miércoles, 21 de diciembre de 2011

Reseña de Sesenta y cuatro caballos, de Antonio Pereira, en el Filandón

Mientras voy a un recado

"Filandón", suplemento cultural del Diario de León
N.º 1259, 27 de noviembre de 2011
Por José Enrique Martínez


“Mientras voy a un recado / y cual
quier día no vuelvo”, rezaba Antonio Pereira. Y una mañana no volvió; pero amigos y lectores sabíamos que, en realidad, empezaba a regresar con cada día. Y hoy la ha hecho galopando en Sesenta y cuatro caballos cuidados por Úrsula Rodríguez, la que fue su mujer, Úrsula ciudad, aquella ciudad cantada entre todas las ciudades, como resumen de todas ellas, y presentados por Juan Carlos Mestre, hijo literario y amigo fraternal. Cuando voy pasando las páginas del libro, subido a todos y cada uno de los Sesenta y cuatro caballos respiro el aliento de la poesía. Supongo que le pasa a todo lector de Pereira. Al fin, el gran texto de sus versos  y de sus cuentos es un solo cuerpo movido por vientos líricos, los vientos del noroeste acaso, los vientos del alma siempre.
Es más patente lo que digo en los cuentos cortos, descubiertos después como excelentes muestras de microrrelatos, hoy tan en boga, porque condensan un pensamiento o una emoción, porque insinúan más que dicen, intuyen más que constatan, porque la brevedad es su condición, como lo es la densidad y el ingenio, cualidades que afectan por igual a la poesía. Pero también a los demás cuentos los mueven ramalazos líricos, como el lector puede comprobar con la lectura de relatos como “Obdulia, un cuento cruel” o “Un chico de la Cábila”, presentes en el libro que reseño, junto a la mayoría de textos en verso que lo componen. De manera que puede decirse que Antonio Pereira fue y es, ante todo, un poeta, sea en verso o en prosa, como cuentista o como versificador: un poeta que cuenta y canta, que canta y cuenta: Contar y seguir tituló, precisamente, la primera recopilación de su obra poética. En esta ocasión, los Sesenta y cuatro caballos –título procedente del primero de los textos- los ha escogido quien más cerca estuvo del escritor, su mujer Úrsula. El lector puede recorrer estos textos con la cercanía amistosa con que fueron escritos, con la complicidad que el escritor buscó en el lector entregado. No le encontraremos parecidos evidentes con poetas de su tiempo. Él construyó su obra alejado de cualquier estridencia, sin buscar encumbramientos fugaces, sin adscribirse a grupos ni tendencias, con tonalidad amable y con la libertad interior del que tiene algo que decir y lo quiere decir a su manera. Así logró una especie de simpatía sentimental con el lector, como si le hablara en voz baja, como si fuera un amigo que nos hablara y que, por suerte, nos seguirá susurrando al oído palabras como estas: “No hay nada más cansado que el rostro de un domingo / si son las cinco de la tarde y llueve”, o bien: “No es tu mejor amigo quien regresa en la noche / y te trae pensamientos oscuros”, o sugerirnos acaso que “deben ser muy hermosos los pechos de las primas / temblando en los desvanes”.


Antonio Pereira. Sesenta y cuatro caballos
Selección de Úrsula Rodríguez Hesles
y prólogo de Juan Carlos Mestre

Colección Calambur 20 Años, 3. 144 p.
ISBN: 978-84-8359-228-1. 12,00 €.

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