Trazar la salvaguarda, de José Luis Puerto
Carlos Aganzo
El Norte de Castilla, 16/02/2013
Criaturas en flor de leyenda
Hace
años que vengo diciendo que la obra de José Luis Puerto (La Alberca,
1953) entraña como muy pocas el carácter de lo que es, o de lo que
debería ser, la literatura de Castilla y León. Una literatura que hunde
sus raíces en el dolor inmanente de Jorge Manrique, que se goza en el
vuelo trascendente de San Juan de la Cruz, que busca la escondida senda
de fray Luis y que se desenvuelve con gran soltura mirando de frente a
frente la claridad como si se tratara de Claudio Rodríguez…
Su
último libro de poemas, ‘Trazar la salvaguarda’, tiene un poco de toda
esta tradición, pero tiene además, y sobre todo, el sello inequívoco de
un autor que ha vivido siempre, premeditada o descuidadamente, bajo la
protección de los ángeles. Las misas criaturas aladas, a veces
consoladoras y a veces claramente inquietantes, que le acompañaron en
anteriores entregas poéticas buscan ahora con él el territorio de lo
sagrado en ese círculo protector que nos mantiene alejados del peligro, a
salvo de la intemperie y cerca, siempre, del calor de la palabra: el
único calor posible en un mundo de lobos. Un territorio poético que
también engarza, por cierto, con el mismo corazón de una tierra donde la
luz y la sombra se cortan como con espada, como dos partes
extremadamente distintas de una misma realidad. Un camino que baja hasta
lo más profundo del valle de los sentimientos, de las intuiciones, de
las revelaciones del hombre.
La entrega en este último libro de
poemas coincide además en el tiempo con la publicación de una obra que
le ha costado, en los últimos años, un trabajo intenso e inmenso de
investigación, en otro de los campos en los que la escritura de José
Luis Puerto se ha puesto a prueba siempre con éxito: la investigación
etnográfica. De la mano de la Diputación de León y del Instituto
Castellano y Leonés de la Lengua, publicado en la colección Beltenebros,
acaba de salir ‘Leyendas de la tradición oral en la provincia de León’,
un voluminoso corpus de relatos recogidos de modo directo por el propio
poeta a lo largo y ancho de la provincia leonesa, transcritos,
catalogados y glosados por él mismo alrededor de diez grandes categorías
o bloques temáticos: el cielo, el cosmos y el tiempo; la tierra, el
agua, la naturaleza, los santos y los héroes, las etnias, el miedo, el
humor, los animales, y los seres indignados. Desde campanas que espantan
las nubes o sirven para llamarlas, hasta piedras con propiedades
mágicas; desde el canto de la coruja como augurio de la muerte, hasta
animales míticos como el Culebrón, el Basilisco o el Alicornio. De nuevo
esas criaturas en flor de leyenda de las que tanto gusta el poeta,
aunque esta vez de la mano de un nuevo trabajo como investigador de la
cultura tradicional.
«Ahora, en este siglo que, más que abrir,
parece ir cerrando muchas puertas, José Luis Puerto, ha tenido el
acierto y el don de fijar para siempre ese conocimiento, de sacarnos a
la luz las gemas de ese tesoro», escribe Antonio Colinas en el prólogo
del libro. Y, efectivamente, como verdaderas gemas deben tomarse cada
uno de estos relatos que, en el borde mismo de la extinción, son
rescatados por José Luis Puerto antes de que se pierdan. Un conjunto de
leyendas, mitos y narraciones que describen por sí solos, mejor que
ningún otro tratado, la esencia de un territorio donde, sobre la
aparente sencillez de las cosas en la superficie, en el fondo nada es lo
que parece.
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