Trazar la salvaguarda
José Luis Puerto
Revista Leer, nº 240, marzo 2013
Abrazos en piedra, reductos de culturas expulsadas que pagaron con belleza ese desprecio. Madera que es santuario y amarillo prendido en la memoria, altar de misterios que son bosques. Un sentido de comunión solidaria, de panes que se reparten el mundo en una proclama como lo hicieran las lenguas hoy florecidas en las cunetas o las caligrafías de la pérdida de los despojados. Ofertorio de plenitudes que mueven el alma para frenar "la embestida del tiempo". Una oración, un ensalmo de la dicha que el autor cataloga en lo pequeño, purezas que suscitan temblores con los que ahuyentar esa soledad. La sed de dar afirma el ser, aunque siga en busca de señales radicales de permanencia, talladas en el vientre hacia el que vamos, territorio de memoria afectiva, laberinto-medina donde salvar estos hallazgos de inocencia, a veces en el espacio femenino que configura la tierra del poeta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario