Fenomenología del espíritu
Manuel Garrido Palacios
Huelvainformacion.es, 02/07/2012
Es tan rico en sensaciones este libro que humildemente propondría jugar
con él en el mejor sentido posible: leyéndolo. Pero voy a más. Una vez
leído -nunca se acaba de leer un libro- cada lector podría componer un
sin fin de poemas tomando versos sueltos de diversas páginas sin
desvirtuar el original. No sé si esto es un disparate total o casi, que
no tengo a mano el disparatómetro para medirlo; sí sé que puede ser algo
para poner de los nervios a su autor, Juan Carlos Mestre, que igual lo
acepta teniendo presente que su libro es un "generador de conciencia,
una añoranza de porvenir, una polifonía redentora de la imaginación
condenada al monólogo del individuo'.
"Los poemas se han convertido en escaparates / de los almacenes de moda.
Los textos dramáticos han desencajado /
la burla de los autómatas obligados a trabajar / en el elenco de los asuntos humanos".
Días atrás estuve en el Louvre. Una marca de instrumentos
musicales había puesto a disposición de quien quisiera participar veinte
pianos en círculo, cuyo sonido resultante se grababa sin que nadie
mediara para dar turnos o interrumpir a los que teclearan aunque fuera
una frase, una nota. Si ya es una explosión vital sentir pasajes de
Beethoven a solas, aquello se convirtió en una armonía mágica cuando
estos se mezclaron por las buenas con una canción Beatle, el Madigan de
Mozart, El clave bien temperado de Bach, además de ritmos salseros,
melodías étnicas y obras del más variado origen, incluyendo los torpes
intentos de quien pasaba y ponía sus manos en las teclas. Dediqué tiempo
a escuchar semejante concierto, cuya variación de intérpretes y de
compositores fue un milagro sonoro continuo. Un grupo de japoneses
coincidió con otro rumano y, de cruce en cruce, el discurso musical se
agigantó hasta ser la voz del mundo ebria de alegría por el inesperado
encuentro en el Museo.
Al llegar a casa tenía el libro La bicicleta del panadero
sobre la mesa y con la emoción que me había regalado la música, lo abrí
y tuve la sensación de estar acompañado por una gran coral que se unía a
la magia del momento. Era un juego maravilloso "en este atormentado
retablo, en el que luchan la aspiración de absoluto y las devastaciones
de la experiencia", un conjunto que concebía "la poesía como una
restitución ante la historia del oprobio y como un reflejo de lo
irreparable, que ilumina las zonas que han sido negadas a la memoria".
Toda la armonía del mundo puesta en escena hacía honor a la hondura de
uno de sus versos, que pinta "la ironía como gran sospecha ante la
conducta del saber".
"Viviremos bajo los párpados del triunfo
como un imperdible en lo que ya no está
pero llama a la puerta".
Otro vector se añadió a la lectura del libro. Resulta que para armar el fondo de la canción Tomorrow never knows,
Lennon y McCartney grabaron todos los ruidos a su alcance y los
mezclaron en el estudio. Hablo de memoria y creo que es el último corte
de Revolver.
"Alimentaran los cultivos del mundo
Con permutables pulsaciones melódicas
Las madres de los artistas
Perpetuamente en dudas
Ante la jaula de los leones".
Tras todo esto me di cuenta de haber estado anotando versos
sueltos mientras los iba leyendo. Ahí nació mi disparatada propuesta del
principio.
"No puedo probar cuanto digo,
pero lo que digo desata la alabanza.
Alguna virtud debe existir en la alabanza de los ausentes.
Y el que dice digo está a punto de decir
yo ya no digo nada".
Los previos aciertan al decir que "este libro despliega un
entramado simbólico, en la herencia imaginativa de su poesía, una
conmovedora visión de las utopías de la felicidad, la desobediencia ante
el sufrimiento y la insurrección estética como acto de legítima defensa
frente a los discursos de dominación".
Asamblea de muertos es el sentido de la Plaza Jamaa el Fna, en
Marrakech. "Las sillas se hacen insoportables cuando están vacías
después de los entierros, después de los casamientos cuando se van los
invitados". Asamblea de voces vivas es La bicicleta del panadero, que
"indaga en los territorios donde lo sublime y lo prosaico se desposan".
Aparece aquí su autor en plenitud: "más complejo, arriesgado,
irreverente, airado, divertido, conmovido y asaltado por la precisión y
la alucinación del lenguaje poético". En suma, la obra es un
ofrecimiento "desde el confín de la derrota y la pérdida, donde cada
despedida es un regreso y cada encuentro una constatación de vacío".
Y al final, la experiencia de componer un poema según cada lector, gustara o no al autor, se produjo. Valga un fragmento:
"El buen recuerdo de las telarañas
fuma entre los eucaliptos.
La cerradura sin puerta, la puerta sin casa.
De cada caballo boca abajo
cae en algún momento un tesoro.
Las lágrimas me han vuelto mediocre".
Porque día después nos reunimos gente de aquí y de allá, leímos los poemas de La bicicleta del panadero
y cada cual anotó un verso de los que se dijeron en voz alta. Después
pusimos uno detrás de otro y el efecto fue sencillamente asombroso, como
asombroso nos pareció el libro.
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