jueves, 13 de mayo de 2010

Reseña de Un único día, de Jesús Hilario Tundidor


El Norte de Castilla, 1 de mayo de 2010

Tundidor en estado puro
El poeta zamorano reúne y perfila su obra en dos volúmenes editados por Calambur

Por Carlos Aganzo

Como un gran paisaje poético donde el fulgor de la escritura se revela en toda su intensidad. Pero también como una rosa de extraña fragancia, construida pétalo a pétalo con dedicación de demiurgo alejandrino. Así se presenta la obra poética de Jesús Hilario Tundidor (Zamora, 1935), reunida, actualizada y fijada en dos espléndidos volúmenes publicados por Calambur bajo el título común de 'Un único día'; el fruto de una intensa labor de revisión y reescritura prolongada a lo largo de años, en la que el poeta confiesa haber sentido «las mismas implicaciones creativas» que cuando sus versos cobraron vida por primera vez.

Agrupados en torno a dos grandes etapas, 'Borracho en los propileos' (1960-1978) reúne los poemarios 'Río oscuro', 'Junto a mi silencio', 'Las hoces y los días', 'En voz baja', 'Pasiono' y 'Tetraedro', mientras que 'Repaso de un tiempo inmóvil' (1980-2008), además de por el libro que da título al volumen está integrado por 'Libro de amor para Salónica', 'Construcción de la rosa', 'Tejedora de azar' y 'Las llaves del reino'. En la primera parte, marcada por una intensa «búsqueda del conocimiento y la luz en la emoción», el ejercicio de reescritura de Tundidor ha propiciado la poda de numerosas ramas poéticas, sobre todo de 'Río oscuro', donde desaparecen poemas que, en palabras del zamorano, «en ningún modo los acepto ni comparto hoy, pues fueron publicados sin responsabilidad alguna», dejando asimismo «anulados» todos aquellos que escribió o publicó con anterioridad a 'Junto a mi silencio', la obra con la que ganó el premio Adonais en 1962; poemas que no pertenecen a su pensamiento ni a su sensibilidad, «salvo el librito 'Luz de nostalgias', que se publicó en Zamora, en la colección Odalis», del poeta Elisardo González Crespo. Algunos cambios, también, en 'En voz baja' y un nuevo cierre para 'Tetraedro' que, visto con el paso de los años, parece que se quedó «cojo»...

Menos cambios se observan en el segundo volumen, correspondiente a una obra de mayor madurez poética, donde la ansiedad existencial de la primera etapa se convierte ahora en una «dialéctica del encuentro entre el ser y el mundo». En el conjunto no se incluyen, sin embargo, dos libros de referencia como son 'Mausoleo' y 'Fue', ya que el escritor considera que ambos tienen carácter morfológico específico, y los reserva para cerrar trilogía con un libro todavía inédito. La obra se completa con prólogo de Natalia Carbajosa y con la presentación y la adenda que incorpora el propio Tundidor.

Acostumbrados a ir leyendo la obra de un poeta poco a poco y a lo largo de los años, generalmente al hilo de la aparición de cada nuevo título, encontrar así reunida la mayor parte de la poesía de Jesús Hilario Tundidor nos sirve para reflexionar sobre el valor singular de una poética basada, quizás fundamentalmente, en lo que el mismo escritor aborda en uno de sus libros más bellos y profundos: 'Construcción de la rosa'. «¿Cómo sin la metáfora / o el retráctil sentido de la imagen / tocarías el mundo? / Dificultad de ser / en la contemplación, de conocer aquello / que en sí, poema o rosa o vida / contigo, inalcanzable realidad, / preexiste», dice en este poemario, donde la deconstrucción de la belleza, como manera de entender el mundo, y su posterior reconstrucción, como manera de actuar poéticamente sobre él, son una magnífica referencia del modo en el que Tundidor se entiende con la poesía.

O dicho con sus mismas palabras: después de tomar conciencia de «haber sido estigmatizado por la creación poética», se le hizo necesario aceptar «el desafío de su construcción». Intuición y edificación son los dos momentos que marcan de manera permanente la obra del poeta zamorano. Obra, además, que se va construyendo al mismo tiempo que se construye la vida del poeta: «Elaborándola -dice Tundidor-, la vida era algo aceptable que tomaba sentido»; y añade: «si no estaba en ello, vivir era mudo».

Vida y obra elaboradas a partes iguales entre la conciencia y la inspiración, entre la metafísica y la ebriedad; y concebidas, en cualquier caso, como «estructura abierta». En el mismo sentido que Jorge Guillén, o quizás al contrario, el tocar y el retocar los textos obedece a un deseo tan humano como imposible de cerrar lo que se sabe nacido para estar abierto: la palabra. Un círculo que en esta ocasión quiere cerrarse por donde empezó, por esa luz «carnívora y mortal» que nos recuerda a San Juan de la Cruz, el mismo poeta con el que inició su camino y que ahora se asoma, con toda la fuerza de la mejor poesía de Tundidor, en 'El holocausto de los huracanes', el poema inédito con que se cierra la obra.

http://www.nortecastilla.es/v/20100501/cultura/tundidor-estado-puro-20100501.html

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