El hijo del panadero luminoso
Bruno Pólack
Revista Velaverde, 13/05/2013
Mestre es monumental; y La bicicleta del panadero (Premio de la Crítica de poesía castellana, 2012) es, sin discusiones, la nota más alta de su pentagrama. Podría parecer arriesgado lanzar esta afirmación tomando en cuenta que en la trayectoria del poeta existen libros ya bastante sorprendentes, como La tumba de Keats (Hiperión, 1999) por el que obtuvo el premio Jaén de Poesía, o La casa roja (Calambur, 2009) por el que ganó el Premio Nacional de Poesía de España, pero no es para nada exagerado.
Juan Carlos Mestre (Villafranca del Bierzo, 1957) sobrevuela por sobre los 198 poemas (¡en casi 500 páginas¡) que componen este libro con un aliento sostenido y universal. Parece como si el poeta buscase llegar a todos los rincones de la historia, de la realidad humana y reescribirlos con un lenguaje luminoso y mágico. Crea un gran teatro donde desfilan cientos de personajes (poetas, pintores, reyes, políticos) dispuestos en infinidad de escenarios (la Grecia Clásica, la Edad Media, ciudades de España, de Chile), incluso algunas referencias peruanas como Vallejo, César Moro o cerámicas precolombinas. En el poema “Luces en la noche” (pág. 37) nos dice: Tierno en tu jardín reposas, Orfeo, ya lejanamente apagado/ como pensamiento de infancia al ver pasar los aviones/ en los que César Moro va hacia los escombros del mundo.
Pero los verdaderos héroes de Mestre son los desposeídos, los obreros, los hombres de las labores simples de la tierra, personificados todos por el panadero de Villafranca del Bierzo quien va silbando por las calles del pueblo en una humilde bicicleta, su padre. Incluso la muerte de este (impulso central del libro) sirve para realizar un hermoso homenaje a la vida desde una voz fresca pero totalizante, porque estos personajes no aparecen nunca dolientes sino siempre dignos, siempre vitales. Y aunque sin duda la muerte deja su amargo rastro por algunos versos del libro, nuestro poeta, como último representante de los juglares, la celebra. Porque “dicen que hay cadáveres que hablan más fuerte que las trompetas”.
Mestre es probablemente en la poesía española actual (académica y encorsetada por un lado, ignorante e inocua por el otro) uno de los pocos que merece ser leído con grado de urgencia (sumado a contados grandes poetas como Antonio Gamoneda o Jesús Hilario Tundidor, por ejemplo).
Ojalá que pronto llegue no solo La bicicleta del panadero sino otros poemarios de Mestre a las librerías peruanas que, a excepción de pocos y honrosos casos, han decidido no seguirle para nada el rastro a la poesía contemporánea (y mucho menos a lo que poesía peruana se refiere).
La buena noticia es que Juan Carlos Mestre vuelve al Perú para el II Festival Internacional de Poesía (FipLima) a inicios de julio. Nadie debería perdérselo.
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