ABC, 11 de octubre de 2010
La vigilia de un poeta
Por Andrés Sánchez Robaina
La concesión del premio Nacional de Poesía a José María Millares Sall es una noticia que debe alegrar ante todo a los lectores de poesía y a quienes siguen con interés el desarrollo de la lírica contemporánea. Es una noticia que, por cierto, debería hacer meditar un poco a quienes creen que escribir en Canarias, o desde Canarias, es sufrir la condena del olvido por parte de la «metrópoli», a la que algunos acusan de practicar una severa e injusta preterición de la realidad literaria insular. Este premio, si algo demuestra, es que un poeta que hace su trabajo con una clara conciencia del alcance de su aventura, y de los riesgos y problemas que esa aventura comporta, acaba por encontrar lectores atentos. José María Millares no practicó nunca, en este sentido, ningún victimismo. Además de su obra —una obra amplia, diversa, puesta al día en un complejo arco de gustos e intereses creadores—, ha sido esta una actitud intelectual y moral que debemos agradecerle, y que es sin duda un ejemplo para las nuevas generaciones surgidas en las Islas.
La vigilia de un poeta
Por Andrés Sánchez Robaina
La concesión del premio Nacional de Poesía a José María Millares Sall es una noticia que debe alegrar ante todo a los lectores de poesía y a quienes siguen con interés el desarrollo de la lírica contemporánea. Es una noticia que, por cierto, debería hacer meditar un poco a quienes creen que escribir en Canarias, o desde Canarias, es sufrir la condena del olvido por parte de la «metrópoli», a la que algunos acusan de practicar una severa e injusta preterición de la realidad literaria insular. Este premio, si algo demuestra, es que un poeta que hace su trabajo con una clara conciencia del alcance de su aventura, y de los riesgos y problemas que esa aventura comporta, acaba por encontrar lectores atentos. José María Millares no practicó nunca, en este sentido, ningún victimismo. Además de su obra —una obra amplia, diversa, puesta al día en un complejo arco de gustos e intereses creadores—, ha sido esta una actitud intelectual y moral que debemos agradecerle, y que es sin duda un ejemplo para las nuevas generaciones surgidas en las Islas.
Desde los tiempos de Liverpool y de Ronda de luces(dos libros casi antitéticos), publicados en los duros días de la posguerra, hasta sus publicaciones más recientes, José María Millares supo ser fiel a sí mismo sin dejar de concebir la escritura poética como un ámbito de indagación y de búsqueda. De ahí los distintos «lenguajes», a veces aparentemente inconciliables o contradictorios, que cabe advertir en su producción poética a partir de los años setenta. Regresaba él entonces a la poesía después de un largo silencio público. Lo hizo con coraje, en medio de la incomprensión y el silencio de muchos, como suele ocurrirles a quienes se entregan a la escritura poética, definida por la dificultad de su empresa y por su público minoritario. Me hace feliz, por ello, ver que la obra de José María Millares obtiene un reconocimiento que no por tardío es menos justo y satisfactorio.
Me tocó trabajar muy cerca de José María Millares en los tiempos en que se reimprimió la serie Planas de Poesía, cuya edición facsimilar estuvo a mi cuidado. Supe entonces de su bondad y de su generosidad. Me solía enviar copia de algunos de sus manuscritos. Recuerdo ahora, entre otros títulos, un cuaderno de haikus remitido en la Navidad de 2002, o el original de Rostros (Escritura gestual), que recibí en fechas cercanas. Él y mi padre habían sido amigos en su juventud, y ambos recordaban con nostalgia aquellos años cuarenta más bien poco memorables.
José María Millares escribió toda su obra en una vigilia creadora que merece el mejor reconocimiento y nuestra honda gratitud como lectores. José María Millares o la vigilia. José María Millares o la fe irrenunciable en la palabra poética.
http://www.abc.es/20101011/cultura/vigilia-poeta-20101011.html
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