La Vanguardia, 23 de marzo de 2011
Una historia de la letra en España
Por Aitor Quiney
El término specimen, proveniente del mundo anglosajón, designa los libros u hojas sueltas con muestras de tipos de imprenta que publicaban principalmente los grabadores, fundidores e impresores, para publicitar, a modo de catálogo, el contenido de sus fondos tipográficos. El estudio de las muestras, para construir la historia de la tipografía y su relación con los libros, tuvo gran repercusión fuera de nuestras fronteras, sobre todo a partir del estudio del impresor de Boston Daniel B. Updike, impreso en dos volúmenes con el título Printing types (1922). Este libro despertó el interés por las muestras de letras y se convirtió en la primera guía para bibliófilos, impresores y aficionados a este material. El primer espécimen libro que se conoce y cita Updike es el Index sive specimen characterum (1567), del impresor flamemnco Cristóbal Plantino, que se conserva en el museo Plantin-Moretus de Amberes. Una hoja de muestras del impresor Ratdolt con fecha de 1486 es el único ejemplar incunable conocido.
Hasta ahora, la creencia entre los investigadores era que los primeros especímenes españoles, o al menos, la muestra más antigua, pertenecía a inicios del siglo XVIII, mérito que se atribuía a la del impresor valenciano Antonio Bordazar, impresa con el título Caracteres de España en 1732. Pero Albert Corbeto (Barcelona, 1971) en Especímenes tipográficos españoles, demuestra la existencia de otros ejemplares anteriores, como las hojas que, con fecha de 1684, muestran los caracteres impresos a partir de los punzones grabados por el francés Pedro Dises, establecido esos años en la Corte.
Al margen de estos ejemplos es de suponer que la producción de especímenes debió de ser bastante mayor en esta época y anteriores, aunque debido a su carácter efímero muchos de ellos no se conservan. El estudio de Corbeto, pionero en nuestro país, exhuma los muestrarios del XVIII, los identifica y localiza, hasta llegar al año 1833, además de ofrecernos 72 láminas de los diferentes muestrarios. Sobresalen los especímenes de la época del Carlos III, en cuyo reinado la imprenta vivió su máximo esplendor con los grabadores Pradell, Gil y Espinosa, y en particular de los impresores Ibarra, Sancha, Cano o Monfort. Un estudio llamado a ser referencia para futuras investigaciones en el ámbito de la tipografía española.
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