lunes, 28 de febrero de 2011

Javier Villán gana con "Aquelarre de sombras" el IX Premio de la Crítica

25 de febrero de 2011

El escritor palentino Javier Villán se ha alzado hoy con el IX Premio de la Crítica de Castilla y León, con su obra "Aquelarre de sombras", que es un libro de poesía "llevado al límite y que cuenta las vivencias de una grave enfermedad y habla del cuerpo derrotado".

Así lo ha explicado en Salamanca el poeta y vocal del jurado Antonio Sánchez Zamarreño, tras darse a conocer el fallo del galardón, creado por la Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua y organizado en colaboración con la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura con el objetivo de premiar la obra de un escritor de la Comunidad.

Sánchez Zamarreño se ha mostrado "muy contento y satisfecho" porque el género premiado sea "el casi más invisible de todos: la poesía".

Según el copresidente del jurado Gonzalo Santonja, esto no se producía desde que en 2004 se otorgó el galardón a un "poemario espléndido" del Premio Cervantes de 2006, Antonio Gamoneda, titulado "Arden las pérdidas".

El vocal del jurado ha resaltado que la estructura de "Aquelarre de sombras" es "muy similar" a la del titulado "Sobre los ángeles" de Rafael Alberti de 1929, ya que "convoca a una serie de sombras que establecen una especie de diálogo con el cuerpo derrotado, que está totalmente disociado de la voluntad del hombre".

A su juicio, la obra de Villán (Torre de los Molinos, Palencia, 1943) tiene "una enorme novedad", porque "va más allá" de todo lo que se ha hecho hasta ahora, ya que "los pudores en torno al cuerpo caen rotundamente".

La lectura de este libro, al que ha calificado de "muy duro y con textos muy impresionantes", será "una experiencia inolvidable", dado que "es una poesía límite, porque es la de una persona que está en la frontera entre el más allá y el más acá".

También se ha referido a la calidad "extraordinaria" de las diez obras finalistas, a las que ha tildado de "verdaderas maravillas", y le ha parecido "mentira" que todas ellas "se hayan concitado en una sola Autonomía, lo cual honra a la literatura de una nación entera".

Por su parte, el también vocal del jurado y director de la Institución Alfonso el Magnánimo de Valencia (IAM), Ricardo Bellveser, ha expresado su "sorpresa" al haberse premiado un libro de poesía, al que ha definido como "un acta del dolor".

A su entender, Villán, que ha escrito la obra con "la frente contra la pared", le ha dado a su poesía "una vuelta de tuerca más" y de ahí que "Aquelarre de sombras" se "haya estado cociendo desde hace tiempo".

Por último, el codirector del jurado Carlos Aganzo ha subrayado "la calidad de los finalistas" y la entrada de "algunos jóvenes" en el premio, entre los que ha mencionado a Rubén Abella, con "Los ojos de los peces", y a Carlos Contreras, con "Cartografía del verbo".

Asimismo, ha destacado "la vuelta de la poesía, que todos los años ha estado llamando a la puerta" y que el autor "ha hecho un ejercicio de despojamiento poético y ha hablado con una verdad absolutamente traspasadora".

Al IX Premio de la Crítica de Castilla y León, además de Villán, que recibirá un retrato suyo pintado al óleo por el pintor palentino Félix de la Vega, concurrían los escritores Rubén Abella, Gonzalo Calcedo, Carlos Contreras, Jesús Ferrero, Luis García Jambrina, José Ángel González, Gustavo Martín Garzo, Ana Merino y Emilio Pascua.


http://www.todocastillayleon.es/Noticias/javier-villan-gana-con-aquelarre-de-sombras-el-ix-premio-de-la-critica-11459_10.aspx

Encuentro de editoriales y librerías independientes iberoamericanas "Otra mirada"


Calambur ha estado presente en el primer encuentro "Otra mirada" de editoriales y librerías independientes iberoamericanas, celebrado en Zaragoza del 24 al 26 de febrero. Más de 120 participantes de 7 países. Todos los allí presentes, incluidos los más veteranos, coincidieron en que nunca había tenido lugar un encuentro así, organizado "desde abajo", desde los propios libreros y editores independientes, con tan buen ambiente y tantas ganas de trabajar juntos por el futuro del libro.

Y seguiremos…

miércoles, 23 de febrero de 2011

Fotografías de la presentación de las calles de la lluvia, de Pepa Caro, en Arcos de la Frontera

La Capilla de la Misericordia (Arcos de la Frontera, Cádiz) acogió el pasado sábado la presentación de Las calles de la lluvia, de Pepa Caro, un acto que fue presidido por la delegada municipal de Cultura, Isabel Medina, y que contó con la presencia de Jesús Fernández Palacios y Pedro Sevilla.

Ambos escritores acompañaron a Pepa Caro en la presentación de su nuevo libro de poemas publicado por la editorial Calambur en un acto en el que estuvo arropada por numerosos familiares, amigos y representantes del mundo de la cultura y de otros ámbitos de la sociedad arcense.


Reseña de Vísteme de largo, de Cecilia Quílez, en El Cultural

El Cultural (El Mundo), 18 de febrero de 2011

Por A. Sáenz de Zaitegui

Lo que hay detrás de una mujer/ es otra mujer”. Detrás de Cecilia Quílez (Algeciras, Cádiz, 1965) hay una poeta intensa y carismática esperando su turno. De momento, esa otra poeta se conforma con estar en segundo plano. Pero su momento llegará. Es cuestión de tiempo. A veces se impacienta, asomándose en versos valientes que no temen ser demasiado bruscos: “Llegar hasta el hueso,/ chuparlo,/ desgarrar a mordiscos/ la carne fronteriza./ Rompe y cruje/ hasta vaciar la médula”. Cuanto más física se pone, más interesante resulta. Su teoría sobre cómo experimentamos las mujeres la realidad es persuasiva. El hecho mismo de que crea en la existencia de una experiencia femenina de la realidad es ya significativo. Aunque sea esporádicamente, Quílez insiste en imágenes gore más propias de pulp fictions que de Vísteme de largo, donde los poemas de chic garcilasiano son mayoría. Es imposible leer “Mi nombre en un garfio/ en el matadero de la desolación./ Tú lo cubres con salvas de esperma/ y lo sellas al vacío”y no pensar en Saw.

Quílez cita a Stevens y a Gamoneda. Y entendemos por qué: es ambiciosa, es buena poeta, o más exactamente, es ambiciosa porque es buena poeta y lo sabe. Aspira a la inspiración de los grandes, de ahí Stevens. Preferiríamos una Quílez más carnal, más dura. Pero a quién le importan nuestras preferencias.

jueves, 17 de febrero de 2011

Presentación en Arcos de la Frontera de Las calles de la lluvia, de Pepa Caro

Pepa Caro estará este próximo sábado 19 de febrero presentando su poemario Las calles de la lluvia en su ciudad, Arcos de la Frontera.

Estará acompañada por Pedro Sevilla y Jesús Fernández Palacios.

Será en el Centro Cultural Capilla de la Misericordia, a las 20:30 h.
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Pepa Caro
Las calles de la lluvia
Calambur Poesía, 119.
ISBN: 978-84-8359-213-7
72 págs. 2010
PVP: 10 €


Pepa Caro Gamaza es gaditana (Arcos de la Frontera, 1961) y licenciada en Historia General por la Universidad de Cádiz. Colabora en prensa y en revistas literarias, y participa en diferentes encuentros de poesía. Escribe una guía turística de su ciudad en 1997. En 1995, publica una selección de sus poemas en la antología Voces nuevas (ed. Torremozas). En 1997, publica el cuaderno de poesía Primeros Poemas (Aula «José Cadalso» de San Roque). En 2002, ve la luz el libro Con todo el invierno dentro («Cuadernos de Sandua», Cordoba). En 2005 participa, junto a otras poetas gaditanas, en El placer de la escritura o nuevo retablo de Maese Pedro (ed. Universidad de Cadiz).

Pedro Sevilla, paisano, poeta y miembro, como Pepa Caro, del grupo literario «Calima», escribe: «estamos ante una poesía sensible y moderna, ante una prosa elegante y serena como pocas». Juan Jose Téllez, en su prólogo «Ave del Paraíso» para sus Primeros poemas, afirma: «Tal vez, su edén privado sea el de aquella niña venida de un pueblo que en sus versos suena a veces a nombres arábigo-andaluces y otras veces a eco de Julio Mariscal». Enrique Montiel afirma: «Si buscamos un factor común en la poesía de Pepa Caro nos encontramos un pueblo con murallas e iglesias, árboles, sequías, lluvias, pájaros, flores, melancolías y dolores, un balcón abierto, un lecho de amor y de sueño, de ilusiones y esperanzas, la infancia cristalizada en un paraíso que se aleja y una visión de invierno interior, ese drama sin el cual no puede florecer ni la poesía ni la literatura».

Reseña de Las moradas del verbo en El Cultural

El Cultural (El Mundo), 11 de febrero de 2011

Por Túa Blesa

Dar cuenta de las obras poéticas de los nacidos entre 1954 y 1968 no es tarea en absoluto sencilla y ése es el reto que ha afrontado Ángel L. Prieto de Paula en esta ocasión y ello pese a que se trata de un reconocido estudioso de la poesía española contemporánea. Y no es sencilla porque es intentar dar unas ideas generales que den cobertura a los trabajos tan diversos de poetas como Miguel Casado y Luis García Montero o Antonio Méndez Rubio o Ada Salas o Jorge Riechmann, pongamos por caso, y de los que hay que decir que eran inevitables.

Siendo que las obras de los poetas de estos años recientes están en un más o menos incipiente proceso de canonización -en el cual, por lo demás, las antologías son instrumentos potencialmente muy efectivos-, todo juicio sobre el valor de ellas es ya una toma de partido, por eso, aunque Prieto de Paula deja dicho que esta antología está dictada por un ánimo de historiador, más que de un manifiesto a favor de esto o aquello, lo uno parece que no puede desprenderse de lo otro. No resta lo anterior mérito al estudio y la selección sin embargo de que deba verse como un documento para la reflexión y el debate crítico. En general, los planteamientos y juicios de Prieto de Paula son mesurados y deben y deberán de tenerse en cuenta en los próximos estudios de esta poesía. Por eso llama la atención que se hable, por poner un caso, de “gratuidades vanguardistas”, pues ciertamente no sé sabe bien cuáles puedan ser, o, por poner otro, que se afirme que “la normalización política trajo de la mano una pareja normalización artística”, idea también que no puede ser sino el principio de una discusión, pues ¿qué significa exactamente “normalización”? No se vea esto como descalificaciones, en absoluto, sino como apunte de algunos de los problemas para los que la teoría o no tiene respuesta... o tiene demasiadas.

Muchos de los poetas seleccionados son sin duda imprescindibles, no tanto otros, más si se ponen en relación, o comparación, con algunos ausentes, como son, de los nacidos en el período que se considera, David González o Ángel Petisme por ejemplo, que ni siquiera aparecen mencionados en el estudio.

En fin, Prieto de Paula ha tenido la valentía de afrontar un asunto conflictivo y, pese a quien pese, ofrece un estudio y una antología que ni por asomo podrá obviarse.

Imágenes del homenaje a José María Millares Sall en el Instituto Cervantes

Podemos ver el vídeo del homenaje a José María Millares Sall, el pasado 19 de enero, en la sede madrileña del Instituto Cervantes:

http://www.cervantestv.es/literatura_pensamiento/video_homenaje_jose_maria_millares.htm

Y algunas fotografías, por orden de lectura:

Emilio Torné


Olvido García Valdés


Antón Lamazares


Ada Salas


Jordi Doce


Nieves Mateo


Miguel Ángel Muñoz Sanjuán


Ignacio Elguero


Ana Gorría


Alejandro Céspedes


Entrevista a Julio Mas sobre El juramento de la pista de frontón, de John Ashbery, en Canal Extremadura Radio

Canal Extremadura Radio, martes 15 de febrero de 2011

Programa Agitación y cultura, con Olga Ayuso

Puedes escuchar la entrevista al principio del programa:

miércoles, 16 de febrero de 2011

Noticia de Los toros furtivos, de Javier Villán, en la revista Leer

Revista Leer, n.º 219, febrero de 2011

Un mundo feliz… sin toros

Como cronista taurino de el diario El Mundo, Javier Villán ha vivido de cerca y con intensidad el proceso que ha desembocado en la prohibición de los toros aprobada por el Parlamento catalán. Villán ha querido ponerle una sonrisa a la abolición con Los toros furtivos (Calambur). Porque, como señala Pere Gimferrer en su prólogo, "si debemos quedarnos en el callejón, el mejor burladero es el sentido del humor". Son seis relatos en los que asistimos a la fundación de un clandestino Movimiento Ibérico de Liberación Taurina formado por egregios hombres públicos amantes de la Fiesta, sometidos al acehco de la Policía; a la celebración de corridas clandestinas en un recóndito paraje de montaña con figuras y ganaderos de postín; o al descubrimiento por parte de un teólogo de que medio siglo atrás "en Iberia se había decretado que la Fiesta de los Toros nunca existió". Su recuerdo ha sido cuidadosamente borrado de la Historia y la memoria colectiva de la ficticia sociedad futura que acoge los fantásticos relatos de Villán, bellamente ilustrados por Gonzalo Torné.

Presentación en Badajoz de Los bosques de la mirada, de Basilio Sánchez

Miércoles 16 de febrero de 2011, 20 h.

MEIAC (Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo)
C/ Virgen de Guadalupe, 7
06003 Badajoz

El autor, Basilio Sánchez, estará acompañado por Luis Sáez (director de la Editora Regional de Extremadura) y por Eduardo Achótegui.

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Basilio Sánchez
Los bosques de la mirada
(Poesía reunida 1984-2009)
Calambur Poesía, 116
ISBN: 9788483592076
480 págs. 2010
PVP: 25 €



Basilio Sánchez (Cáceres, 1958) surgió en el panorama poético con la publicación de A este lado del alba (1984), como accésit del Premio Adonais. Hasta casi diez años después no apareció el segundo, Los bosques interiores (1993), que el poeta reeditó revisado en 2002 y al que seguiríanLa mirada apacible (1996), Al final de la tarde(1998) —publicado por Calambur— El cielo de las cosas (2000), Para guardar el sueño (2003),Entre una sombra y otra (2006) y Las estaciones lentas (2008). Ha publicado también el libro de relatos El cuenco de la mano (2007). En 2007 recibió el Premio Extremadura a la Creación por su libro Entre una sombra y otra.

Los bosques de la mirada (Poesía reunida 1984-2009) recoge toda la obra poética de Basilio Sánchez, con la excepción de su primer libro, ya que el poeta ha reconocido su voz y su mundo más personales a partir de la segunda de sus obras. Este volumen contiene, pues, veinticinco años de escritura y se cierra con algunas muestras hasta el momento inéditas del presente creativo del autor. La poesía de Basilio Sánchez, avalada por algunos premios importantes, ha sido destacada por la crítica como una de las más sugerentes expresiones de poesía meditativa contemporánea, que no se queda en una contemplación ensimismada como punto de partida y de llegada, sino que muestra —sobre todo en sus últimos libros— su vocación de conquista moral en un mundo en el que los pilares éticos se ven agredidos. El lector de Los bosques de la mirada —título que recoge dos motivos simbólicos muy importantes en la poesía de Basilio Sánchez— podrá apreciar en este volumen esa fidelidad de tono que ha hecho de la escritura de este autor un lugar apacible.

"Basilio Sánchez utiliza la palabra poética para metamorfosear la realidad y, al hacerlo, enriquecerla o desen trañarla".
Antonio Colinas, sobre La mirada apacible, 1996

"He aquí la expresión de un universo breve, cuya pureza es un aceite con que aliviar las rozaduras de la existencia".
Ángel L. Prieto de Paula, Babelia, El País, 7-08-2004

"Sus poemas construyen la figura de quien vive en ellos, las cosas de su entorno, y la trama de este conjunto funciona como honda manera de pensar".
Miguel Casado, ABC Cultural, 3-09-1998

"Lenguaje poético claro, elemental y natural, pero bajo su misteriosa transparencia, late una honda reflexión sobre la condición humana y sobre la precariedad de la existencia, siempre necesitada de refugio".
Luis García Jambrina, ABC Cultural, 26-06-2004

"Su poética acoge una de las dicciones más intensas de la poesía española contemporánea, configurada en una obra que no responde tanto a una deliberación literaria como a un estrecho acompasamiento entre existencia y poesía".
T. Sánchez Santiago, Árrago, Diario Hoy, 28-03-2001

"Escritura de lo doble o doble escritura, por medio de la cual vida y escritura se anudan, se corresponden".
Túa Blesa. El Cultural, 25-05-2006

"Exacto sin hipérbole, metafórico sin desafuero, habla a media voz, a veces casi susurra, convencido de que el exceso en el decir perjudica la verosimilitud de lo dicho".
Eduardo Moga, Turia, n.º 88, 2009

Reseña de Tormenta transparente, de Javier Lostalé, en Babelia

Babelia (El País), 12 de febrero de 2011

Por Manuel Rico

Javier Lostalé (Madrid, 1942) es un poeta metafísico, cuya principal obsesión, desde su primer libro, Jimmy, Jimmy (1976), ha sido la indagación en el misterio de la creación poética como forma de salvación frente al paso del tiempo, y la búsqueda de un modo de trascender la relación amorosa. En Tormenta transparente, su último libro, esa búsqueda tiene un protagonismo esencial. Se trata del amor incompleto, de su condición de utopía inalcanzable. En su persecución, el poeta recorre, a lo largo de los 33 poemas que lo componen, un itinerario en el que la experiencia huidiza del presente y el peso de la memoria (sobre todo de la adolescencia) actúan como universos contrapuestos aunque vinculados. En el presente habitan la decepción, el desamor, los deseos no vividos, la dureza de lo cotidiano y la presencia de la muerte (la tormenta es metáfora de todo ello). En el pasado vive la felicidad y el recuerdo de un amor posible que, pese a todo, puede entreverse más allá de la tormenta. La carne, el cuerpo amado, el beso, la materialidad de la sensualidad/sexualidad son ingredientes de la tormenta que se hacen transparencia, huyen para ser construcción imaginaria de lo que, al fin, no será experiencia sino sólo deseo no cumplido. Lostalé opera con sensibilidad y con un lenguaje de alta tensión lírica. Especial relieve tienen, por su gran carga significativa, las referencias a la luz: incandescencia, contraluz, alumbrar, resplandor, luz fluvial, cegada luz, son algunas de las acepciones utilizadas. Aunque, al final, prevalezca la oscuridad: "Y es que, ya invisible, como una torre sin paisaje, / alguien ha dicho: "No". / Alguien ha apagado el tiempo / sin borrar su nombre".

Reseña de Insurgencias, de Antonio Hernández, en El Cultural

El Cultural (El Mundo), 4 de febrero de 2011

Por Francisco Díaz de Castro

Casi una vida entera acoge esta edición de la poesía de Antonio Hernández (Arcos de la Frontera, Cádiz, 1943), un poeta que desborda las clasificaciones generacionales tanto por la secuencia editorial de sus libros como por la índole estética de su escritura.Tempranamente conocido por el premio Adonais de El mar es una tarde con campanas(1965), a su segundo libro, Oveja negra (1969) siguió un silencio de nueve años que sitúa el comienzo de su madurez poética a finales de los setenta con Donde da la luz (1978).

Desde entonces la continuidad de la escritura de Antonio Hernández testimonia el hacerse de su protagonista sobre los ejes esenciales de sus comienzos: el amor, el mundo andaluz y la conciencia histórica. Entre meditación intimista y consideración del presente colectivo, los homenajes y la crítica histórica de Metaory (1979) y Homo loquens (1981) acentúan la emoción de un lirismo que desemboca en la emocionante elegía de Diezmo de madrugada(1982), uno de sus mejores libros, y la resistencia vitalista de Con tres heridas yo (1983).

Campás errante (1985) es un canto antropológico al sentido del flamenco que parece cerrar una etapa, inmediatamente seguida de Indumentaria (1986), libro de poemas breves y dedicatorias en el que las evocaciones, el mundo de la infancia y el renovado homenaje intimista al Sur dan paso a dos libros andaluces complementarios: el del vitalismo sensorial deCampo lunario (1988), con su emocionante homenaje a Cádiz (“Guía secreta de una ciudad del sur”) y el de la compleja meditación histórica de Lente de agua (1990) -“Es más grande mi patria que mi tierra”. La andadura lenta y extensa que el poeta sigue eligiendo en sus libros posteriores matiza la evocación elegíaca que va dominando en los alegóricos trenes deSagrada forma (1994) y en la decidida afirmación de pertenencia y arraigo de Habitación en Arcos (1997) con su recuentos personalizados y su emoción circunstanciada.

Si El mundo entero (2001) abre otro tiempo en esta poesía, con sus desajustes existenciales y balance desengañado, los poemas de A palo seco (2007), con su desolación, sus sarcasmos y su confesionalidad autocrítica dejan abierta una sugestiva vía poética cuya continuidad se hace esperar.

lunes, 14 de febrero de 2011

Presentación en Málaga de Vísteme de largo, de Cecilia Quílez

El Centro Andaluz de las Letras tiene el placer de invitarle a la presentación del libro de poemas Vísteme de largo, de Cecilia Quílez, publicado por Calambur Editorial. Contaremos con la intervención de Isabel Pérez Montalbán.


El acto tendrá lugar en Málaga el próximo miércoles 16 de febrero a las 20:00 horas en el Centro Andaluz de las Letras, Calle Álamos 24, Málaga.


Entrada libre hasta completar aforo.


lunes, 7 de febrero de 2011

Lectura crítica a Vísteme de largo (Calambur, 2010) aproximación a la poética de Cecilia Quílez (2/3)

2/3 políticas del silencio sostenido

Por Víktor Gómez

He de acudir al comienzo,

a la inutilidad de la mudanza

en las pupilas infantiles.

Cecilia Quílez

Así de contundente ve la inutilidad del cliché impuesto socialmente a la mujer la poética de Vísteme de largo. Reniega de la política de estereotipos y la educación formal tradicional que tanto daño ha hecho a nuestra inteligencia emocional.

“Jugamos en el dormitorio prohibido” expone la poeta, situando al yo poético en el afuera del orden establecido, descubriendo la pasión como juego y la complicidad amorosa como verdad inconfesable –siguiendo la gramática de la moralina vigente fuera de escena, es decir, en lo obsceno− y así lo obsceno se rebela contra lo normativo. Rebeldía que es salud, dolor. ¿Llorar? Se desestima. ¿Vestir al uso, someterse? Se quiebra, porque la dignidad es el vestido que Quilez propone para esa mujer del poema (no-lugar, utopía realizable, empezando por el cuerpo), mujer detrás de la mujer esperada por los convencionalismos, que empieza a tomar las riendas de su vida allí, en el campo de batalla, primer y último escenario político, ese allí que es la intimidad, que es lo más íntimo de lo más íntimo del ser, que son sus pasiones vertidas por la ingenuidad, los vínculos afectivos, territorio de la máxima vulnerabilidad y dónde se precisa ser más fuerte, más resistente a la doma…

“ahora necesito otro cuerpo

y otro vestido que ponerme”.

La política de autonomía se intuye poéticamente en la niñez, antes de las heridas del mundo, y sólo volviendo a pasar por ella se resuelve un no camino reglado para bueyes mansos, sino ese vuelo de pájaro sin hebilla, que pinta en el cielo –súbito ascenso de lo abisal submarino− de escarlata, su vertiginoso y suficiente trazo.

“Una niña comía peces voladores,

sin cabeza.

Sin cabeza

comía peces voladores”.


La violencia simbólica que reprime el deseo al gobierno del deseo y de la inocencia constituye el eje de presión “la higuera en el campo del padre” al cual la poética de Cecilia se resiste. Resistencia y más, repudio. Se repudia esa invisible e insistente vigilancia y castigo que la sensibilidad advierte en el “sonido de las pisadas anónimas”. Ser mujer es el conjunto de todas sus relaciones sociales. Si estas están fuertemente marcadas por patrones machistas, ¿qué puede hacerse, sino cambiar de vestido?

¿No es el vestido el alma de un cuerpo que vive bajo la condición sociocultural y política de su tiempo?

Ante la insistencia de cordura, de eficacia, de pragmatismo y rentabilidad, se descubre desde el pulso femenino lo absurdo como liberación, lo imaginario como revolución:

“Soy absurda cuando beso

pero llamas a mis labios mariposas”

Una voluntad de transformar el mundo por el deseo y la imaginación corre el riesgo de fracasar. Porque asumir ante la negación del presente a las utopías y el amor sin condicionantes esa verdad íntima, prohibida, secreta…

“ Si digo la verdad

se acabará el mundo

Alguien me dijo que estaba en lo cierto.

Alguien dijo adiós”.

Esa tozudez de la sociedad por negar la posibilidad utópica-amorosa conlleva la soledad, pero no el abandono del sueño, de la necesidad de encontrar el bosque de la afectuosidad oxigenante, desvinculada de las prebendas pragmático-materialistas.

“Sólo los náufragos sueñan con árboles”

Y es ahora, que la música como llave de esa posibilidad, incita al poema a avanzar contracorriente y al poeta a seguir al poema, por donde quiera llevarnos. Desde el no saber, nomadear. No más dogmatismos racionalistas, no más demagogia ni retóricas del poder. La música:

“Necesito la música para implorar lo que no conozco”

Del desapego de la política dominante, machista y alienante a la poesía, que ahora sean los poemas desde donde se formule la pregunta esencial:

“Tú:

¿me conoces?”

No estamos por la previsibilidad de los roles femeninos, menos aún por una búsqueda de lo correcto, política, socialmente correcto. Ese vestido ya no nos vale. Desnuda, la poeta comienza a vestirse de largo, con las telas de la palabra dada, la poesía del ser, del ser mujer, no arquetipo, slogan, sierva, maniquí. Y puede devenir, entonces, esa “Dilación al desnudo” que formula la segunda parte del poemario.

Presentación en Madrid de Los bosques de la mirada (Poesía 1984-2009), de Basilio Sánchez

LA EDITORIAL CALAMBUR
tiene el gusto de invitarle a la presentación del libro
Los bosques de la mirada
(Poesía 1984-2009)
de Basilio Sánchez

Intervendrán, además del autor:
Ada Salas, poeta
Emilio Torné, editor

Viernes, 11 de febrero de 2011, a las 20,00 h.

Librería-café LA MARABUNTA
c/ Torrecilla del Leal, 32 (esq. c/ Buenavista)
28012 MADRID
Lavapiés





viernes, 4 de febrero de 2011

Reseña de El juramento de la pista de frontón, de John Ashbery, en la revista Quimera


Revista Quimera, n.º 327, febrero de 2010
JUST SOMEONE YOU SAY HI TO
Aproximación a Juramento de la pista del frontón (Calambur, 2010), de John Ashbery
POR ERNESTO CASTRO CÓRDOBA
En una célebre carta, Rainer M. Rilke expresó su preocupación ante la exorbitante tecnificación que el mundo estaba alcanzando coincidiendo con sus años de madurez. Para ser más exactos, localizó al otro lado del charco el origen del progresivo desencantamiento de la realidad perpetrado: “De América nos llegan ahora cosas vacías, indiferentes, cosas artificiales que nos engañan simulando la vida.” En una no menos célebre respuesta, Paul de Man sacó su vena más patriota tachando de ideológica la nostalgia tradicionalista del poeta alemán:
La tranquilidad de los sueños de Rilke, la tranquilidad de nuestros antepasados metidos en sus casas y vestidos con sus ropajes, ¿eran algo real o son mero producto de nuestra imaginación? (…) Tal vez, debido a que la tecnología es empobrecedora y quema la historia sin dejar ningún residuo palpable, nos obliga a prescindir de algo que, al fin y al cabo, no es sino una falsa serenidad.[1]
Pues bien, mejor tarde que nunca, se traduce a nuestra lengua uno de esos B-52 en su versión literaria. No hace falta aquí recordar las conexiones heideggerianas entre tekhne y poiesis para decir que nos referimos al poemario más importante de la segunda mitad del siglo pasado en el ámbito anglosajón (publicado en ¡1962!) en cuanto a experimentación, atrevimiento y polémica se refiere: El juramento de la pista del frontón (JPF). Celebremos la tardía, pero no por ello menos valiente iniciativa de su traductor, Julio Mas Alcaraz, quien en el espléndido prólogo subraya como en este difícil texto encontraos in nuce buena parte de la producción posterior de John Ashbery, posiblemente el más influyente poeta americano vivo en nuestros días. Su herencia se extiende reticularmente desde la New York School hasta los Language poets. En éste, su segundo libro, Ashbery sintetiza en una misma voluntad de privilegiar el significante sobre el significado las dos corrientes más importantes de la lírica anglosajona por entonces vigente. Por un lado, el impulso democratizante, vital y totalizador, de Whitman, cuya influencia ya fue de sobra subrayada por el autor en una entrevista concedida en 1972. Allí dice: “si mi poesía es oblicua es porque quiero inclinarla a una audiencia lo más amplia posible, por extraño que esto suene en la práctica”[2]. Por otro lado, hallamos aquí presente el trabajo de archivo, fragmentario, reticular y elitista, del primer Eliot, eso sí: transformado en práctica sampleadora. Como ha subrayado Marjory Perloff, la poesía de JPF habita un contexto discursivo mucho más permeable y confuso que el presente en The Waste Land; Ashbery no se limita a referir y a citar las fuentes, sino que se las apropia, modifica y recodifica a placer. La relación entre “Idaho” y el best-seller que toma como punto de partida poemático, es menos mimética que de clara confrontación. Cada poema de JPF es un vórtice con múltiples influencias y textos solapados, un calidoscopio paratáctico en el que se da cabida, en un mismo torrente de conciencia, a todo tipo de experiencias discursivas. El libro avanza a través de deslizamientos retóricos que en el interior de la conciencia individual, tomando como punto de partida la heteroglosia constitutiva del lenguaje americano como potlach cultural donde se dan la mano resonancias épicas del Antiguo Testamento y la retórica banalizada de las revistas de moda (cfr. Poemas como “How much Longer hill I Be Able to Inhabit the Divine Sepulcher…”). El sujeto de la enunciación es un mero nudo gordiano constituido a través de la apropiación ambiental, “envuelto en una identidad como si fuera un traje”, como dijera al inicio de Houseboats days (1977).[3] Los poemas de Ashbery constatan el movimiento contrahegeliano que va desde el yo como sujeto de la enunciación a la estructura gramatical como substancia literaria en sentido pleno. A la pregunta ¿quién soy?, da la respuesta el título de otro poema del autor: “Just someone you say hi to” (A Wave, 1981) que termina con los siguientes versos:
Y nos quedamos tan solo con sensaciones de nosotros mismos
Y de la seca alteridad, como un puño fuertemente cerrado
Entorno al acelerador mientras vamos cayendo, de lado y hacia abajo.[4]
En algunos poemas JPF (“Night” y “Rain”) se halla presente lo que consideramos la aportación más relevante de Ashbery a la poesía actual: la construcción más relevante de Ashbery a la poesía actual: la construcción arquitectónica del poema, tomando como punto de partida una estructura descentrada de producción de expectativas en el lector, expectativas semánticas que no serán colmadas del todo; como mucho satisfechas tangencialmente por significados que se cristalizan entorno a un vacío central que opera positivamente como resto no colmado. Esta falta constitutiva como origen del texto, que después será tematizada en De la grammatologie por Derrida (1967), obliga al poema a salir fuera de sí, no hacia una exterioridad más real que el lenguaje, sino a una aceptación de la ubicuidad textual que pasa a eclipsar y sustituir la función privilegiada de Realidad como campo semántico donador de sentido. El poema, en calidad de dispositivo autorreferencial, tomó como punto de partida esta falla textual en su dimensión preformativa, poniendo en cuestión las estructuras gramaticales del lenguaje y la función referencial sobre la cual supuestamente se asienta el ejercicio literario. Más allá de la mimesis, la poesía apela a la ekfrasis, esto es, a la descripción de un espacio de fricción, juego e improvisación literaria.
Junto con “Idazo”, los poemas más destacables de JPF son “Leaving the Atocha Station” y “Europa”. El primero, según declaración expresa del poeta, es una expresión paradigmática de su poética de apropiaciones fragmentarias. Dice: “los fragmentos dislocados, incoherentes que crean el movimiento del poema se parecen probablemente a la sensación que uno tiene cuando el tren sale de una estación desconocida. El ruido, la suciedad, ese marchar deslizándose, todo parece un movimiento dentro del poema.”[5] “Europa”, por su parte, está construido como un falso collage a partir de un best-seller. Su composición desordenada, fragmentaria, ofrece al lector una versión de aquella imagen que la vanguardia americana tenía del continente europeo, tras dos guerras mundiales en su territorio, como un enorme basurero, escombrera de la memoria perdida. El potencial estético de este residuo en la Historia habría de ser rescatado mediante el apropiacionismo; procedimiento alquímico por excelencia que transforma lo escatológico, sin alterarlo, en producto de consumo de primer orden estético. Ashbery forma parte del comité de expropiación que robó la vanguardia a París para dársela a New York. Un espía más en tierras francesas. La poesía de este su segundo poemario tiene como horizonte literario elaborar un retrato fiel de Estados Unidos, pero tomando la paleta de colores que ofrece Europa. Eloy Fernández Porta dixit: “Reescribir la cultura pop desde Europa implica siempre, para el autor serio, una perversión; raptar, sacar de su hábitat, poner en circulación, estrujar y echar a perder la inocencia.”[6] Esta perversión del ideario norteamericano, si bien es cierto que ofrece una imagen invertida del gran asalto a la vanguardia histórica que en aquellos años estaban perpetrando los grandes artistas norteamericanos, tiene notables puntos en contacto con ella. Si Burroughs tomó el cut-up dadaísta como expresión de una existencia drogadicta y desordenada, y Rauschenberg adaptó el collage cubista al contexto de la sociedad de consumo, Ashbery modificó la erótica lingüística de los surrealistas a la luz de la épica democrática (Whitman) y la sinceridad del paisajismo cotidiano (William Carlos William). ¿Cómo? Abandonando la prosodia iterada de los surrealistas, garantía última del avance hipnótico, a favor de lo que Ezra Pound, refiriéndose a Henry James, consideraba el formato americano por excelencia, a saber: el paréntesis, el cual suspende la linealidad narrativa propia del discurso burgués, articulado a través de la subordinación causal de los acontecimientos; introduciendo en el relato la deriva errática, desestructurada entorno al principio paratáctico de la adición democrática de más y más y más detalles, uno al lado del otro. El paso del surrealismo a JPF es el paso desde la comprensión de la palabra como unidad gramatical de sentido a la problematización sintáctica de la oración. En una palabra: si para Breton les mots font l’amour (eso tan cursi), para Ashbery serán las estructuras oracionales the one who have sex (sin pelos en la lengua). Ambos, en definitiva, apelan a la lectura del poema como experiencia creativa autotélica donde es más importante el proceso que el producto. Así, no es de extrañar que a la pregunta sobre el contenido de sus textos, Ashbery responda alternativamente biendiciendo que su poesía carece de tema, bien declarando que sólo escribe poemas de amor. Lo mismo da:
“uso un verso muy largo frecuentemente en mi poesía porque me parece que proporciona un medio expandido de enunciación, y decir algo muy largo en lugar de lo que podría haber sido originalmente mucho más corto y conciso supone un derrame del significado. Con frecuencia tengo la sensación de que posee una cualidad casi sexual, en el sentido de que el acto sexual es una especie de prolongación del tiempo y una improvisación sobre el tiempo”[7]
Queda claro. De una manera bastante más articulada que sus antecesores europeos, el autor de JPF propone una concepción del poema como espacio de fricción estructural donde no sólo cuentan las palabras utilizadas, sino el contexto de expectación sintáctica en que se inscriben. Muy à la Hitchcock, el poema es aquí un crimen en busca de autor, cada verso un Mc Guffin literario que pone en movimiento todo un dispositivo de anticipación de acontecimientos y frustración de deseos. Como una compleja trama policíaca, el lector tiene el cadáver ante sus ojos, todo a la vista, y sigue sin comprender muy bien qué sucede. Es más: el fin último de este ejercicio poético bien puede ser el mismo que Ashbery atribuye al detective, a quien caracteriza como “un símbolo del hombre intentando descubrir lo que es.”[8] La experiencia que produce un poema de Ashbery es similar a la de un cuarteto de Antón Webern, esto es: una cómoda incertidumbre sobre el por venir. Aquí analogías entre Burroughs y Ashbery se multiplican: tanto en JPF como en Naked Lunch, la espera se erige como experiencia fundamental del tiempo; ambos son maestros de la temporalidad dilatada reflejada en la experiencia de los trayectos muertos; sus textos compuestos con retazos se mueven dentro de una lógica des-instrumentalizada de la escritura, esto es: los tropos literarios se multiplican entorno a la ausencia de un sentido unitario que los trascienda; son, en última instancia, medios a la búsqueda desesperada de fines. El objetivo en estos dos autores no consiste en alcanzar la profundidad abismal del inconsciente, sino dar cuenta de la realidad pluriforme que acosa el espacio de la representación, perfectamente consciente de su esquizofrenia superficial, epidérmica diríamos (un sarpullido existencial en vez de un descensus ad inferos romántico). Ashbery añade a este factor una conciencia claramente postmoderna acerca de la repetición consustancial al ejercicio de escritura, en última instancia una práctica hermenéutica de decisión que parte de un material cultural ya elaborado. El poema (“Late echo”, de As We Know (1979) comienza:
Solos con nuestra locura y nuestra flor favorita
vemos que en realidad no hay nada más sobre lo que escribir.
O mejor, es necesario escribir sobre las mismas cosas de siempre
del mismo modo, repitiendo las mismas cosas una y ora vez”[9]
John Ashbery es un poeta de la conciencia y la subjetividad en su desfondamiento, se suele decir. Según Jody Norton, nos encontramos ante “el último poeta del sujeto y el primer poeta del predicado libre.”[10] Sin embargo, en su poesía, la voluntad de incorporar todo lo real en el discurso conduce a privilegiar la posición del sujeto, a pesar de que este se conciba, bajo el signo de la corriente de conciencia, como un receptáculo de experiencias. Otra consecuencia vinculada al hiperrealismo vanguardista que practica Ashbery es que, llevado a su extremo más radical, este estilo conduce con frecuencia al olvido de lo empírico en favor de lo absoluto. En el poeta americano, la voluntad de decirlo todo se vincula a un solo desencarnado de las expresiones. Así, la primera edición de JFP llevaba una sobrecubierta en la que el poeta declaraba que a la hora de escribir el libro había utilizado las palabras de manera abstracta, como un pintor usa los pigmentos, lo cual, según él, conducía a una manera de realismo mayor y más complejo. Tomando como premisa que la materia de lo poetizable es la carencia, ya Paul de Man subrayó cómo, en la época de la literatura autoconsciente, "la poesía del devenir se mantiene como conciencia a expensas del objeto sensible"11. Esto no es sólo aplicable a Baudelaire y a Mallarmé. También a Ashbery, en la medida en que su escritura parte de la conciencia como dispositivo de producción temporal (expectación gramatical) en el que se incorporan todos los discursos; todo ello a expensas de su correlato empírico. Claro que en Ashbery no está presente la nostalgia por la unidad perdida que Paul de Man percibe en los poetas franceses, pero sí un deseo de totalizar el discurso poético mediante la incorporación de material en bruto de campos estrictamente no literarios (aquí hace aparición el gran espectro de los mass media) o de géneros literarios tradicionalmente denigrados (digamos: de las comedias de enredo hasta la novela policiaca pasando por el folletín novecentista). En resumen: todos los atentados que el poeta perpetra en contra de la unidad sustancial del yo son, por así decir, pro domo sua, en favor de ese mismo yo que se declara a sí mismo disuelto. Al igual que hiciera Unamuno con la contradicción al convertirla en principio constitutivo de la subjetividad, el proyecto de Ashbery totaliza, pero nunca disuelve al sujeto. En una entrevista, declaró que el objetivo de su poesía era reflejar la conciencia en su totalidad, aunque para ello tuviera que tomar "elementos del inconsciente para darle perspectiva"12. En su introducción a Three poems, Julián Jiménez Hefferman ha subrayado el solipsismo presente en su poesía: "no hay más conciencia que la de Ashbery. El poeta americano no acepta ninguna otra conciencia en sus textos"13. Aquí nos enfrentamos a la trampa de la que habló Foucault en su defensa de un pensamiento del afuera:
Todo discurso puramente reflexivo corre el riesgo, en efecto, de devolver la experiencia del afuera a la dimensión de la interioridad; irresistiblemente la reflexión tiende a reconciliarla con la conciencia y a desarrollarla en una descripción de lo vivido14.
En otras palabras: el afuera de Ashbery carece de exterioridad. Nos enfrentamos a la caducidad del pensamiento crítico que tiene como principio l negación de lo establecido; nos enfrentamos a la impotencia de dispositivos retóricos como el de Ashbery que critican un determinado sistema con el objetivo de apuntalarlo. A la luz e estas consideraciones, uno no sabe cómo tomarse los versos de "Soonest Mended" (The Double Dream of Spring, 1966):
Todos hablamos
Es cierto, pero debajo del habla yace el
Sentido suelto, desordenado y simple como el suelo trillado
Moviéndose y no queriéndose mover15.
¿Hasta qué punto participamos del movimiento experimentalista presente en JPF su versión más radical y refinada? Puede que la vanguardia de Ashbery ya no sea la nuestra; y que, sin embrago, en su desfase, este texto ofrezca unas virtualidades no realizadas que esperan a un nuevo ejercicio de apropiación. No está de más recordar, aunque sea a modo de epílogo, las palabras de este poeta canónico con motivo de una reflexión sobre la caducidad de la vanguardia: "Se podría argumentar que el arte tradicional es incluso más riesgoso que el arte experimental, que no puede ofrecer a sus acólitos verdaderas garantías, ya que las tradiciones están siempre pasando de moda16.

[1] Paul de Man: "La tentación de la permanencia" en Escritos críticos, ed. Visor, Madrid, 1996, p. 113.
[2] Janet Bloom & Robert Losada: "Craft interview with John Ashbery", en New York Quaterly, invierno de 1972, pp. 24s.
[3] John Ashbery: Collected Poems 1956-1987, The Library of America, New York, 2008, p. 491.
[4] John Ashbery: Collected Poems 1956-1987, op. cit., p. 775.
[5] cit. en Julio Mas Alcaraz: "Notas" a El juramento de la pista de frontón, Calambur, 2010, p. 309.
[6] Eloy Fernández Porta: Afterpop, Anagrama, Barcelona, 2010. p. 64.
[7] cit. en Hefferman: op. cit., pp. 12s.
[8] cit. en Julio Mas Alcaraz: "Introducción" a El juramento de la pista de frontón.
[9] John Ashbery: Collected Poems 1956-1987, op. cit., p. 672.
[10] Jody Norton: "Whispers Out of Time: The sintax of being in the poetry of John Ashbery", 20th Century Literature, otoño de 1995, p. 190.
11 Paul de Man: "El devenir en la poesía", en Estudios críticos, op. cit., p. 158.
12 cit. en Hefferman: "Prólogo" a Tres poemas, DVD, Barcelona, 2004, p. 17.
13 Hefferman: op. cit., p. 48.
14 Michael Foucault: El pensamiento del afuera, Pre-Textos, Valencia, 1988, p. 23.
15 John Ashbery: Collected Poems 1956-1987, op. cit., p. 184.
16 John Ashbery: "La vanguardia invisible" (disponible en: http://ustedleepoesia2.blogspot.com/2009/06/la-vanguardia-invisible.html