martes, 7 de diciembre de 2010

Reseña de La colección de libros impresos del IV Duque de Uceda en la Biblioteca Nacional de España

Cuadernos de Historia Moderna
2010, vol. 35, 267-298

Por Felipe VIDALES DEL CASTILLO
Universidad Complutense de Madrid

Que salga a la luz un nuevo trabajo sobre una biblioteca particular del siglo XVII ya es motivo de celebración, pues no son pocos los estudios que aún siguen haciendo falta en esta dirección, ni son menos los inventarios de libros que siguen sin estudiarse y darse a conocer. En este caso, el libro de Margarita Martín Velasco viene acompañado de una función aun más meritoria, una utilidad muy concreta, como lo es servir de instrumento de trabajo para aquellos que quieran acercarse a investigar los fondos de la Biblioteca Nacional. La autora —formada en el campo de la Biblioteconomía— es la actual Directora de la Biblioteca del Centro Universitario Villanueva de la Universidad Complutense, ha colaborado en la creación del Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia y ha publicado diversos artículos previos al libro que aquí nos ocupa alrededor de la figura del IV Duque de Uceda, motivo de su tesis presentada en 2007 y dirigida por la Dra. Elisa Ruíz.

Actualmente la recuperación de inventarios de bienes y los estudios de las distintas bibliotecas aristocráticas de los Siglos de Oro, constituyen un pilar fuerte dentro de la investigación sobre historia del libro, impreso o manuscrito. Con estudios recientes como los de Inmaculada Pérez Martín, Pedro Cátedra, Trevor J. Dadson, José Manuel Prieto Bernabé o Fernando Bouza entre otros, se avanza en un campo en el que la metodología ha de ser especialmente rigurosa como ha puesto de manifiesto Margarita Martín en esta obra—, mientras que el abrumador esfuerzo en la transcripción e identificación de registros de un inventario sólo es conocido
por quienes lo han llevado a cabo alguna vez. Sin duda este trabajo cumple con esa exigencia metodológica, y además presenta un corpus bibliográfico excelente aparte de varios documentos de dudosa atribución hasta ahora, sino inéditos, que la autora presenta como escritos por el Duque.

Don Juan Francisco Pacheco Téllez Girón de Mendoza era hijo de Alonso Melchor Téllez Girón y Pacheco, y Juana Fernández de Velasco, y pertenecía a una familia nobiliaria cuyos estados abarcaban gran parte de la actual provincia de Toledo. Se casó con doña Isabel María Gómez de Sandoval, lo que le convirtió en Duque de Uceda consorte, título que utilizaría siempre por ser de mayor dignidad y
porque conllevaba el tratamiento de Grande de España. A lo largo de su vida desempeñó cargos en distintos Consejos de la Monarquía Hispánica, así como de Virrey en Sicilia, embajador en Roma y Ministro Plenipotenciario en asuntos italianos, en los años en que la representación diplomática de Felipe V se desplaza de Roma a Génova. Consiguió reunir varias bibliotecas, siendo el objeto de estudio para este trabajo la reunida hasta su vuelta de Palermo en 1696, y que puede reconstruirse gracias al inventario manuscrito que Sylvester —su bibliotecario— redacta con el fin de pasar los controles inquisitoriales. Es por ello que esta fuente presenta una problemática añadida, y es que puede que no se incluyesen en él todos
los libros que el Duque tuviese en Palermo; además el inventario nos habla sólo de una de sus bibliotecas, pues —como la autora se encarga de recordar— los bienes de Uceda fueron confiscados tras su cambio al bando del Archiduque en 1711; entre ellos estaban los libros que dejó en Madrid, por lo que durante sus últimos años de vida volvió a reunir de nuevo —ya en su casa de Viena— una pequeña pero rica biblioteca.

Este inventario no publicado hasta ahora, es la base de la investigación de Margarita Martín junto con otro escrito, La Verdad por sí i en si misma, conservado en la Biblioteca Nacional de París y que gracias al trabajo de la autora hoy podemos saber y decir que fue escrito por Uceda. Este opúsculo recoge a su vez otro panfleto anónimo de filiación austracista que circuló hacia 1708 y que mandó retirar Felipe V, del que Margarita Martín justifica y presenta como posible autor también al Duque; dentro del texto de La verdad por si i en si misma se recoge casi íntegramente este primer panfleto anónimo, gracias a lo cual podemos conocer claramente —según la autora— el pensamiento de Uceda y su relación con los libros que poseía.

En cuanto a la estructura del libro de Margarita Martín, el capítulo I es un buen trabajo de síntesis historiográfica acerca de los estudios que últimamente se están llevando a cabo sobre hábitos de lectura, nacimiento de las grandes bibliotecas-museo y el mundo de la cultura escrita en el Barroco a nivel general; los capítulos II y III corresponden a dos artículos ya publicados en la revista Documentación de las Ciencias de la Información, en los años 2006 y 2008, con la salvedad de que introduce una pequeña semblanza histórica del IV Duque de Uceda, y amplía con ello su visión sobre el papel que tuvo en la Guerra de Sucesión. Sirve esta pequeña ficha bibliográfica, apoyada en diversas fuentes impresas, para salvar la imagen del Duque que hasta hoy nos ha llegado debido a los escritos del Marqués de San Felipe,
matizando los motivos de su cambio de bando y presentándolo la autora como una situación casi lógica: debido a sus últimos errores (intencionados o no) en Roma y en la reconquista de Cerdeña, y ello unido a la suerte que corrieron el Duque de Medinaceli y el Marqués de Mancera al volver a España, el Duque de Uceda determinó presentarse ante el Emperador en noviembre de 1711 y pasar a formar parte de ese bando oficialmente; tras este acto, seguirá desempeñando cargos en Génova y Milán al servicio del Imperio, para terminar su carrera política y su vida en Viena, en 1718. El capítulo IV se ocupa de sintetizar las distintas guías bibliográficas del siglo XVII, prestando especial atención a la catalogación que hace Sylvester para la biblioteca de Uceda. Finalmente unos apéndices que comprenden el escrito encontrado en París y que finalmente puede ser atribuido a Uceda, La Verdad por sí i en si misma, así como unas breves conclusiones. La segunda parte del libro es el catálogo a partir de la transcripción del inventario y la selección de los impresos, sus entradas identificadas y los libros de que se compone localizados en la Biblioteca Nacional.

A pesar de todo este gran trabajo, queda aún por presentar si esos son los únicos libros de Uceda que se encuentran en la Biblioteca Nacional, o si por el contrario a dicha institución llegaron más libros que no se incluyen en el inventario y que aun no hayan sido localizados. Aparte del trabajo de transcripción del inventario y de la identificación de sus entradas —y siempre desde el punto de vista de historiador de
quien ahora escribe esta reseña—, se hace necesaria una reflexión acerca del sentido de la biblioteca, más allá de que pueda verse o intuirse la función y el uso que el Duque hacía de sus libros a partir de la lectura de La Verdad por sí i en si misma (obra que demuestra las lecturas y usos que el Duque hizo de sus libros, algo en lo que insiste la autora en varias ocasiones). Ya que el método de trabajo ha sido el estudio del inventario, sería bueno que a partir de ello conociésemos la significación sociopolítica y cultural del IV Duque de Uceda y, en definitiva, los motivos que movieron a don Juan Francisco Pacheco a acumular esa cantidad de libros a lo largo de su vida, así como su particular gusto por el coleccionismo.

Se echa de menos un mayor acercamiento a sus preferencias lectoras, e igualmente a sus intereses a la hora de adquirir libros sobre un autor, una materia o una edición particular. No quedan bien explicados, por ejemplo, los motivos que le llevaron a hacerse con obras de prácticamente todos los autores de teatro contemporáneos (algo poco común en el resto de bibliotecas estudiadas hasta el momento) y en cambio a no tener presencia de científicos de vanguardia como Kepler, que tiende a aparecer (sin llegar a ser numerosos los casos) en otras bibliotecas. El ejemplo del Marqués del Carpio (muerto en 1687), cuya biblioteca conocemos gracias a distintos inventarios de bienes, es significativo como ejemplo de hombre de su tiempo. Orgulloso y soberbio cortesano, embajador en Roma y Virrey de Nápoles, su biblioteca dista en parte de ser similar a la de Uceda; mientras acumuló un buen número de obras de Derecho en sus primeros momentos, y contó con abundantes obras de Astronomía, Geometría o Ingeniería Militar, apenas tuvo obras literarias contemporáneas, y sí contaba (décadas antes de realizarse el inventario de Uceda) con trabajos de científicos de vanguardia. Sería conveniente que se hiciese visible de manera más clara si don Juan Francisco Pacheco fue un lector actualizado, si buscaba ediciones nuevas o comentarios de autores a obras de otros, localizando ediciones únicas, raras o especialmente ricas.

Claramente el objeto de este trabajo (que es la adecuación para la publicación de su tesis, presentada en 2007) es el inventario de Sylvester, y es por ello que quizá siga haciendo falta otro estudio más reflexivo sobre la biblioteca y no sobre la persona del Duque, que complemente a esta ingente labor de documentación y arduo trabajo que nos presenta Margarita Martín Velasco.

MARTÍN VELASCO, Margarita, La colección de libros impresos del IV Duque de
Uceda en la Biblioteca Nacional de España, Madrid, Calambur-Centro de Estudios
Europa Hispánica, 2009, 583 págs., ISBN: 978-84-8359-180-2.

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