viernes, 28 de diciembre de 2012

Reseña: El niño que bebió agua de brújula, de Julio Mas Alacaraz, en el blog de Laura Giordani

El niño que bebió agua de brújula, de Julio Mas Alcaraz
El blog de Laura Giordani, 14/06/ 2012
 
Abrir las páginas de El niño que bebió agua de brújula (Calambur, 2011) de Julio Mas Alcaraz implica el inicio de un viaje que no tiene nada que ver con itinerarios prefigurados, un viaje en el que las mismas nociones de partida o llegada pierden su sentido. Más bien, invitación a adentrarse en un territorio donde las brújulas enloquecen y pierden toda utilidad. Un viaje del que no saldremos indemnes porque ese agua de brújula que nos van administrando pacientemente desde la infancia, imantada por los puntos cardinales de la costumbre, la repetición, lo programado (familiar y culturalmente), es precisamente el tóxico que deberemos purgar si deseamos recuperar algún atisbo de libertad espiritual.

Encontramos aristas muy interesantes en la construcción del poemario: multidimensionalidad, fractura de la concepción lineal del tiempo, un cuestionamiento feroz de lo que significa “progreso” individual y colectivamente “Algunos creen que el tiempo conserva dirección y progreso. Como si los rostros fueran inmutables y no un mecanismo del dibujo” (Pág. 16); el libro va desplegando ante el lector una tierra ardiente en la que vivos y muertos se cruzan  o vuelven a agonizar ante nuestros ojos por gracia del dolor atemporal que nos atrapa en su red. O donde cualquier madrugada podemos acunar al cadáver del niño dañado que fuimos.

Hay una fuerza poderosa hilvanando lo fragmentado y que recibimos como temblor, pero sobre todo, como un don y es la intensa piedad que recorre sus más de doscientas páginas. Un descentramiento que permite al poeta estirar los límites del yo para empatizar descomunalmente con todo lo viviente, con todo lo dañado. “Me gustaría/ dormir con una mano atada // a la rama de aquel roble cortado” ( Pág. 112). Esas fronteras personales son puestas en crisis, esos contornos –cuya nitidez está más que cuestionada - que nos separan del mundo. Una compasión inusual y muy de agradecer, similar a la que irradia el poema “Lack of evidence” por ejemplo, en el que el poeta escocés John Burnside da voz simultáneamente a la niña desaparecida y asesinada, a sus padres y al homicida en una polifonía arriesgada y conmovedora.

La palabra poética de Julio Mas Alcaraz recorre no sólo esos pasajes que llamamos tiempo, sino también los distintos espacios (y los objetos que los habitan) por los que transcurrimos: oficinas, camas de hospital, centros urbanos, bosques y esos territorios indecisos entre la ciudad y el campo, paisajes de la periferia con todo su abandono y enigma. Esa gracia es imparable e ingresa en la jeringuilla de los drogadictos, en las mecedoras orinadas de los viejos, en el cachorro muerto que lleva un niño. No es casual que el epílogo esté precedido por estas palabras de San Juan De La Cruz: “Solo si el amor pasa a ocupar el sitio de la razón se convierte en camino de trascendencia”.

El niño que bebió agua de brújula da cuenta del daño no sólo infligido por el ser humano a sus semejantes, sino a todos los reinos a los que arrastra en su corriente ciega al desastre. Y también vuelve “a unir, a escondidas, los eslabones/ de los péndulos de los zahoríes” para encontrar esa otra agua emancipada frente a la que todas las brújulas confiesan su derrota.

Julio Mas Alcaraz nació en Madrid en 1970. Hijo adoptado, pasó su infancia y juventud en Alicante. Es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales y MBA. Ha vivido, además de en las anteriores ciudades, en Chicago, Nueva York y Londres, donde ha desempeñado cargos de responsabilidad en organizaciones internacionales. Su primer poemario fue Cría del ser humano (2005). Como traductor ha publicado La diferencia entre Pepsi y Coca-Cola. Antología de poesía norteamericana contemporánea (2007), Vive o muere (2008), de Anne Sexton, y El juramento de la pista de frontón, de John Ashbery (2010). Sus poemas han sido traducidos a varios idiomas y aparecen en diversos libros colectivos y antologías. Entre otras actividades relacionadas con la poesía, dirigió la colección Highway 66 y es miembro fundador del grupo de performance EX.PO.RA. En la actualidad estudia un Master of Arts en Filmmaking en la London Film School y reside en Londres. Tiene dos hijos. 


Laura Giordani

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