Por Túa Blesa
Es un riesgo inscribir en el título de un libro la palabra “rosas”, pues lo inserta en una riquísima tradición poética construida sobre este símbolo de la belleza, de la perfección, a la vez que de la caducidad de éstas. Esto sucede en este Rosas de la carne de Manuel Francisco Reina (Jerez de la Frontera, 1974), que ha publicado varios libros de poesía y también novelas, que se presenta como “un mártir de la belleza” y una y otra vez parte del tópico mencionado para armar un libro que es un cántico, una celebración de la vida, de la carne -“Celebración de la carne” se titula el poema inicial-, del amor, pero también del lenguaje y de la poesía, de ahí las citas y las reiteradas referencias a otros textos. Celebración que rehuye lo elegíaco. Así, se lee: “La única certeza de mi vida / es que mis días sean como rosas [
]. Deshojarme en silencio, suavemente, / como un pequeño sol en el espacio / que expande su corola luminosa / sin pena, sin rencor y sin tragedia”. Hay en estos poemas una cierta pretensión mágica: “decimos rosa / y florece en el aire su presencia”. De este modo, nombrar el placer, la belleza, habrá de suponer que con tal gesto surja un mundo en el que todo ello se haga realidad. Contrapartida, se diría, de que en la vida la presencia de la persona amada, del cuerpo deseado suponga también la elevación, mágica, del mundo a vivencia de intensidad poética.
http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/27060/Las_rosas_de_la_carne
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