Marifé Santiago Bolaños
La orilla de las mujeres fértiles
Calambur Poesía, 110
ISBN: 978-84-8359-197-0.
72 pp. 2010
Incluye CD con música original de María José Cordero y poemas recitados por la autora.
PVP: 14 €
Ofrecemos tres poemas y un audio de este libro-CD:
III
Niñez desnuda, ¿seis, siete años? Al aire toda, sólo una braguita clara y, sobre la cabeza, un barreño lleno de ropa sucia. Llora a gritos, sin perder el paso descalzo, sin que se le caiga al suelo el castigo.
No sé, la que va tras ella puede tener doce: ya le han crecido los pechos y las caderas, ya se cubre el cuerpo con una tela de colores
y azota, furiosa,
las piernas de la chiquitina que no para de llorar:
llora ignorada por los muchachos ociosos que retozan en el río,
llora ignorada por estas madres de ojos mustios,
llora ignorada por los adolescentes que exhiben su exigente virilidad
a las niñas fértiles.
Aquí no extraña tanto desconsuelo, ni verte erguida y que las lágrimas no vuelquen el barreño. Aquí, no.
Mi piragua se aleja de ti pero yo sigo oyéndote el llanto. Verás: es que este poema deja marcas y escuece.
Tú querías jugar
con la luz del atardecer
en el Níger: eso era todo.
V
Viejo baobab, vigía ante el palacio de las termitas.
La luz tan densa, tan cansada, en el cuello de las jirafas.
Lagartijas antiguas: pasean sobre la única sombra de la sombra.
Contagiosa lentitud del sol: un pastor acompaña la ausencia del cebú.
Babas: la cabra pasta desierto.
Niña vestida de hada: los insectos se han llevado al cielo tus dientes de leche.
Y el Pájaro Azul cruzó la sabana como un ángel.
XII
Domesticar: a la cama, recoged los juguetes. Tragarte el daño; por el miedo, quédate despierta y escucha el llanto de tu corazón.
Tú: la ausencia de nombre, que la vida te robe la manta, que te destape, que se duerma en tu estómago
el dolor, ese
despótico e indolente
vagabundo.
Tú, también:
Delicadeza de las mujeres, lentitud del gesto suspendido en la copa del árbol,
como en la densidad y el vaho de los cuerpos: sudor,
ingrávido el destino donde la Nodriza Cósmica recita
compromisos:
memoria del trigo, abejas, las espigas, el insignificante y anecdótico deseo.
Mañana, pan y la picadura de una estrella
en los hombros,
pasteles de mundo, digo:
masticas almas, como todas las madres: luego, a la boca del hijo esa papilla de saliva y amor.
Una historia esperando
en la tarde de África,
limpiar de sombra oscura
cada claro de luz.
La Vida escribe un salmo en las acacias y en los cafetales, en el bosque de la libertad y en los pájaros: la tarde en África encendida de amor: collares de mariposas sedientas, la nada, heridas que engalanan a las mujeres dulces, estar en el amor:
intercambiamos la tristeza:
cristales de colores, semillas engarzadas, paquetitos de ternura, pulseras de silencio, la tarde africana, húmeda:
cierro las ventanillas
para que no entre
en el coche sucio
de agravios y barro
la palabra que este
trayecto no evita,
la que tú te llevabas en la cesta,
sobre la cabeza,
erguida,
olvidándome ya…
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