Flechas de Calambur
Por Agustín Delgado
La editorial Calambur, vocacionada desde siempre preferentemente hacia la poesía, ha dado en los últimos tiempos muestras de gran vitalidad y en cierto de un salto hacia delante nutriendo su catálogo con iniciativas múltiples: la presentación de autores como José María Millares Sall, Antonio Pereira, Crémer, etcétera; la publicación de antologías muy novedosas y sólidas (para celebrar el número 100 de la colección ahí está Las moradas del verbo. Poetas españoles de la democracia, que fue elaborada y prologada por el catedrático Ángel L. Prieto de Paula) y la edición de poemarios de la más fresca y atractiva "contemporaneidad", y que han obtenido el reconocimiento de los expertos en poesía y el favor de los lectores. Para muestra, el que de algún modo fue aguja de proa de este nuevo hacer, incluso en su atractiva artegráfica: La casa roja, de Juan Carlos Mestre, Premio Nacional de Poesía.
Ejemplo de esta última tendencia de la editorial lo constituye el poemario Ocupación de la ciudad prohibida. Contrariamente a la mayor parte de los poetas de la Generación del 68 español del pasado siglo, Jorge Urrutia (Madrid, 1945) ha sido uno de los primeros introductores de la reflexión semiótica en España y, con esa visión, ha llevado a cabo ya desde joven estudios no únicamente sobre textos literarios, sino también sobre cine, teatro y cultura. Catedrático de universidad (actualmente en la Universidad Carlos III de Madrid, donde dirige el Máster de Herencia Cultural), tiene en su bagaje curricular académico amplia cosecha en edición de clásicos, y es autor de una importante antología de poesía española del siglo XIX precedida de un amplísimo estudio. Y también fue director académico del Instituto Cervantes de 2004 a 2009.
Esa dedicación suya a la reflexión semiótica no en vano se ha ido proyectando en su obra poética, y ya aparece en poemarios tales como El grado fiero de la escritura, de 1977. Pero tomará carta de naturaleza a través de un nuevo simbolismo que inicia en 1991 con Invención del enigma y continúa en Cabeza de lobo para un pasavante (1996), Una pronunciación desconocida (2001) y El mar o la impostura (2004).
Y es precisamente en la editorial Calambur donde ahora se ofrece al lector ocupación de la ciudad prohibida, el último adentramiento en el misterio del símbolo iniciado en libros anteriores de Jorge Urrutia.
Tal como con muy atinada apreciación se escribe en la contrasolapa, "la trabazón orgánica del libro, dividido en siete 'Tramos', marca los pasos del itinerario poético y f¡deriva de un ritmo conceptual que liga, ordena y dota significado como invisible hilo rojo del viaje hacia el núcleo de un simbolismo interior impreso gracias a la transustanciación de la experiencia".
Ocupación de la ciudad prohibida recoge textos fechados entre los años 2004 y 2008, y lleva en su frontispicio una frase aforística de E. M. Cioran que no deja lugar a dudas, pues se instala en el más allá de la certeza: "¿Qué sentido tiene escribir para decir?". Jorge urrutia arranca su primer tramo, su 'Poética I', con el texto "Previsión de los orígenes": "El mundo siempre acoge y ofrece su vacío. Aquello es un lugar para la vida. Como Guillermo Owen lo escribiera: Y acaso estás aquí, de pronto inmóvil,/ tierra que me acogió de noche náufrago/ y que al alba descubre isla desierta y árida".
En la vertiente de publicaciones antológicas Calambur ofrece asimismo Los bosques de la mirada. Poesía reunida (1984-2009) (título que recoge por cierto los motivos simbólicos muy importantes de la poesía de su autor), volumen que es compendio de toda la obra poética de Basilio Sánchez (Cáceres, 1958), veinticinco años de escritura del poeta extremeño. la poesía de Basilio Sánchez ha sido destacada como una de las más sugerentes expresiones de poesía meditativa contemporánea, que no se queda en una contemplación ensimismada como punto de partida y de llegada, sino que muestra —sobre todo en sus últimos libros— su vocación de conquista moral en un mundo en el que los pilares éticos se ven agredidos. "Lenguaje poético claro, elemental y natural, pero bajo su misteriosa transparencia, late una honda reflexión sobre la condición humana y sobre la precariedad de la existencia, siempre necesitada de refugio", como lo calificara Luis García Jambrina.
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