viernes, 21 de marzo de 2014

Reseña: Pobreza, de Víktor Gómez, en La ventana encendida


"Pobreza, de Víktor Gómez"  
Por Carlos Izquierdo
La ventana encendida, 08/03/2014             
                               
                                         I

En las cimas más elevadas el aire es tan puro que cuesta respirar. Con Pobreza, el poemario que cierra un ciclo precedido por Huérfanos aún y Detrás de la casa en ruinas, Víktor Gómez nos hace ascender hasta el lugar desde donde podremos contemplar el vasto panorama de un tiempo, el nuestro, el de hoy, de explotación y de miseria: una visión sobre el dolor -desde el dolor, cargada de dolor- pero acendrada por la ternura, capaz de descubrir el destello del metal noble bajo los amasijos de chatarra. Pero hay que advertir que Víktor Gómez cree ciegamente en el lector, lo eleva a la categoría de poeta, y si queremos ascender con él deberemos responder a su exigencia, dejarnos las uñas y las manos asiendo las palabras y arañando el texto para no caer, deberemos "descoser" el corazón de las miserias y comodidades que nos mantienen adheridos a nuestro egoísmo. Sólo así, desde lo más alto, podremos contemplar cómo "la luz depone su amarga moneda".

                                                                         II

En Pobreza el lenguaje se tensa hasta romperse, quiebra los diques de contención de la sintaxis y se extiende arrastrando, integrando en sí, omnímodo, cuando encuentra a su paso, se desborda para decir lo que las estructuras racionales no pueden decir, o no pueden comprender. Y en Pobreza, el silencio adquiere una entidad semejante a la palabra. Sorprende el uso magistral que hace de la cesura, no conforme a las reglas métricas, no como simple medida, sino en un sentido libre y profundo, como verdaderos espacios de silencio en la lectura, simas donde el lector puede insertar su propio aliento. Palabras y silencios, los de este poemario, difíciles, duros, llenos de ira, pero que se abrazan al prójimo -al próximo- amorosamente en su desamparo, invitándolo a "salir de la red" que lo atrapa a la miseria porque "nunca se es tan pobre que no se pueda intentar" (y esto es un poética). Poemas que nos entregan imágenes brillantes incrustadas en un discurso de enorme fuerza, capaces de descubrir la belleza entre las colillas y los excrementos de los parques, entre tumores, secreciones, Bisferol-A, entre  náufragos de la inmigración o fríos secretarios judiciales, en "una gramática sucia desveladora mestiza",  capaces de alcanzar la lucidez del delirio "a cuarenta y un grados desbordada fiebre".  Porque "el poema, si no sangra, se pudre" (y aquí hay también una poética).

                                        Aprieto el puño abro la mano y espolvoreo luz
                                        abro la mano cierro el puño y amaso sombra

                                                                        III

Un ciclo se cierra con Pobreza, y lo hace acercándose a un umbral a través del cual se vislumbran espacios más amplios, los del amor. Intuimos que el poeta nos llevará, si somos capaces de seguirle, a transitar por un universo luminoso que no es sino el ensanchamiento de lo que dejamos a nuestras espaldas:

                                                            yo he convertido 
                                                            mi tristeza en luz

                                                            yo
                                                            que solo soy un cuarzo
                                                            en tus manos

1 comentario:

Carlos Izquierdo dijo...

Gracias por la mención a la reseña que escribí para el poemario de Víktor Gómez, desde luego su lectura no deja indiferente y la recomiendo con énfasis porque nos encontramos ante un poeta de gran envergadura.

Y gracias también a Calambur por ir creando para los lectores un catálogo que ya es imprescindible en la poesía contemporánea en español.