Elías Moro estuvo en Zaragoza y yo no lo pude ver ni conocer. Me dio mucha pena. Acabo de recibir, dedicado, su libro: Me acuerdo, que es un homenaje a Georges Perec y un viaje, más o menos aleatorio por su propia vida: Elías, madrileño afincado en Mérida, habla de lo que recuerda, habla de los recuerdos inventados, y poco a poco, relato a relato, recuerdo a recuerdo, aforismo a aforismo, completa un libro estupendo, en el que puedes entrar y salir y volver a entrar a tu antojo. Siempre hay algo que es también tu autorretrato, las maletas de tu memoria. Lo leí entre anoche y esta mañana en la cama, mientras caía la lluvia –no caía: sollozaba- y me lo he pasado muy bien.
Me encantó esta pieza maravillosa:
ME ACUERDO de un día de Reyes en me regalaron un caballo de cartón, un caballo similar a los que usaban entonces los fotógrafos por la calle. Monté en él y desaparecí. Me encontró mi madre tres horas más tarde con el festín a punto de acabar; faltaba medio caballo y en ese preciso momento me estaba comiendo una oreja, tan ricamente.
Y esta:
ME ACUERDO de Gaspar, un zapatero cojo y remendón que tenía dos hijas preciosas. Era paisano de mi madre y yo aprovechaba el medio parentesco para acercarme todo lo que podía a aquellas dos beldades.
Y esta:
ME ACUERDO de un álamo temblón en la vega de un arroyo en cuya corteza grabé tu nombre.
Y esta, que me impresiona (siempre he estado un poco enamorado de Lee Remick):
ME ACUERDO de Lee Remick diciéndole a Jack Lemmon en ‘Days of wine and roses’: “Un día soñé que me mataron. Fue allí, junto al embarcadero. Mi padre vino a recoger mi cuerpo en su vieja furgoneta de reparto”.
Me acuerdo (Calambur, 2009) de Elías Moro es una invitación constante a recordar, a soñar y a escribir. Es un libro realmente delicioso. (En la foto, Lee Remick en Anatomía de un asesinato, 1951. Moderna, misteriosa y guapa, casi una 'femme fatale'.)
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