Revista Mercurio
POESÍA PARA RENACER
Por Javier Lostalé
La publicación de una obra completa no sólo proporciona la visión global de la creación de un autor y facilita su conocimiento, sino que le permite al lector, cuando la palabra está entrañada en el latido más hondo de la vida, reconocerse en ella y entablar un diálogo consigo mismo y con el mundo del que siempre saldrá fortalecido. Para ello, claro, se necesita que el lenguaje, el poema en este caso, indague en la verdad del sufrimiento y los sueños humanos desde el lugar del corazón, sirva a la belleza y domine el alma de la metáfora ,así como el ritmo siempre generador de sentido. Todas estas cosas se cumplen en la poesía de Joaquín Benito de Lucas, escrita a lo largo de más de medio siglo y que ha sido reunida en una edición ejemplar, como todas las suyas, por Calambur. Un prólogo omnicomprensivo y diáfano de Pedro J. de la Peña es la puerta de entrada a dieciocho libros , más seis poemas inéditos, contenidos en dos volúmenes titulados La experiencia de la memoria. Epígrafe revelador de la permanente lucha contra el olvido en que se funda toda la escritura de este autor para que nada de lo esencial deje de renacer, entre lo que se encuentra la infancia, el amor, la muerte, la naturaleza, el paso del tiempo, la familia, la casa, los amigos, el viaje y el poder resucitador de lo onírico. Renacimiento que por vía emocional, pues no cesan los referentes, va haciéndose con el lector, hasta el punto de que éste llega a respirar por su propia herida y a reunirse con lo suyo más amado y deseado, produciéndose por tanto esa resonancia cordial engendrada por la gran poesía. Y al mismo tiempo, siente también el lector cómo en la obra de Joaquín Benito de Lucas se funde en una misma circulación sanguínea lo íntimo y lo colectivo, al encarnarse sucesos trágicos aún recientes de nuestra historia en seres con nombres y apellidos, y cómo un doble sonido no cesa de escucharse: el del río Tajo, a su paso por Talavera de la Reina, lugar de nacimiento del poeta, y el del mar. Ambos se corporeizan y adquieren grado de conciencia. En cuanto a la infancia, es el pulso último de la memoria al recobrar y nombrar la existencia, la partida y el término. Escribo —dice— porque creo/ que hundir las manos en lo que fue herida/tiene olor a manzana de la infancia, versos pertenecientes a uno de sus libros capitales, La escritura indeleble, donde, en otro momento, afirma: Era el alma quien vivía/dentro de mí, quien empujaba el vuelo/ de aquellos años, quien creó ese niño/ que aún sigue vivo dentro de mi pecho. Infancia que en este mismo poemario se visualiza hasta el latido a través de un serie de escenas en una barbería, en el bar de su padre, en una sastrería o en el relámpago que al pasar dejan lo ojos azules de una equilibrista; y siempre dentro de la presencia inundante del padre, la voz de sus hermanos y la sombra cálida de la madre. Que vida y literatura se trasfunden en la obra de Benito de Lucas lo comprueba igualmente el lector en otra de las cumbres de este poeta, Antinomia, donde realiza una radiografía de un sentimiento tan complejo y totalizador como es el amor a través de los personajes de “La Celestina” que, conservando toda la fuerza del texto de Fernando De Rojas, asumen aquí de un modo dramático, sensorial y lírico “el proceso amoroso que dolorosamente termina en el olvido”, como el mismo autor aclara en unas líneas introductorias. Así, dice Calisto a Melibea: Ciégate los ojos/ si no me quieres ver, quema la lengua/ que tantas veces me llamó, cercena/la mano que aún conserva/ el tacto de mi piel, pero no olvides/ porque el olvido es muerte.
Imposible es resumir en unas líneas todo lo que alberga La experiencia de la memoria. Sólo añadiré que con esta publicación se hace justicia a una obra que, con el paso del tiempo, no dejará de crecer.
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ABC Toledo, 10 de junio de 2006
A BENITO DE LUCAS
Por Rafael Morales Barba
Hacía ya mucho tiempo que veníamos los lectores requiriendo un trabajo como el que finalmente llega. Pero más nos alegramos si además lo hace desde el contrastado buen hacer de Emilio Torné y la editorial Calambur, y la sabiduría con que algunas pequeñas editoriales (ya no tanto), editan primorosamente poesía desde una pureza clásica que hereda la mejor tradición española de Manuel Altolaguirre. Pocos editores serán tan cuidadosos y nos congratularán más con este viejo oficio que atesora bajo su cartoné a espléndidos artistas. Pero todavía nos alegraremos más si vemos como el actual Ayuntamiento de Talavera de la Reina, que cuida y mima a sus hijos más célebres con exquisita sensibilidad, ha echado el resto sufragando un libro desde hace mucho tiempo echado en falta. Así lo recordó el alcalde de la ilustre ciudad de la cerámica, José Francisco Rivas el día de la presentación de tan esperado poemario.
Acercarse a la Obra Completa de Joaquín Benito de Lucas es tocar a un hombre. A un poeta que no necesita padrinos, porque lo ha ganado casi todo, aunque le hayan escamoteado el Premio Nacional de Poesía. No sabemos bien el por qué de ese manifiesto agravio comparativo después de releerle en esta edición meticulosamente prologada por Pedro J. De la Peña, y encontrar poemarios tan espléndidos como Campo de espuma (1983) y Dolor a solas (1991). O Álbum de familia en la edición de 1999. No solamente. La familia y la amistad, el amor, la melancolía y la ciudad natal, siempre Talavera de la Reina, muestran por lo general a un elegíaco sorprendente cuando la herida le quema cerca y surgen revelados la orfandad y el recuerdo. Pero también la solidaridad, la ternura y el desabrimiento en K-Z campo de concentración (1970), donde alza el grito un peregrinus ubique que poco tiene que ver con el lema de Petrarca, sino con el del extranjero humillado o que así lo siente. Estamos ante un pensativo que no suele caer en lo taciturno, sino en el quejido. Pero también en la delicada exaltación del amor que en Las tentaciones (1964) avisó de esa constante muy presente en su obra. El lector tiene consiguientemente una gran diversidad de miradas que hacen a estos dos tomos de poesía una aventura honda, en efecto, pero también seductora, legible, entretenida en el mejor sentido. En efecto así es, pues entre esas páginas hay una enorme versatilidad llena de registros versales, incluidos los caligramas, pero sin hermetismos, pues Joaquín Benito siempre quiere decir y remite siempre su verso a la línea clara. Una diafanidad diferente a la de Luis Alberto de Cuenca, sino de corte metafísico, indagadora, que escarba y fluye en sucesivos oleajes para acercarnos toda una reconstrucción desde la cuna y el tránsito. Do fluir, ha titulado Andrés Trapiello a toda esa melancolía contra la que avisó un precioso grabado Alberto Durero, ahora muy presente, y con mucho talento. De esta manera su poesía va fluyendo como el río Tajo desde el amor y la amistad que siempre le acompañan en sus reflexiones de lo universal a lo local, de lo onírico a lo experiencial, de la memoria a la vanguardia en sucesivas miradas y revisiones que exceden ya los cincuenta años de poesía.
Pero quien piense estar ante el cierre de una obra estará muy equivocado. Quien haya leído La escritura indeleble (2008) se encontrará ante uno de los mejores libros de esa corriente contemporánea que en algún lugar denominé poesía de la edad. Precisamente es en el broche de estas cuidadas Obras Completas donde encontramos uno de los poemarios por los que ese galardón que aun se le resiste debería haber llegado, o hacerlo cuando escriba el siguiente (no estará lejos). Poesía penúltima espaciosa y reelaborada en los toneles de perfumes hondos que crían grandes reservas líricos que le dejan sabor, pues la vejez del poeta ha resultado ser un renacer de una hondura desconsolada, que le presta sus mejores versos. O donde eleva un patético y trágico cántico ante cuanto se esfuma y desaparece, como cantó Antonio Machado. Un álbum de familia en el que sabemos de la legitimidad y verosimilitud de su canto no impostado, serio y hecho en el taller del artista sin pacto, y que finalmente llega a nuestras manos.
http://www.abc.es/20100613/local-toledo/benito-lucas-201006131804.html
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