miércoles, 26 de diciembre de 2012

Reseña: Los motivos del salvaje, de Ángel Antonio Herrera, en ABC Cultural

Los motivos del salvaje, de Ángel Antonio Herrera
Luis García Jambrina
ABC Cultural, 9/062012


Ángel Antonio Herrera  (1965) es un poeta insólito, una rara avis. Para empezar, se gana la vida como periodista del corazón, bastante atípico también, pues destaca por su verbo contundente, satírico e incisivo, no exento de lirismo ni de ambición literaria. Asimismo, se le conoce en otros ámbitos por haber sido el primer biógrafo de Umbral, cuando muy pocos escribían sobre él y menos aún le rendían honores de maestro literario, como es el caso.

En el terreno de la poesía, es autor de los libros El demonio de la analogía, En palacios de la culpa, Te debo el olvido y Donde las diablas bailan boleros, y de ellos se puede leer una buena muestra en las antologías El sur del solitario y Arte de lejanías, lo que nos habla de una dedicación asidua.

Negro galeón

Su nuevo libro, Los motivos del salvaje, es una obra de plena madurez, la culminación hasta el momento de su interesante trayectoria literaria. En él su poesía ha ganado en profundidad y complejidad, sin perder un ápice de la fuerza y la frescura que la caracterizan. Desde el comienzo, planea sobre sus versos la conciencia de la muerte: «La desdicha que me apague ya escogió su noche», leemos, sin ir más lejos, en el primer verso; y, unos poemas más adelante, certifica: «Cuesta creer que ya aparejó la muerte / el negro galeón en el que habré de hundirme. / Cuesta creer que va conmigo su calendario».

Frente a ello, como el mejor «antídoto», como aquello que nos salva y nos resucita, está el recuerdo de la infancia, asociada aquí al verano y al mar («El verano de la infancia, que hoy me inventa»), y solo recuperable, a voluntad, a través de la poesía: «Si digo dicha digo también infancia».

Así pues, lejos de claudicar ante la amenaza constante de la muerte o de complacerse en el dolor o de dejarse llevar por el miedo, el yo lírico enarbola muy alta la bandera de la vida, de la pasión, del exceso (existir es adentrarse «por las sagradas selvas del exceso»). De ahí el titulo: los motivos del salvaje son los de aquel que, a pesar de todo, apuesta por la vida con todas sus consecuencias.

Quemadura de amor

El libro se mueve entre polos extremos: la nostalgia por lo perdido y la exaltación del deseo, la añoranza y la celebración, el escepticismo y el entusiasmo. De hecho, cabe señalar que, desde el punto de vista expresivo, estos poemas están marcados, precisamente, por la gran abundancia de antítesis, de contraposiciones, de paradojas..., como fiel exponente de su compleja visión de la existencia («Alegre, funeral voy, al arbitrio de abismos...»).

Por otra parte, destacan las numerosas enumeraciones totalizadoras y caóticas, que con frecuencia se extienden a lo largo de todo un poema; el continuo empleo de la anáfora y otras reiteraciones; el ritmo tenso y sostenido, que es el auténtico vertebrador del poema; las imágenes certeras y brillantes; o el tono sentencioso de algunos versos («que pertenecemos, como el mar, a la intemperie, / que quien tiene el amor tiene también su quemadura»). Con este intenso y arrebatador libro, Ángel Antonio Herrera ha demostrado, en definitiva, que no es un poeta a ratos o a rachas, sino que tiene un mundo y un lenguaje propios.

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