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martes, 24 de enero de 2017

Reseña: "Los otros", de Luis Romero, en El Imparcial, por Francisco Estévez.


                                Luis Romero: Los otros

                                                 Por Francisco Estévez



                                                                                                         El Imparcial, 22/01/2017                                                                                 

Entre varios centenarios que pasaron de puntillas el año apenas difunto uno de los más silenciados fue el del nacimiento de Luis Romero. Sin embargo, la atenta colección “Textos desatados” de Calambur ha realizado el mejor homenaje posible para con el escritor, o sea, poner en circulación versión íntegra de Los otros, novela de relieve sobre la insolidaridad de finales de los años 40 en la España franquista. Un ponderado y atento estudio del crítico Santos Sanz Villanueva presenta con acierto la obra y figura del autor que no dudó en desmarcarse de su filiación política inicial y exponer de forma crítica, del modo que toleraba el propio régimen, los graves claroscuros de la sociedad postguerra.

Luis Romero historió la Guerra Civil y novelizó sus trágicas consecuencias en clave de realismo social (donde destacan por ejemplo la magnífica obra de Juan Eduardo Zúñiga, trilogía de la Guerra Civil en Madrid, o las virguerías literarias de Ignacio Aldecoa). El lector memorioso recordará con agrado y aprecio el personaje colectivo de La noria (1952), portentosa novela donde retrató un día de Barcelona y adelantó el realismo social. Pocas veces alcanzó después las cotas arribadas con esa opera prima, aunque no desmerecen nada Carta de ayer (1953) o la inquisitiva El cacique (1963). La crónica Tres días de julio (1967) es un parteaguas en su producción pues desde entonces se decantará por un periodismo literario de nuevo cuño y sus escritos rayan la frontera entre historia y novela, donde cabe destacar Cara y cruz de la República (1980). Por último, merece atención la significativa biografía que realizar a su coterráneo pintor, Todo Dalí en un rostro (1975).

En la excelente novela que es por variados motivos Los otros Luis Romero retrata la desesperación moral de todo un pueblo a través del relato de un atraco fallido inducido por la miseria social de un carpintero. Como bien anota Santos Sanz, un protagonista sin nombre apunta más al arquetipo y una ciudad como aquella Barcelona, que bien podría ser cualquier otra, dan dimensiones universales a la historia al generalizar como abstracción aplicable a cada uno de nosotros. Son geniales la dosificación del suspense, el retrato coral, la denuncia de la Guerra Civil como causa de los desequilibrios. La red queda sustentada por una base documental que otorga exacto verismo al relato por entero desde su síntesis, la delincuencia como única alternativa posible, a las distintas fases de la novela: el atraco, la casualidad, la persecución policial, la herida de bala y el triste final.

Resulta un error sustantivo y una falsificación histórica que el realismo crítico y la novela de testimonio de Luis Romero sean hoy apenas nota de una línea en las historias literarias. La mezquindad española es despiadada con una de las cumbres narrativas de la posguerra. La oportunidad de publicar una edición integra de Los otros con un pertinente estudio introductorio es un acierto tan importante como necesario. En estos momentos de asfixiante preponderancia de eso que mal se llama autoficción, la novela Los otros adquiere vigorosa vigencia al mostrar muchos otros caminos para contar igual de legítimos y poderosos pero quizá más sugestivos ahora en el viejo arte del narrar. Pero más allá aún, la novela presenta un duro alegato frente a un mundo capitalista con trono presidido por el dinero, lo cual la otorga una exacta y afilada vigencia. No se la pierdan.

Véase también en http://www.elimparcial.es/noticia/173834/los-lunes-de-el-imparcial/luis-romero:-los-otros.html

Noticias: Artículo sobre "Los otros", de Luis Romero, en El Correo de Andalucía, por la poeta Concha García


                                                                     

                                  Los otros y Barcelona

                                                         

                                           Por Concha García     

                             

                                   El Correo de Andalucía, 9/1/2017
                                                                   

Un día de diciembre de 1990 caminaba por la izquierda del ensanche barcelonés hacia la casa del escritor Luis Romero. Tenía el encargo de entrevistarlo. Luis Romero nació en Barcelona en 1916. Vivió y viajó a otras ciudades como Buenos Aires y París en un tiempo en que solo se permitían viajar los ricos. El autor barcelonés ganó el Nadal en 1952 con una novela titulada La Noria.
La Noria era una novela que podía etiquetarse con la palabra ‘social’ porque lo que mostraba era un friso de la situación social en aquel momento. Treinta y siete personajes y una acción que dura un día. Siempre me han gustado los relatos sobre ciudades cuando el autor no intenta idealizarlas ni empobrecerlas a base de ficciones.
Su casa era algo oscura y el estudio estaba lleno de libros colocados por todas partes. Era un hombre de casi setenta años muy amable. Flotaba una patina de tiempo, como la que flota ahora rememorando aquella tarde. Comenzamos a hablar. Su profesión, vendedor de seguros, le permitía viajar y conocer todo tipo de gente, esa que después aparecería en sus novelas. Decía que las diferencias sociales eran muy violentas, sobre todo en el campo. En aquella época quien caía en la miseria no se podía levantar, «lo que pasa es que el hombre se acomoda y vivíamos así como si fuese a durar siempre». Aquella afirmación se me quedó grabada. No volví a ver a Luis Romero que moriría mucho tiempo después, en 1996 a la edad de 90 años, en Barcelona.
La figura de aquel escritor barcelonés fue diluyéndose no sé por qué. Quizás no fue un hombre de grupo, -autor de más de trece novelas, libros de arte, una biografía de Dalí de quien fue amigo cuando vivió en Cadaqués; de un libro de poesía que dejó porque no era rentable, dijo -, y algunos libros de historia, así como libros de viaje-, el caso es que desapareció. Ya sabemos que las novedades dan empujones a los libros anteriores y que los libreros no tienen espacio para buenos fondos porque es oneroso tener un libro en la estantería. También es cierto que lo que no se muestra no existe. Alguien me contó que en Buenos Aires en algunas librerías el autor o editor paga para que sus libros sean expuestos.

Hace poco mi editora me regaló la reedición de Los otros, de Luis Romero. La edición recupera por vez primera la integridad del texto original, que fue mutilado por la censura en 1956. La devoré en dos tardes. La trama no es demasiado compleja, la historia de un atracador inexperto, su persecución y muerte a manos de la policía. Las motivaciones del delincuente no son otras que el condicionante social y económico. A través de un inteligente retrato sicológico, entramos en la conciencia de los personajes y de paso visitamos algunos barrios sórdidos. Sorprende que aquel libro pasara la censura, y eso lo explica muy bien Santos Sanz Villanueva: «¿Cómo no se prohibieron noticias sobre el hambre, el paro, los salarios miserables, la violencia, los abusos del empresario o la existencia de un movimiento de oposición organizado? Aquel censor permitió que circulase el documento oscuro de la sociedad de aquel tiempo. No deja de sorprender que Luis Romero con su pasado de militante falangista, se acercara a la miseria de tal manera que se puede decir que en Los otros no hay moraleja alguna, es el retrato de un tiempo seccionado por las conciencias de sus protagonistas». Castellet, el influyente crítico barcelonés, quizás desde posiciones de izquierda más comprometidas llegó a acusar La Noria de falsedad moral.
Recordé aquella Barcelona llena de edificios sucios, casi oscura por los humos de las fábricas de Poble Nou, los paseos con mi familia por las playas de ese mismo barrio, hoy uno de los más caros de Barcelona. Los desagües de las cloacas, eran visibles puesto que no estaban demasiado lejos de donde se formaba la última ola de la playa, en realidad eran vertederos. Allí estuvo el barrio del Somorrostro que albergó en sus chabolas a más de dieciocho mil personas. Allí nació Carmen Amaya. Fueron varias Barcelonas las que se iban colocando en mi evocación mientras leía Los otros, tuve la sensación de estar dentro de aquella otra ciudad. Ya no queda apenas nada y menos mal que borraron aquella miseria, aunque la borrasen solo para desplazarla a otros lugares. La pobreza se invisibiliza y no entra en preocupaciones de índole identitaria. La pobreza iguala.
Romero explora la conciencia de sus personajes, la narración viene desde adentro hacia afuera. Los otros, son los pobres, los que no son ni empresarios ni clase media, personas obedientes y temerosas a las órdenes de gente sin escrúpulos, como ha sucedido siempre. El miedo y la obediencia son armas letales para la libertad y sin embargo... En los pliegues de la novela vemos frisos de los terribles terratenientes que conservaron un poder con la República –como escribe en el prólogo...- y eran sostén del nuevo Régimen, o el empresario enriquecido a costa del obrero, ignorante y con total ausencia de principios sociales, sustituidos por un cínico sentido paternalista. A medida que vas leyendo, la ciudad reaparece con sus chimeneas llenas de humo, ahora trasladadas a unos kilómetros de la ciudad; los barrios emergentes, en uno de ellos viví parte de mi adolescencia, mi familia tuvo que emigrar como otras tantas, las políticas favorecían el impulso industrial en Cataluña y en el País Vasco, donde la gente emigraba. En el colegio te decían que inmigrar era emigrar, pero dentro de tu país. Un retrato parecido al que tenemos actualmente. Aquel hombre con una barba descuidada, rodeado de libros en su salón del ensanche barcelonés, sin saberlo, me había dado una lección de historia, contra el capitalismo, contra las personas mediocres y obedientes. Es una novela que podría haberse escrito hoy: salarios misérrimos, pérdida de derechos laborales, vivienda miserable, desahucios, egoísmo rampante que, como dice en el excelente prólogo Santos Sanz Villanueva, se llama especulación financiera. La lección está aprendida, ahora se trata de resolver qué hacemos con este aprendizaje.

Véase también en http://elcorreoweb.es/aladar/los-otros-y-barcelona-EN2528789.