lunes, 18 de febrero de 2013

Reseña: Trazar la salvaguarda, de José Luis Puerto, en Babelia, El País

Trazar la Salvaguarda, de José Luis Puerto.
Luis Bagué Quílez

Babelia, El País, 16/02/2013

El último libro de José Luis Puerto (La Alberca, Salamanca, 1953) da testimonio de una escritura que se acoge a sagrado para alzar su edificio discursivo. Frente a la intemperie de los medios de comunicación, el autor reivindica el quietismo contemplativo. La trama de intuiciones desplegada en estas páginas se inserta en el Dextro del poema: el espacio en torno a las iglesias que aparece en el epílogo del volumen como emblema del derecho de asilo al que han recurrido las palabras en unos días de perplejidad milenarista. Este territorio protegido, en el que aún es posible gestionar la convivencia, se erige en metáfora de los vínculos colectivos y de la gravitación de la historia. Así, el ascetismo de Puerto atiende al parpadeo cromático del paisaje y a la caligrafía de sus asombros (‘Amarillo’, ‘Brizna de hierba’, ‘Coral’), a los estilos arquitectónicos que representan “la avaricia del tiempo” (‘Mudéjar, seo de Zaragora’) y a los lugares domésticos que preservan la memoria de antiguos afectos (‘Hortus’).

Sin embargo, la pulsación elegiaca se subordina a un tono admonitorio que a menudo adopta la forma de una oración, un himno o un salmo al viento. Las preguntas retóricas, lanzadas al abismo de la duda, devuelven un eco rotundo en aquellos versos que funcionan como avisos morales y apelaciones conativas al lector: “Calla / Y di desde el silencio / Eso que no se escucha”. El poeta maneja aquí un doble registro. Por un lado, el acendramiento expresivo de algunas composiciones se aproxima al arte pobre del bodegón y a la blanca epifanía de Zurbarán. Por otro, puede apreciarse cierta exuberancia visionaria en los vislumbres de Marruecos de la sección ‘Nueve huellas de marzo’, o en las relecturas mitológicas de ‘Cinco motivos clásicos’. Más allá de la babel de ruidos en la que se ha convertido el siglo xxi, la belleza ingenua de este libro defiende una fraternidad universal y un idioma común con el que “compartir el mundo”.

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