La aldea de sal se trata de una interesantísima antología del poderoso poeta brasileño Lêdo Ivo. Su poesía se articula en torno a una celebración de la vida, de la alegría (explícitamente así lo indica: “Celebraré la vida que ante mí se abre”; “todo lo celebraré”), que penetra en toda la realidad, agujereando las miserias, el estilo de vida occidental y la desidia.
"Consumirse en el propio canto, eso lo esencial / para el poeta. Entregarse por completo” es la intención que desborda todo el libro. Su voz es apasionada, desmesurada en su potencia imaginativa (“mi reino es el exceso”), y regala poemas con largo aliento. No en vano, entiende que “nuestra función consiste en conservar la vida a través del arte, sin esperar reconocimientos o recompensas”.
En sus poemas se constata la presencia de lo mágico, la irrupción de la imaginación en la realidad. Sus textos están plagados de hermosísimas imágenes poéticas, que buscan inundar con fantasía la realidad, intensificar con lirismo los hitos que acontecen entre la rutina. En las páginas de La aldea de sal se acumula una gran potencia poética. Ivo alude a invenciones, a la infancia, como referentes en esa reconstrucción mágica de la realidad, o esa mirada mágica de lo cotidiano. Por otra parte, se pueden hallar ciertos apuntes cómicos, que cuadran con ese planteamiento celebrativo del entusiasmo.
Afirma que la poesía es el puente hacia lo inverosímil, y que la búsqueda de lo inefable (un término que utiliza constantemente) es el ímpetu imprescindible para apreciar lo vital; para vivir con intensidad:
Después del otro mundo, hay siempre un nuevo más allá que conquistar...
Pero eso te amo, Poesía, a ti que me reclamas hacia las inmensidades de la vida.”
La antología recoge textos de buen número de sus abundantes poemarios. Se trata de piezas de versos largos, generalmente, o bien poemas en prosa, o con epígrafes, con un componente narrativo como hilo conductor. Utiliza de vez en cuando la anáfora, para construir poemas completas, y utiliza con frecuencia estructuras sintácticas paralelísticas para enunciar imágenes.
De esta edición bilingüe también hay que destacar el sugerente prólogo, una pieza poética en sí mismo, escrito por Guadalupe Grande y Juan Carlos Mestre.
En el poema “Justificación del poeta”, Ivo expresa una contundente declaración de principios, cargada de sentido poético, al mismo tiempo: “Mis inquietos pensamientos no caben en la salita con flores moribundas en los jarrones y sonrientes paisajes enmarcados / deja que sobrepasen las cortinas azules y caminen mucho más allá de las ventanas abiertas”. Y, en ese sentido, apuesta por la poesía como creación de un mundo nuevo: “¡Mirad lo que no existe. Creadlo y seréis poetas!”. Pero pide libertad total para desarrollar el vuelo poético (“celebraré, lo celebraré todo, pero dadme la libertad de cantar sin imponerme el nombre de las ciudades y de los ríos, sin sugerirme los temas”).
Ahí llega a una bella concepción del poeta: “Los poetas, padre mío, son los corazones del mundo (...), los poetas son los pianos del mundo”. O, en otro poema, “tenemos necesidad de ángeles para ser poetas”. Se han recogido varios poemas que plantean el problema de la función y la capacidad de la poesía en este volumen; todos ellos de una gran sugerencia e inconformismo.
Leer a Lêdo Ivo supone abrir una ventana a los sueños, a la realidad que permanece escondida entre las sombras; ésa que, tal vez, sólo la poesía es capaz de iluminar.
"Consumirse en el propio canto, eso lo esencial / para el poeta. Entregarse por completo” es la intención que desborda todo el libro. Su voz es apasionada, desmesurada en su potencia imaginativa (“mi reino es el exceso”), y regala poemas con largo aliento. No en vano, entiende que “nuestra función consiste en conservar la vida a través del arte, sin esperar reconocimientos o recompensas”.
En sus poemas se constata la presencia de lo mágico, la irrupción de la imaginación en la realidad. Sus textos están plagados de hermosísimas imágenes poéticas, que buscan inundar con fantasía la realidad, intensificar con lirismo los hitos que acontecen entre la rutina. En las páginas de La aldea de sal se acumula una gran potencia poética. Ivo alude a invenciones, a la infancia, como referentes en esa reconstrucción mágica de la realidad, o esa mirada mágica de lo cotidiano. Por otra parte, se pueden hallar ciertos apuntes cómicos, que cuadran con ese planteamiento celebrativo del entusiasmo.
Afirma que la poesía es el puente hacia lo inverosímil, y que la búsqueda de lo inefable (un término que utiliza constantemente) es el ímpetu imprescindible para apreciar lo vital; para vivir con intensidad:
Después del otro mundo, hay siempre un nuevo más allá que conquistar...
Pero eso te amo, Poesía, a ti que me reclamas hacia las inmensidades de la vida.”
La antología recoge textos de buen número de sus abundantes poemarios. Se trata de piezas de versos largos, generalmente, o bien poemas en prosa, o con epígrafes, con un componente narrativo como hilo conductor. Utiliza de vez en cuando la anáfora, para construir poemas completas, y utiliza con frecuencia estructuras sintácticas paralelísticas para enunciar imágenes.
De esta edición bilingüe también hay que destacar el sugerente prólogo, una pieza poética en sí mismo, escrito por Guadalupe Grande y Juan Carlos Mestre.
En el poema “Justificación del poeta”, Ivo expresa una contundente declaración de principios, cargada de sentido poético, al mismo tiempo: “Mis inquietos pensamientos no caben en la salita con flores moribundas en los jarrones y sonrientes paisajes enmarcados / deja que sobrepasen las cortinas azules y caminen mucho más allá de las ventanas abiertas”. Y, en ese sentido, apuesta por la poesía como creación de un mundo nuevo: “¡Mirad lo que no existe. Creadlo y seréis poetas!”. Pero pide libertad total para desarrollar el vuelo poético (“celebraré, lo celebraré todo, pero dadme la libertad de cantar sin imponerme el nombre de las ciudades y de los ríos, sin sugerirme los temas”).
Ahí llega a una bella concepción del poeta: “Los poetas, padre mío, son los corazones del mundo (...), los poetas son los pianos del mundo”. O, en otro poema, “tenemos necesidad de ángeles para ser poetas”. Se han recogido varios poemas que plantean el problema de la función y la capacidad de la poesía en este volumen; todos ellos de una gran sugerencia e inconformismo.
Leer a Lêdo Ivo supone abrir una ventana a los sueños, a la realidad que permanece escondida entre las sombras; ésa que, tal vez, sólo la poesía es capaz de iluminar.
http://www.otrolunes.com/html/librario/librario-n10-a11-p01-2009.html
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