martes, 8 de enero de 2013

Reseña: Sesenta y cuatro caballos, de Antonio Pereira, en Diario del AltoAragón

Sesenta y cuatro caballos, de Antonio Pereira
Luis Borrás
Diario del AltoAragón, Suplemento dominical, 17/06/2012

“Un Picasso en el desván”

Nos empeñamos en leer a los autores más originales y geniales del nuevo cuento español. En vivir siempre el presente o incluso en tratar de anticiparnos al futuro sin tiempo para mirar atrás y recuperar a los que fueron primero, antes; a los que escribían relatos cuando nadie lo hacía. Y ampliar la lista más allá de Ignacio Aldecoa y Juan Benet.

Y en esto de lo más nuevo el máximo de la modernidad es el microrrelato. Invento que creemos de ahora, de esta década y este siglo, cuando resulta que como dice Juan Carlos Mestre en el prólogo: “Pereira es el padre iniciático de una amplia generación de escritores, el inventor de los prolegómenos de las más brillantes páginas del microrrelato y la cuentística española de la segunda mitad del siglo pasado”. Nos empeñamos en buscar el tesoro por todo el continente sus océanos y mares y resulta que tenemos un Picasso en el desván.

Antonio Pereira se merece ser algo más que un nombre para citar y quedar bien. Pereira lo que se merece es ser leído. Y este “Sesenta y cuatro caballos” es una oportunidad perfecta para hacerlo. Los textos aparecidos en este volumen pertenecen a cuatro de sus libros: “La divisa en la torre”, “Me gusta contar. Selección personal de relatos”, “Meteoros. Poesía, 1962-2006” y “Recuento de invenciones”. Todos –excepto uno- de este nuevo siglo, de unos años antes que Pereira falleciera. Pero su obra literaria, que se inició en 1962, se compone de veintisiete libros publicados entre poesía y relato y ocupa cinco décadas.

Hoy en día la narrativa permite cualquier envase, aspecto forma y color. Esa es su mayor ventaja: su libertad formal. Y los microcuentos y los relatos breves son su mejor prueba. Pero esa libertad es producto de esta época contemporánea. Hace cincuenta años no era lo mismo. Y Pereira publicó su primer libro de cuentos: “Una ventana a la carretera” en 1967. Nos creemos rabiosamente modernos y Pereira ya había patentado la pólvora. Somos como el inventor de Ábrete Sésamo. Creemos que la narrativa poética es hija de un autor vivo y menor de treinta años y lo más destacado de Pereira es precisamente “lo poético de su narratividad, su ambivalencia”.

La de Pereira no es la efervescente prosa actual. El talento, precoz y arrollador, de los autores jóvenes y urbanos. Pereira es de otra época en la que la literatura no tenía que pelearse con la vanidad, la competencia, los libros de autoayuda y los muebles de diseño sueco. Pereira no vivía a la moda; no tenía prisa por llegar, derrocar al que estaba para ponerse él. Cuando Pereira escribía el tiempo corría de otra manera y la literatura se hacía como antes se hacía el vino: en casa. Pereira “fabulador a domicilio” me recuerda a Jesús Moncada y la Mequinenza que tragó el pantano. Narrar lo universal desde un mundo pequeño y personal. La poesía y la prosa para hablar del recuerdo, de uno mismo y los demás, la familia, el barrio, el paisaje, sus habitantes, los largos días de luz, la pubertad y la muerte. Y todo en una forma distinta entonces; emocionante, sencilla y verdadera ahora.

Antonio Pereira. Sesenta y cuatro caballos. 130 páginas. Selección de textos de Úrsula Rodríguez Hesles. Prólogo de Juan Carlos Mestre. Colección Calambur 20 años. Calambur Editorial. Madrid, 2011.

Diario del AltoAragón

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