… tengo entendido que Cuba y Uruguay están al caer?

Jesús Cano Reyes, Ana Casado Fernández y yo estamos trabajando sobre el libro cubano, que saldrá en Calambur a finales de 2014. Los estrechísimos vínculos entre la isla y España hacen que sea un tomo particularmente fascinante.

El libro uruguayo saldrá en 2015. Estoy escribiendo estas respuestas desde Montevideo, en la que está siendo mi cuarta estancia de investigación en Uruguay. Prácticamente vivo en la Biblioteca Nacional... Uruguay, a raíz de la herencia de José Batlle y Ordóñez, debe de haber sido el país más culto de América en los años treinta, y desde luego el país con el nivel más alto de alfabetización. La cantidad de diarios publicados simplemente en Montevideo es realmente impresionante (El País, El Día, El Plata, El Debate, La Mañana, El Bien Público, El Pueblo, El Diario Español, y podría seguir...), así que el trabajo está siendo lento, pero fascinante, realmente fascinante.

¿Cómo explicarías que fue la relación entre los países de Latinoamérica y la defensa de la República en la guerra civil española?

Habría que establecer un matiz básico. Solo México apoyó abiertamente a la República durante la guerra. El gobierno colombiano mostró ciertas simpatías con la República, pero los demás países, muchas veces desde una postura aparentemente no intervencionista, favorecían a Franco desde los primeros meses de la guerra. Rompieron relaciones con la República, durante esos primeros meses, El Salvador, Guatemala, Uruguay... Claro: una cosa es lo que decían y hacían los gobiernos; otra cosa es lo que sucedía con la opinión popular y con los intelectuales. La guerra mediática existía en todos los países donde no imperaba la censura. Por supuesto, había posturas ya establecidas de antemano, pero creo que se puede decir que si bien los franquistas convencían a sectores importantes de las sociedades latinoamericanas al comienzo de la guerra (las imágenes de violencia en la zona republicana, las iglesias incendiadas, las noticias sobre el “caos” comunista y anarquista, los testimonios de latinoamericanos adinerados que regresaban espantados de la península...), las noticias y las imágenes mostraban, con una fuerza cada vez más impactante, otras realidades: la masacre de Badajoz, la intervención masiva de aviones y tanques alemanes e italianos, la participación también masiva de tropas de Mussolini, y sobre todo los bombardeos de las ciudades, las casas derruidas, los niños muertos, las mujeres muertas, los ancianos muertas... Al final de la guerra, las repúblicas de América Latina veían con toda claridad lo que podía significar, para ellas también, el fascismo.

¿Cuáles fueron los países que más intervinieron en el conflicto de manera directa, o sea, mandando a voluntarios a las brigadas internacionales o yendo otros voluntarios a defender el bando fascista?

En términos proporcionales: Cuba, en primer lugar; y luego Argentina. Cuba es el único país donde se ha trabajado sistemáticamente sobre la historia de sus brigadistas: hay varios libros sobre el tema. Hace algunos años un grupo de historiadores de Mar del Plata publicó un libro importante sobre el tema: Voluntarios de Argentina en la Guerra Civil Española.

¿Qué postura mayoritaria adoptaron los ecuatorianos y argentinos, los pensadores e intelectuales de esos países, ante este conflicto?

En el caso ecuatoriano, casi todos los intelectuales importantes de la época dieron su apoyo a la República. Benjamín Carrión, en su prólogo a la antología Nuestra España. Homenaje de los poetas y artistas ecuatorianos, escribió lo siguiente: “aquí, en el Ecuador, hemos podido recoger este tesoro precioso salvado del naufragio, esta verdad consoladora: todos los intelectuales de valor, los que, en realidad, algo han hecho por la cultura, sin excepción válida, sin transfugio penoso, se han puesto, sin vacilaciones, junto a la causa de la república española. Ni una sola voz discordante digna de tomarse en cuenta dentro del gran concierto de rabia contra los bárbaros y de amor por los defensores de la patria materna. Y si alguno ha sentido la tentación de huir, de ser neutral o, peor aún, de traicionar, ha temido a la sanción suprema que impone la cultura a sus tránsfugas: la muerte espiritual”.

En el caso argentino, hubo importantes intelectuales conservadores y nacionalistas que escribieron a favor de España: pienso en Leopoldo Marechal, que tradujo la “Oda a los mártires españoles” de Paul Claudel, o bien en Manuel Gálvez y Carlos Ibarguren. Hubo también liberales que no sabían muy bien dónde posicionarse: Borges firmó un par de manifiestos al comienzo de la guerra –contra la sublevación militar, contra el asesinato de Lorca–, pero prefirió callarse después; Girondo lamentó la “epidemia” de preocupación política que vivían sus compañeros de generación e insistió en la necesidad de dar la espalda a Europa para pensar en cosas americanas; Victoria Ocampo y Eduardo Mallea, los dos intelectuales fundamentales de la revista Sur, ensayaron la neutralidad pero se vieron obligados, en cierto momento, a tomar partido en contra de Franco y sus aliados. Pero claro, la gran mayoría de los intelectuales estaban en contra de Franco desde el comienzo: los anarquistas (Rodolfo González Pacheco, Diego Abad Santillán) y trotskistas (José Gabriel), a favor de la revolución; a la vez, la Agrupación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (A.I.A.P.E.) reunió a la mayoría de intelectuales de izquierda en una especie de frente común (con predominio comunista) en defensa de la cultura y contra el fascismo.


Cazarabet, también ha podido tener una breve pero muy valiosa declaración de Olga Muñoz Carrasco, que escribió sobre Perú y la GCE:

Olga, tú escribes sobre Perú y sobre “el efecto” de este país en la guerra civil española. ¿Por qué escoges este país? ¿Cómo fue la experiencia?

Conocía Perú desde hacía años cuando comencé a participar en el proyecto sobre la guerra civil e Hispanoamérica, ya que mi tesis doctoral me llevó a estudiar su literatura y el panorama político y cultural del siglo XX. Aunque mis primeras investigaciones se centraron en la poesía peruana de los años cincuenta, los poetas de los años 20 y 30, excepcionales, fueron para mí una lectura muy frecuentada. Y ahí encontramos a un referente imprescindible en la repercusión de la guerra entre los intelectuales peruanos: César Vallejo. Pero no solo él, también otros poetas de esta época como Emilio Adolfo Westphalen o César Moro se comprometieron con la República española a través de publicaciones clandestinas como CADRE (Comité de Amigos de la República Española).

El Perú ofrecía, sin embargo, una dificultad especial con respecto a la búsqueda de materiales que documentaran el impacto de la guerra civil entre sus intelectuales: entre 1936 y 1939 el país andino se encontraba bajo la dictadura del general Óscar R. Benavides, régimen que prohibía cualquier tipo de manifestación de apoyo a los republicanos españoles. La investigación en Lima, por tanto, resultó bastante limitada, pues tanto la prensa como las revistas, en su gran mayoría, respaldaron al bando sublevado abiertamente y solo algunas publicaciones clandestinas –CADRE, España Libre o Voz de España– dieron cuenta de una corriente subterránea en favor de la República. Algunos de los documentos incluidos en el libro, finalmente, fueron recopilados fuera del Perú, gracias a la ayuda de mis compañeros de proyecto. Así sucedió con textos pertenecientes a autores que permanecieron exiliados durante esos años y desarrollando su actividad fuera del país por razones ideológicas.

Pese a todas las dificultades derivadas de la peculiar situación política del Perú entonces, la investigación me permitió trazar un mapa de la época apasionante, pues la guerra civil española se vivió allá como un acontecimiento propio. El hallazgo de ciertos materiales clandestinos de difícil ubicación, como las revistas arriba aludidas, facilitó completar el panorama cultural e ideológico de los intelectuales peruanos en los años treinta. A través de la guerra civil muchos autores del Perú indagaron en su propia identidad nacional y, tanto para unos como para otros, el conflicto español supuso una reconciliación verdadera con España, una reconciliación marcada por la herida de la guerra.

Introducción, estudio y edición de Olga Muñoz Carrasco
562 páginas. 15,5 x 24 cms. 27,00 euros
Calambur














Introducción, estudio y edición de Matías Barchino
696 páginas. 15,5 x 24 cms. 30,00 euros
Calambur 














Introducción, estudio y edición de Niall Binns
824 páginas. 15,5 x 24 cms. 35,00 euros
Calambur













Introducción, estudio y edición de Niall Binns
584 páginas. 15,5 x 24 cms. 30,00 euros
Calambur













Lee el reportaje en Cazarabet.

 




Noticias: Concha García presenta 'El día anterior al momento de quererle' en Granada


Concha García presenta su poemario El día anterior al momento de quererle en el Centro Artístico, Literario y Científico de Granada.

La autora estará acompañada por Carmen Prados (presidneta en funciones del Centro Artístico) y Pedro Enríquez (poeta y académico), además acompañará la lectura con su guitarra Paco Abadía.

Jueves, 24 de julio de 2014
20:30 horas
Centro Artístico, Literario y Científico de Granada
C. Almona del Campillo, 2-2º
Granada
(Entrada libre hasta completar aforo)

viernes, 11 de julio de 2014

Reseña: Cantos : & : Ucronías, de Miguel Ángel Muñoz Sanjuán, en Nayagua

El signo, la memoria, la memoria del signo
Por Guadalupe Grande 

Revista Nayagua, nº 20, junio de 2014

Hay poetas de frontera, hay poetas de extrarradio, poetas en el ojo del huracán y poetas de diván y salón, hay poetas centrífugos y los hay centrípetos, exuberantes y contenidos, reflexivos y pasionales, y un infinito número de binomios y de taxidermias que aparentemente ayudan pero afortunadamente no resuelven el enigma. Porque nada hace a la poesía la taxidermia que podamos elegir. Sabiendo que la enumeración anterior es una carcasa vacía, y que cada poeta ocupa su lugar en la página con un acarreo de opciones y posibilidades, más o menos flexibles, podríamos añadir una ficción más que algo tendría que ver con la poética de Miguel Ángel Muñoz Sanjuán: hay poetas que se afirman en cada verso que escriben y hay poetas que se borran en cada palabra que pronuncian: ese borrarse, ese acto poético que es difuminar los contornos de una identidad unívoca, dudar de la eficacia del discurso cerrado y depositar en manos de la memoria colectiva la tarea del texto.

Una extraña tormenta (1992), Las fronteras (2001), Cartas consulares, (2007), Los dialectos del éxodo (2007), y, ahora, CANTOS : & : UCRONÍAS (2013): ¿dónde situar la poética de Miguel Ángel Muñoz Sanjuán? No voy yo a resolver ahora ese enigma, sería un pretencioso insulto, sino tan solo anotar dos voluntades intuidas: la frontera como signo topográfico del texto y la memoria y sus posibilidades de permanencia y olvido como brújula, unidas ambas por la falta de urgencia, es decir, por la cadencia del recuerdo. Parsimoniosamente, como las caravanas de Saint John Perse, han ido apareciendo los libros de Miguel Ángel Muñoz Sanjuán, en su dicción severa pero no solemne de preguntar al hombre y a la tribu por las causas: preguntando incansable, obcecada, desesperanzada, reveladoramente. Desde la frontera, desde el éxodo, desde las afueras, desde la extrañeza, desde la extranjería que se pregunta por el sentido de las aduanas, inquirir ha sido la tarea de los libros de Miguel Ángel Muñoz Sanjuán. Pero no se ha tratado de un signo de interrogación en el aire, frente al vacío abstracto de la semiótica, sino frente al futuro que ha de responder al “antiguo canto del hombre: persuadida consciencia”.

Nos sorprende ahora Miguel Ángel Muñoz Sanjuán con esta radical utopía en los límites de la escritura, un radical itinerario que regresa del éxodo, de las fronteras, de la melancolía para inquirirnos ahora, preguntarnos ahora, sobre nuestra responsabilidad como lectores del mundo y su memoria. No es un destino distinto al que alentaban sus anteriores libros, no es un salto en el vacío, sino una extremación frente a sus inquietudes obsesivas —no otro adjetivo se puede aplicar a la reiterada obcecación de la alta poesía por adentrarse en los grandes enigmas de los humano, sus grandes decepciones, sus desesperadas voluntades, su constante alerta y su no menos intensa creencia— sobre las posibilidades y responsabilidades del signo.

En este fascinante itinerario de Miguel Ángel Muñoz Sanjuán, encontramos a “—»»Los muertos hablando en presente: & : los vivos intentado conciliar el pasado:” y la palabra del hombre contemporáneo, de la conciencia contemporánea, aferrándose en su clamoroso naufragio a lo que de aparentemente menos significativo hay en el lenguaje, dejando hablar también a eso que estaba en los márgenes del discurso poético y que, no tenido en cuenta ni más allá ni más acá de su utilitarismo gramatical, nos adentra en una nueva semántica del signo, en una libertaria radicalidad, resignificativa en su indagación y su inquietud.

En la estela, tan subterránea como intencionadamente apartada por los guardianes de las puertas de una ley tan difunta como persistente, en la estela de los márgenes de la poesía casi secreta contemporánea, desde los compañeros del surrealismo como Rafael Pérez Estrada, Carlos Edmundo de Ory o Eduardo Cirlot, hasta los amigos de Dada y la poesía experimental, como Julio Campal, Eduardo Escala o José Miguel Ullán, estos CANTOS : & : UCRONÍAS nos interrogan desde la voz aproximativa de Miguel Ángel Muñoz Sanjuán sobre los que es y lo que habría podido ser: lo acontecido y la narración de un otro posible. Otro posible que no busca en la fantasía su posibilidad sino en una variación cuántica otro resultado verosímil. La polisemia semiótica, como la polisemia semántica, obliga al lector a responsabilizarse de su lectura, de su interpretación, a ser no el receptor de un código trasmitido y recibido, sino el cómplice o el disidente de un lenguaje cifrado y descifrado.

En un acto de escritura abiertamente subversiva, Miguel Ángel Muñoz Sanjuán desordena, sin reordenarlas, esas señales de tráfico que son los signos de puntuación, no se trata de una nueva propuesta ordenancista, no de una nueva urbanística que milimétricamente reemplace a la anterior, sino de un incesante cuestionamiento sobre los estratos de poder que acompañan a la gramática más obvia. Pero ello no debe desviarnos del texto: eso dice también este libro de Miguel Ángel Muñoz Sanjuán, esto señala: sería fácil prestarle atención a la desobediencia semiótica, dejarse arrastrar no por la aventura sino por el aventurerismo, no por la imaginación sino por la fantasía, no por la subversión sino por la negación exenta de argumento ideológico: pero eso solo les está permitido a los que no tiene memoria, a los que carecen de responsabilidad ante la memoria. No es el caso. Miguel Ángel Muñoz Sanjuán resitúa, despoja de su significado acordado la señales de tráfico, de poder, que nos guían en el texto, y a partir de ahí estructura el relato de la angustia del ser humano ante el signo y ante la memoria del signo.

“Frente a la invasión de lo discursivo, de la atracción aplastante de la publicidad, de la verborrea, la poesía solo puede responder de una forma: tachando, negando, borrando…”, escribió Fernando Millán; Miguel Ángel Muñoz Sanjuán, nombra otra posibilidad, explorar obsesivamente, minuciosamente, las antiguas tareas de la conciencia, los antiguos mandatos de la poesía en su cordialidad y su desamparo, y encontrar los nuevos mapas significativos para que las palabras no sean materia forense sino brújula y testimonio.

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jueves, 10 de julio de 2014

Reseña: Carta blanca, de Rafael Saravia, en Nayagua

Camino de indagación
Por Juan Carlos Abril
Revista Nayagua, nº 20, junio de 2014

Carta blanca es un abanico de posibilidades, una fuente que va expandiéndose desde su nacimiento, irrigando las parcelas del conocimiento, buscando los recodos expresivos de la comunicación poética: de este modo, una fuente nunca discurre totalmente, no se vacía, y contiene más de lo que da. El agua que fluye no se separa jamás de sí misma. Desde la fuente a la tierra más lejana, es siempre la misma agua ininterrumpida. Este símil alegórico nos puede introducir sin duda alguna a este volumen, ya que partiendo de la idea de la página en blanco que el escritor tiene que “rellenar” con su escritura, nos acercamos a la idea del lector que también tiene que rellenar, con su lectura, esos huecos que nos dan a entender los diferentes momentos, como estancias, del libro. El lector tiene ante sus manos una herramienta para usar a su antojo.

Las primeras referencias nos trasladan desde el primer poema al universo de las transparencias (p. 13). Éstas se tienen que escribir y son una “Herida contractual” entre el autor y el mundo, es decir entre el hombre y el lector. El texto concebido como espacio público, carta abierta o blanca que interpretar es ese contrato de iniciación que nos introduce en el lenguaje de la posibilidad, lo que es de varias maneras posibles sin que una prevalezca sobre la obra, las leyes físicas que circulan incluso más allá de nuestra propia percepción. La poesía se expande y allá vamos nosotros para captarla o sentirla, difundiéndola.

Estructurado en tres partes deliberadamente distintas en extensión, pero complementarias temáticamente, en la primera, “Solo”, se plantea esa expansión lingüística aludida que será el reverso de las otras dos partes, sobre todo la final y homónima del título del libro, “Carta blanca”, ya que la intermedia, “Hasta que llegue diciembre”, se erige en un contrapunto a modo de cancionero o fragmentos de un discurso amoroso, en todo punto necesario y renovador desde dentro de los problemas que se plantean: el lenguaje y el amor como únicos y fundamentales asideros para la salvación de nuestra conciencia, frente al caos y la desesperanza.

No por nada “Brindis” es el último texto de la primera parte, y quizá a nuestro parecer el mejor poema del conjunto, que reproducimos íntegro: “Por la conciencia. / La que dispara anhelos en los márgenes convulsos del deshielo. / La que homicida nos lleva prendidos del deseo / hasta el remordimiento atroz del mal castrado. // Por la conciencia / que convoca y no invoca con acento percutor y doctrinario. / Por las musas que despierta en su retiro. / Por la comunión tácita entre el credo místico y tus piernas en uve, / resolviendo el misterio del vuelo sexual de las alondras. // Por el hueco involuntario que nos hace libres, / la raspadura esdrújula de la conciencia hasta su exigua raíz. / Por la condición universal del poema / al indomable vicio de noquear al tedio. / Por la conciencia”. (p. 36) Como vemos, sólo el poema —la palabra, la poesía— puede no sólo “noquear al tedio” sino salvarnos de los grandes peligros de nuestra vida, los abismos insondables que nos aguardan lejos de la comodidad y el pragmatismo. La crítica a la razón utilitaria no puede plantearse mejor. Crítica constructiva también, pues la poesía es esa “carta blanca” con absoluta libertad que se nos entrega para que nosotros rellenemos con nuestra vida, una libertad que sólo se consigue a través de nuestras propias palabras y experiencias, con nuestra propia indagación. La poesía sólo puede concebirse como indagación individual en la que habita una vocación colectiva, el texto, para ser compartido.

“Somos el dobladillo del pantalón, la parte oculta que genera esperanza. / Somos lo que le sobra al ojo vítreo, / la parte más sólida de la palabra llanto” (de “Levantamiento norte”, p. 15), consignando la distancia entre la mirada y la voz, entre el pensamiento y la palabra, o en “Asja Lacis habla con una libélula”, donde los verbos de palabra o dicción desembocan en “Sólo cabe resguardarse y hacer del vocablo caricia, / y de la voz, ausencia en lo profundo.” (p. 17). De nuevo el abismo del ser, el precipicio de la incomunicación que se repite en “Tiempo de contar”: “Ahora, ya sin tiempo, los olifantes se apean del verbo / y apuran los camaradas dos manos al día en pro del vocablo futuro” (p. 19). Un futuro que sólo puede ser visto —entrevisto o vislumbrado— por los poetas o por todo aquel que sienta una auténtica vocación por el conocimiento: “Son, los poetas, la afinación perpetua del semillero impronunciable” (de “Ángeles en pronóstico reservado”, p. 26), pues sólo ellos se acercan al límite de la palabra, del conocimiento y la comunicación, al límite del límite en el deseo del logos y la eticidad. Sirven de advocación poetas como Vicente Huidobro o Antonio Gamoneda (pp. 59-60), que aunque poseen distintas maneras de enfocar el poema, responden a un mismo poso de indagación idiomática.

Pero habría que añadir: ¿Quién no es poeta? Carta blanca nos ofrece un refugio en “Confidencia” (p. 27), “Remisión” (p. 29), “Amoriorik” (p. 30), o “En el camino” (p. 31), por citar algunas de las calas donde la búsqueda se va aquilatando. El poeta describe el espacio que recorre, nos integra en su voluntad de decir. Una voluntad que también es de estilo: la frescura y la sencillez de los versos de Rafael Saravia están muy lejos del cliché o el prejuicio, decantándose por una mezcla heteróclita de elementos donde todo es válido (siempre que se sepa usar, como en este caso). Y Rafael Saravia acierta en su elección léxica, en su originalidad sintáctica y en su capacidad pragmática por hacernos ver que el lenguaje es mucho más, siempre más de lo que estrictamente parece que es.

El otro poema importante —de entre un buen puñado de textos reseñables que no podemos citar en su extensión— es “Tus razones”, un poema-monólogo en el que el poeta se explica a sí mismo cuáles son los límites aludidos y establece una serie de serios reproches sobre su incapacidad, pero también es una toma de posición ante lo ya hecho, ante el camino andado y ante la indagación emprendida, una postura vital y poética que no puede ser ni mucho menos considerada como conformista: “No hubo paz, ni uvas, / ni pan compartido en el calor de la toquilla común” (p. 58), si bien el final es un toque de alarma ante la oscuridad que nos rodea, y una suerte de llamada de atención general para abrir los ojos. (Ibíd.) Lógicamente el poeta somos todos, y las dudas razonables en el último poema, “Antes y después de los panes” (p. 61), y la certeza de que “Convencer es estéril, decía Benjamin…” (Ibíd.) nos llevan de nuevo hacia el principio de todo y una postura en la que no podemos hacer más de lo que hacemos, justificarnos a través de la palabra y del amor, no sólo como poetas, sino como seres humanos, seres sociales que vivimos en comunidad, a pesar de que “los niños de San Ildefonso / confunden las partituras con las de La Internacional” (p. 60). Sea como fuere y a pesar de todo, nos encontramos ante una declaración de principios que no hay que dejar de leer. Rafael Saravia nos ha entregado un libro hermoso, inteligente y sorprendente, un libro que da mucho más de lo que tiene, ya que si algo nos enseña la poesía —y esta sin duda así nos lo muestra— es que en poesía nunca dos y dos son cuatro.


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miércoles, 9 de julio de 2014

Noticias: Olga Muñoz Carrasco presenta 'Perú y la guerra civil española. La voz de los intelectuales' en Lima


Olga Muñoz Carrasco viaja hasta perú para presentar el libro Perú y la guerra civil española. La voz de los intelectuales  (Madrid, Calambur, 2013).

Lunes, día 14 de julio de 2014
19:00 horas


Casa Museo Ricardo Palma
Gral Suárez 189 – Miraflores
Lima, Perú



Noticias: lectura de Francisca Aguirre en el Café Malvarrosa de Valencia


ENCENDIDAS
Lectura de poemas de Paca Aguirre
 

Intervendrán Paca Aguirre y Lola López. 
Con poemas musicados por Marcos Neroy.

Lunes, 14 de julio de 2014, 20:00 horas


Café Malvarrosa Espai Paral.lel
Calle Historiador Diago, 20
Valencia

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Noticia: Francisca Aguirre en el 75 aniversario de la muerte de Antonio Machado



75 aniversario de la muerte de Antonio Machado
Don Antonio Machado, un milagro permanente

Por Francisca Aguirre
Presentado por Francisco José Cruz

Miércoles, 16 de julio de 2014, 21:30 horas

Casa Palacio de los Briones
Universidad Pablo de Olavide
Carmona (Sevilla)

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Noticia: homenaje a Félix Grande en los Cursos de Verano 2014 de la UCM



Homenaje a Félix Grande en los Cursos de Verano de la Universidad Complutense de Madrid de 2014.

Participarán su esposa, Paca Aguirre, Premio Nacional de Poesía, y su hija, también poeta, Guadalupe Grande; además del cantaor Paco del Pozo y el guitarrista Óscar Herrero.

Sus poemas serán leídos por los poetas y escritores Alberto Porlan, Antonio Lucas, Antonia Cortés, Javier Lostalé, José Manuel Carcasés, José Manuel Martínez Cano, Jorge Riechmann, Juan Carlos Mestre, Luis Alberto de Cuenca, Manuel Francisco Reina, Manolo Rico y el actor Pepe Martín.

El homenaje tendrá lugar este jueves, 10 de julio, en la sala Príncipe de Asturias del Felipe II, una de las sedes de los Cursos de Verano Complutense en San Lorenzo de El Escorial, a las 19.00 horas y la entrada será de libre acceso.



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Jueves, 10 de julio de 2014, 19:00 horas
Euroforum Felipe IISala Príncipe de Asturias
Avda. Carlos Ruiz, s/n.
San Lorenzo del Escorial (Madrid)

 
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Noticia: La poesía ha caído en desgracia, de Juan Carlos Mestre, recomendado en la revista Quimera

La revista de literatura Quimera incluye entre las lecturas recomendadas del mes julio La poesía ha caído en desgracia, de Juan Carlos Mestre.


La poesía ha caído en desgracia, de Juan Carlos Mestre (Calambur, 2014)

Recordarán que en el número de Quimera de octubre del 2013 un buen número de escritores y críticos repasaban los mejores títulos de poesía de los últimos treinta y cinco años, y allí estaba Juan Carlos Mestre con La tumba de Keats. Perfectamente podría haber sido nombrada como esencial La poesía ha caído en desgracia, poemario escrito en el 92 (Premio Gil de Biedma) pero que ahora Calambur ha publicado en una nueva edición, dos veces más extensa, con más poemas escritos en Chile y algunos otros recientes. Un viaje a Chile y al horror; hombres llenos de voces y de huesos. Sabiduría. Luto. Oscuridad. Regreso de la muerte. Y la palabra del poeta. El vacío. Utopías. La salvación: «Líbrame, sálvame de la claridad sobre las láminas de la escritura». Un poemario que se revuelve y se torna indispensable, nuevamente.



Podéis ver la lista completa de libros recomendados por Quimera en este enlace.
 

lunes, 7 de julio de 2014

Reseña: La isla que prefieren los pájaros, de Vanesa Pérez-Sauquillo, en Babelia

Versos de filosofía moral
Por Luis Bagué Quílez
Babelia, El País, 5/07/2014

En las últimas entregas de Vanesa Pérez-Sauquillo se advierte una fusión de las distintas vetas que coexisten en su obra poética: el calado simbolista y la trama narrativa, el verbo sentencioso y la plasticidad visual, la corteza anecdótica y el meollo trascendente. Si Clímax road reinventaba la iconografía de la generación beat, La isla que prefieren los pájaros nos traslada a la geografía irlandesa como decorado de un viaje que supone también una aventura cosmovisionaria. Aunque este es un libro de atmósfera envolvente, los logros no se limitan a la pincelada efímera ni a la decoración de exteriores. Hay en estas páginas una suerte de filosofía moral que se va desplegando a través de secuencias cortas que funcionan como fábulas sin corolario o como máxima mínimas. La exaltación de la naturaleza viva frente a la lengua muerta del consumo o la crítica del horror vacui en el que hemos convertido la convivencia ("Huecos por los que el hombre // también // asfixia al hombre") cristalizan en un réquiem por los excesos de la civilización y en un elogio de la intemperie. La inteligente deslexicación de frases hechas, la rotundidad de los versos y la versatilidad en el manejo de las formas breves ("Piedra limpia de barro. / Desde la rama / el muro es un camino", dice un haiku) dan prueba de la riqueza de un volumen donde las metáforas aéreas alternan con los grávidos hallazgos. Si John Donne escribió que ningún ser humano es una isla, Pérez-Sauquillo opta por el término medio: "Seremos isla, algunos días, / pero la isla que prefieren los pájaros". No se pierdan este libro: dice cosas profundas con apariencia de levedad.


jueves, 3 de julio de 2014

Noticia: Cecilia Quílez en las VII Jornadas de Poesía en Palacio


Cecilia Quílez participa en las VII Jornadas de Poesía en Palacio, en Sanlúcar de Barrameda, en la mesa redonda "La figura femenina en la poesía de Machado", junto a Maruja Torres.

Jueves, 3 de julio:
20:30 h. Mesa redonda: "La figura femenina en la poesía de Machado".
Intervienen: Cecilia Quílez y Maruja Torres
Presenta: Gloria Hilario (Club de lectura Mar de Leva)
Modera: Liliane Mª Dahlmann (Fundación Medina Sidonia)

VII Jornadas de Poesía en Palacio
Homenaje a Antonio Machado

Fundación Casa Medina Sidonia
Plaza Condes de Niebla, 1
Sanlúcar de Barrameda (Cádiz)

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miércoles, 2 de julio de 2014

Noticia: Entrevista a José Antonio Zambrano en Ricks Magazine

"Ahora me muevo más en la realidad de las palabras"
Por José M. Sánchez Moro
Ricks Magazine, 13/06/2014


José Antonio Zambrano nace en 1946 en Fuente del Maestre (Badajoz). Poeta de una dilatada trayectoria que se inicia en 1980 con la aparición de Canciones y otros recuerdos, acaba de publicar en la Calambur, la editorial del último premio de la crítica, Lo que dejó la lluvia. Charlamos con él sobre su último libro y sobre su obra poética en general.

P- Acaba de aparecer Lo que dejó la lluvia, en la editorial Calambur. Fue la editorial que publicó al último premio de la crítica. ¿A qué público, con tal o cual nivel de refinamiento, va destinada la literatura de José Antonio Zambrano?
JA-Efectivamente, el último premio de la crítica fue para el poeta Antonio Hernández por su libro Nueva York después de muerto, publicado por Calambur.
Respecto a la pregunta que me hace, considero que la poesía, si merece la pena, termina por ser de todos. No cabe distinción.

P-Carlos Barral se pasaba dos meses con un papelillo arrugado en el bolsillo de su chaqueta en el que tenía escrito cuatro versos a los que daba vueltas continuamente. Aramburu confiesa que es escritor durante todo el día, sin tener por ello que estar sentado escribiendo. ¿Por qué se caracterizan los procesos creativos de Zambrano?
JA-Desde que supe que Fray Luis de León decía que siempre estaba en sazón de recibir, me apunté a este dicho. Ocurre, no obstante, que la señora –como decía Brines-, cuando no quiere entrar no pasa. Y cuando pasa, siempre es producto de ese verso que aparece sin saber, al que agarro con todas mis fuerzas para que no se vaya y no se olvide. Luego, todo es una constancia en torno a ese verso que unas veces acaba bien y otras no.

P-En la evolución poética de José Antonio Zambrano se distinguen varias etapas. La primera está cercana a la poesía popular. Soleares y otras composiciones similares. ¿Cómo ve tras más de treinta años después a Canciones y otros recuerdos?
JA-No pertenece mi poesía popular a una primera etapa, sino que me sigo moviendo por ella como se puede observar en mi libro aparecido en Luna de Poniente, en 2013, titulado Tonás de los espejos.
Canciones y otros recuerdos, que apareció en Universitas en 1980, sigue manteniendo mis preferencias por esos recursos discursivos que tanto fijan mis atenciones por la forma concisa y directa de mantener el verso. Siempre será un poemario de referencia para mí.

P- A este libro le sigue, en 1982, Sonetos, donde Zambrano comienza a reflexionar sobre la misma creación lírica. Este tema, la metaliteratura, ha ocupado a Zambrano en muchos otros libros: Como una presunción, Después de la noche…
JA-En efecto, ese concepto de metaliteratura o metapoesía, fijó hace tiempo mi atención como indagación sobre la poesía y que utilicé desde la reflexión metapoética. Todavía me muevo en esos escondrijos.

P- ¿Diferencia etapas en su evolución estilística?
JA-Después de tanto tiempo es normal que se vayan sucediendo etapas. Las lecturas, siempre hay que leer, el acercamiento a otras poéticas, y la necesidad de la palabra necesaria para el verso me siguen manteniendo. Ángel González me enseñó a quitar lo que no sirve. Aunque el único valor del poema es que sea bueno.

P- De un lenguaje algo barroco de sintaxis fragmentada a uno más directo, claro y preciso…
JA-Son cosas de la edad. Ahora me muevo más en la realidad de las palabras.

P- En su último poemario, aparece un prólogo de Ramón Pérez Parejo, profesor de la Universidad de Extremadura. ¿Hasta qué punto cree necesaria la labor orientativa y técnica del prologuista en los libros de poesía?
JA-Evidentemente, el poema es una ventana abierta que a cada uno le ofrece una versión. Debe ser así. Pero si de alguna manera, la persona elegida para el prólogo, que no suele ser cualquiera, logra aproximar su lectura, que siempre será orientativa, como dice, cabe la posibilidad de un mayor entendimiento. Otra cosa sería, leer el poemario antes que el prólogo y así convencernos si tiene razón. De cualquier manera, con prólogo o sin prólogo, si los poemas no tienen la altura que me exijo, habré decapitado cinco años de existencia. Los mismos que me ha llevado la escritura de Lo que dejó la lluvia.