Blog de Manuel López Azorín
Javier Lostalé y suTormenta transparente. Entre el gozo del Amor y el dolor de lo amado
Javier Lostalé (Madrid, 1942), estudió Derecho pero su vida profesional ha transcurrido en Radio Nacional de España hasta su jubilación. Allí presentó el programa cultural El ojo crítico, igualmente, junto con Ignacio Elguero, codirigió La estación azul y, aunque retirado ya, continúa colaborando con este programe cuyo título se tomó de un poemario suyo en prosa.
Siempre se he dedicado a la promoción de la lectura y a la difusión de la poesía en general. Muchos poetas han sido “promocionados” o difundidos por Javier a través de las ondas. Tantos que la poesía de Lostalé parecía quedar relegada a una actividad secundaria para él. Por esta razón, podría decirse que es un poeta más conocido por su faceta de animador cultural y difusor de poesía en los medios de comunicación que por la suya propia, pero también es cierto que, entre los jóvenes poetas, su influencia es considerable.
Tormenta Transparente, su último libro (Calambur, 2010), según nos dice, supongo que el propio autor, en la solapa interior, es una reflexión sobre el amor, su imposibilidad y su pérdida, en la que más allá de la criatura sin nombre que late en todos los poemas, el lector sentirá lo que sucede en el interior de quien ha hecho de la entrega a un ser su destino, su «tormenta transparente», porque no llega a desatarse, aunque todo arde en la aparente quietud.. Y, ya leído, puedo asegurar que efectivamente, este místico laico que es Javier Lostalé nos ofrece un canto al amor y al desamor en un poemario que nos habla de la pérdida y de la ausencia o de la imposibilidad de amar y de ser amado. Un libro, en fin, de deseo, de anhelo, de amor con todo lo que el Amor conlleva.
El título refleja muy bien el entramado ya que en el libro se produce una”Tormenta” que es la del amor. Un amor ya de ausencia y por tanto de memoria, de pensamiento más que de hecho, y a través de “visiones tranparentes” que tan pronto se duelen del amor, como del gozo de la pasión del Amor, que sólo se produce en sus palabras. Y aquí oigo ahora, además de otros, los ecos del inolvidable San Juan de la Cruz; pero sin mística religiosa, sólo anhelo, deseo, amor y desamor para este canto de luz y de sombra. Un libro del que Lostalé dice:aunque el libro pueda parecer una despedida del amor, no es así exactamente. De ahí la cita de René Char que abre este libro: El poema es el amor realizado del deseo que sigue siendo deseo.
La andadura poética de Lostalé —en solitario— llegó con la publicación del libro Jimmy, Jimmy (1976. Reeditado en el 2000), al que siguieron Figura en el paseo marítimo (1981), La rosa inclinada (1995), Hondo es el resplandor (1998). Estos libros fueron recogidos (acompañados el inédito, entonces La estación azul) en La Rosa Inclinada (Calambur, 2002) y en ellos se percibe entre las sombras de las palabras que preservan los años, el joven clamor del amor, y de su sombra, el desnudo fulgor de la luz del deseo, y de su sombra, y se perciben igualmente ecos de Vicente Aleixandre, de Cernuda, de Salinas, entre otros, y yo particularmente creo que también de Brines y Pablo García Baena. Ecos de tan inmensos poetas es, me parece a mí, un marchamo de calidad en la poesía de este hombre observador y tímido, de apariencia frágil, del que en muchas ocasiones me dijo Fina de Calderón que era tan buena persona y tan discreto que siempre se podía confiar en él y yo estaba de acuerdo.
Recuerdo la primera vez que coincidí con él, fue en la Tertulia Literaria Hispanoamericana de Rafael Montesinos, en Cultura Hispánica, y recuerdo que estaba entrevistando a una muy buena poeta llamada Encarnación Pisonero. Recuerdo igualmente que la impresión que me produjo fue de un hombre tímido, amable, educado, misterioso, observador.
En La rosa inclinada, en el poema confesión nos dice Javier Lostalé a modo de poética: Escribo porque me salva, porque es lo único que me queda, porque fija un sonido, unas luces, el final de un acto de amor, el escenario de unas horas de deseo. Escribo porque están conmigo los que ya nunca estarán, porque bajo al mar desde la mesa donde apoyo la cuartilla y me quedo quieto en la memoria de un cuerpo, y prolongo unas voces hasta perder la noción del tiempo (días y años juntos, apretados en un instante que me deja sin defensa). Escribo porque al abrir el seno de una palabra encuentro la iluminación última del beso, porque pronuncio a solas mi única verdad: ésa que después desmiento con mi vida. Escribo porque hay un llanto íntimo que me purifica desde que comienzo a hacer signos en el papel, porque poseo las cosas desde su respiración humana y puedo habitar aquello de lo que fui desterrado. Escribo para ser joven y alimentar una esperanza radical, para tener lo que no tengo y escuchar lo que nunca me dijeron. Escribo porque nunca fue más bello el engaño.
Javier Lostalé Tal vez escribe para alumbrarse, entre palabras de sombra y desencanto,entre el gozo del Amor y el dolor de lo amado, esta vida dura, que lo es, frente a la fragilidad y la decepción, no del Amor, sino de lo que se ama. En este nuevo libro, su voz, me parece a mí, llega más sombría, más triste, como conformada a la imposibilidad del Amor. Quizá por ello esta cita de Jules Renard: He construido castillos en el aire tan hermosos que me conformo con las ruinas.
Hay en Lostalé algo de misterio, de enmascaramiento y de fragilidad, al menos así lo percibo yo, es como un aire de dulce tranquilidad, y al tiempo de desamparo, un aire como de reserva, de preservación, un aire que al verle alejarse me deja siempre como si se quedase flotando un misterio, un no sé qué que queda...La última vez que nos vimos fue en el Salón de Columnas del Palacio Real. Juntos nos sentaron y juntos escuchamos las precisas y emocionadas palabras de nuestro admirado amigo Francisco Brines que respondía a la entrega de su Premio de Poesía Hispanoamericano Reina Sofía.
Javier Lostalé elabora la palabra con precisión, con lentitud y, desde su corazón y pensamiento, la deposita, luego del papel, en la vida. Ahora, según me cuenta, anda escribiendo más.
Este libro, Tormenta transparente, es el que canta al Amor y llora al amor. Un libro que nos lleva al Fernando Pessoa fingidor cuando dice: Que de tal manera miente / que hace ver que no es verdad / el dolor que en verdad siente. El canto al Amor y la elegía al amor son el fingimiento de un acercamiento a lo general, a lo colectivo con el propósito de evitar la confesionalidad, lo íntimo y acierta en cuanto a hacer un discurso colectivo donde el lector va a sentir con intensidad emocionada, tal vez, aspectos de sus propias vivencias: Nunca fue más bello el engaño.
En alguna parte leí que Javier Lostalé es un poeta cuya obra se encuadra dentro del movimiento novísimo; pero, aunque este poeta se inició en 1971con una antología de Vicente Aleixandre, titulada Espejo del amor y de la muerte, y lo hizo junto a poetas como Luis Antonio de Villena y Luis Alberto de Cuenca, entre otros, su andadura poética ha caminado siempre fuera de corrientes y modas. Hace ya muchos años en relación al mundo de la poesía me dijo Antonio Gala: Lo mejor es ir, por libre, de francotirador. Javier Lostalé ha caminado así. Con los francotiradores existe el inconveniente de parecer que no se es cuando no se está inmerso en un grupo, una corriente, etc.; pero el que es poeta, lo es aunque no esté.
Javier Lostalé nos deja, con esta Tormenta transparente, un hermoso libro en el que su enmascarada y lírica palabra poética roza la luminosa luz de la Poesía.
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