El niño que bebió agua de brújula, de Julio Mas Alcaraz
El blog de Laura Giordani, 14/06/ 2012
Abrir
las páginas de El niño que bebió agua de brújula (Calambur, 2011) de
Julio Mas Alcaraz implica el inicio de un viaje que no tiene nada que
ver con itinerarios prefigurados, un viaje en el que las mismas nociones
de partida o llegada pierden su sentido. Más bien, invitación a
adentrarse en un territorio donde las brújulas enloquecen y pierden toda
utilidad. Un viaje del que no saldremos indemnes porque ese agua de
brújula que nos van administrando pacientemente desde la infancia,
imantada por los puntos cardinales de la costumbre, la repetición, lo
programado (familiar y culturalmente), es precisamente el tóxico que
deberemos purgar si deseamos recuperar algún atisbo de libertad
espiritual.
Encontramos aristas muy interesantes en la
construcción del poemario: multidimensionalidad, fractura de la
concepción lineal del tiempo, un cuestionamiento feroz de lo que
significa “progreso” individual y colectivamente “Algunos creen que el
tiempo conserva dirección y progreso. Como si los rostros fueran
inmutables y no un mecanismo del dibujo” (Pág. 16); el libro va
desplegando ante el lector una tierra ardiente en la que vivos y muertos
se cruzan o vuelven a agonizar ante nuestros ojos por gracia del dolor
atemporal que nos atrapa en su red. O donde cualquier madrugada podemos
acunar al cadáver del niño dañado que fuimos.
Hay una fuerza
poderosa hilvanando lo fragmentado y que recibimos como temblor, pero
sobre todo, como un don y es la intensa piedad que recorre sus más de
doscientas páginas. Un descentramiento que permite al poeta estirar los
límites del yo para empatizar descomunalmente con todo lo viviente, con
todo lo dañado. “Me gustaría/ dormir con una mano atada // a la rama de
aquel roble cortado” ( Pág. 112). Esas fronteras personales son puestas
en crisis, esos contornos –cuya nitidez está más que cuestionada - que
nos separan del mundo. Una compasión inusual y muy de agradecer, similar
a la que irradia el poema “Lack of evidence” por ejemplo, en el que el
poeta escocés John Burnside da voz simultáneamente a la niña
desaparecida y asesinada, a sus padres y al homicida en una polifonía
arriesgada y conmovedora.
La palabra poética de Julio Mas Alcaraz
recorre no sólo esos pasajes que llamamos tiempo, sino también los
distintos espacios (y los objetos que los habitan) por los que
transcurrimos: oficinas, camas de hospital, centros urbanos, bosques y
esos territorios indecisos entre la ciudad y el campo, paisajes de la
periferia con todo su abandono y enigma. Esa gracia es imparable e
ingresa en la jeringuilla de los drogadictos, en las mecedoras orinadas
de los viejos, en el cachorro muerto que lleva un niño. No es casual que
el epílogo esté precedido por estas palabras de San Juan De La Cruz:
“Solo si el amor pasa a ocupar el sitio de la razón se convierte en
camino de trascendencia”.
El niño que bebió agua de brújula da
cuenta del daño no sólo infligido por el ser humano a sus semejantes,
sino a todos los reinos a los que arrastra en su corriente ciega al
desastre. Y también vuelve “a unir, a escondidas, los eslabones/ de los
péndulos de los zahoríes” para encontrar esa otra agua emancipada frente
a la que todas las brújulas confiesan su derrota.
Julio Mas
Alcaraz nació en Madrid en 1970. Hijo adoptado, pasó su infancia y
juventud en Alicante. Es licenciado en Ciencias Económicas y
Empresariales y MBA. Ha vivido, además de en las anteriores ciudades, en
Chicago, Nueva York y Londres, donde ha desempeñado cargos de
responsabilidad en organizaciones internacionales. Su primer poemario
fue Cría del ser humano (2005). Como traductor ha publicado La
diferencia entre Pepsi y Coca-Cola. Antología de poesía norteamericana
contemporánea (2007), Vive o muere (2008), de Anne Sexton, y El
juramento de la pista de frontón, de John Ashbery (2010). Sus poemas han
sido traducidos a varios idiomas y aparecen en diversos libros
colectivos y antologías. Entre otras actividades relacionadas con la
poesía, dirigió la colección Highway 66 y es miembro fundador del grupo
de performance EX.PO.RA. En la actualidad estudia un Master of Arts en
Filmmaking en la London Film School y reside en Londres. Tiene dos
hijos.
Laura Giordani
No hay comentarios:
Publicar un comentario