lunes, 8 de marzo de 2010

Noticias sobre La experiencia de la memoria, de Joaquín Benito de Lucas

La Tribuna de Talavera, 26-2-2010

Benito de Lucas elogia la memoria al presentar sus obras completas

El editor y el prologuista de La experiencia de la memoria acompañaron al poeta talaverano en la presentación de los dos tomos que recogen sus 18 poemarios publicados

C. S. Jara

Rodeado de amigos y de seguidores de su obra, el poeta Joaquín Benito de Lucas (Talavera, 1936) presentó en la noche del jueves en el centro cultural Rafael Morales «La experiencia de la memoria», un volumen doble que recoge sus obras completas. Entre esos amigos se encontraban el alcalde, José Francisco Rivas, el editor Emilio Torné y el prologuista de la obra Pedro José de la Peña, que se encargaron de perfilar la poesía y el carácter del autor.

A la memoria y sus razones dedicó Benito de Lucas su intervención, en la que dio lectura a una serie de poemas escogidos de entre todas las épocas del medio siglo largo que lleva dedicado a la poesía. «Mi poesía se encuentra asentada en el hondo y ancho capo de la memoria», explicó el poeta, dejando claras las razones del título escogido para sus obras completas. Habló de literatura y de vida cuando indagó en el proceso creativo que convierte los recuerdos, escogidos y transformados, en versos con sentido: «El recuerdo es el guía, la memoria es la ciudad que se visita».

En un repaso escueto, pero significativo, hizo una lectura de poemas de amor, otros dedicados a la creación y otros autobiográficos, en los que tan a menudo está presente Talavera, en no pocas ocasiones a través de la figura del río a cuya orilla creció. Lo recordó el poeta Pedro J. de la Peña, autor del prólogo, que ha querido ampliar para darlo la extensión y el tratamiento de estudio: «Talavera está en todas partes y sino el Tajo, pero el Tajo también es Talavera». En este sentido, llegó a comparar esa dimensión local con la universalidad de Lorca, poeta de Andalucía. De la Peña habló de la amistad que le une al autor y de su calidad humana y literaria, de esta última en términos sumamente elogiosos: «Me he aburrido mucho más leyendo las obras completas de Neruda, que leyendo las de Joaquín Benito de Lucas».

El editor, Emilio Torné, explicó que se ha querido hacer un libro para leer, que lleva el número 105 de la colección de poesía de Calambur. «Aquí encuentran la obra de un poeta grande, y no caben muchos poetas grandes por generación», señaló para referirse a un autor, al que definió como local y universal.

«Me dirijo a un talaverano más que hace gala de serlo», le saludó el alcalde, quien recordando el título de hijo predilecto de Talavera hizo un guiño: «Joaquín es un buen hijo, lo dice su padre». Rivas agradeció al poeta su colaboración siempre que se le requiere y confesó que el Ayuntamiento, que ha colaborado con la edición, no ha querido dejar de implicarse a pesar de las apreturas económicas.

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La Tribuna de Talavera, 28-2-2010

Entrevista a Joaquín Benito de Lucas

«Cuando estás alegre vives y cuando estás triste escribes»

C.S. Jara

En el escenario familiar del salón de su casa de Talavera, Joaquín Benito de Lucas deja de ser el poeta consagrado que se ve bajo los focos. Con la misma facilidad, hace concesiones a la intimidad hogareña y a la personal: «Me he sentido abandonado por todo», confiesa. Sólo una lámpara ilumina la habitación, en la que empieza a caer la tarde. Su esposa, Françoise, ejerce de anfitriona y se sienta unos momentos a escuchar la entrevista que ha empezado de repente.


Es un autor con muchos vínculos literarios. La vida le ha cruzado con grandes poetas.
En la época de estudios coincidimos Eladio Cabañeros, Carlos Sahagún, Claudio Rodríguez y Francisco Brines y éramos inseparables. Tengo un artículo, aún no publicado, sobre la Escuela Poética de Madrid, donde hablo de esto, porque hay una serie de elementos comunes: el Adonais, salir al extranjero, la influencia de Dámaso y de Alexaindre.

¿Se encuadra en esa escuela?, porque no tiene generación. 
Siempre he dicho que era un poeta de la generación de los 50.

El prologuista de «La experiencia de la memoria» le deja fuera.
Porqué también he dicho que me movía en un terreno de nadie. Tengo la edad de Claudio Rodríguez, pero él gana el Adonais en el 53, yo lo gano en el 67. Empecé a publicar muy tarde y ese es el caso de la generación del 60; somos aquellos que teniendo la edad de los poetas del 50 hemos publicado con años de retraso. Mi primer libro, Las tentaciones, se publica en el 64, pero es que a partir de 1965 empiezan a publicar los novísimos, que son el escándalo poético, los que van a cambiar la literatura, aunque el proceso demuestra que no va a ser así.

Tiene además una vida académica muy activa.
Y eso puede ser también un problema dentro del mundo de la literatura, porque quizás no caiga bien entre algunos poetas que yo haga una edición de La Celestina, ¡qué coño pinta un poeta haciendo una edición de La Celestina!, o de Jovellanos, de Machado o que haya escrito de la poesía medieval. Me muevo siempre en el filo de la navaja y eso a mucha gente le jode un poco.

Pero a un poeta ese trabajo de investigación le enriquece.
Claro, claro, fíjate en la bibliografía de casi todos los poetas: han escrito libros, han ganado premios... Yo tengo tantos libros publicados de críticas o de historia de la literatura, como de poemas. Ahora tengo pendiente un libro, que estoy trabajando en él, que es Poesía y religiosidad en la edad media castellana. Desde el siglo XII, el Cantar del Mío Cid, hasta el siglo XV. Es mi tesis doctoral, que dirigió Dámaso Alonso en 1964 y ahora voy a rehacerlo y pienso que este año podré publicarlo, porque tengo contrato ya con la editorial.

¿Es muy constante escribiendo? ¿tiene mucho método?
Lo que necesito es estar solo y cuando estás solo se te ocurren cosas para escribir. Ha habido temporadas en que escribía por la noche, otras, por la mañana, pero estando solo siempre. Y sobre todo en situaciones de dolor o de reflexión profunda, o de ideas que te surgen, que son jodidas, porque cuando estás alegre vives y cuando estás triste escribes.


Lo que sí tengo es un método de trabajo, un horario. Tengo que ponerme un horario, no muy rígido, claro ya tampoco tengo la edad que tenía cuando lo cumplía rigurosamente (ahora me pregunto ¿para qué?). En la mesa de trabajo tengo el horario que por ahora no he cumplido, pero que pienso cumplir.

¿Cuántas cosas se van dejando sin cumplir?
Pocas. Hasta la correspondencia y eso que tengo un problema, porque quiero contestar a todo el mundo y a veces no puedo.

¿Cuántas cartas conserva?
Más de las que debiera. Aquí tengo un fichero de cartas, en Madrid tengo un cajón con muchísimas. Conservo muchas veces porque son amistosas, no tanto por el contenido como por la persona que la escribe. Tengo que hacer una limpieza de cartas, para saber qué tengo que conservar, pero es que… romper una carta de un amigo me da mucha tristeza, es como sino quisiera saber nada de él.

La amistad es importante en su poesía. Los afectos y eso se le acentúa con los años.
Es la concepción del desamparo que uno tiene. Yo me he encontrado desde niño como una persona desamparada y cuando he visto un gesto de amistad en alguien, me he aferrado a ese gesto. Por eso tengo ese valor de la amistad, te aseguro que no es literatura, yo me he sentido abandonado por todo, soy una persona que no he creído en nada, que la gente me ha distanciado, que se ha separado de mí.

Empezó muchas cosas tarde, pero en algún momento recuperaría el ritmo, porque ahora está a su tiempo.
(Risas) Yo he ido ganando permanentemente el tiempo que por una serie de razones de enfermedad, de situación económica, no tuve. Mi vida ha sido un esfuerzo personal. Si yo hubiera tenido una situación económica familiar normal, me hubiera quedado en Talavera, no hubiera ido a Damasco, no hubiera ido a Berlín, pero cuando en el 60 yo terminé la carrera, había que vivir. Es el problema de empezar las cosas tarde. En Berlín, menos aprender bien alemán, he hecho de todo. Allí gané el Adonais, hice las oposiciones para instituto, hice mi tesis doctoral.

Ha sido un poeta viajero.
Después de todos esos viajes, ya me gusta menos, ya he cumplido un poco ese proceso.
El poeta habla de sus viajes, de la India, en un escenario que acumula recuerdos de esos paseos por el mundo. Le flanquean una sisha a la izquierda y una representación india, parece que de Shiva, en el velador que le queda a la derecha. Sobre su sillón un recuerdo menos exótico, pero en cambio muy querido, hace más solemne la estancia, es el pergamino con el título de hijo predilecto de Talavera.
Tengo 75 años. Creo que soy muy mayor, ¿qué os parece? Yo no me siento viejo. En el fondo me encuentro todavía en disposición de escribir, tengo una serie de poemas inéditos.

¿Está escribiendo algún libro?
En principio son poemas sueltos. En las poesías completas incluyo algunos. Pero pienso seguir escribiendo porque encuentro motivos.

Uno de los autores que se citan en la solapa de este último libro hace una aproximación muy acertada a su poesía: clara, pero asentada en un trabajo férreo.
Lo decía alguien que conoce muy bien mi poesía, Manuel López Sánchez. No quiero pensar que quienes hacen una poesía diferente de la mía hacen peor poesía, mientras que muchos de ellos consideran que una poesía como la que hago yo es peor que la suya, pero bueno. Hay muchas formas de hacer poesía y muchas formas de utilización del lenguaje. A parte de que la poesía te permite trastocar la realidad. El poeta es un embustero, dice la verdad a medias, porque la memoria tampoco conserva la realidad tal como ha sido. La poesía inventa, tiene una capacidad de invención basada en unos elementos reales.

Es que la poesía es literatura.
Ese es el tema: es la transformación de la realidad en literatura. En Antinomia hay un momento que dice: si nuestra historia no es literatura, qué puede ser. Porque incluso los amores son literatura y lo que yo cuento en Antinomia son pura literatura.


Antinomia es uno de sus caprichos literarios, pero se ha dado varios: «Noces d’argent» o «El reino de la niñez».
No he tenido respeto a la literatura. Yo hago lo que quiero hacer en cualquier momento, sin duda. Es el único sitio donde yo ejerzo mi verdadera libertad, en la literatura.

¿Y qué le marca el uso del verso libre o rima?
Hubo un momento en que trabajaba mucho el verso asonantado y he hecho algún soneto, pero pocos. Me he encontrado más libre combinando formas métricas, pero liberándome de la rima, si acaso, asonante.

Los poetas no viven en el limbo, tienen preocupaciones de su tiempo. ¿Qué diferencias hay entre el Tajo que tan presente está en su poesía y el que ve ahora?
Yo es que ahora no podría escribir sobre el río, podría escribir un artículo quejándome de la situación en que se encuentra y todo eso o hacer una imagen de la vejez de un río que va muriendo lentamente. Lo veo como un problema puramente político, claro. Ríos como el Tajo, con tanta longitud, con tanto prestigio, con tanta riqueza, con tanta tradición, que lo dejen de esta manera es algo insólito. No quiero pensar en el Tajo de ahora, yo sigo pensando en el Tajo ideal de mi infancia.

Es usted un talaverano de sólida y activa militancia.
Lo he dicho muchas veces, no hablo de Talavera, hablo de mi vida, y como mi vida es Talavera. Me siento integrado en Talavera, hay veces que no podría vivir en dos sitios que no fuesen, por un lado Madrid y por otro lado Talavera, yo que he vivido en muchísimos sitios y en muchísimos países. Y poco a poco, a medida que va bajando el entusiasmo por la vida, creo que… «me moriré en París, en aguacero», decía Vallejo. Me moriré en Talavera, incluso sin aguacero (risas).

¿Tiende a venir cada vez más?
Sí, sí. Pero incluso para no ver a nadie. Para mirar desde la terraza. Talavera es algo que tienes enganchado a tu vida y de lo que no quieres ni puedes separarte. Te he dicho antes que era una persona completamente desprotegida, en Talavera encuentro protección, no porque la gente me conozca o me hable, sino porque el entorno me protege. Esa protección, histórica si quieres, de la memoria, de la experiencia de la memoria, es lo que te hace encontrarte bien, seguro, en un lugar concreto, y eso me ocurre en Talavera.


La experiencia de la memoria, sus obras completas. ¿La memoria es su gran tema literario?
Sin duda, siempre se conservan cosas. Cuando escribes poemas estás estrujando no diré la vida, pero sí la memoria. O mejor, lo que memoria guarda de lo que estás viviendo. Porque en el fondo lo que dices no es la verdad, la memoria falla, guarda una referencia del hecho que puede ser real o no. Unas veces porque la memoria guarda mal el recuerdo del hecho y otras por la capacidad creativa del poeta.

¿Es un hito personal?
A mí me da un poco de pena porque parece que es el testamento. Pero eso lo pensé después. Primero pensé que era el momento ya, por mi edad y por mi obra, que debería reunir mis obras completas, muchos de cuyos libros no se podían encontrar. Pero es una enorme satisfacción porque ves recogido un trabajo de muchos años.

También le prestigia como poeta, ¿no?
No a todos les publican las obras completas. No todo el mundo puede publicarlas, piensan en la calidad del poeta y en la posibilidad de venta, de negocio y en este caso han buscado el patrocinio del Ayuntamiento de Talavera. En este caso, el concejal de Cultura, Carlos Gil, ha sido muy generoso. Y no es la primera vez que el Ayuntamiento me ayuda.

¿En Talavera se siente querido?
«Querido y no querido por las calles, que digo en un poema. Me siento más querido por la gente que me conoce por lo que escribes o por lo que dice la radio o por lo que se habla de mí, que por ciertas personas que me conocen perfectamente. Cualquier éxito en el mundo literario, te crea un par de enemigos más, como mínimo.

Pues entonces este libro le va a crear más de dos.
Pues posiblemente, porque como son dos volúmenes.

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ABC Castilla-La Mancha, 8-3-2010

Joaquín Benito de Lucas: Obra completa

Ángel del Valle (Académico de Bellas, Artes y Ciencias Históricas de Toledo)

Lunes , 08-03-10

Joaquín Benito de Lucas (Talavera de la Reina, 1934) acaba de presentar La experiencia de la memoria, título que comprende su poesía desde 1957 hasta 2009. Calambur edita, el Excelentísimo Ayuntamiento patrocina y Pedro J. de la Peña prologa.

Talavera: activa, comercial, laboriosa, no peyorativamente fenicia, inquieta en su propio devenir histórico. Pero con fe, con emoción, con sensibilidad. En su matraz vierte Joaquín su palabra y la macera y se hace abanderado de su ciudad. No, no puedo enjuiciar críticamente su obra porque no tengo la preparación suficiente para ello; ni siquiera hablar de su poesía. Pero sí puedo referirme a él como talaverano.

Una obra la de Joaquín en la que hace bandera de mi mismo río, de mis mismos puentes, de idénticas calles; de la misma Fe en la Virgen de todos. En amigos comunes, más suyos que míos, sí, pero en muchos momentos compartidos y a los que retrata con las palabras que todos quisiéramos encontrar cuando lo intentamos...

Palabras que fluyen en su poesía tan musicalmente como las aguas del Tajo, de «su» Tajo, de «nuestro» Tajo. Que llevan engarzados los ruidos, los sonidos de nuestras calles a las que, como señala Abraham Madroñal, las universaliza desde sí mismas.

Joaquín viene a Talavera y se vuelca con ella y Talavera con él. Es Hijo Predilecto para premiar su predilección por su ciudad, nunca olvidada, siempre presente en el ritmo de su verso libre o en la maestría de sus metáforas esté dónde esté: en Damasco, en China, en Belén, en Berlín... Y Talavera le honra dando su nombre a instituciones y eventos. ¿Para cuándo un monumento compartido con Rafael Morales?

Pedro J. de la Peña destaca «la hipersensibilidad de Joaquín para tratar sus temas sobre la familia, su infancia, su río y su ciudad» y es esta misma sensibilidad la que abre las puertas de su corazón para entregarse a Talavera y para recibirla en una ósmosis permanente. Los Premios poéticos de los que es alma mater y el Ciclo de Poesía Actual, que tiene como marco a otra puerta siempre abierta a Talavera, la de la Galería Cerdán, son los máximos exponentes de lo anterior. Pero, asimismo, acoge en su casa a quien quiera acercarse buscando su consejo y su magisterio, con una disponibilidad intemporal… Y, François, dulce esposa de eterna sonrisa colgada en sus labios, en sus ojos, en su alma. A tenor de esto, recuerdo que, en mayo de 1998, en estas mismas páginas de ABC, yo venía a decir a «mis Cigüeñas del Tajo» refiriéndome a Joaquín, que «al hombre que baña sus sentimientos en el ritmo propio de su palabra, se le llama poeta, el cuál no guarda nada para sí, y se lo da a los demás para hacerse, cuánto más da, más poeta».

Talavera de la Reina, hidalga, leal y noble ciudad junto al río Tajo, de cristalinas aguas (¡qué tiempos aquellos!) y doradas arenas en palabras de Cervantes, siempre ha sido llevada por Joaquín como una antorcha en su poesía y la ha cantado con su palabra húmeda de arcillas y con los latidos enamorados de su río, sin acallarla nunca, mostrando siempre en alto a su maravillosa ciudad de las redes azules. La nuestra.

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