Por José Corredor-Matheos
Un único día recoge la poesía completa de Jesús Hilario Tundidor, con excepciones que hace notar: buena parte de su primer libro, Río oscuro (1960), y los títulos Mausoleo (1989) y Fue (1997), que "formarán, seguramente, una trilogía integrada por ellos y un tercero, aún por concluir". El conjunto produce la sensación de que se han respetado el espíritu y la letra con que fue escrito, y, con ellos, los distintos momentos psíquicos y circunstanciales correspondientes. No ha rehecho los libros anteriores, ni ha reescrito poemas, aunque —nos dice— ha trabajado de nuevo algunos de ellos en aquellas partes "que estimé precisas". Un único día está conformado por dos volúmenes. Es el primero de ellos, subtitulado Borracho en los propileos, se incluye lo publicado entre 1960 y 1978, y en el segundo, Repaso de un tiempo inmóvil, el periodo 1980-2008.
La poesía de Jesús Hilario Tundidor ha pasado, en las distintas etapas de su evolución, primero por un predominio del sentimiento existencial, propia de los años sesenta, una siguiente etapa, que diría intermedia, en la que el lenguaje cobra un peso especial, por la acumulación de elementos expresivos, tocada en ocasiones de notas surrealistas, para culminar, en su plena madurez, con una manera muy personal, donde el lenguaje, lavado de toda ganga, está al servicio, o por mejor decir, se identifica, con la intuición poética.
Tanto en un nivel profundo de significación como en aspectos puramente formales, se ha mantenido siempre independiente ante todo aquello que pudiera coartar la propia visión del mundo y su expresión artística, de difícil sencillez. "Conmemoro —leemos— el antiguo esplendor de la sencillez". La naturaleza, la vida cotidiana, el amor, la memoria de un tiempo pasado que es sobre todo presente, la sensación del tiempo que pasa y se detiene para el poeta el poema, son sentidos con el recogimiento de quien sabe que la realidad es siempre interior, y que la oscuridad y la luz son los dos rostros con que se nos presenta.
La penetrante visión, de transparente lenguaje, hace notar que los dos últimos libros recogidos en Un único día constituyen "un acertado resumen de los elementos que, libro a libro, se han ido acumulando en el acerbo poético del escritor". Lo que supone, al tiempo que una progresión en el desarrollo de la creatividad, una labor de depuración tanto interior como del lenguaje utilizado.
En nuestro panorama poético, tan rico y frondoso como confuso, la figura y la obra de Jesús Hilario Tundidor destacan por su integridad y un trabajo tan callado y discreto como rico en sus resultados. Un único día confirma la hondura y altura alcanzadas, y el reconocimiento que merecen.
"Obras
sobre lo inmóvil de la vida, buscas
inasequible de eternidad.
Te permaneces. ¿Cómo
sujetar el efímero
valor de los instantes? ¿Dónde
el trofeo del sueño?
Eres culpable y eres
delito y juez, vive
el escaso torpor de la evidencia:
lo ahora, lo que pasa. No juzgues.
Omítete se libre.
Todo es como ese viento
de arena junto al mar, en los pinos.
(vol. II, p. 337).
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