martes, 10 de diciembre de 2013

Reseña: Autorretrato de otro, de Cees Nooteboom, en la revista S'Auba

De Cartas a Poseidón al poemario Autorretrato de otro
Por Toni Seguí
Revista S'Auba, octubre 2013


Esta será la última carta. El invierno ha llegado a mi isla. Cuando salgo de casa, siento el viento frío procedente del mar. Grandes flotas de nubes, oscuras como la noche, surcan el cielo. El viento agita los olivos silvestres que rodean mi casa. (…) El burro de los vecinos recrimina al mundo con sus rebuznos. Es la hora de los búhos y de los alcaravanes, cuando todas la criaturas privadas de palabras quieren hablar (…)”.

Así empieza la vigésimo tercera y última carta que Cees Nooteboom escribe al dios del mar y de las tormentas en Cartas a Poseidón, publicado por la editorial Siruela, uno de los libros del escritor neerlandés traducidos este año al castellano y que escribió en su casa de Es Consell, en Sant Lluís (Menorca), y en Hofgut Missen entre julio de 2008 y junio de 2012. Un libro que cuenta con numerosas referencias y descripciones de su casa y jardín de Sant Lluís y de paisajes de la isla, así como experiencias vividas en Menorca.

Cees Nooteboom utiliza en esta ocasión el género epistolar para construir unos breves textos sobre su experienciavital y aquellas cosas de la vida diaria que ve, escucha y piensa; unascartas que nunca tendrán respuesta desu destinatario. En la introducción dellibro, Nooteboom señala que la idea de escribir Cartas a Poseidón surgió un día de febrero de 2008 cuando sedirigí a al mercado alemán de Viktualienmarkt para leer un libro que había comprado. Al sentarse en un restaurante de la ciudad vio una servilleta con el nombre de Poseidón en letras azules, “en ese azul del mar junto al que resido en verano”, asegura Nooteboom refiriéndose a Menorca. En este mismo momento decidió que, al acabar el libro en el que estaba trabajando, escribiría otro con cartas dedicadas al dios del mar.

Fue así que aquel mismo año, al día siguiente de estrenar sus 77 años el último día de julio, empezó a escribir en su casa de Sant Lluís unas epístolas dirigidas a Poseidón, en un complejo proceso de creación literaria que se prolongó durante cuatro años. “Cae la tarde. El mar está cerca de aquí, el mar de Poseidón y las rocas junto a las que suelo bañarme. Contemplo la extensa superficie luminosa y rizada del mar, su vaivén bajo el último fulgor del sol. No se oye sino el rumor del agua sobre las rocas. Sí, es hora de poner manos a la obra”, concluye en la introducción del libro. 

SUEÑOS DE LA ISLA 

La otra novedad en castellano de este año del escritor neerlandés es Autorretrato de otro, que lleva el subtítulo de “Sueños de la isla y la ciudad de antaño” y ha salido al mercado con el sello de la editorial Calambur. Es un libro elaborado a cuatro manos, con los textos de Cees Nooteboom y los dibujos del artista alemán Max Neumann. La originalidad de este proyecto editorial radica en que los textos no describen los dibujos, si no que éstos son la fuente de inspiración del escritor para crear los poemas en prosa que contienen numerosas referencies a Menorca, aunque no se la mencione de forma explícita.

Nooteboom colgó en las paredes de su casa de Es Consell los treinta y tres dibujos que Neumann li envió a Sant Lluís. El escritor empezó a escribir, dejándose llevar por sus impresiones sobre los dibujos y por sus recuerdos de Menorca. “Nooteboom mezcla, por tanto, en este libro ficción y realidad, mitología e historia, con sus sueños, reales y ficticios, y con sus recuerdos desde la temprana infancia. Esta es la fórmula elegida por el autor para su autorretrato, inspirado en los dibujos de su alter ego”, afirma el profesor de lengua neerlandesa en la Universidad de Granada Fernando García de la Banda, que ha traducido al castellano la edición original.

La colección de dibujos se caracteriza por sus formas que abrazan el expresionismo figurativo, con figuras deformadas, seres irreales e inacabados, rostros sin expresión y cuerpos incompletos. Por otra parte, los textos también ofrecen un mundo violento, despiadado, amenazador y decadente. La muerte aparece en diversas formas, como son los cadáveres, las formas aniquiladas y los naufragios, entre otras, según subraya García de la Banda.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Reseña: La sirena de Alamares y otros cuentos populares portugueses, de José Luis Garrosa Gude, en La tormenta en un vaso

La sirena de Alamares y otros cuentos populares portugueses
Por Ignacio Sanz
La tormenta en un vaso, 25/11/2013

Para conocer un pueblo nada mejor que adentrarnos en su folklore. El cuento popular es parte sustancial de su cultura tradicional. En los cuentos se cuelan valores, prejuicios, sentido del humor, supersticiones. E, inevitablemente, se cuela el paisaje y el paisanaje en sus variedades geográficas. Y, sobre todo se cuela el lenguaje tal como lo emplea el pueblo. Por eso resultan fundamentales los estudios que nos acercan a esta parcela del conocimiento.


Apenas contábamos hasta ahora con una exigua colección de cuentos populares portugueses digna de tal nombre en nuestra bibliografía. Parece mentira. La publicó Carmen Bravo-Villasante en 1994 bajo el título de La gaita maravillosa y otros cuentos portugueses. Tan solo agrupaba dieciocho. El profesor Garrosa Gude ha seleccionado sesenta y nueve. Además remata su selección con un estudio pormenorizado del género luso, de sus investigadores y de su repercusión en el mundo. De manera que nos encontramos ante el primer estudio riguroso sobre la cuentística popular portuguesa.


No aparecen, como ocurre en alguna de las recopilaciones españolas, agrupados por temas: miedo, animales, humor, maravillosos… Acaso porque como escribiera Joaquín Díaz en una de sus recopilaciones castellanas, es tarea sofocada porque muchos de los cuentos participan a la vez de todos esos registros y el recopilador podría volverse loco.


El lector avisado en el género se va a encontrar con que algunos de los cuentos circulan con pequeñas variantes entre nosotros. Era inevitable. En realidad los cuentos, desde su origen, tienen vocación viajera y andan rodando desde la Edad Media por todas las lenguas europeas. Algunos, sin dejar de ser cuentos, tienen inclinación de leyenda porque tratan de explicar un hecho portentoso. Hay brujas, diablos, niñas que tienen una rosa en la frente, princesas, emperatrices, estatuas que comen, animales parlantes… y hay mucha crueldad, la terrible crueldad de los cuentos que acaso sea un reflejo de la crueldad de la vida. Esa niña a la que la madre malvada, envidiosa de su belleza, manda matar; y los criados, compadecidos, matan a la perra y en señal de que la niña ha muerto, llevan la lengua de la perra a la madre que queda así satisfecha.


Algunos de los cuentos resultan complejos y sus personajes salen a correr el mundo y a resolver entuertos absurdos para regresar triunfantes a la casa de la que partieron, como le ocurre al novio de “El hacha pequeña”.


“El tonel de vino” tiene su correlato casi calcado en el cuento de “La borrachas” de la tradición castellana.


Unas veces nos hacen reír y otras nos conmueven. Porque los cuentos siguen siendo herramientas portentosas para explicar el mundo. Y porque, aunque vengan rebotando desde el principio de los tiempos, siguen alumbrando el presente. En realidad no hemos cambiado tanto como parece. Por ello hay que felicitar al profesor Garrosa Gude que ha puesto a disposición de los lectores en lengua española esta joya de la tradición oral ibérica en esta preciosa edición de Calambur.


La sirena de Alamares y otros cuentos populares portugueses 

Lee la reseña en en el blog "La tormenta en un vaso"

 

martes, 3 de diciembre de 2013

Reseña: El día anterior al momento de quererle, de Concha García, en el blog de Rodolfo del Hoyo

El día anterior al momento de quererle
Por Rodolfo del Hoyo
El temps, el riu i les oliveres, 1/12/2013

Todos los libros, y especialmente los de poemas, tienen varias lecturas. Las varias que puso su autor, autora en este caso, y las varias que ponemos los lectores a partir de nuestra experiencia, porque la lectura es también una experiencia que nos pone el alma frente a un espejo invisible que a menudo nos devuelve nuestra mirada convertida en otra mirada.

Yo he leído el libro como un viaje, porque Concha es viajera, porque yo fui viajero, de otra manera, pero viajero. Y en los viajes siempre hay un sueño que nos empuja a seguir. Perseguimos el sueño, que casi nunca se consigue, pero en el camino,  o en la carretera, por aquello de los poetas de la beat generation que rodaban a la deriva o por los cantantes y músicos de los años setenta, para los que la carretera era un vértigo que cruzaba ciudades sin nombre y cuerpos sin nombre. En ese andar o rodar nos vamos descubriendo como quien se abre a un nuevo mundo. Y en los descansos miramos hacia atrás y vemos al que fuimos, que somos y no somos, y miramos hacia delante con las alforjas del pasado, que a veces quisiéramos dejar en la cuneta. El viaje es iniciático y El día anterior al momento de quererle lo es.


He leído un viaje físico porque “una semana antes había paseado / por los dédalos de una ciudad magrebí” o porque “Dudábamos entre ir al norte o / arribar a las inabarcables playas de guijarros” o porque “me desperté en Belalcázar / bajo la sombra / de dos árboles” o porque “Una mañana estás en París y dos / minutos más tarde atravesando la Pampa”.


He leído un viaje en el tiempo porque “sucede un instante / donde te ves saliendo de un portal / con quince años menos” o porque “el pasado no carece de una honda huella” o porque “aquellos son los años que nos quedan”.

He leído un viaje familiar porque “Unos seres que se repiten / en el tiempo” o porque “Una madre no tiene por qué / brillar sobre todas las cosas / ni con la misma intensidad / en cada uno de sus hijos” o porque “En la mecedora que no se balancea / el aroma de una abuela nos abraza”.

Pero todos esos viajes confluyen en un viaje interior. El poemario es un alto en el camino, una parada en el oasis para descubrir qué hay en los espejismos del alma. La escritura es “un tejido /que puntea la superficie de la tierra / es el cuerpo en el cual vivimos” “…y el mapa es el dibujo / de una parte de la totalidad”.

La totalidad existe en cada instante eterno. En algunos poemas aparece el instante eterno, del que había hablado José Hierro, y aparece con una fuerza sobrecogedora, capaz de abrazar el infinito, como en el primer poema, que acaba con estos magníficos versos "Te pone la mano encima / el calor del mundo / que entra por tu frente / amplio como los campos / sin vallas ni árboles." 

 


¿Y qué es lo que hay en ese viaje interior? En el escrito de la solapa dice que el libro se “sostiene en la inminencia y, a la vez, en la memoria.” Pero inminencia y memoria no están separadas como dos conceptos independientes, sino que la memoria sirve para explicar el presente.

También alude en la solapa a “instantes en permanente movimiento”. Ya me había referido ante al instante eterno, aquel instante que atrapa el poema y que se nos grava de forma permanente conformando el yo. El yo está sometido a cambio, es un fluir constante. El día anterior al momento de quererle es un viaje existencial por diversos territorios ya sean geográficos, ya sean sobre la piel espiritual, que reflexiona sobre las transformaciones que afectan necesariamente las fibras más profundas del individuo, en este caso de la poeta. Nos encontramos ante la búsqueda de un yo anterior perdido, o que cree perdido,
o que tal vez solo existe en la imaginación, en el deseo, en el libro también hay deseo, un intento de comprensión de los cambios que este yo ha soportado a través de sus vivencia y sufrimientos, del encanto y del desencanto. “Como zahorí buscas el mensaje” o “Ya no soy aquella / que anotó por alguna razón / el verso de Montale, cuando / aquel tiempo era la vida que es luz azul / amarilla plateada, verde turquesa, /bienestar hondo.”


Hay también nostalgia, la nostalgia es el dolor por lo lejano, pero no solamente por lo que fue sino también por lo que pudo haber sido.


Hay poemas que son una explosión de felicidad en los que parece que el ser no tiene límites. “Anduvimos errantes sin casa y sin alas / teníamos la furia del ciclón”. Y en otros poemas se dibuja el desencanto “Buscamos los profundos enseres que perdimos / cuando tras el viaje nadie se responsabilizó de la maleta”.

Y están las vidas ajenas y las vidas de los antepasados proyectándose sobre la vida de la poeta que se transforma en “otros¨ y “otras”, para poderse explicar su existencia en el mundo.


La cotidianidad y los objetos aparecen continuamente porque tal vez son las líneas que trazan el mapa de nuestro territorio interior para abrirnos al mundo “Ordenas la cocina, retiras la basura, / pones la comida en el plato del gato / y sientes una enorme satisfacción / porque controlas todo ese espacio / que te permite visualizar la estancia / en el momento presente, y hasta / el pasado no carece de una honda huella / expandiéndose a través de todos esos / objetos cuyo significado tanto conocemos / porque representan estados de ánimo / en otros días y ciudades.”

Hay muchas cosas más en el libro. No puedo extenderme porque hay para hacer una tesis. Es un libro de una gran profundidad y de una variedad temática que obliga a varias lecturas separadas y a detenerse en cada tramo. Pero sí que diría, para finalizar, que el libro es un canto a la vida, al dejarse fluir para ser en plenitud y dejar de lado inconvenientes y convenciones “La filosofía / se ha apropiado de nuestras sensaciones / convirtiéndolas en conceptos” … “Para qué más poesía si nos tumbábamos / sobre la hamaca / que cubría nuestras necesidades.”

 
Lee la reseña en el blog de Rodolfo del Hoyo